Random

Random


Buenos Aires, Argentina. 1945

Página 24 de 61

Buenos Aires, Argentina. 1945

Payasos. Eso es lo que son. El gobierno argentino, incapaz de resistir las presiones económicas de los americanos, ha mostrado su adhesión al acta final de la Conferencia Panamericana de México y le ha declarado la guerra a Japón y Alemania. Han esperado que las tropas aliadas cruzaran el Rhin para darse por vencidos y aceptar el fin de El Eje. Pero el Monstruo resiste. Los rusos se acercan por el este, los Aliados por el oeste, liberando ciudades, acorralando a los nazis. Y el Monstruo resiste. ¿Hasta cuándo?

En un diario, hoy he visto el cadáver de Mussolini expuesto por los partisanos. Maldito Duce. Los sueños de grandeza del Monstruo sólo tomaron forma después de conocer a la bestia italiana. Pero ya ha muerto, y el Monstruo debe correr la misma suerte. No existe tribunal en el mundo donde pueda juzgarse a ese cerdo. Debe morir. Y los gobiernos que lo han protegido, como el argentino, deben ser denunciados. Se lo he dicho a Karl y a Lara. Nosotros conocemos muchos detalles del GOU y sus contactos extraoficiales con el Partido. Debemos contárselo al pueblo argentino, para que sepa quiénes son sus gobernantes.

Todo ha terminado. Alemania finalmente ha aceptado la derrota. Hoy mismo, los rusos han tomado Berlín. Desde Europa, lentamente, comienzan a llegar las crónicas de los reporteros, acompañadas de espantosas fotografías: ruinas, cadáveres, soldados rendidos, fusilados, judíos vagando por los caminos luego de sufrir años de odio, animales muertos, aviones incendiados, el decorado de una trágica ópera de violencia y exterminio. Todo ha terminado, y sin embargo no estamos alegres. Sí bastante ebrios. Esta mañana, Lara ha comprado un ejemplar de cada diario. Juntos hemos llorado al ver nuestras ciudades destruidas, y en medio de los escombros, las ausencias que ninguno de nosotros se anima a evocar. El vino argentino es bastante bueno, aunque nunca superará el agua ardiente de mi tierra. Dicen que los mismos rusos, saturados de vodka, marchan por los caminos de Alemania asesinando a los nazis sobrevivientes. Kristen. Kristen. ¿En qué calle habrás encontrado la muerte? ¿Te habrás acordado de mí antes de que tu cuerpo estallara en mil pedazos? ¿Te habrán violado los rusos? ¿Te habrá denunciado tu padre? La guerra ha terminado. Pero ya no me quedan alegrías para ningún festejo.

Ahora que todo ha terminado, nuestro futuro es incierto. ¿Debemos volver a Alemania a recuperar nuestra vida? ¿O quedarnos aquí, en este extraño país que puede admirar tanto a los liberales americanos como a los más retrógrados fascistas europeos? Me he contactado con un judío húngaro dueño de varias fábricas de Buenos Aires. Federico Holz me ha entregado una suma de dinero para que pueda publicar al fin las denuncias que hemos recolectado en estos años sobre el gobierno argentino. Junto con un editor de apellido Glass, afiliado al Partido Comunista, hemos diseñado el primer número de la gaceta Palabra Libre. Pronto estará en la calle.

He pasado los últimos tres días detenido. Me han golpeado, torturado y amenazado. Sobre mí pesa una denuncia por los cargos de “injuria al país y a sus gobernantes” debido a lo que hemos publicado en el número 3 de Palabra Libre. Desde Francia, nos ha llegado información precisa de que varios jerarcas nazis han alcanzado las costas americanas protegidos por distintos gobiernos. Nuestra fe en la legalidad hoy resulta estúpida, infantil y peligrosa. Cuentan con la protección del gobierno, y cualquier denuncia sólo servirá para darles una excusa y encerrarnos. Ya no sirve escribir. Ni siquiera creo que merezcan un juicio justo. Ya no quedan tiempos de denuncia ni de legalidad para ellos. Sólo nos queda la acción.

Ir a la siguiente página

Report Page