Perfecta

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Capítulo 72

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Capítulo 72

—¡Eso confirma lo que yo creía! —exclamó Meredith poniéndose de pie de un salto en el living donde ella, Matt y Joe acababan de ver los videos que el agente del FBI le había entregado a Zack. Se secó las lágrimas y metió las “evidencias” dentro del sobre—. ¡Obligaré a Zachary Benedict a ver estos videos, aunque para eso tenga que atarlo!

—Meredith —dijo Matt con suavidad, tomándola por la muñeca—. Comprendo que tenías razón con respecto a Julie, pero yo conozco a Zack. No podrás conseguir que mire esos videos a menos que esté dispuesto a hacerlo.

Ella permaneció unos instantes pensativa, y luego una sonrisa le iluminó el rostro resuelto.

—Sí, claro que podré... ¡y sé cómo lograrlo!

Matt se puso de pie.

—Si estás decidida a intentarlo, te acompañaré y lo sujetaré mientras tú lo atas.

—Eso no daría resultado —dijo Meredith—. Acabarías poniéndote furioso. En cambio, si no estás allí creo que podré utilizarte para obligarlo.

—Lo dudo.

—Déjame intentarlo —dijo ella, inclinándose para besar la frente de su marido. Si necesito ayuda, vendré a buscarte.

Antes de que Matt pudiera oponerse, cosa que estaba a punto de hacer, Meredith abrió las puertas del patio y se encaminó al parque. Vio a Zack parado al borde de la piscina. Estaba rodeado por un grupo de actores, actrices y directivos de estudios. Meredith alzó la cabeza y hacia allí se encaminó, decidida.

Zack reía, festejando una broma, cuando vio a Meredith que cruzaba el parque con un sobre en la mano; su sonrisa desapareció.

—Discúlpame un momento —le dijo a Barbra, entrecerrando los ojos y mirando fijo ese maldito sobre. Cuando estuvo junto a Meredith, le dirigió su sonrisa más seductora, evitando mirar el sobre—. Me preguntaba dónde estarían tú y Matt. Veo que todavía no te has cambiado.

—Estábamos en el living, viendo algo en el televisor —contestó ella, y Zack se dio cuenta de que tenía los ojos irritados y que parecía haber llorado—. ¿Puedo hablar contigo a solas?

—Estamos en plena fiesta —puntualizó él con tono evasivo—. Ven conmigo y te presentaré a Kevin Costner. Anoche me dijo que quería conocerte.

—Más tarde —insistió ella con tozudez—. Esto no puede esperar.

Sin otra alternativa, Zack asintió y la siguió hasta la biblioteca.

—¿Qué estás tramando? —preguntó Zack, sentándose en el borde del escritorio y encendiendo una lámpara, mientras Meredith corría las cortinas y oscurecía el cuarto.

Ella se volvió y se paró frente a él.

—Estoy pensando en el contenido de ese sobre.

—Te pedí que lo destruyeras.

—Sí, es cierto —retrucó ella, enfrentándolo con toda la sangre fría—. Y ahora tengo algo que preguntarte.

—¿Qué?

—¿Sientes alguna obligación moral hacia mi marido por todo lo que hizo por ti mientras estabas preso? —Zack asintió con aire de desconfianza—. Muy bien. Matt se niega a imponerse, pidiéndote un favor a cambio de eso.

—Y en cambio tú estás decidida a hacerlo —dijo él, cortante.

—Así es. A cambio de los años de ayuda y de lealtad de Matt, te voy a pedir un favor en su nombre. Queremos que te sientes, mires estos videos y leas la carta que contiene este sobre.

Zack apretó los dientes, pero asintió y empezó a ponerse de pie.

—Lo haré más tarde.

—No, ahora.

Él la miró echando chispas por los ojos, pero sin ningún resultado.

—No creo que sea mucho pedirte —señaló Meredith con tono irrefutable—. Media hora de tu tiempo.

—Muy bien —decidió Zack—. ¿Me permitirás que lo haga a solas o quieres vigilarme para estar segura de que cumplo con mi palabra?

Feliz por el éxito obtenido, ella le dedicó una dulce sonrisa.

—Acepto tu palabra. Gracias. —Se acercó a la videograbadora, deslizó en su lugar el primer casette, prendió el equipo y le entregó el control remoto—. El primer video contiene una conferencia de prensa que Julie concedió uno o dos días después de haberte dejado en Colorado. ¿Ya la has visto?

—No —contestó Zack.

—Muy bien. Entonces te espera un triple impacto. El segundo video fue filmado por un aficionado mientras tú eras arrestado en la ciudad de México. Cuando lo mires, no apartes tu mirada de Julie.

Cuando Meredith salió, Zack oprimió el botón para empezar a proyectar el primer video, pero se levantó y se acercó al bar. La sola mención de Julie Mathison, y el recuerdo de lo tonto y crédulo que había sido, lo hacía querer ahogarse en alcohol. La sola idea de tener que verla en ese cuarto, en su casa, lo hizo lanzar abundantes maldiciones mientras echaba cubitos de hielo en su vaso y lo llenaba con la primera bebida que encontró a mano. A sus espaldas, el intendente de ese pueblo de porquería donde ella vivía estaba anunciando que Julie Mathison ofrecería una conferencia de prensa y que todos debían tratarla con respeto.

Con una sonrisa presuntuosa y llena de desprecio, Zack caminó de regreso a su escritorio, se apoyó contra el borde y cruzó los brazos sobre el pecho. A pesar de estar preparado para verla y oírla, hizo una mueca cuando el rostro inolvidable de Julie lo miró desde la pantalla, el negro pelo sujeto con un moño a la altura de la nuca. Cuando ella empezó a hablar, la primera reacción de Zack fue de sorpresa al verla tan tranquila frente a lo que parecía una multitud de por lo menos doscientos periodistas.

Instantes después, Zack depositó lentamente su vaso sobre el escritorio, frunciendo el entrecejo de incredulidad ante lo que oía. Pese a que la había despedido de Colorado con toda la intención de destrozar cualquier sentimiento que tuviera hacia él, Julie miraba la cámara y trataba, con éxito, de pintar su cautiverio en Colorado como una broma o una travesura, y a Zack como un héroe ingenioso que de una manera divertida hizo fracasar su intento de huir en la playa de estacionamiento y luego arriesgó su vida en un esfuerzo por rescatarla del arroyo helado durante su segundo intento de huida.

Terminada su declaración, cuando desde todas partes empezaron a lloverle preguntas a los gritos, Julie mantuvo su sonrisa y su tranquilidad, mientras evitaba incriminar a Zack, dando explicaciones que él sabía eran veraces pero incompletas. Cuando un reportero le preguntó si él la había amenazado con un arma, cosa que Zack sabía que hizo, ella se evadió con una broma:

«Sabía que tenía un arma, porque la vi, y eso bastó para convencerme, por lo menos al principio, de que no me convenía discutir con él, ni criticar sus viejas películas».

Zack hizo un esfuerzo por no sonreír ante la agudeza de Julie, y se recordó con severidad que lo más probable era que ella hubiera dicho todo eso porque pensaba que tal vez él vería la conferencia de prensa y eso lo sacaría con más rapidez de su escondrijo. Sin embargo, instantes después, cuando le preguntaron si pensaba presentar cargos contra él por haberla secuestrado, Zack la vio sonreír con alegría y evadir el tema de un crimen federal con otra broma inteligente.

«No creo que lograra que lo condenaran. Es decir, creo que si hubiera mujeres en el jurado, lo declararían inocente en el acto en cuanto se enteraran de que, la mitad de las veces, él se encargó de preparar la comida y de limpiar la cocina».

Zack tomó su vaso, pero un momento después la respuesta de Julie a otra pregunta lo obligó a dejarlo, mientras fruncía el entrecejo con incredulidad.

«Señorita Mathison, ¿le gustaría que capturaran a Zachary Benedict?»

«¿Cómo es posible que alguien quiera que vuelvan a encarcelar a un hombre que fue injustamente condenado y enviado a prisión? No sé cómo es posible que un jurado lo haya condenado por asesinato, pero en cambio sé que no es más capaz que yo de matar a alguien. Si fuera capaz de cometer un asesinato, yo no estaría aquí en este momento, porque, como les expliqué hace algunos minutos, hice todo lo posible por poner en peligro su huida. También me gustaría que recordaran que cuando creyó que habíamos sido encontrados por un helicóptero, su primera preocupación fue mi seguridad, y no la suya. Lo que me gustaría sería que detuvieran esta cacería mientras alguien revisa su caso».

Zack tomó el control remoto, con intenciones de rebobinar la cinta y volver a escuchar la última respuesta de Julie, mientras buscaba en su rostro alguna señal de engaño o de mentira, pero la siguiente pregunta petrificó su dedo sobre el botón.

«Señorita Mathison, ¿está enamorada de Zachary Benedict?»

La vio vacilar, pero Julie enseguida miró la cámara y respondió con una sonrisa suave.

«En un momento u otro, casi todas las integrantes de la población femenina de este país posiblemente se imaginaron enamoradas de Zachary Benedict. Ahora que lo conozco, creo que demostraron un juicio excelente. Él... —vaciló un instante y luego terminó con voz entrecortada por la emoción—. Es un hombre muy fácil de amar».

Zack oprimió el botón de rebobinado y volvió a escuchar las últimas dos respuestas de Julie, con la mirada clavada en la pantalla, estudiando su rostro y su entonación, mientras buscaba rastros del engaño que sabía debía de haber en alguna parte. No lo pudo encontrar. Lo que vio y oyó era coraje y serenidad y todo lo que él había amado de ella en Colorado.

Se dijo que debía de estar pasando algo por alto, algún ardid, algún motivo oculto que la llevaba a comportarse así delante de millones de personas. Entonces sacó el otro video de la caja, se levantó y lo colocó en la videograbadora. Esta vez se instaló en el sillón detrás del escritorio, preparándose para ver una escena que jamás olvidaría; una situación que lo puso de rodillas y lo humilló ante el mundo, y todo porque se había vuelto loco por una mentirosa... Que había admitido ante el mundo que lo amaba. Aunque él la hubiera secuestrado. Y enviado de vuelta a su casa después de decirle que desconocía la diferencia entre el sexo y el amor.

Zack estaba tan enfrascado en sus pensamientos que demoró un momento en darse cuenta de lo que sucedía en la pantalla del televisor, y apretó los dientes al verse arrojado contra una pared y esposado por los Federales. Todo el mundo gritaba y el que filmaba la escena no hacía más que mover la cámara de un lado para el otro, tratando de ubicar a una mujer que gritaba algo acerca de que estaban lastimando a alguien.

Entonces Zack se inclinó hacia adelante, mirando con incredulidad a Julie, quien luchaba por abrirse paso entre los policías, mientras gritaba: «¡No lo lastimen!» Vio que Richardson la tomaba de los brazos y la obligaba a retroceder, y que ella lloraba al ver lo que le hacían a él.

La cámara volvió a enfocar a Zack y a Hadley, y después de algunos segundos, Zack se dio cuenta de que Hadley acababa de apoderarse del anillo que él tenía en el bolsillo. La cámara siguió a Hadley, que en ese momento se acercaba a Julie, quien extendió la mano en respuesta a algo que Hadley acababa de decirle, y cuando miró lo que tenía en la mano empezó a llorar como una histérica, mientras se llevaba el anillo al pecho.

Zack se levantó a medias de la silla al ver el rostro atormentado de Julie, pero enseguida se obligó a volver a sentarse y ver lo que él sabía que vendría. Sucedió tal como lo recordaba... los Federales que lo empujaban hacia la salida, y luego Hadley que los obligaba a detenerse casi junto a Julie. El que filmaba la escena se mostraba más atrevido y se animó a acercarse, porque hasta el sonido era más claro. Pero Zack no necesitaba escuchar lo que se decía. Las palabras de Hadley habían quedado grabadas en su memoria.

«Señorita Mathison, he sido muy grosero. Todavía no le he agradecido su cooperación. Si usted no nos hubiera ayudado a preparar esta trampa, es posible que nunca hubiéramos atrapado a Benedict»

Zack recordaba el impacto helado que rugió por su cuerpo al oír esas palabras, y se vio en la película, mirando a Julie en una agonía de furia, antes de levantar los brazos para tratar de obligarlos a llevárselo de allí...

Y entonces en la película se desencadenó el infierno, lo mismo que había sucedido en el aeropuerto. De repente él estaba de rodillas y le pegaban... Sólo que también se había iniciado otro tumulto. Zack alcanzó a verlo en el costado derecho de la pantalla y se levantó para acercarse al televisor y observarlo con mayor claridad. Era evidente que Julie había enloquecido cuando empezaron a castigarlo, y estaba atacando a Hadley. Sollozaba y le arañaba la cara, le golpeaba el pecho con los puños cerrados y, cuando Richardson la obligó a alejarse, alcanzó a lanzarle dos fuertes puntapiés en la entrepierna. Entonces Julie se desmayó y Richardson empezó a pedir a gritos la presencia de un médico mientras la policía sacaba a Zack a la rastra del aeropuerto.

Con el corazón latiendo con fuerza, Zack rebobinó el video y lo volvió a ver. Sólo que esa vez no apartó la mirada del rostro de Julie y lo que vio le formó un nudo en la boca del estómago. Le temblaba la mano cuando sacó la carta y se dispuso a leerla.

«Queridos mamá y papá, y queridos Carl y Ted:

Cuando lean esta carta, ya sabrán que me he ido, para reunirme con Zack. No espero que perdonen lo que me dispongo a hacer, pero quiero explicarlo para que por lo menos algún día puedan comprenderme.

Lo amo.

Me gustaría poder darles más y mejores motivos, en lugar de ése único, y los he buscado, pero no encuentro ninguno. Tal vez sea porque eso es lo único que realmente importa...

Después de que me vaya, todos ustedes oirán cosas sobre Zack, rumores espantosos y malignas conjeturas desparramadas por periodistas, por policías y por gente que ni siquiera lo conoce. ¡No saben lo que me hubiera gustado que lo conocieran! Pero ya que eso no es posible, les dejo algo, algo que recibí de él y que les permitirá vislumbrar el hombre que es en realidad. Es la copia de una carta, una carta muy personal, que Zack me mandó. He omitido un pequeño párrafo, no porque sea algo que podría hacerlos cambiar de opinión, sino porque se refiere a otra persona y a un favor muy especial que esa persona nos hizo a ambos. Cuando lean la carta de Zack, creo que sabrán que el hombre que la escribió me amará y protegerá en todo lo que esté a su alcance. Nos casaremos en cuanto estemos juntos...»

Zack se echó atrás y cerró los ojos, presa del tormento y la ternura que le provocaban lo que acababa de leer. Volvió a ver el rostro angustiado de Julie cuando vio que lo esposaban y escuchó su voz suave durante la única conversación telefónica que mantuvieron:

«Te amo tanto... No puedo dejar de amarte... Reserva tus oraciones para después, querido. Cuando llegue a tu lado te gastarás las rodillas... pidiendo que te deje dormir por la noche, rogando que deje de darte hijos...»

Hacía semanas que Zack imaginaba que ella había mentido al decir que estaba embarazada, pero supuso que era para hacerlo caer en la trampa.

Todo lo demás había sido verdad...

Julie en Colorado, arrastrándolo por la nieve hacia el snowcat... tendida en sus brazos por la noche, entregándose con un ardor tan poco egoísta que lo volvía loco de deseo y lo obligó a tratar de satisfacerla tanto como ella lo satisfacía a él. Julie con sus ojos resplandecientes, su risa musical, su vocabulario decoroso, su sonrisa desenvuelta.

Le parecía sentirla tendida en sus brazos esa última noche, con una mano apoyada sobre su corazón mientras le decía que lo amaba... le parecía ver sus ojos que se oscurecían de pena cuando él le contó esa tonta historia de la maestra que se negó a bailar con él... «Yo nunca te habría rechazado, Zack...» Recordó cómo se le iluminaba la cara cuando le contó que enseñaba a leer a mujeres adultas... «Oh, Zack... ¡Es como tener un milagro en las manos!»

Zack se dio cuenta de que si no se le hubiera ocurrido la loca idea de visitar a la traidora de su abuela, es posible que Julie ni siquiera hubiera cedido bajo la presión de la muerte de Tony Austin. Richardson aseguró que recibió el primer golpe sin perder su resolución. Cedió bajo el segundo.

Julie había sido real. Y suya. Lo amó cuando él no tenía nada que ofrecerle, aparte de una vida oculta con un fugitivo. Había aferrado ese anillo, se lo llevó al pecho y lloró como si se le partiera el corazón... Hizo y fue todas esas cosas.

De repente a Zack se le ocurrió que Richardson no había dicho que Julie siguiera enamorada de él, sino sólo que estaba llena de culpa por lo sucedido en México. También empezaron a ocurrírsele otras cosas: por lo visto, durante los últimos tres meses, Richardson había estado con Julie el tiempo suficiente para enamorarse de ella. En cambio Julie sólo conoció a Zack durante una semana y él, por otra parte, le convirtió la vida en un infierno. Paralizado por una mezcla de urgencia y temor, Zack se puso de pie.

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