Red

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Capítulo 21

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Capítulo 21

Red

Mi hermana me hace un gesto para indicarme que Rian y Tyler están juntos y bien. Habla con él por teléfono cuando su grito me pone los pelos de punta.

—¡Rian! ¡Cabrón! Si les tocas pienso comerme tu corazón.

—White, ¿qué pasa?

Está histérica y lo que hace es tirar el móvil de cualquier manera y dar un puñetazo contra la pared. Ahora le parece la mejor manera de sacar su rabia porque está en caliente, cuando se enfríe le va a doler un huevo.

—Les tienen, he oído a un tipo que los amenazaba. Por lo que me ha dicho habían encontrado algo, pero no les ha dado tiempo a buscarlo, él los ha encontrado primero. Seguro que son los mismos que intentaron matarte.

—Tenemos que hacer algo, pero ¿qué? No sabemos dónde demonios les pueden haber llevado.

No da tiempo a seguir pensando cuando entra Dustin bastante alterado.

—Ya sé quién era la policía que trabajaba con la banda.

—Bien, dime quién es, ella tiene que saber quién tiene a Rian y Tyler.

—Eso ya va a ser más complicado, al poco de lo ocurrido con los padres de Tyler, terminó muerta en una detención. Se complicó y su compañero no consiguió salvarla. Murió de un tiro en el pecho.

—Qué casualidad… —añado.

—Sí, parece que se aseguraron de no dejar cabos sueltos. Si ese día en vez de los padres de Tyler hubieran ido los nuestros se los habrían cargado.

Dice mi hermana casi gritando por el estado de nervios que tiene. Yo también, pero gracias a lo que me dedico consigo mantenerlos a raya, cuando tienes que atrapar a delincuentes peligrosos las emociones pueden joderte pero bien.

—Dustin, ¿sabes quién era su compañero? Algo que me dice que es al que estamos buscando, llámalo corazonada.

—Sí, por lo visto el caso salió en los medios de comunicación por ser una policía caída en acto de servicio.

—Tenemos que encontrarlo. Yo también creo que es el que está metido en todo esta mierda. —Omito la parte de pegarle un tiro en la cabeza.

—Podemos localizar la dirección de su casa, pero estoy segura de que no se ha llevado a los chicos a donde vive.

White tiene razón, seguro que este desgraciado tiene algún sitio donde hacer de las suyas sin que nadie lo sepa.

—Quizás en eso pueda ayudaros yo.

Por la puerta abierta entra Alice, tan impoluta como siempre, como una delicada muñeca de porcelana. Si no la hubiera visto en acción con el Conejo Blanco pensaría que no sería capaz de matar a una mosca.

—¡Hola! —saluda con mucho énfasis mi hermana y abraza a su amiga.

—Hola, mis chicas, ¿preparadas para un poco de diversión? He afilado mis cuchillos favoritos.

La sonrisa que nos dedica es la de toda una demente, me encanta esta chica.

—Eso siempre, pero ¿y tú? Está muy reciente lo tuyo, ¿te sientes preparada para esto?

—Cariño, si sigo un momento más metida en casa con mis dos caballeros de brillante armadura me convertiré en una muñeca de cristal. No me permiten hacer nada. Además, ¿pensáis que dejaría a las que considero mi familia luchar solas?

—Ni de coña —contesta mi hermana sonriendo de oreja a oreja.

—¿Y tus hombres? ¿Cómo has hecho para salir de allí sin ellos? —pregunto intrigada.

—He hecho que discutan entre ellos, no es difícil, aún siguen teniendo celos el uno del otro, así que tengo unas horas antes de que pongan patas arriba toda la ciudad al descubrir que me he ido.

—Eres un poco mala, me encanta —le digo.

—Si es que hace nada que te conozco y ya te quiero —contesta contenta por el cumplido.

—Bien, me alegro un huevo de que estés aquí y luego si sobrevivimos lo celebraremos. Pero ahora, ¿has dicho que nos puedes ayudar?

Mi hermana está impaciente, yo también, tienen a los hombres que queremos. Ese pensamiento me golpea duro, no me he dado cuenta hasta ahora de que lo que siento por Tyler no es simplemente algo físico, una atracción.

—Sí, perdona, sabes que me despisto con facilidad y eso que hoy no he tomado setas. ¿Llevan sus móviles encima?

—Sí, a no ser que se hayan deshecho de ellos.

—Dadme un momento, iros armando o lo que necesitéis.

Saca su móvil con una funda de brillantes que es muy de su estilo y escribe rápidamente, es toda una máquina.

—¿Qué haces exactamente? —La debería dejar trabajar, pero la intriga me puede.

—Escribo a mi jefe de seguridad, en pocos minutos nos mandará la ubicación de los teléfonos.

—Ice, nunca dejas de sorprenderme. Eres la mejor —la alaga mi hermana y la aludida le tira un beso.

No tarda mucho en recibir la información y sonríe encantada de sí misma.

—¿Listas? Me muero por un poco de diversión.

—Vamos. —Se apunta Dustin.

—Dustin, tú te quedas, no sé si saldré viva de esto. Si no lo hago debes ocuparte de todos estos cabrones. Es lo que habría querido mi padre.

—Pero… —Intenta protestar, pero es su presidenta y si ella dice que no viene no cabe réplica.

Salimos armadas y nos montamos en el coche de White, el de Alice es demasiado llamativo para lo que tenemos que hacer. Por lo que nos ha contado están en una nave que se supone abandonada en la zona más peligrosa de la ciudad. Chico listo, ¿quién buscaría a un policía en un sitio como ese? A mí ni se me habría pasado por la cabeza

—¿Cuál es el plan? —digo desde el asiento de atrás.

Mi hermana me mira por el retrovisor y la rubia se gira.

—¿Matarlos de una manera fría y cruel? —pregunta con una gran sonrisa.

Menos mal que está de nuestro lado, me acojonaría tener que enfrentarme a ella. No parece que tenga miedo a lo que pueda pasar, y no hay nada más peligroso que una persona que no le teme a la muerte.

—Aparte de eso, me refiero, ¿vamos a entrar sin más?

—No, Alice les distraerá, ¿la has visto? Nadie se resistiría a ella. En cuanto estén despistados les desarmamos y que comience la fiesta —me explica mi hermana.

Asiento, tiene todo el sentido del mundo. A nosotras nos conoce muy bien, en cuanto nos vieran estaríamos perdidas. White apaga las luces antes de entrar en la zona a la que nos dirigimos. Lo que habita en este lugar es todo un espectáculo. Drogadictos chutándose, algunos no sé decir si están vivos o muertos. Prostitutas haciendo la calle, con todos estos personajes sueltos. Algún chulo vigilando su mercancía. Sí que es de las peores zonas de la ciudad.

Aparcamos un poco apartados de la nave a la que vamos, no queremos que el ruido del motor pueda llamar su atención. Alice se dirige con sus taconazos directamente a la puerta de la nave sin que le tiemblen ni las pestañas. White y yo nos situamos en un lateral. Hay una ventana baja y lo que vemos nos encabrona más de lo que ya estamos. Les están dando una buena paliza. Seguro que solo por el placer de verlos sangrar. Van a pagar muy caro todo lo que han hecho, a mi familia y a la gente a la que quiero.

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