Red

Red


Capítulo 17

Página 19 de 26

Capítulo 17

Red

El corazón se me va a salir del pecho, tengo la adrenalina a tope por lo que ha ocurrido. El ataque, saber que me quieren muerta porque me estoy acercando demasiado a la verdad y que Tyler haya arriesgado su vida por salvarme aun sabiendo que odia lo que soy. Estoy más hecha un lío ahora que antes de ir a correr.

El chico de la puerta nos abre en cuanto nos ve por la cámara y tal aspecto debemos llevar que no se atreve ni a preguntar. Mejor, ahora mismo no sabría muy bien explicar todo lo que ha pasado. Necesito una ducha, café en vena e intentar colocar todos mis pensamientos desbocados.

Tyler no me suelta, solo me lleva de la mano como si fuera lo más preciado y no lo quisiera perder. Me alegra porque su contacto me hace sentir segura. No llevo mucho tiempo conociéndolo, pero la verdad es que he odiado las horas que hemos pasado enfadados. Me gusta, me gusta de verdad y eso solo es otro problema que sumar.

—Tengo que reconocer que estoy impresionado, cómo le has vacilado, el valor en tu mirada. ¿No has tenido miedo? —me pregunta y se le nota, no sé, quizás orgulloso.

—Claro que tengo miedo, siempre que me enfrento a cosas así lo tengo, pero no hay que mostrarlo, lo único que consigues con eso es que el atacante se venga arriba.

—Pensé que te mataría y… no te puedo explicar lo que he sentido. Yo no sé qué habría hecho si te pasa algo.

Se ha girado para mirarme fijamente, el miedo se refleja en su bello rostro lleno de sangre.

—Lo mismo me pasa a mí, así que te entiendo perfectamente. —Le estoy abriendo mi corazón, y aun así no me importa. Quiero que sepa que es muy importante para mí.

Tira de mí con pasión hacia el interior de la casa, todos nos miran con la boca abierta, pero nadie se atreve a preguntarnos. Mejor, no es un buen momento. Pensaba en ir a quitarme toda esta sangre, pero Tyler me arrastra a su cuarto y la verdad es que me siento agradecida, no quiero despegarme de él. Entramos y vamos directos al baño, con la mano que tiene libre enciende el agua caliente a tope antes de girarse hacia mí y besarme de una manera salvaje, sin importarle que sepa a la sangre de ese bastardo.

Sus labios sobre los míos son como un bálsamo para mis nervios desquiciados, como el salvavidas al que te intentas agarrar cuando ves que te hundes. Sin separar nuestras bocas nos despojamos el uno al otro de la ropa manchada que huele a óxido. Su solo roce me excita, me convierte en lava liquida que desea entrar en erupción.

Con torpeza, porque nos negamos a dejar de tocarnos y besarnos, entramos en su ducha y dejamos que el chorro de agua ardiendo se lleve todo el rastro del incidente que hemos padecido. Las manos de Tyler sobre mi piel arden más que el líquido que nos limpia. Gimo ante su roce y es que este hombre ha nacido para complacer a una mujer. Lo sé porque con solo castigar mis pezones como lo hace podría tocar el cielo.

No obstante, soy yo la que quiero complacerlo, quiero que esta vez sea el que disfrute hasta quedar exhausto. Protesta cuando separo mi boca de la suya e intenta volver a cogerme, pero le palmeo en la mano para que me deje hacer. Voy agachándome mientras despliego besos por todo su abdomen duro.

Termino de rodillas frente a él y su miembro erecto se mueve como si quisiera llamar mi atención. No soy tímida, pero digamos que no me suele apetece hacer una mamada, al menos hasta ahora, me muero por sentirla dentro de mi boca. Sin pensármelo dos veces la sujeto con una mano mientras abro la boca para cogerla. Está tan dura y caliente que paso la lengua por ella robándole a su dueño más de un gemido.

Es tan suave que la saboreo a conciencia, trazo círculos, la lamo de arriba abajo mientras mi mano acompaña lo que hace mi lengua. Tyler se apoya sobre la pared de azulejos blancos como si de repente hubiera perdido la fuerza y eso me hace sentirme poderosa. Así que decido ir un paso más allá y presiono mis labios mientras absorbo como si me la quisiera comer entera. A la vez que mi mano sube y baja por ella notando su aterciopelado tacto.

Levanto la mirada para contemplarlo y su cara de placer me pone aún más caliente. Su mano acaricia mi pelo, pero sin presionarme mientras intenta mantener los ojos para mirarme, pero con el gusto se le cierran.

—Creo que nunca me han torturado tan deliciosamente —me confiesa entre gemidos.

Espero que no quiera que le conteste en este momento me es imposible con la boca llena. Lo que sí hago es aumentar mi ritmo para llevarlo al placer extremo.

—Si sigues así voy a correrme, y no quiero, sí quiero, me refiero que quiero meterme dentro de ti, lo necesito.

Le cuesta hablar con claridad y eso me hace sentirme muy contenta. Todo eso lo estoy consiguiendo yo. No me lo pide, esta vez se agacha a duras penas para traerme de nuevo junto a su cara y me besa como un loco.

—Nadie, en la vida, me ha hecho sentir tanto placer. Creo que me estoy volviendo adicto a ti.

Le sonrío, puede ser algo que gritas cuando estás manteniendo sexo con alguien sin embargo siento que lo dice de verdad. Me coge en brazos antes de ponerme contra la pared y clavarse en mí desesperado. Grito de placer cuando noto que me llena por completo. Nunca podría cansarme de esto, de sentirlo y de notar sus sentimientos hacia mí. Quizás al final no pueda hacer nada y me enamore perdidamente de él.

Ambos terminamos gritando como locos en la ducha, de verdad que nunca he experimentado nada parecido. No es solo el placer que me da o que yo le doy. Es cómo me hace sentir cuando estoy con él. Mi trabajo a veces me produce mucha soledad, pero con Tyler noto que estoy segura, en casa.

Después del maratón de sexo bajo el agua me seca con cuidado y cariño antes de arrástrame a la cama para abrazarme y yo me dejo hacer. Ahora mismo no tengo hambre, ni sed, tampoco me gustaría estar en ningún otro lugar del mundo. Es perfecto.

—Siento haberte besado tan fuerte, tienes el labio herido.

Se disculpa mientras estoy tumbada sobre su pecho mientras me acaricia el pelo mojado y mi espalda.

—No lo sientas, me ha encantado, además has hecho que me olvide del dolor.

Me siento tan a gusto y feliz que hasta me relajo tanto que me da sueño.

—Red, no quiero que te asustes, pero ¿has pensado en cambiar de ciudad?

Eso me despierta por completo.

—¿A qué te refieres? —le pregunto mirándole a los ojos.

Parece algo tímido cuando contesta y eso me enternece.

—No sé, quizás pues venirte a Apple City, aquí también puedes ser policía. Está tu hermana, y estoy yo, la banda, ya sabes.

Soy consciente de que esto le está costando un mundo así que no le torturo.

—¿Te gustaría que viniera aquí aun siendo una poli?

—Claro, por eso te lo digo. No quiero que te vayas, nunca he deseado tener nada más serio que unos polvos con nadie, pero me gustaría poder conocerte más. Quizás me estoy volviendo loco, no lo descartes, pero me gustas mucho y me duele pensar que te irás lejos.

La confesión que me hace me deja de piedra, no solo porque sé que no es de relaciones, sino porque sé la aversión que tiene a lo que me dedico y aun así me dice que por qué no me vengo aquí. No lo había pensado, mi vida no está aquí. Pero ahora que no tengo a mis padres, que tampoco es que digamos que tengo muchos amigos, quizás no sea mala idea.

Estaría junto a la familia que me queda, y con él. Esa idea me hace emocionarme y sentir mariposas en el estómago o, mejor dicho, elefantes.

—Quizás lo haga, quiero a mi hermana y me dolería no pasar con ella el resto de mi vida. Ya hemos perdido demasiados años, por otro lado, también me gustaría conocerte y ver a dónde nos lleva esto.

Realmente le diría muchas cosas, pero creo que es mejor esperar, los sentimientos que me ha despertado Tyler en el poco tiempo que le conozco son demasiado fuertes y me asustan. Y más siendo como es. Lo que le digo le hace sonreír, hasta que frunce el ceño. A ver qué narices se le ha ocurrido ahora.

—Oye, lo que me acabas de decir significa que no saldrás con ese maldito enanito, ¿no?

—Depende, ¿vas a ser un coto de caza privado o vas a seguir follándote a una cada noche?

—Privado, privado, por supuesto.

—Bien, porque no soy celosa, pero no me gusta compartir, por lo que no querría tener que disparar a nadie que toque lo que es mío.

—Lo mismo te digo.

Nos besamos riéndonos cuando alguien aporrea la puerta antes de entrar sin esperar a que lo inviten. Mi hermana nos pilla literalmente en bolas y abre mucho los ojos, pero no se asusta.

—¿Qué ha pasado? Casi me da un infarto cuando he entrado y me han dicho que habéis aparecido llenos de sangre como si hubierais salido de la peli de Carrie.

—Hola, inoportuna —dice Tyler—. Si nos dejas un poco de intimidad para vestirnos saldremos en un minuto y te lo contaremos todo.

—Como si tuvierais algo que no haya visto antes —protesta impaciente.

Le echa tal mirada que levanta las manos a modo de rendición antes de abandonar la habitación y maldigo por dentro; nos toca volver a la cruda realidad.

Ir a la siguiente página

Report Page