Plan B

Plan B

Mileyda Menéndez

Nadie empieza un vínculo amoroso contando con que todo se acabe de un momento a otro. Bueno, casi nadie: Hay pesimistas que viven pendientes del final todo el tiempo, dicen que para evitarse la incómoda sorpresa, pero esa gente no cuenta en esta historia porque creen que el amor es para sufrirlo, no para disfrutarlo… Como quien pone a hervir la leche en candela alta para que acabe pronto y luego protesta porque se desbordó en cuanto pestañeó un par de segundos.

También hay fatalistas que ni siquiera declaran su interés por temor al rechazo, o no se involucran en una relación seria para evitar el dolor de las rupturas. Lo irónico es que esas personas sufren el doble cuando el objeto de su adoración se enreda luego con alguien, tal vez no perfecto, pero con los pies en la tierra y el corazón en las nubes.

Hace muchos años leí un cuento sobre una muchacha que pedía la Luna a sus pretendientes como prueba de amor. Se llama Yo soy un hombre práctico y el autor era un joven combatiente de Tropas Especiales que murió en Angola (perdón, no recuerdo su nombre). ¿Su moraleja? Es mejor lanzarte sin paracaídas al abismo de los sentimientos si no quieres resignarte a ver cómo otros triunfan sobre tus (i)racionales pánicos.

Claro, eso sólo puede hacerlo el romántico hemisferio derecho del cerebro, porque a su homólogo izquierdo le toca diseñar un civilizado Plan B, ejecutable cuando las ilusiones fallen, como esas Productoras de novela que graban escenas paralelas por si el público solicita un final diferente.

¿Y generar alternativas para una vida post ruptura no espantará a mi pareja? ¿No me estaré desgastando? ¿No será un boicot, una trampa del inconsciente para no comprometerme con esa persona maravillosa? Depende. No necesariamente. Tú sabrás… Esas son las respuestas que se me ocurren ahora mismo.

Yo también siento esos temores al empezar cada idilio, y aun así diseño rutas de escape que incluyan los necesarios malabares para conservar la amistad, y sobre todo botones de alarmas sicobiológicas para no quemarme en ciertos fuegos fatuos, pues siempre hay quien trata de moverte el piso con los «Tal vez», los «Si hubiéramos» y otros hijos pródigos del caprichoso Arrepentimiento. 

No hay recetas acuñadas porque no hay un único plan B. Los mecanismos cambian de hombre a mujer, de temba a pimpollo, de pareja añeja a relación fresquita, de esquimal a camaján del Trópico… Pero hay reglas generales que sí les puedo compartir. Las aprendí de grandes terapeutas y las validé en alma propia, así que tómenlas o déjenlas, pero no menosprecien su valor.

Como el espacio es corto, primero enumero lo que no debe hacerse tras una ruptura emocional, y en ese acápite incluyo quejarse a toda hora, buscar culpables para odiar o enviciarse con drogas antidepresivas, café, cigarros o alcohol.

Por muy tentador que parezca, en la etapa de duelo no es bueno tener sexo de rebote (con ese o cualquier ex), y las descargas por venganza no son recomendables ni con infelices ni con malacabezas, porque el común denominador en esos actos desabridos serás tú. Si vas a «actualizar tu antivirus», habla honestamente con la otra persona y explícale tu estado de turbulencia emocional, para que no se enganche en tu dolor ni te convierta en su proyecto de rescate ecologista.

Otro error cruel es manipular a la gente que ambos aman. Un proverbio indio dice: «Cuando los elefantes se pelean, la que sufre es la hierba». ¿Qué sentido tiene repartirse lealtades, alimentar esperanzas vanas o negarte a aceptar que sufres y luego convertirles en diana indefensa de tu rabia? ¡Cómo he visto, en los procesos de divorcio de mi tribunal, gente atrapada en desvergüenzas que no les pertenecían!

Eso de revelar secretos o hablar mal de otra persona parece un alivio, pero es tan fugaz como rascarse ante un ataque de alergia. La gente que te rodea no es boba y saca conclusiones: Si fue tan mala la historia, ¿por qué demoraste en acabarla? ¿Acaso no eres capaz de identificar una relación tóxica o no sabes salirte de ella? ¿Será que el machuque te entretiene? Cuidado con el mensaje que das hacia el futuro…

La próxima semana hablaremos de cuándo empezar a diseñar el Plan B y qué acciones son buenas en cada etapa del trayecto. Se vale compartir experiencias, recomendar libros o pelis y hasta pociones mágicas, que hay de todo en este mundo para sobrevivir el desamor con la moral apuntalada y el corazón sin marcapasos. 

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