Red

Red


Capítulo 16

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Capítulo 16

Tyler

Después de tantos años bebiendo cerveza debería levantarme como una fresca florecilla, pero hoy no es así, me duele la cabeza. Seguro que porque hacía mucho que no bebía tanto, y el dormir en una silla ridículamente pequeña no ha ayudado. Me froto los ojos, necesito una buena ducha, y un café tamaño elefante, pero no antes de comprobar que Red esté bien.

Ya de pie me estiro, hay que joderse, me duelen hasta las pestañas. Esta noche pienso utilizar mi poder de la apuesta: o se viene a mi cama o me meto en la suya. Es hora de que deje de estar enfadada y empiece a comprender que es mía. Ya pensaremos en cómo nos apañaremos en el futuro, pero que no la voy a dejar abandonarme es algo que tengo muy claro después de mi noche vigilando su puerta como un acosador.

Debería darme una ducha y ponerme algo presentable, seguro que llevo pelos de loco, pero la ansiedad por verla me quita esa idea y golpeo la puerta con los nudillos. Espero, pero no contesta, es posible que esté durmiendo, su hermana lo haría hasta casi mediodía. Algo me dice que Red es distinta en eso. Es demasiado ordenada y metódica, aparte de que con su trabajo debe tener un horario cogido.

Insisto, y como sigo sin tener respuesta abro, si se mosquea que lo haga, pienso correr el riesgo. Si me tira algo valdrá la pena si puedo comprobar que está bien. Pues prefiero ser agredido a lo que me encuentro, no está en su habitación. No entiendo muy bien por qué, pero no verla me desespera y me hace pensar en lo peor cuando seguro que está tomando un café o algo por el estilo.

Intento calmarme y voy al salón donde estos mamones están durmiendo, soy de los que más pronto me despierto y de normal me da igual pero hoy estoy nervioso. No hay ni rastro de Red, voy a la cocina y lo mismo. Así que cojo al gracioso de Carton que está dormido sobre uno de los muchos sofás que tenemos y lo zarandeo agarrado por el chaleco.

—¿Has visto a Red? —Me desagrada que mi voz suene tan desesperada, como encima se ría le voy a tener que partir la cara.

—¿Qué pasa, tío? Esto de no follar es que te sienta fatal.

Gruñe más que habla seguro que por que tiene una resaca de mil demonios, pero me suda la polla, necesito que me de información y que lo haga ahora mismo.

—¿La has visto o no?

—En mis sueños húmedos seguro, mira que está buena la hermana de la jefa.

Suficiente, este quiere amanecer ya calentito por la mañana. Le levanto como si no pesara más que una bolsa de la compra hasta que sus ojos están a mi altura y veo que los abre de golpe como si estuviera asustado. Creo que es la primera vez que me ve de esta forma y se piensa dos veces antes de abrir la bocaza que tiene.

—Me ha parecido verla hace un rato, salió y llevaba ropa de deporte. No te sé decir cuánto tiempo ha pasado, estaba medio grogui.

Su respuesta me altera aún más por lo que le suelto y cae como un muñeco de trapo en el sofá. Luego me disculparé, pero ahora tengo que encontrarla, no sé por qué, pero el que haya salido sola me pone los pelos de punta. Es una tontería, seguro que sí, es policía y la he visto defenderse, aun así, tengo un nudo en el pecho que casi no me deja respirar.

Salgó rápidamente, al menos todo lo que me deja mi pierna aún en estado de recuperación y me voy directo hacia la garita. A ver si el nuevo me puede dar algo más de información.

—Novato, ¿has visto a la hermana de la jefa? Y te diré antes de que sueltes alguna broma que no estoy de humor y te puedo mandar a limpiar los baños de estos cerdos de rodillas con un cepillo de dientes.

Le veo tragar saliva asustado antes de contestar.

—Sí, salió hace un rato con ropa de deporte y los auriculares, iba corriendo.

Asiento con la cabeza antes de salir de la sede, nunca entenderé la manía de la gente de correr, eso es de cobardes. Si quería entrenar ya se me hubieran a mi ocurrido unas cuantas cosas que hacer sin ropa, joder.

Como si fuera una señal veo como un tipo arrastra a Red hacia un callejón no muy lejos de donde estoy ahora mismo. Por la forma que apoya la mano en su espalda me hace entender que tiene un arma apuntándola. Y eso me encabrona aún más, no llevo mi pistola. Siempre la tengo conmigo cuando salgo del club, pero no he pensado con claridad. Me da igual, ahora mismo estoy seguro de que podría arrancarle la cabeza de la rabia que me ha dado cuando he visto que se ha atrevido a tocarla.

Me dirijo todo lo rápido que puedo hacia allí, intentando no hacer ruido. Quiero ver el momento exacto en el que le puedo atacar sin que Red sufra ningún daño, las balas perdidas son las que más muertes provocan. Me asomo por la esquina con cuidado para no ser visto.

El tipo es grande y tiene una pinta bastante desaliñada, la apoya contra la pared de cemento mientras su pistola sigue apuntándola, ahora en el estómago. Ella le observa, si tiene miedo es una actriz cojonuda porque no lo aparenta, parece más bien aburrida. Seguro que está pensando alguna mala idea para desarmar al tipo.

—¿Qué quieres? Espero que no sea dinero, porque no creo que seas tan tonto de pensar que con esta ropa tan ajustada lo llevo guardado en algún sitio.

El truco de hacerle enfadar le puede salir muy caro, espero que no le pase nada porque pienso azotarla en el culo como la hieran.

—Cállate, perra, estás aquí por meterte donde nadie te llama.

—Guau, guau.

Esta mujer está loca, si es que la van a pegar un tiro y me voy a cabrear mucho.

—¿Qué coño dices? —pregunta el tío bastante cabreado.

—Ladrar, ¿no me has dicho que soy una perra? Solo quiero complacerte. —La sonrisa burlona aparece en su cara.

El hombre pierde los papeles y la golpea con fuerza en la cara con la mano libre. Tengo que agarrarme con todas mis fuerzas a la esquina para no ir y matarlo. Cualquier movimiento en falso podría terminar con la sangre de Red en sus manos.

La veo sangrar por la boca, le ha partido el labio y pienso acabar con él por eso.

—Eres una zorra que tiene que aprender modales, es una pena que tenga que matarte de lo contrario estarías de rodillas chupándomela. Tú y tu hermana tenéis una boca perfecta para eso.

Cuando escucha nombrar a su gemela se tensa, comprende igual que yo que ese hombre sabe mucho de lo que ellos están investigando.

—Pues podrías esperarte, ella no tardará en venir y nos podemos montar una juerga entre los tres. —Se relame los labios chupando su propia sangre y si no estuviera tan asustado por lo que la pueda pasar la tendría dura como la pared que toco.

—Me encantaría, princesa, pero sabes demasiado, y hay gente muy importante que quiere que dejes de respirar.

—¿Te refieres a la Policía corrupta que lleva años vendiendo niños?

El cabronazo abre mucho los ojos, aunque él ya sabía que tenía mucha información.

—Te diré algo, no sé si tú eres uno de ellos, pero cuando me he enterado me he avergonzado de dedicarme a lo que me dedico.

—No entiendes nada, y ahora es momento de dejar de hablar para siempre.

Me parece ver por tan solo un segundo un reflejo de miedo en sus preciosos ojos, pero es tan fugaz que cuando él la apunta en la sien no me espero para nada lo que hace. Con un movimiento rápido le retuerce el brazo que tiene el arma. Sé que es momento de ayudar, en cuanto le ha desarmado me tiro encima de su mugriento cuerpo y le golpeo con toda la rabia y el miedo que he padecido al pensar que la perdería.

—Para, Tyler, necesitamos interrogarlo.

La miro convencido de que el tipo no se movería con la tunda que le he dado, y ahora sí que veo el miedo en sus ojos. Pensé que por ser madera tenía algún poder especial que la hacía no temer nada, aunque yo las he pasado putas.

—De poco te mata y solo quiero arrancarle el corazón.

—Lo sé, yo también le cortaría algunos miembros, pero a este tío le han mandado a matarme por lo que podemos encontrar, necesitamos saber quién es el que le ha dado la orden.

Me acaricia la cabeza para tranquilizarme y lo consigue, su contacto me relaja, estaba muy nervioso al pensar que la perdería. Quizás no es el mejor momento para relajarme porque sin que me dé tiempo a evitarlo el hombre malherido saca un cuchillo que lleva escondido. Pienso que me lo va a clavar, que es mi final. Y solo puedo mirarla, si tuviera una oportunidad de vivir, intentaría conquistarla, no separarme nunca de ella. Pero parece que solo vemos estas cosas cuando estamos al borde de la muerte.

Sin embargo, lo que hace me deja tan sorprendido, a ambos, tanto que ninguno somos capaces de reaccionar a tiempo. La puñalada no va dirigida a mí, se lo clava en su cuello provocando que la sangre escape a raudales de su carótida bañándome con su sangre. Red se agacha a mi lado e intenta taponar la herida sin éxito, acaba tan empapada como yo. Y en pocos segundos el cabrón está muerto.

—¡Mierda! Se ha quitado del medio para que no le pudiéramos interrogar. Esto cada vez es más complicado.

Maldice Red y estoy de acuerdo con ella.

—Estoy contigo, pero vámonos antes de que pase alguien y nos vean llenos de sangre.

—No, Tyler, tenemos que llamar a la Policía para decirles lo que ha pasado. —La miro incrédulo.

—Princesa, la Policía es exactamente la que ha mandado a este cabrón a matarte, quizás si llamamos vengan unos cuantos más y terminen lo que ha empezado este.

Parece meditar en mis palabras antes de contestar.

—Aunque me joda reconocerlo tienes razón, hay más mierda de la que quería ver en la Policía.

—Quiero que sepas que esto no es nada personal, y gracias a conocerte sé que hay policías buenos que solo hacen su trabajo. Pero también hay mucho desgraciado.

—Lo sé, vamos.

Antes de irnos le registra y me quedo flipando, al final será mejor poner un cartel luminoso para que vengan a por nosotros.

—¿Qué haces?

—Buscar su cartera, es posible que nos sirva saber quién es.

—Tienes razón.

Espero que la encuentre y para que no se le ocurra otra idea fantástica la cojo de la mano y la hago correr hacia el club antes de que alguien nos descubra.

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