Red

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Capítulo 22

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Capítulo 22

Red

Alice se para en la puerta de entrada y como si fuera la mejor actriz del mundo se pone a llorar, de mayor quiero ser como ella. Toca con su delicada mano como quien llama a la casa de sus amigas para tomar el té. No creo que la escuchen con todo el ruido que están haciendo estos desgraciados, sin embargo, ella es insistente.

No puedo oír lo que dicen, pero el que parece que es el jefe, el que tiene una fea cicatriz que le cruza la cara, manda al otro a ver quién está llamando. Mientras, saca una pistola para apuntar a Tyler a la cabeza. Imagino que los está amenazando para que se mantengan calladitos.

El otro tipo, uno bajito y con tripa cervecera, se acerca bastante malhumorado por la interrupción. Al menos hasta que abre la puerta y puedo ver desde donde estoy escondida como se le abre la boca con sorpresa. Seguro que no se ha visto en otra situación como esta en su vida, debe pensar que le ha tocado la lotería. Estoy deseando ver su cara cuando se dé cuenta de que le ha tocado el gordo, el de arrancarle la piel.

—Discúlpeme, señor, he tenido un problema. El coche se ha detenido y no consigo que arranque. Tengo tanto miedo, es horrible lo que se hay en este lugar.

Veo como el tipo se relame ante la visión de una Alice que parece una damisela en apuros, seguro que piensa que si es amable consigue meterla en caliente esta noche. Quizás Ice decida cortársela y echarla al fuego. De alguna manera así entrará en calor.

—Bonita, no llores, yo te ayudaré. Soy policía, conmigo no te pasara nada, te lo prometo.

Acaricia el brazo de nuestra amiga y casi me da una arcada, odio a los tíos así.

—¡Oh, qué amable! Espero poder agradecerle su ayuda.

Le coquetea pestañeando, como una mariposa que bate sus alas llenas de lágrimas. Sin avisar a su amigo se dirige con Alice hacia la oscuridad donde le dice que está su coche estropeado. Ha dejado la puerta abierta, y el que tiene a los chicos encañonados se pone nervioso. Le llama, pero no obtiene respuesta. Hay que ver lo rápido que a algunos tíos les pierde la polla.

—Ni se os ocurra moveros o lo que os pasará hará que esto parezcan simples caricias.

Les amenaza como si se pudieran mover, están atados. Se dirige a la puerta y White me hace un gesto, es nuestro momento de intervenir en la fiesta. Nos ponemos justo detrás de ella, son de las que se abren para afuera, esperando que el cabronazo se asome.

Lo primero que hace es sacar la cabeza junto con el brazo que sostiene la pistola. «Imbécil», pienso. Le agarro y con una simple llave que aprendí en la academia lo tengo desarmado. Cuesta creer que este tío sea poli. Aunque pensándolo bien seguro que al ser un corrupto se ha relajado demasiado. Antes de que sea capaz de articular una palabra ambas le apuntamos a la cabeza.

Podríamos pedirle amablemente que entrara, sin embargo, me parece mejor idea ir empujándolo. Caminamos hacia donde están los chicos atados que nos enseñan sus mejores sonrisas ensangrentadas.

—¿No deberíamos ir a ayudar a Alice? —pregunto a mi hermana mientras desata a los chicos y yo vigilo al tío.

—¿Estás de coña? Quizás habría que vigilarla, pero para que no se cargue al cabrón ese y nos prive de toda la diversión.

Sonrío ante la ocurrencia de mi hermana, y antes de darme cuenta Tyler viene hacia mí, me abraza y me besa llenándome de sangre. Cosa que me da igual, ver que está bien es lo único que importa. Rian y White están atando al desgraciado a la silla. Necesitamos respuestas.

—Lo siento, siento todo lo que te dije, Red. Sé que no eres mala persona por ser policía, a veces tengo la lengua demasiado suelta. Quiero estar contigo, nunca he querido estar con nadie, y si me perdonas pienso pasarme la vida compensándote.

—Dejaré que cuando termine todo esto me invites a una cita y hablaremos.

No le pienso confesar que no hay que perdonar nada, que le quiero y que cruzaría los mismos infiernos por él. Le voy a dejar sufrir un poquito más. Me da un beso rápido, agradecido. Cuando se gira a mirar al policía su cara se ha transformado de osito adorable a la de un asesino peligroso.

—Tyler, ninguna tontería, primero necesitamos respuestas, después dejaremos que le destripes y le des sus entrañas a los perros.

—Vaya, vaya, las gemelas unidas de nuevo. No os veo juntas desde el momento en el que te arranqué del vientre aún caliente de tu madre.

Sé que intenta provocarme, y no quiero que piense que las acciones no tienen consecuencias. Así que me acerco y le pego un puñetazo en el ojo que no tarda en empezar a hincharse. Mi hermana también quiere respuestas, pero sé que esperara a que me dé por satisfecha, al final y por desgracia, fui yo a la que apartaron de su familia.

No empiezo el interrogatorio de inmediato ya que entra Alice llevando al tipo gordito agarrado de la camisa y con la cara hecha un cristo. Ni siquiera se resiste, sí que es una mujer llena de sorpresas, con lo pequeña que es y lo tiene destrozado.

—Lo siento, chicas, se me ha ido un poco la mano, pero os prometo que aún no le he cortado nada. Eso quería hacerlo con vosotras. Es que odio que por que me vista así piensen que me pueden meter mano.

—Has hecho muy bien, nadie tiene derecho de intentar abusar de otro por su sexo, vestimenta o cualquier otra cosa —la apoyo totalmente, en un mundo de hombres como en el que yo vivo a diario eso pasa mucho.

—Pues ya estamos todos los invitados a la fiesta. Red, ¿quieres hacer los honores?

—Será un placer —contesto a mi hermana.

Me acerco de nuevo al hijo de puta que parece que me conoce desde que nací, no es tan mayor, seguro que se metió en esto siendo muy joven aún.

—Pues tenemos dos opciones, te voy a hacer unas preguntas, si mientes o no me contestas vas a sufrir y mucho. Tú eliges.

—Oh, Red Rose, qué orgulloso estaría tu padre de ti, me refiero al policía. Al otro seguro que le daría bastante vergüenza en lo que te has convertido.

—Como vuelvas a hablar de cualquiera de mis padres te arrancaré la lengua y te será jodidamente difícil contestar a mis preguntas.

Le amenazo, sabe que es un tema delicado el que ha tocado, quiere enfadarme y que pierda los nervios. Lo que no entiende es que no lo va a conseguir, me desayuno tipejos como él todos los días en el trabajo.

—Un momento, ¿por qué has nombrado a su padre adoptivo? —pregunta mi hermana quizás dándose cuenta de algo que yo he pasado por alto.

No le he dado importancia ya que estoy segura de que cuando nos vieron husmear se han informado de quién era.

—¿No es obvio? Esperaba algo más de las hermanas… —Chasquea la lengua con desaprobación.

Mi hermana, que es de mecha corta, le ha golpeado antes de darme tiempo a hablar, consiguiendo ponerle el otro ojo a juego.

—Habla, me estoy cansando de tus gilipolleces, te aseguro que lo siguiente que haré no será darte un puñetazo.

—Podríamos cortarle la polla, me estoy haciendo una colección. La taxidermia ha conseguido que se mantengan estupendas, así todas erguidas quedan muy monas, de esa forma recuerdo a cada hijo de puta al que se la he cortado.

Alice es toda una caja de sorpresas, no sé si será verdad, pero el poli traga saliva con trabajo. White le sonríe con complicidad, lo que me da una pista de que seguro que es verdad.

—Habla —le digo, y es lo único que necesito para que se ponga a cantar como un pajarito.

—Tu padre era el jefe de toda esta organización. Sabía que siempre había existido el robo de niños y que era algo realmente lucrativo. Pero no fue hasta que su mujer y él perdieron varios bebés que se dieron cuenta de cuál era la solución más fácil. No se pasarían años intentando adoptar a un niño.

Mi cara debe ser todo un poema porque todos me miran sorprendidos esperando mi respuesta.

—¿Qué dices? No puede ser.

—Claro que sí, siempre fue corrupto, nada comparado con robar bebés recién nacidos a sus madres y venderlos por una gran cantidad de dinero, pero sí. Por eso lo conocí, y cuando me contó su plan le dije que estaba dentro. El primer robo fue el tuyo, y hasta el día de hoy.

—¿Y mi madre? —pregunto en shock por todo lo que estoy escuchando.

—Tu madre se mantenía al margen de todo con tal de tener una hija. ¿O cómo te crees que habéis vivido tantos años con lujos? ¿Con el sueldo de un policía?

Sus palabras cobran todo el sentido para mí, siempre me habían dicho que vivíamos acomodados por la herencia que nos dejaron mis abuelos. Siento una náusea y me encojo sobre mí misma intentando no echar hasta la última papilla. Toda mi vida ha sido una mentira, me hice policía para ser como mi padre, para salvar a la gente, pero solo era un corrupto. Todo en lo que he creído siempre deja de tener sentido.

—Te diré algo, siento vergüenza de lo que soy. De haberlo sabido nunca me habría convertido en policía, y desde este momento renuncio a ello. Puede ser que mis padres biológicos estuvieran en negocios turbios, pero nunca harían algo así a los hijos de otras personas.

Miro a White y a Tyler que comparten mi dolor en este momento. De repente todo parece suceder a cámara lenta. El que tiene Alice sujeto, tan manso que parece, saca una pistola que llevaba escondida y apunta hacia Tyler y mi hermana, no es una amenaza, estoy convencida de que va a disparar. Aprieta el gatillo y me niego a que eso suceda. Ya han tenido una vida demasiado dura como para perderse el uno al otro. Sin pensarlo me tiro delante de ellos y la bala impacta en mí.

No me duele, solo siento el golpe del proyectil en mi cuerpo y la humedad de mi sangre caliente abandonándome. Debería tener miedo, noto cómo la vida se escapa de mi cuerpo. Al menos veo cómo Ice le corta la polla al tipo con una destreza maestra mientras le deja desangrarse en el suelo antes de correr donde me están rodeando todos.

—Red, ¿qué coño has hecho? —me regaña mi hermana llorando, nunca pensé que sería de las que derraman lágrimas.

Le sonrío con las pocas fuerzas que me quedan.

—Tienes una larga vida que vivir, junto a tu familia. Debes ser feliz por las dos, los dos os lo merecéis.

Miro a Tyler, que también me parece que derrama lágrimas silenciosas, no lo puedo asegurar, veo algo borroso.

—Tú eres nuestra familia, Red, no puedes dejarme, nunca he querido a nadie como a ti. No puedes enseñarme lo que es el amor para luego abandonarme —me confiesa Tyler.

El dolor y el enfado están mezclados en su rostro.

—Yo también te quiero, os quiero a todos. Gracias por enseñarme lo que es de verdad tener una familia. Si volviera a nacer sin duda os elegiría a vosotros, siempre a vosotros.

Los ojos me pesan demasiado, la pérdida de sangre me está drenando la vida. Por mucho que Rian se empeñe en taponar la herida. Es en el pecho, sé que no hay nada que hacer. Da igual, no siento miedo, morir rodeada de la gente a la que amas es la mejor forma de abandonar este mundo que puedo imaginar.

Cuando noto que ya no puedo más me dejo ir, aún en el borde de la muerte me parece oír gritar a mi hermana y al que no me había dado cuenta hasta ahora que era el amor de mi vida.

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