Random

Random


Buenos Aires, abril de 1942

Página 16 de 61

 Buenos Aires, abril de 1942

Anoche presenciamos una reunión que sirvió para mostrarnos cuán cerca está la Nación Argentina de apoyar al Nacionalsocialismo. Todo empezó hace un par de meses. Gracias a los contactos alemanes en Buenos Aires, Karl conoció a un argentino llamado Oscar Alberto Hellmuth que lo contactó con un grupo de altos oficiales militares.

Nos invitaron a participar de una reunión para analizar la situación del Cono Sur, como llaman ellos a esta parte de Latinoamérica. Nos pasaron a buscar en un auto civil y nos condujeron a una enorme casa que ocupaba una manzana entera en el barrio de Belgrano. La suntuosidad marcial de los muebles, los mármoles y los jardines estaba acentuada por una enorme bandera argentina que ondeaba en un mástil ubicado en el centro del terreno.

Dentro de la casa, en una sala con una larga mesa de roble y cómodos sillones de terciopelo verde, nos esperaba un puñado de coroneles y generales que, al vernos llegar, se incorporaron y nos saludaron con la venia militar. Ya sabían quiénes éramos, sobre todo quién era Karl.

Son irreproducibles las cosas que se dijeron en esa mesa. Pero me resulta imposible pensar que en 1930, quizá, los líderes alemanes que permitieron el ascenso del Monstruo, hayan sentido lo mismo que estos militares argentinos sienten hoy. Entre ellos, había dos que eran más respetados que los otros: Miguel Ángel Montes y Urbano de la Vega. También había otro militar, de apellido Perón, más joven que el resto, pero que era más medido en sus palabras, como si estuviera allí aprendiendo, más que decidiendo el destino del país.

En la conversación, el GOU (se hacen llamar Grupo de Oficiales Unidos) dejó en claro su rechazo a participar de la guerra y su indignación ante las presiones económicas de EE.UU. sobre la región, para obligar a los países a luchar de su lado. Algunos, incluso, mostraron un odio visceral contra el país del norte.

Sin embargo, el motivo de sus reuniones no sólo se debe a las cuestiones internacionales. Al contrario. Se manifestaron con palabras duras, como siempre hacen los militares, pero que, con la experiencia de Alemania, me despertaron cierta preocupación. Antes que nada, se autoproclaman nacionalistas, anticomunistas y militaristas. El Nacionalsocialismo, en sus orígenes, también se definía así.

Los oímos discutir durante un par de horas. Al fin, cerca de medianoche, nos anunciaron que estaban reorganizando a sus hombres, y que esperaban quitar del poder a la “sarta de políticos corruptos que convirtieron a este gran país en Sodoma, gracias a sus fraudes y a su liviandad frente al capitalismo judío, al comunismo y el anarquismo”. Que pronto, cuando ellos tomen el poder, Argentina va a hacer todo lo posible para salvar a Alemania o, al menos, mantener a la región fuera de las filas norteamericanas.

Salimos de allí con una sensación de agobio y preocupación.

Karl ya le ha escrito al Monstruo contándole de esto, para justificar su misión en el país. Al mismo tiempo, hemos escrito a Francia, para alertar de este foco a la Resistencia, si es que todavía queda alguien vivo por ahí. Pienso en Jean Paul, en su silencio de hace meses. Si supiera lo ancho que es el mundo, y que la barbarie se ha extendido a cada costa, a cada playa, como un mar fétido que nos amenaza a todos.

Ir a la siguiente página

Report Page