Pinochet

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[78] De acuerdo con el reglamento de la Escuela Militar vigente entonces, aprobado en 1931, aquella fue la última oportunidad que Augusto Pinochet tuvo para cumplir su aspiración de formarse como oficial del Ejército. Entre los requisitos exigidos para el ingreso, además de ser chileno, gozar de un buen estado de salud y acreditar una positiva conducta escolar previa y «condiciones de honorabilidad», su artículo 50 estipulaba que para ingresar en el cuarto año de Humanidades, su caso, no se podía tener menos de 15 ni más de 17 años, edad que ya había cumplido. Por otra parte, con las normas vigentes una década después, su solicitud de ingreso hubiera sido rechazada, ya que desde 1942 no se aceptaban alumnos que debían repetir un curso de Humanidades.

Cien Águilas, n.º 2, Santiago de Chile, 16 de junio de 1942, p. 33.

[79] Pinochet Ugarte (1990), p. 35. En cambio, en 1999 explicó que intentó ingresar en la Escuela Militar ya en 1929, antes de cumplir los 14 años, y también en 1932. Oyarzún (1999), p. 37.

[80]

Alma de soldado, p. 31.

[81]

Reglamento de organización y funcionamiento de la Escuela Militar, Santiago de Chile, Imprenta del Ministerio de Guerra, 1931, pp. 1 y 7-13.

[82] Desde 1901 y hasta su traslado en 1958 al actual emplazamiento en Las Condes, la Escuela Militar funcionó en este edificio, que hoy acoge al Museo Histórico y Militar de Chile. En la misma entrada que franqueó aquel 3 de marzo de 1933, hoy figura una placa de mármol que recuerda que el museo fue inaugurado «siendo comandante en jefe del Ejército CGL don Augusto Pinochet Ugarte» el 25 de noviembre de 1997, día que cumplió 82 años.

[83] Pinochet Ugarte (1990), p. 36.

[84]

Manual del Cadete de la Escuela Militar de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Balcells, 1926.

[85]

Escuela Militar. 190 años de historia,

1817-2007, pp. 20-21 y 29.

[86] Correa y Subercaseaux, pp. 34-35.

[87]

Alma de soldado, pp. 35-36.

[88] Así se lo inculcaban, como puede apreciarse en un número de 1945 de la publicación institucional: «Salir del recinto de la Escuela, vistiendo el uniforme de cadete militar, significa asumir la custodia de un tesoro incalculable: el honor y prestigio del establecimiento que, durante más de una centuria, ha sido el santuario de la grandeza moral del Ejército. (...) La responsabilidad, que bien comprenden, se amalgama con el sentimiento de profunda satisfacción que representa sentirse acreedor a lucir un uniforme que es privilegio de una juventud selecta, a la que no se exige, como dijera O’Higgins, “más pruebas de nobleza que las verdaderas que constituyen el mérito, la virtud y el patriotismo”».

Cien Águilas, Santiago de Chile, abril de 1945, p. 11. En uno de los muros del patio principal de la Escuela Militar se esculpen hoy estas palabras de O’Higgins: «En esta Academia Militar está basado el porvenir del Ejército y sobre este Ejército, la grandeza de Chile».

[89] Oyarzún (1999), pp. 38-39.

[90] Marras, Sergio,

Confesiones, Santiago de Chile, Las Ediciones del Ornitorrinco, 1988, pp. 64-65.

[91] Peña, Juan Cristóbal,

La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, Santiago de Chile, Debolsillo, 2015, p. 70.

[92]

Alma de soldado, p. 34.

[93] Archivo de la Escuela Militar, Actas de exámenes de 1933.

[94] Himno compuesto en 1917 con motivo del centenario de la creación de la Escuela Militar, con música del compositor Próspero Bisquertt y letra de Samuel Lillo Figueroa, profesor durante muchos años de la institución y Premio Nacional de Literatura en 1947.

Escuela Militar delLibertador General Bernardo O’Higgins, Santiago de Chile, DIBAM, 1985, p. 146.

[95] La antigüedad es el puesto en el escalafón que un oficial tiene con respecto a sus compañeros de promoción de la Escuela Militar. A lo largo de la carrera influye de manera determinante en los ascensos, los destinos y otros privilegios y oportunidades. Cavalla Rojas, Antonio,

Organización y estructura de las Fuerzas Armadas, México DF, Casa de Chile en México, 1978, p. 52.

[96] Archivo de la Escuela Militar, Actas de exámenes de 1934 y 1935.

[97] Entrevista de Juan Jorge Faundes a Alejandro Ríos Valdivia.

Cauce, Santiago de Chile, 22 de octubre de 1985, p. 24.

[98]

Qué Pasa, Santiago de Chile, 10 de septiembre de 1981, p. 8.

[99]

Alma de soldado, p. 43.

[100] Cavalla Rojas (1978,

Organización y...), pp. 52-53. En Chile, cuando un coronel asciende a general ya no se amplía su hoja de vida, porque tiene la confianza del comandante en jefe del Ejército y del presidente de la República. En su caso, fue en enero de 1969.

[101]

Reglamento de organización y funcionamiento de la Escuela Militar, p. 28.

[102] Pinochet Ugarte (1990), p. 44.

[103] Para culminar con éxito el Curso Militar y lograr el grado de alférez se requería haber obtenido notas iguales o superiores a 3 en los ramos civiles, a 4 en los ramos militares y a 5 en Conducta, Espíritu Militar, Servicio Práctico y Condiciones de Mando; haber asistido a más del 80 % de las clases e instrucciones prácticas y lograr una buena evaluación final de la dirección de la Escuela Militar.

Alma de soldado, p. 43.

[104] Documento consultado en el Archivo de la Escuela Militar. Puede compararse con los conceptos que el mayor Guillermo Toro, comandante del Curso Militar de 1932, anotó en la Hoja de Calificación de René Schneider, quien pertenecería también al arma de infantería y alcanzaría la jefatura máxima del Ejército cuatro años antes que Pinochet, en 1969. Schneider ingresó en la Escuela Militar en 1929 y egresó en 1932 con la novena antigüedad de su promoción: «El subalférez Schneider fue un estudiante distinguido y un soldado modelo, de conducta intachable. Es inteligente y muy trabajador. Tiene buen criterio y asimila con facilidad. Es buen compañero, muy apreciado por sus superiores y de verdadera vocación por su carrera militar. Se perfila un oficial de verdaderos méritos. (...) Posee condiciones especiales, físicas, intelectuales y morales, para alcanzar puestos de primera fila en el Ejército, siempre que se dirijan en buena forma sus primeros pasos en la vida libre». Schneider Arce, Víctor,

GeneralSchneider. Un hombre de honor. Un crimen impune, Santiago de Chile, Ocho Libros, 2010, p. 32.

[105] Pinochet Ugarte (1990), p. 45.

[106]

El Mercurio, Santiago de Chile, 30 de diciembre de 1936, p. 17.

[107]

Cien Águilas, n.º 43, Santiago de Chile, diciembre de 1952, p. 3.

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[1] Según un documento oficial de su institución, Pinochet sirvió durante sesenta y cinco años y diez días, desde su ingreso en la Escuela Militar el 1 de marzo de 1933 hasta el 10 de marzo de 1998. Estado Mayor General del Ejército de Chile,

Datos biográficos del CapitánGeneral Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, Santiago de Chile, s. f., p. 1. Consultado en el Archivo General del Ejército de Chile.

[2] Comando en Jefe del Cuartel General del Ejército,

Reglamento deInstrucción para la Infantería. Cuaderno I. Principios generales e ins-trucción hasta la Escuadra, Santiago de Chile, Instituto Geográfico Militar, 1938, pp. 1-2.

[3]

Reglamento de régimen interno de la Escuela de Infantería, Santiago de Chile, Instituto Geográfico Militar, 1937, p. 11.

[4] Polloni R., Alberto,

Las Fuerzas Armadas de Chile en la vida nacional.

Compendio cívico-militar, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1972, p. 279.

[5] Pinochet Ugarte (1990), pp. 55-56.

[6] Oyarzún, María Eugenia

et al.,

Augusto Pinochet. Una visión del hom-bre, Santiago de Chile, Bauhaus Editorial, 1995, p. 11.

[7] La Escuela de Infantería del General San Martín fue creada como Escuela de Clases el 31 de mayo de 1887 por un decreto supremo del presidente Balmaceda. En los primeros años del siglo XX permaneció clausurada, pero en 1908 el presidente Pedro Montt dictó su reapertura como Escuela de Suboficiales y desde entonces se fijó como guarnición la ciudad de San Bernardo. Fue en 1924, durante la presidencia de Alessandri Palma, cuando se expidió el decreto que la transformó en la Escuela de Infantería, con el objetivo de implantar los nuevos métodos y procedimientos de combate probados durante la Primera Guerra Mundial. La organización vigente desde 1933 la dejó reducida a dos compañías de fusileros, una compañía de ametralladoras, la sección de comunicaciones y la de cañones.

Patria, n.º 341, Santiago de Chile, agosto-septiembre de 1950, p. 25.

[8] Pinochet Ugarte (1979), p. 18.

[9]

Alma de soldado, p. 70.

[10] Pinochet Ugarte (1990), pp. 59-60.

[11] En aquellas décadas, el Ejército estaba estructurado en seis divisiones que se repartían el territorio nacional desde Arica a Punta Arenas. La I tenía su jefatura en Antofagasta, la II en Santiago, la III en Concepción, la IV en Valdivia, la V en Punta Arenas y la VI en Iquique. Cada división tenía su cuartel general, con su comandante en jefe y su Estado Mayor, y la integraban diversos regimientos y dependencias de cada una de las armas y servicios. Sohr, Raúl,

Para entender a losmilitares, Santiago de Chile, Melquiades, 1989, p. 107.

[12] Archivo Nacional de Chile, Ministerio de Guerra, vol. 6.282.

[13] Valenzuela C., Emiliano,

La generación fusilada. Memorias del nacis-mo chileno (1932-1938), Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2017, pp. 452-462.

[14] Pinochet Ugarte (1990), p. 69.

[15] Milos, Pedro,

Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2008, p. 308.

[16] Ramírez Necochea, p. 531.

[17] Hoja de vida de Augusto Pinochet Ugarte. Archivo General del Ejército de Chile. Todas las citas posteriores de este voluminoso documento proceden de su consulta en este archivo.

[18] Pinochet Ugarte (1990), p. 76.

[19] Nocera, Raffaele, «Ruptura con el Eje y alineamiento con Estados Unidos. Chile durante la II Guerra Mundial»,

Historia, n.º 38, vol. 2, Santiago de Chile, julio-diciembre de 2005, pp. 397-444.

[20] Pinochet Ugarte (1990), p. 77.

[21] Correa y Subercaseaux, pp. 38-39.

[22] Farías, Víctor,

Los nazis en Chile, Hong Kong, Editorial Wide Chance, 2015, pp. 518-521.

[23] Este número se abría con «La proclama del

Führer a los soldados», fechada en Berlín el 1 de septiembre de 1939, que empezaba así: «El Estado polaco ha rechazado mis esfuerzos para obtener un arreglo pacífico en nuestras relaciones de vecino y, en cambio, ha apelado a las armas». En las páginas siguientes, incluía los partes oficiales de guerra del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas alemanas entre el 1 y el 20 de septiembre. En octubre de 1939 publicaron un número especial titulado «La campaña de los 18 días en Polonia».

[24] Pinochet Ugarte (1990), p. 75.

[25] Así nos lo confirmó Luis Fanjul, Venerable Gran Maestro de la Logia Victoria n.º 15 de San Bernardo, el 19 de noviembre de 2016 en conversación telefónica.

[26] En 1916, el ministro de Guerra y Marina, el general Jorge Boonen, fracasó en su intento de prohibir que los oficiales de las Fuerzas Armadas pertenecieran a la masonería. Entonces, el Congreso Nacional acogió ácidos debates sobre la materia, con encendidas críticas desde la bancada conservadora, pero los parlamentarios liberales y radicales derrotaron aquel intento y, finalmente, la Constitución de 1925 proclamó la libertad religiosa y de conciencia. Fischer (1999), p. 99.

[27] Lamentablemente, en el caso de Pinochet no se conserva este documento. Sí existe el de Salvador Allende, quien el 18 de julio de 1935 solicitó su ingreso en la Logia Progreso n.º 4 de Valparaíso. Los candidatos suscribían una declaración en la que con estricta formalidad se ofrecían para integrar la masonería y a continuación el Venerable Maestro de la Logia encargaba un informe a otros miembros de la misma constituidos en una comisión. En este escrito se trazaba un bosquejo biográfico del candidato, con especial énfasis en sus estudios (¿qué dirían de Pinochet?), su actividad profesional y su opinión acerca del papel de la masonería. En la parte final, la comisión se pronunciaba acerca de su capacidad intelectual, honradez, carácter, reputación, forma de vida y amistades e indicaba qué personas podían ofrecer más referencias sobre él. Por su condición de documento de época, en el caso de Salvador Allende tiene un gran valor y ofrece datos desconocidos que ya expusimos con detalle. Amorós, Mario,

Allende. La biografía, Barcelona, Ediciones B, 2013, pp. 544-547.

[28] En el primer volumen de sus memorias inéditas, Guillermo Barrios explicó la importancia de esta institución en su vida: «La masonería fue una maestra porque me proporcionó los medios para alcanzar el perfeccionamiento y la tranquilidad necesaria para vivir en paz con la conciencia. Me enseñó a desechar lo superficial y a valorizar lo bello y lo puro».

[29] Esta carta forma parte de la documentación sobre Pinochet que se conserva en el archivo de la Gran Logia de Chile.

[30]

La Patria, Santiago de Chile, 26 de julio de 1975, p. 32.

[31]

Qué Pasa, Santiago de Chile, 30 de noviembre de 1973, pp. 35-37.

[32]

La Tercera, Santiago de Chile, 3 de febrero de 1974, revista

BuenDomingo, pp. 6-7.

[33]

Cosas, Santiago de Chile, 27 de septiembre de 1979, p. 12.

[34] Sierra, Malú, «Los Pinochet»,

Paula, Santiago de Chile, septiembre de 1974, pp. 52-59.

[35] Oyarzún (1999), pp. 47-48.

[36] Pinochet Ugarte (1990), p. 90.

[37]

Zig-Zag, Santiago de Chile, 23 de abril de 1942, p. 64.

[38] Estado Mayor General del Ejército de Chile,

Datos biográficos del Ca-pitán General Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, Santiago de Chile, s. f., p. 2. Consultado en el Archivo General del Ejército de Chile.

[39] Revisamos los volúmenes con las peticiones de matrimonio desde septiembre de 1941 a principios de 1943. Por ejemplo, el 8 de septiembre de 1941, el comandante en jefe del Ejército, general Óscar Escudero, firmó una resolución que señalaba que, vistos los antecedentes aportados y la reglamentación vigente, «concédese al capitán de Ejército don Juan Araneda V. el permiso que solicita para contraer matrimonio con doña Elsa Luisa S. D.». El 25 de agosto de 1941, el coronel Vargas Bernal había suscrito un certificado que acreditaba que el capitán Araneda V. «tiene buena situación económica y reúne las condiciones morales para contraer matrimonio». Dos días antes, el comandante de la guarnición de Santiago, el general Humberto Benedetti, había firmado un certificado que avalaba que la señorita Elsa S. D. «pertenecía a una honorable familia de esta ciudad y que por sus condiciones de moralidad es digna de ser esposa de un oficial de Ejército». Archivo Nacional de Chile, Ministerio de Guerra, vol. 6534.

[40] Jouffé, André,

Primeras damas, Santiago de Chile, Planeta, 1999, p. 136.

[41] Pinochet Ugarte (1990), pp. 96-97.

[42] Pozo Barceló, Andrés Alberto; Radich Radich, María Aurora y Rheinen Amenábar, Tania,

Lucía Hiriart. La capitán general. Una inves-tigación periodística sobre la mujer más cercana a Augusto PinochetUgarte. Tesis para optar al grado de licenciado en Comunicación Social, Escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2008, p. 24.

[43] Véase el reportaje sobre Pinochet que publicó

The New Yorker el 12 de octubre de 1998 en este libro: Anderson, Jon Lee,

El dictador, los demo-nios y otras crónicas, Barcelona, Anagrama, 2009, pp. 83-115. Sobre la intrahistoria de aquel reportaje, que le llevó a sentarse en cinco ocasiones ante el exdictador, véase la siguiente entrevista a Anderson: Granovsky, Martín, «No me gusta fabular»,

Página 12, en Pagina12.com. ar, <https://www.pagina12.com.ar/72366-no-me-gusta-fabular>.

[44] En 1974, Pinochet explicó las cualidades que admiraba en una mujer: «Que sea buena madre y buena esposa. No diré dócil porque tampoco estaría bien. Pero sí considero que la mujer debe ser un complemento del hombre. Que lo ayude, que sepa ser madre y —sobre todo— que mantenga un calor de hogar». Sierra, Malú, «Los Pinochet»,

Paula, Santiago de Chile, septiembre de 1974, pp. 52-59.

[45]

El Mercurio, Santiago de Chile, 5 de septiembre de 2003, Revista

ElSábado, pp. 15-18.

[46] Matus, Alejandra,

Doña Lucía. La biografía no autorizada, Santiago de Chile, Ediciones B, 2013, pp. 35-41. Incluso, en su currículo oficial de 1980 se indicaba, sin más detalles, que había cursado «Estudios Superiores Especiales relacionados con Educación Parvularia y Administración de Empresa».

Datos biográficos de la Primera Dama dela Nación, Señora Lucía Hiriart de Pinochet, Santiago de Chile, 1980, p. 2.

[47] Pinochet Ugarte (1990), p. 93.

[48]

Alma de soldado, pp. 92-93.

[49] Arancibia Clavel, Patricia y Balart Páez, Francisco,

Conversando conel general Julio Canessa Robert, Santiago de Chile, Editorial Biblioteca Americana, 2006, pp. 32-34.

[50] Ramos Albornoz, José Domingo,

Las cartas del coronel, Santiago de Chile, Tierra Mía, 2001, pp. 107-108.

[51] Sierra, Malú, «Los Pinochet»,

Paula, Santiago de Chile, septiembre de 1974, pp. 52-59.

[52] Pinochet Ugarte (1979), p. 20.

[53] Valdivia, Verónica, «La vida en el cuartel», en Rafael Sagredo y Cristián Gazmuri, eds.,

Historia de la vida privada en Chile. El Chile con-temporáneo. De 1925 a nuestros días, Santiago de Chile, Taurus, 2007, pp. 199-227.

[54] Ramírez Necochea, p. 551.

[55]

Boletín Oficial del Ejército, Año XXXVI, n.º 12, Santiago de Chile, 22 de marzo de 1946, p. 459.

[56] Pinochet Ugarte (1990), pp. 107-111.

[57] De Ramón, p. 151.

[58] Garcés, Joan E.,

Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, america-nos y españoles, Madrid, siglo XXI, 1996, pp. 105-110.

[59] Riquelme Segovia, Alfredo,

Rojo atardecer. El comunismo chileno entredictadura y democracia, Santiago de Chile, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009, pp. 68-69.

[60] Pinochet Ugarte (1990), pp. 114-115.

[61] Huneeus, Carlos,

La Guerra Fría chilena. Gabriel González Videla y laLey Maldita, Santiago de Chile, Debate, 2009, pp. 174-175.

[62] Aquellas pruebas se referían a materias como Táctica (examen oral y escrito), Topografía, Fortificación y Servicio de Ingenieros, Geografía General de Chile y países limítrofes, Historia de Chile, Historia General y Dactilografía

. Reglamento orgánico de la Academia de Guerra, Santiago de Chile, Instituto Geográfico Militar, 1942.

[63] Villagrán, Fernando,

En el nombre del padre. Historia íntima de unabúsqueda. Vida, clandestinidad y muerte de Víctor Díaz, líder obrerocomunista, Santiago de Chile, Catalonia, 2013, pp. 45-49.

[64] Entrevista a Carmen Vivanco. Archivo del autor.

[65] Pinochet Ugarte (1990), pp. 117-118.

[66]

Ercilla, Santiago de Chile, 9 de marzo de 1948, p. 5.

[67] En las elecciones municipales de 1947, el Partido Comunista había logrado el 81,7 % de los votos en Lota y el 68,1 % en Coronel. Huneeus (2009), p. 265.

[68] Barnard, Andrew,

El Partido Comunista de Chile. 1922-1947, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones, 2017, p. 240.

[69] Venegas Valdebenito, Hernán, «Anticomunismo y control social en Chile. La experiencia de los trabajadores del carbón en Lota y Coronel a mediados del siglo XX»,

Revista de Historia Social y de las Menta-lidades, vol. 16, n.º 2, Santiago de Chile, 2012, pp. 79-106.

[70] Pérez Canales, Francisco y Villalobos González, Mauricio, «El movimiento obrero en la encrucijada: La huelga carbonífera de 1947 y el estado de sitio en Lota y Coronel (1947-1949)»,

Bicentenario. Revistade Historia de Chile y América, vol. 14, n.º 2, Santiago de Chile, 2015, pp. 87-109.

[71] Sandoval Ambiado, Carlos y Figueroa Ortiz, Enrique,

Carbón: Cienaños de historia (1848-1960), Santiago de Chile, CEDAL, 1987, p. 253.

[72] No solo en sus memorias y en

El día decisivo se refirió a su estadía en Pisagua y en el carbón y a sus recuerdos del contacto cotidiano con los comunistas. En un libro de 62 páginas que publicó en 1986 evocó de nuevo aquel periodo de su vida y volvió a señalar (por enésima vez) que el comunismo era «intrínsecamente perverso» y que la «democracia tradicional» era incapaz de enfrentarlo con éxito. Pinochet Ugarte, Augusto,

Repaso de la agresión comunista a Chile, Santiago de Chile, Imprenta de

La Nación, 1986, pp. 7-10.

[73] Muñoz, Heraldo,

Una amistad esquiva. Las relaciones de Estados Uni-dos y Chile, Santiago de Chile, Pehuén, 1987, p. 51.

[74] Ulianova, Olga, «Algunas reflexiones sobre la Guerra Fría desde el fin del mundo», en Fernando Purcell y Alfredo Riquelme, eds.,

Amplian-do miradas. Chile y su historia en un tiempo global, Santiago de Chile, Instituto de Historia de la Universidad Católica y Ril Editores, 2009, pp. 235-259.

[75] El historiador Jorge Magasich ha subrayado que una evidencia de la «sumisión» de las Fuerzas Armadas chilenas a la ideología de la Guerra Fría fue la modificación del juramento que hacían sus miembros. El redactado en 1939 por el gobierno del Frente Popular proclamaba: «Orgulloso de ser chileno, prometo por mi honor de soldado, acatar la Constitución, las leyes y las autoridades de la República; juro, además, amar y defender con mi vida la Bandera de mi Patria, símbolo de esta tierra nuestra y expresión de libertad, justicia y democracia». En cambio, el instaurado en 1952 por la Administración de González Videla suprimió el compromiso con la República y la democracia, introdujo la expresión confesional «por Dios» y minimizó la noción de sumisión a la ley para destacar la de obedecer órdenes. Este juramento, aún vigente, dice: «Yo juro por Dios y por esta Bandera servir fielmente a mi Patria ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar hasta rendir la vida si fuese necesario. Cumplir con mis deberes y obligaciones militares conforme a las leyes y reglamentos vigentes. Obedecer con prontitud y puntualidad las órdenes de mis superiores y poner todo mi empeño en ser un soldado valiente, honrado y amante de mi patria». Magasich, Jorge,

Allende, la UP y el Golpe, Santiago de Chile, Editorial Aún creemos en los sueños, 2013, pp. 53-55.

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