Q

Q


Tercera parte. El beneficio de Cristo » Tiziano » El diario de Q.

Página 127 de 173

El diario de Q.

Milán, 2 de mayo de 1547

La carta de presentación de Carafa ha surtido su efecto: he podido leerlo en la frente perlada de sudor de fray Anselmo y en los gestos afectados de sus colaboradores. Un extraño murmullo a mi alrededor. Oídos aguzados y la mirada baja.

Fray Anselmo Ghini, cuarenta y dos años, los últimos dos pasados cribando escrupulosamente textos reputados de heréticos, para la Congregación del Santo Oficio. Se ha estado retorciendo las manos mientras ha durado el interrogatorio, detrás de una de las mesas de trabajo de la sala de lectura del convento de los dominicos. El ir y venir agitado a mis espaldas no se ha detenido ni por un instante, como si fuera yo el inquisidor. Un nerviosismo palpable en todos los presentes de la sala. Hemos hablado en voz baja.

Giovanni Miches, el nombre ha sido dado por un librero al que se encontró en posesión de diez ejemplares de El beneficio de Cristo. Una vez comprobada su presencia en la ciudad, Miches fue detenido el 13 de marzo. Iba acompañado de su hermano Bernardo, su ayudante Eduardo Gómez y del librero Pietro Perna, que no fueron retenidos. El primer interrogatorio fue llevado por fray Anselmo Ghini.

Preguntado por los motivos de su presencia en Milán, Miches habló de un encuentro inminente con el gobernador, el duque Ferrante Gonzaga, en relación con la intercesión ante el Emperador para desvincular algunas propiedades de la familia en Flandes.

Negó estar implicado en modo alguno en la difusión de El beneficio de Cristo, aunque admitió sus intereses en la impresión, declarando ser socio de los mayores impresores venecianos: Giunti, Manuzio y Giolito. Miches añadió conocer la existencia de El beneficio de Cristo, no de su contenido, que no le interesa en absoluto. Además, dijo sentirse asombrado por el interés suscitado por un escrito que circula por Venecia sin ningún tipo de restricción.

Al día siguiente, tras un segundo interrogatorio, cuyas actas no se han conservado, Miches fue puesto en libertad. A mi pregunta sobre el motivo de dicha omisión, fray Anselmo respondió en esa ocasión que no habían aparecido nuevos elementos con respecto al día anterior.

Primeras evidencias: Giovanni Miches es sin duda un tipo listo que hace gala de amigos influyentes. No se hace ostentación de relaciones tan empingorotadas si no se está en condiciones de demostrarlas.

¿Quién es Giovanni Miches?

Fray Anselmo no dice toda la verdad: demasiados titubeos, demasiadas incongruencias.

¿Y por qué no fueron detenidos los compadres de Miches?

¿Por qué no hay un rastro de las actas del segundo interrogatorio?

Hoy he tomado nota. Mañana veré el fundamento que tienen los mal disimulados temores de fray Anselmo.

Milán, 3 de mayo de 1547

En la celda de fray Anselmo. Nadie a la escucha.

Ha bastado menos de lo que pensaba: el nombre de Carafa evoca un ciego temor.

Miches ha pagado.

El fraile se ha puesto a balbucear tan pronto como lo he intimado a que dejara de contar patrañas. Estaba temblando, sentado en el camastro, yo de pie inclinado sobre él. Ha necesitado un rato antes de que comenzara a justificarse.

Se habían informado: Miches conoce realmente al gobernador de Milán. Muchos caballeros tienen negocios con él, dependen de su bolsa, las cosas aquí no son como en Roma, quien manda es el Emperador y a Gonzaga no le gusta que se pongan bajo sospecha a sus amigos. Aquí no es como en Roma, conviene ser cautos.

Se habían informado: un pez gordo, una familia poderosa. Por eso no había detenido a los demás. Banqueros, el Emperador toma dinero prestado de sus arcas. ¿Cómo puedes tener encarcelado a alguien así? La misma guardia del duque habría venido a llevárselo. Por lo que siempre era preferible sacar algo. Algo para el convento. No se trataba de corrupción, es un trabajo difícil, plagado de obstáculos. Aquí no es como en Roma.

Me ha implorado que no informara de ello a Carafa. Un miedo cerval.

Le he dicho que desde hoy trabajará para mí, pasándome toda la información que sea útil.

Me ha dado las gracias, me ha besado la mano.

Alejandro Rojas. Consejero particular del arzobispo de Milán. O el informador español que Carafa ha pegado a su calcañar.

Está avejentado y muy gordo: mérito de la mesa del obispo. Ha confirmado todo y ha añadido otras noticias.

Juan Micas, alias João Miquez, alias Jean Miche, alias Johan Miches, alias Giovanni Miches. De la rica familia sefardita de los Miquez unida a la de los Méndez, banqueros del Emperador.

Un patrimonio considerable y tortuosos recorridos. Siempre en equilibrio entre la gloria y la desventura, pero también capaces siempre de encontrar una vía de salida. La conversión al cristianismo no ha servido para impedir que sus amigos de antaño se transformaran al día siguiente en sus perseguidores. Hábiles y astutos como pocos, su fortuna despierta la codicia de muchos, pero han aprendido a defenderla. Al cabo de algunos años se trasladaron a Venecia, donde emprendieron actividades comerciales varias.

Judíos conversos. Banqueros sin prejuicios. Conocidos en las cortes de media Europa.

¿Qué interés pueden tener en difundir El beneficio de Cristo? ¿Simples negocios? Cabe dudarlo.

¿Aliados secretos de los espirituales? Comprobar.

Con toda seguridad cuentan con los medios y los contactos para difundir el libro como si fuera una mancha de aceite.

Otras consideraciones: la máquina que Carafa construye día a día está lejos aún de ser perfecta. No todos los hombres son de fiar. Milán y Venecia no son Roma. Cada estado tiene su propio amo y señor, cada amo y señor establece los límites aceptables de la corrupción.

Carafa deberá tenerlo en cuenta.

Milán, 4 de mayo de 1547

Ya puedo irme de aquí. Fray Anselmo y los demás pusilánimes saldrán disparados a cada petición mía. Los desplazamientos de los Miquez y de sus socios por estas regiones no pasarán inadvertidos. Recoger cualquier detalle que sea útil. Los tengo cogidos a todos por las pelotas.

Ir a la siguiente página

Report Page