Red

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Capítulo 20

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Capítulo 20

Red

Quiero ir tras Tyler, está demasiado afectado para coger la moto, sin embargo, todo lo que me ha dicho me ha dejado paralizada. Lo que ha revelado el diario de mi padre sobre lo ocurrido con sus padres ha sido muy duro, horrible. Si ya de por sí odiaba a la Policía saber que sus progenitores no han muerto de la manera que lleva creyendo toda la vida ha terminado de echar por tierra lo que pudiera sentir por mi oficio.

Lo entiendo y lo único que puedo hacer para ayudarle es encontrar al desgraciado que lo hizo y cargármelo. Mi hermana se acerca a mí y me coge de la mano, se la ve triste y con razón, ella también sabe que ha vivido en una mentira. Tyler es como su hermano por lo que debe sentir un gran dolor por él. Yo ni siquiera los conocí así que de alguna forma no puedo llegar a entenderlos por más que quiera.

—Lo siento, Red, sé que no lo ha dicho en serio —se disculpa mi hermana

—Sí, además con motivos. No te preocupes, le entiendo, represento todo lo que odia, pero pienso vengarle —hago una promesa.

—Estoy segura de que siente algo muy fuerte por ti, por eso se ha comportado como un auténtico capullo, y tienes razón. Nos vamos a vengar. —Me gusta la vena vengativa de White—. Dustin, necesito que preguntes a los antiguos, necesito saber quién era la policía que tenían en nómina y lo necesito para ayer.

—Claro, jefa —contesta Dustin antes de abandonar la sala de reuniones con el teléfono ya en la oreja.

—White, ¿en qué puedo ayudaros? —inquiere Rian.

—¿Puedes intentar encontrar a Tyler? No quiero que haga ninguna tontería, está muy alterado.

—Sin problema, ¿qué haréis vosotras? —Suena preocupado y lo entiendo, solo hay que ver la adoración con la que mira a mi hermana.

—Nosotras vamos a celebrar una pequeña fiesta de chicas.

Él asiente y le da un leve beso en los labios antes de dejarnos solas.

—¿Fiesta de chicas?

—Sí, siempre he querido tener una hermana para hacer esas cosas. Dame un segundo.

Saca el teléfono del bolsillo de atrás de su apretado pantalón de cuero y marca rápidamente, no suena mucho antes de obtener respuesta.

—Alice, siento molestarte, debes estar disfrutando de tus hombres, pero me preguntaba si te apetece una pequeña fiesta de chicas con mi hermana.

—Hombre, claro, sabes que me encanta correrme una fiesta con vosotras. Me visto y voy para allá, no se os ocurra empezar sin mí. —La escucho porque ha puesto el manos libres.

—Sabes que nunca lo haría; oye, trae los cuchillos bien afilados.

—Nunca salgo sin ellos.

Ambas se ríen y cuelgan.

—Algo me dice que va a ser una fiesta llena de sangre —intento bromear para restar tensión al momento.

—Eso siempre, a no ser que quieras que el culpable de todo esto se lo entreguemos a la Policía. Yo no lo haría, pero también entiendo que es a lo que te dedicas y haremos lo que tú quieras.

—Nada de eso, no sé por qué, pero he dejado de confiar en el sistema. No me fio de que si es un pez gordo lo suelten. Este no vivirá un día más.

—Esa es mi chica. Vamos, tenemos que armarnos.

—Creo que te voy a coger algo de ropa prestada.

∞∞∞

Tyler

Mi cabeza es una locura en este momento, una mezcla entre rabia y demasiada información que me dificulta pensar con claridad. Me tengo que serenar porque necesito encontrar al desgraciado que me dejó sin familia. Nada más salir de la sede he parado en un sitio un poco más apartado donde no me vean desde dentro a solo unos metros de la sede.

Tengo que ordenar mis ideas para poder buscar a la persona que puede darme un nombre para torturarlo hasta la muerte. Quizás si llamo a antiguos miembros del club me puedan decir quién era la policía que tenían en nómina. Con un poco de suerte aún seguirá ejerciendo y podrá decirme quién va a ser el objetivo de toda mi ira.

Eso hago, gracias a Robert, que se empeñaba en que nunca tenemos que olvidar a los antiguos miembros ya que han sido el corazón de lo que amamos. Así que me llevo muy bien con todos, suelo hacerles visitas y les proveo de cosas cuando lo necesitan. Algunos de ellos son demasiado mayores para hacer algunas cosas por sí mismos y solo nos tienen a nosotros como su familia.

Me toca hacer varias llamadas porque no todos tienen la mente tan lúcida como me gustaría, pero al final consigo el nombre de la mujer que trabajaba para nosotros, imagino que el presi después de lo ocurrido decidió poner fin a su contrato para mantenernos a salvo. Lo entiendo, y aun así siento rabia porque me mintiera todos esos años pensando que mis padres habían sido unos mierdas y por eso estaban muertos, aunque solo fuera para que siguiéramos con vida.

Aparte del nombre he conseguido su dirección, me lo ha dado Jason, creo que es de los más mayores. Cuando yo empecé a ser consciente él ya se había retirado, aun así, es de los que mejor tiene la mente. O eso creo. Arranco de nuevo la moto para dirigirme a por algunas respuestas. Tan ensimismado estoy planeando mi venganza que no me he percatado de que se ha acercado alguien por detrás. No lo pienso dos veces y saco mi pistola para apuntarlo, quien se acerca sin hacer ruido nunca es por nada bueno.

—¡Eh, tío! Que soy yo, baja eso, joder —me dice Rian levantando las manos para evitar que le pegue un tiro entre ceja y ceja.

—¿Qué cojones haces acercándote así? Lo único que vas a conseguir es que alguien te pegue un tiro. Y encima luego White me mataría lenta y dolorosamente.

—Te haría sufrir de cojones.

La broma hace que me relaje un poco así que bajo el arma y me la guardo en la funda por dentro del chaleco.

—¿Qué haces aquí?

—Pues asegurarme de que no hagas ninguna gilipollez, como la de ahí adentro, por ejemplo.

Sé que no me juzga, pero está claro que le ha sentado mal cómo me he comportado, es posible que de haber estado en su lugar yo me habría partido la cara. Así que agradezco que sea más pacífico que yo.

—Siento haberme puesto así, pero toda esa información me ha destrozado. Si soy de los que piensan que todos en esta vida estamos algo rotos, esto me ha hecho pedazos.

—Te entiendo, pero alejar a la gente que te quiere solo te deja vacío y solo. ¿No crees?

Pienso en ello y sé que tiene razón, pediré perdón, pero no ahora, es momento de pasar a la acción.

—Te prometo que me disculparé por ser un cabronazo, pero ahora me tengo que ir.

—Vale, vámonos.

Me dice y se acerca para montarse conmigo en la moto.

—¿Qué haces? No tienes las tetas necesarias para montar ahí detrás.

—Pues tú decides, o me monto y nos vamos, o podemos volver a entrar a coger mi moto con lo que seguramente White salga y nos obligue a punta de pistola a volver dentro.

—Capullo —le insulto como si eso me hiciera sentir mejor.

—Gracias, ahora vamos. ¿Cuál es nuestro destino?

—¿Se lo dirás a tu mujercita? ¿Quién lleva de los dos los pantalones? —me burlo y se ríe.

—Te aseguro que le daría mis pantalones gustoso si me los pidiera, no he conocido a nadie con tantos huevos en mi vida, pero ella no es así. No necesita ser más o menos, y yo tampoco. Y referente a tu pregunta no, no le voy a decir nada. Solo voy contigo para evitar que a causa de la ira que te ciega hagas alguna tontería.

—Bien, vamos a ver a la policía que trabajaba para el club, ella nos dirá a qué cabronazo vamos a matar esta noche.

—Pues venga, arranca y no vayas como una dama.

Se monta detrás de mí mientras le enseño el dedo corazón. Conduzco como un loco hacia nuestro destino, ninguno llevamos casco y ambos amamos la velocidad. Si tenemos un accidente y morimos antes de poder ejecutar mi venganza me voy a sentir de lo más imbécil.

No tardamos mucho en llegar a la zona donde vive la poli, es un sitio residencial con bonitas casas con vallas de madera blanca, jardines y columpios en los árboles. Seguro que el presi buscaba algo así cuando supo que iba a tener a las niñas. Aquí reduzco la velocidad, si algún vecino oye el más mínimo ruido avisaran a la Policía, y quiero verla, pero no hasta que sepa quién es en concreto al que tengo que matar.

Aparco la moto cerca de la casa que me han dicho, justo hay un coche del que se baja un hombre que por la edad podría ser fácilmente el marido de Cindy Sanderson, la madera. Va solo, por lo que decido aprovechar para preguntarle si está en casa o si está trabajando.

Me acerco despacio, seguro que con su ropa cara piense que le voy a atracar o algo. No me siente llegar hasta que le hablo. Rian mantiene la distancia para que no se asuste.

—¿Señor Sanderson? —Intento sonar lo más amable que puedo aun en el estado de nervios que tengo, no quiero cagarla cuando estoy tan cerca.

El hombre se voltea y me mira sorprendido, pero no veo reprobación en su mirada, solo curiosidad.

—Sí, ¿nos conocemos?

—No, y disculpe que venga a estar horas, pero es muy importante que hable con su mujer, y tiene que ser esta noche.

Noto un cambio en su expresión que dura apenas un momento antes de recomponerse.

—¿Esto es algún tipo de broma? Porque te asegurado que no tiene ninguna gracia.

—Discúlpame, no, no es ninguna broma. Es muy importante que hable con ella.

Parece cansado antes de volver a hablar.

—Hijo, lo siento, pero eso va a ser imposible. Mi mujer murió hace muchos años. Casi tantos como los que debes de tener tú.

—¡Dios mío! Lo siento, no quería molestarle. Es que el antiguo presidente del club de moteros de Apple City me contó que la había conocido y quería preguntarle sobre una persona que ambos tenían en común, pero no sabía que había fallecido.

Me mata el preguntarle cómo murió, algo me dice que, seguro que sufrió algún tipo de «accidente» como el de mis padres, sin embargo, no lo hago, bastante dura es ya la situación.

—No te preocupes, dicen que el tiempo te enseña a olvidar, en mi caso solo ha conseguido que aprenda a vivir con el dolor.

Asiento y antes de darme la vuelta para irme, el señor me llama.

—Hijo, ¿por qué no le preguntas a Tomas Hill?, fue el compañero de Cindy durante años, quizás él te pueda ayudar en lo que buscas.

—Gracias, señor Sanderson, seguro que sí.

Nos despedimos y vuelvo a la moto junto a Rian que ha estado escuchando todo atentamente.

—¿Qué te parece? —le pregunto.

—Que seguro que no fue un accidente.

—Eso mismo pienso yo. Lo que ha dicho de su compañero es una información importante. Si algo pasó seguro que debe saberlo, los compañeros pasan muchísimas horas juntos, más que con sus familias.

En ese momento empieza a sonar el teléfono de mi amigo que contesta poniendo cara de disculpa.

—Sí, estoy con él y estamos bien, tranquila. Lo mejor es que os quedéis en casa, nosotros vamos a tirar de un hilo a ver dónde nos lleva.

Sé que habla con Red así que me callo, por ahora ha cumplido su promesa de no decir nada. Me gusta que la gente cumpla con su palabra. He sido un cabrón con White, pero sobre todo con Red, me voy a tener que disculpar bien para que me perdonen, quizás en esa penitencia me rompan alguna costilla.

—Hola, chicos, no hace falta que tiréis del hilo, ya estoy aquí.

Una pistola está en mi espalda por lo que me quedo muy quieto.

—Ahora, amiguito, cuelga el teléfono.

Dice el mismo hombre mientras otro distinto apunta en la sien de Rian.

White debe haber oído todo porque la oigo gritar antes de que su novio corte la llamada.

—¡Rian! ¡Cabrón! Si les tocas pienso comerme tu corazón.

Lo siguiente que siento es un fuerte golpe en la nuca que me hace ver todo oscuro.

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