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Tercera parte. El beneficio de Cristo » Tiziano » El diario de Q.

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El diario de Q.

Amberes, 3 de septiembre de 1550

Lodewijck de Schaliedecker, alias Eloisius Pruystinck, alias Eloi.

De oficio, pone tejados.

Imputado por la difusión de libros heréticos, por negar sustancia a Dios, por negar el pecado, por sostener la perfección del hombre y de la mujer, por practicar el incesto y el concubinato.

Quemado en la hoguera por hereje el 22 de octubre de 1544, junto con otros muchos miembros de su secta, llamada de los eloístas.

Su nombre aparece numerosas veces en los anales de las autoridades de Amberes, asociado a los de David Joris, Johannes Denck y algunos notables y ricos mercaderes locales.

Ya en los años treinta fueron detenidos varios seguidores suyos y gente que le prestaba apoyo.

A pesar de su humilde origen, Pruystinck fue uno de los ejes de la actividad antieclesiástica en Amberes, pero aborrecido hasta por los mismos luteranos.

Fue procesado y condenado a una leve pena en febrero de 1526 por delación de Lutero, que tras habérselo encontrado en Wittenberg escribió a las autoridades de Amberes para indicarle cuán peligroso era. Escapó a la pena de muerte gracias a una retractación completa y a las débiles sanciones entonces vigentes.

En 1544 fue sometido a tormento hasta que confesó sus prácticas y sus ideas blasfemas.

No reconoció nunca a ninguno de sus cómplices o seguidores, firmando de su propio puño y letra su sentencia de muerte.

Sentencia ratificada por Nicholas Buysscher, dominico, que recogió sus últimas deposiciones.

El alemán que ando buscando es un muerto que ocupa un expediente entero en el archivo de la Inquisición de Amberes.

El muerto es actualmente titular de un burdel de lujo en Venecia.

El alemán que ando buscando atravesó estas tierras en los años de la revuelta anabaptista.

Amberes, 4 de septiembre de 1550

Nicholas Buysscher es actualmente el brazo derecho del Padre Inquisidor de Amberes.

Unos cuarenta años, alto, flaco, la mirada de quien ha tenido en sus manos los destinos de los hombres.

Me ha recibido con cortesía. Lo ha recordado todo sin falsas reticencias, los detalles de una peripecia increíble.

El heresiarca de Amberes era persona astuta, culta, capaz de tejer una amplia trama de relaciones tanto con el vulgo como con los notables de la ciudad. Todavía hoy muchos lo consideran un mártir y un héroe. Si en el puerto alguien menciona el nombre de Eloi, la gente sonríe aún.

Eloi, el que se dedicaba a poner tejados, era un hereje muy especial. Negaba el pecado con una argucia difícil de rebatir. Parecía querer crear el paraíso en la tierra. Conseguía que ricos artesanos y mercaderes compartieran sus bienes y propiedades con los plebeyos. Un maestro en el arte del enredo y de convencer a la gente. Sus seguidores en Amberes vivían juntos, en las propiedades puestas a su disposición por los más ricos. En el curso de los años decenas y decenas de hombres y mujeres pasaron por la comunidad eloísta. Eloi los acogía a todos ellos, sin importar de qué desgracia salían. Un hereje muy especial, que contrastaba con los sectores más extremistas y sanguinarios del anabaptismo. Sin embargo, más de uno de los supervivientes de Münster o de las bandas de Batenburg habían encontrado refugio en su comunidad. Como buen disimulador que era, habría podido seguir adelante de no haberse metido con gente equivocada.

Cosa que las actas habían de silenciar. Una compleja estafa en detrimento de los banqueros Fugger, falsas letras de cambio, cientos de miles de florines. Algo increíble: a los propios banqueros les costaba explicarse el cómo. Y el cómo todavía no está claro.

Lo robado no ha sido nunca recuperado.

Eloi tenía socios en esta tarea. Uno era un mercader alemán de nombre Hans Grüeb, desaparecido en la nada.

Los Fugger no podían permitirse que el asunto llegara a saberse, por lo que llamaron a las puertas de la Inquisición. La orden de intervenir contra los eloístas llegó incluso de Roma.

No todos fueron apresados. Se supone que muchos se fugaron a Inglaterra.

Es difícil decir cuántos veteranos münsteritas había entre las filas de los eloístas. Uno murió sin duda hace algún tiempo en la cárcel. Era Balthasar Merck.

De otros se ignoran los nombres. No entre los arrestados.

El desconocido mercader alemán socio de Eloi.

Un fenomenal enredo a los banqueros del Emperador.

Un dinero nunca recuperado.

Un burdel de lujo en Venecia.

Un estratega del disimulo.

Veteranos de Münster.

El niño y la estatua.

Tiziano el anabaptista.

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