Red

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Capítulo 18

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Capítulo 18

Red

Nos reunimos con White en el salón, menos mal que nos tiene preparado abundante café cuando salimos. Al verme suelta todo lo que está haciendo para abrazarme y palparme buscando alguna herida.

—Tranquila, estoy bien, estamos bien los dos.

—¿Entonces qué es eso de la sangre? No creo que sea posible que venga de un accidente de sexo y regla.

—No, ahora te ponemos al día, necesito que nos reunamos solos. Y coge tu portátil.

—¿Mi qué?

Mi hermana y las tecnologías.

—Yo tengo, no te preocupes —dice Rian negando con la cabeza por lo de mi hermana.

—Hola, cuñado. —Me acerco y también le abrazo.

—Hola, guapa, venga, voy a por el ordenador. Nos vemos ahora en la sala de reuniones.

Ya todos juntos con los cafés, el portátil y los diarios de nuestro padre les contamos todo lo sucedido desde que colgamos el día anterior. Mi hermana va pasando por todos los colores.

—Si ese hijo de puta no se quita la vida le hago filetes para cocinarlos en la barbacoa para dárselos a los perros del barrio.

—Eso mismo habría hecho yo —añade Tyler que está sentado a mi lado sujetando mi mano.

—¿Habéis mirado la cartera? —Rian pregunta.

—No, la verdad es que hemos ido directos a la ducha, por lo de estar bañados en sangre y eso.

White me pone una sonrisita de «Ya y de follar como conejos», agradezco que no lo diga en alto. La saco y confirmamos que es policía, pero no de aquí, es de Snowball, al parecer la mierda está extendida por muchos sitios, no solo en la ciudad de mi hermana.

—Vamos a ver qué es lo que ha enviado tu compañero —me anima Tyler.

Meto las claves de mi correo en su ordenador y veo los archivos que me ha mandado.

—Jonhson ha encontrado defunciones de bebés desde la fecha de mi nacimiento hasta el día de hoy. Algunos denunciados por padres desesperados que se niegan a perder a sus hijos y otros que simplemente es el acta de fallecimiento.

—El tema es saber cuántas de esas «muertes» son reales y cuáles no. —Mi hermana está igual de conmocionada que yo.

—No sé si funcionara, pero si buscamos los nombres de las partidas de defunción con personas reales quizás saquemos algún resultado. El problema es que el mío digamos que es peculiar, pero como solo adoptan el nombre y no el apellido, como sea común no encontraremos nada.

—¿Y dices que Johnson parecía alterado en su mensaje? —pregunta Tyler.

—Así es, no es un hombre que suela ser nervioso por eso me ha llamado la atención. Le llamé enseguida, pero lo tenía apagado, seguro que estaba dormido. Tengo que volver a intentar contactar con él.

—¿Es de confianza?

Dustin se ha mantenido al margen, pero entiendo que esté preocupado.

—Sí, totalmente. Por lo que me decía en el mensaje había archivos clasificados a los que no había podido acceder, incluso me ha dicho que no sabía si sería seguro comunicarse conmigo por mensaje. Creo que ha descubierto que la Policía está metida en esto hasta las trancas. Pero es que solo un muy alto cargo podría bloquear algo así.

—Al final veréis la que se va a liar —dice mi hermana.

—Voy a llamarlo.

Saco el teléfono y marco su número que tengo guardado en favoritos para tenerlo siempre a mano. Sigue apagado, esto es demasiado raro, así que decido llamar a la comisaria. Quizás se quedó trabajando y la batería se le descargó. Aunque algo me dice que no es eso lo que ha pasado.

—Grisón —contesta una voz al otro lado de la línea.

—Soy Smith.

—Hombre, Smith, ¿estás bien?

—Sí, claro. —Intento que no note la ansiedad en mi voz—. Oye, ¿no estará por ahí Johnson? Tenía que hablar con él y tiene el teléfono apagado.

—Joder, eso es que no te has enterado aún.

—¿Qué no me he enterado de qué? —La preocupación crece en mí como un torrente.

—Ayer se quedó trabajando hasta tarde, debía ir muy cansado y se quedaría dormido al volante… tuvo un accidente y ha muerto.

No puedo hablar, mi amigo ha muerto la misma noche en la que me pide que tenga cuidado porque el tema es más peligroso de lo que pensábamos. Justo unas horas antes de que me intenten matar a mí. Siento que me mareo y Tyler me sujeta aun estando sentada.

— Smith, ¿estás bien? ¿Estás ahí?

—Sí, sí perdona. No lo sabía, tengo que colgar.

—Lo siento, Smith, sé que os llevabais muy bien.

—Gracias.

Y sin más cuelgo, la noticia me ha destrozado. Yo he conseguido que le maten, no tenía que haber pedido ayuda sabiendo que esto era un asunto muy sucio. Seguro que por lo que ha buscado Johnson han detectado que alguien estaba metiendo las narices en sus asuntos, si han registrado su móvil los habrá llevado hasta mí. De ahí viene el ataque de esta mañana. Los demás por mi cara saben que ha pasado algo, el único que se atreve a hablar es Tyler que me mantiene sujeta entre sus brazos. De no ser así estoy segura de que caería.

—Red, mírame. —Su orden es fuerte y contundente. Mejor porque me siento un poco en shock.

Le obedezco y con la mano libre acaricia mi cara.

—¿Qué ha pasado?

—Le han matado, le he pedido ayuda y ahora está muerto.

—¿Cómo que le han matado? —Mi gemela se pone en pie.

—Dicen que ha sido un accidente, pero sé que no ha sido así. Me advirtió, luego me intentaron matar, y con él lo han conseguido. No sé cómo voy a poder vivir con eso.

—Porqué te vas a vengar, Red, todos los haremos. Vamos a coger al responsable y van a pagar muy caro todo el daño que nos están causando.

Tyler me dice aquello como una promesa y soy consciente de que no se refiere a llevar a los culpables delante de la justicia. Y por primera vez en mi vida estoy de acuerdo en que hay cosas que la ley no puede hacer pagar lo suficiente. Además de que el culpable tiene algún cargo gordo. Seguro que no llegaría nunca ni a pisar un juzgado.

—Estoy con él, hermana, esto no se puede quedar así y mucho menos cuando han intentado matarte. Estos no saben de lo que soy capaz.

—Yo también estoy con vosotros —contesto aún perdida en mis sentimientos.

—Lo malo es que ahora que lo podemos hacer, no es seguro que busques más información en los datos policiales y mira que le he dicho a los chicos que dejen el trabajo que tienen y traigan el coche echando hostias.

—No, no podemos buscar nada más.

—¿Qué se os ocurre entonces? —pregunta Dustin alterado como los demás.

Todos nos quedamos pensando en silencio.

—No sé vosotros, pero yo necesito algo más que un café.

Dice Rian levantándose, esperando por si alguno más nos animamos.

—Yo también, algo fuerte, quizás tequila. —Le pido.

—Me apunto —secunda White.

Tyler y Dustin asienten. Me quedo intentando juntar todas las piezas que tenemos como si de un puzle se tratara. Después de unos cuantos chupitos de tequila que me arden en el esófago pienso en algo que quizás es una tontería, pero ya no nos queda nada que perder.

—White, ¿dónde está la habitación de papá?

—A fondo del pasillo.

—¿Sigue igual que la dejó?

Está bastante sorprendida sobre todo porque no sabe a dónde quiero llegar.

—Cuando faltó se la ofrecí a Dustin, pero la rechazó, así que no he dejado que nadie la ocupe. Ni siquiera yo, es como si la mantengo así de alguna manera nunca se irá.

—Bien, llévame allí.

Se levanta sin hacerme preguntas, la sigo, esperando que la corazonada que tengo me lleve a algún sitio. Tyler nos acompaña desde muy cerca como si tuviera miedo de que si separa de nosotras nos fuera a pasar algo. Pasamos por las habitaciones de los dos, ninguna está pegada a la él, seguro que porque no querían que escuchara cuando montaban una fiestecita privada.

White abre la puerta que tiene cerrada con llave y puedo ver cómo los ojos se le oscurecen por las lágrimas contenidas, lo extraña y es normal, lo hago yo y eso que nunca le llegué a conocer.

—¿Qué hacemos aquí?

Me pregunta Tyler bajito como si no quisiera molestar a mi gemela.

—¿Recuerdas el trastero?

—Claro.

—Sí nuestro padre quisiera esconder algo importante, con información realmente importante, no la guardaría en un trastero en el que cualquiera podría entrar forzando una cerradura. Pero sí en una sede llena de moteros que matarían a cualquiera que intentara entrar.

—Tienes toda la razón —afirma.

—Estoy bastante perdida, chicos —añade mi hermana.

—En el trastero, papá, había escondido el diario debajo de unas tablas del suelo. Estoy convencida de que aquí ha hecho lo mismo.

Ella asiente antes de darme un abrazo fugaz.

—Vamos a buscar.

Entre los tres examinamos cada parte del suelo de la habitación sin éxito. Ni dentro del armario o debajo de la cama. Nos hemos desinflado como un globo cuando se me ocurre una cosa, es la última esperanza que tengo.

—Ayudadme.

Me coloco junto a la cama de madera maciza, ya podía haber elegido de canapé normal que no pesan un quintal. Con sudor y esfuerzo conseguimos moverla. No mucho, lo necesario para que me meta detrás, junto a la pared. Me arrodillo y despego el rodapié de madera que, aunque está difícil de quitar no está clavado como el del resto de la habitación. Lo que me convence de que ahí hay algo.

Y justo como pensaba hay un agujero en la pared, y en el suelo tras el rodapié, no es muy grande, lo justo para meter la mano y un diario. Meto la mía y lo toco, envuelto en una bolsa de papel hay otro diario como los anteriores. Me siento en el suelo y apoyo la cabeza contra la pared mientras se lo enseño a los demás.

—Papá era un tío de lo más listo —digo orgullosa.

—No lo sabes tú bien, sin duda habéis salido vuestro padre —nos alaga Tyler y le sonrío con todo el cariño que siento hacia él.

—Red, eres la mejor. Deberías ir pensando en dejar tu trabajo y venir a ayudarme a poner aquí un poco de orden.

—Visto lo visto no lo descarto, pero primero vamos a pillar a estos hijos de puta.

Tyler, sin mediar palabra, me roba un beso que le doy gustosa, creo que he encontrado mi lugar en el mundo, más lejos de lo que nunca habría pensado.

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