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Sergio Massa cree que con Batakis no alcanza e insiste en una “cirugía mayor” en el Gabinete
Cuando en la tarde del domingo pasado Sergio Massa ingresó en Olivos sintió que, al fin, había llegado su momento. Pocas horas después, Alberto Fernández y Cristina Kirchner se encargaron de cerrar filas y vedarle su desembarco en el Gobierno con la virtual suma del poder público en el manejo de la economía. Massa debió retornar a la Cámara de Diputados mascullando su desencanto, pero no desespera. Está convencido que, más temprano o más tarde, le llegará la revancha.Esa íntima esperanza es la que lo mantiene todavía dentro del Frente de Todos cuando algunos en su entorno arriesgaban que, de bronca, daría un portazo. No solo no lo hizo, sino que siguió activo en la “rosca” interna de la coalición, con diálogos y encuentros furtivos con el presidente y la vicepresidenta. Pese al desgaste que le significó el ninguneo presidencial, su actitud fue la de exhibir a leales y detractores que no está dispuesto a rifar su condición de socio fundador ni a sacar apresuradamente los pies del plato.Es en este contexto que Massa recibió el jueves pasado a Silvina Batakis, la elegida por el dúo Fernández-Kirchner para ocupar el ministerio clave que él pretendía copar con su llegada como jefe de Gabinete empoderado. La flamante funcionaria no es de la devoción de Massa; de hecho, fue ministra de Economía de la gestión bonaerense de su archirrival Daniel Scioli. La fotografía que el tigrense escogió para difundir el encuentro no fue azarosa. Allí se los ve juntos en el despacho de la Cámara de Diputados; en la jerga futbolística, Massa quiso exhibirse como local en su ambiente de trabajo, dirigiéndose hacia ella con una lapicera en la mano como si le diera indicaciones. No hay sonrisas. La política también está hecha de simbolismos.La excusa de reunión entre Massa y Batakis fue la agenda legislativa que se impulsará durante el segundo semestre: toda una entelequia en medio de rumores sobre el futuro de la gestión de Fernández y las turbulencias financieras que hicieron que el dólar blue trepara como si no alcanzara techo. Por de pronto, el Congreso arranca esta semana su tradicional receso invernal y no habría sesiones hasta la última semana de este mes; ergo, los proyectos del Poder Ejecutivo, como también aquellos que impulsa el kirchnerismo duro -por caso, el salario básico universal y la nueva moratoria previsional- quedarán en stand-by. Un respiro para Batakis, que hizo trascender que, por su impacto fiscal, no están dadas las condiciones para aprobarlos.Con Batakis no alcanzaFrente a la envergadura de la crisis que desató la intempestiva renuncia del exministro Guzmán, Massa insiste que no alcanza con la llegada de Batakis a Economía. Cree urgente un reordenamiento profundo de la gestión y así se lo planteó al presidente el fin de semana pasado, cuando se analizó la posibilidad de asumir la jefatura de Gabinete. El tigrense impuso una condición: el control de la botonera fiscal, tributaria y cambiaria. Fernández dudó: si cedía a semejantes pretensiones su figura iba a quedar automáticamente devaluada al título de presidente honorífico. Así fue como acordó con Cristina Kirchner cubrir la vacante de Guzmán con Batakis y esquivar, por ahora, una cirugía mayor en su gabinete.“Si no hay una reestructuración profunda del gobierno, que sea amplia y de consenso entre todos los actores del Frente de Todos, Sergio no va a asumir ningún cargo. Fernández tomó una decisión, y veremos como siguen reaccionando los mercados, pero por ahora no se augura nada bueno”, deslizan en su entorno.En el massismo hay preocupación. La semana próxima se difundirá el índice de inflación de junio; no se esperan buenas noticias. Reflejo de ello es que según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la encuesta que mes a mes realiza el Banco Central entre los analistas de mercado, la inflación se ubicará entre el 76 y el 79,2% durante este año.El tigrense, cuentan en su entorno, cree que, pese a todo, el juego sigue abierto para él y que el devenir de la economía, que no se presagia auspicioso, le depararía otra oportunidad. Por ello se mantendrá en las gateras.

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