Osada

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Capítulo 4

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El Intrépido lanzó una salva, y casi al instante el resto de cruceros de batalla hicieron lo mismo, por lo que se pudo ver una nube de misiles automatizados avanzar hacia los cruceros de batalla enemigos.

Los síndicos respondieron, y las naves asesinas, los cruceros ligeros y los cruceros pesados se interpusieron entre los cruceros de batalla y la avalancha de misiles aliados.

Pese a las maniobras evasivas, la velocidad y el sigilo, muchos de los misiles espectro se iluminaron y murieron cerca de sus objetivos. No obstante, al centrar el fuego en los misiles espectro, las naves enemigas les permitieron a las naves ligeras ponerse dentro de su área de disparo.

Las naves de caza asesinas emitieron un destello y desaparecieron bajo la lluvia de impactos procedente de los destructores y de los cruceros ligeros, mientras que los tres cruceros pesados síndicos fueron reducidos a escombros gracias al fuego procedente de los cruceros pesados que acompañaban a los cruceros de batalla de la Alianza.

Entonces, estos últimos se situaron en el punto necesario para arrojar sus lanzas infernales. El crucero de batalla síndico más adelantado pareció resplandecer mientras sus escudos absorbían impacto tras impacto, pero finalmente colapsaron y las lanzas infernales comenzaron a destrozar la nave.

Geary contuvo la respiración, intentando ocultar su preocupación al ver a Desjani liderar la carga con el Intrépido, el Arrojado y el Victorioso contra el afligido crucero de batalla síndico, y lanzar campos de anulación al pasar sobre él. Estaba preocupado por arriesgar más cruceros de batalla, y ahora estoy lanzándolos al centro del combate, liderados por el que no me puedo permitir perder. Si perdemos al Intrépido, perderemos también la llave hipernética que transporta. Tengo que encontrar una solución.

El crucero de batalla síndico ya no era una amenaza. Los campos de anulación impactaron sobre el lugar donde ya habían impactado las lanzas, por lo que lo único que dejaron fueron los restos de la nave, de los que salían espasmódicamente cápsulas de salvamento en las que la tripulación superviviente intentaba escapar.

Geary buscó al segundo crucero de batalla síndico. Tensó la mandíbula al ver que su comandante le había dado la vuelta a aquella gran nave y avanzaba en dirección a las auxiliares.

—No tiene la menor oportunidad —dijo Desjani.

Al avanzar a través de la formación aliada, recibió innumerables impactos procedentes de los destructores, de los cruceros ligeros, y de los cruceros pesados. No es que le hiciesen demasiado daño pero, según aceleraba intentando confundir los sistemas de puntería de la flota de la Alianza, su estado se deterioraba. No obstante, no tuvo espacio suficiente como para llegar a su velocidad máxima, y el crucero de batalla recibió más y más impactos. Se metió entre la Ilustre y la Increíble, y se ralentizó cuando las dos naves abrieron fuego sobre su sección de babor.

Pese a todo, el crucero de batalla síndico seguía con su acometida, cada vez más dañado, salva tras salva.

Cuando llegó ante la Décima División de Acorazados, la nave síndica había recibido tantos impactos que probablemente avanzaba a ciegas, con los sensores inoperativos, y con la munición que le quedaba siendo disparada inútilmente, sin puntería alguna. Solo la zona de popa, con sus sistemas de propulsión principales, se mantenía relativamente intacta, por lo que siguió acelerando hasta una velocidad de algo más cero coma uno c.

La Amazona y la Custodia, los acorazados más cercanos al rumbo que llevaba el condenado crucero de batalla síndico, lanzaron ráfagas de metralla casi al mismo punto por el que la nave enemiga iba a pasar. El metal impactó sobre el casco enemigo a una velocidad combinada de unos cero coma dos c.

Debido a los impactos, la mitad frontal de la nave se vaporizó, la porción de popa se resquebrajó al pasar a través de los restos de la explosión, y finalmente se deshizo dejando una zona llena de pequeños fragmentos, algunos impactaron sin causar daño alguno en los escudos de la Amazona y la Custodia.

Desjani suspiró.

—Toda la flota de ese crucero de batalla debe de haber muerto.

Geary asintió con la cabeza.

—Nadie podría sobrevivir a eso.

—Qué mal. —Desjani miró a Geary—. Por primera vez en mi vida, me gustaría conocer a un síndico. Al oficial al mando de esa nave. Fue muy valiente. —Había cambiado con respecto a la oficial que conoció por primera vez, a la que el enemigo síndico le parecía inhumano y más que despreciable—. Por supuesto, lo mejor es que él o ella haya muerto —aclaró Desjani—. No me gustaría dejar a un síndico como ese con vida.

—¿No le gustaría dejar con vida a un oficial síndico al que respeta? —le preguntó Geary.

Desjani frunció el ceño ligeramente.

—¿Qué respeto? No podría respetar a un síndico, señor. ¿Cómo podría alguien hacer eso? Creo que este tuvo una buena muerte. Simplemente me gustaría saber cómo era.

Geary se encogió de hombros.

—Ahora mismo está muerto, destrozado en pedacitos junto con su tripulación y su nave.

—Así es, señor —respondió Desjani mientras sonreía ligeramente.

Quizá no había llegado a ese punto. No obstante, Desjani era la heredera de cien años de guerra, de un siglo de atrocidades cuya respuesta habían sido atrocidades peores. Para ella, el enemigo era un alienígena, del mismo modo que lo eran para Geary aquellos seres inteligentes que acechaban desde más allá del espacio síndico.

—Venga, ordenemos esta flota. A todas la unidades, buen trabajo.

Los ojos de Geary se posaron en el visor. En una esquina aparecían, en letras rojas, las naves de la Alianza perdidas: dos destructores y tres cruceros ligeros. Muchas otras habían recibido daños durante el combate. Cabía la posibilidad de que algunos de los destructores que habían sobrevivido no fuesen reparables, por lo que podrían verse obligados a abandonarlos allí mismo, y al menos uno de los cruceros pesados había recibido daños importantes.

—Formación Delta Uno a menos que sea para recoger cápsulas de salvamento de la Alianza.

Tenía que ver cuáles de los acorazados estaban en tan mal estado como para replegarse con las naves auxiliares para ahorrar esfuerzos, y así unirse a las maltrechas Orión, Majestuosa y Guerrera, en lo que ya se había convertido en la formación de las naves lisiadas.

Geary utilizó su control de mandos para contactar con la División de Inteligencia.

—Intentad encontrar alguna de las cápsulas de escape síndicas con oficiales de alto rango.

Necesitaba saber qué estaba haciendo el enemigo y qué estaba pasando en la frontera con la Alianza. Teniendo en cuenta la obsesión del enemigo por mantener todo en secreto y por tener a sus oficiales bien atados, las posibilidades de que alguno de los supervivientes tuviese respuesta para aquellas preguntas eran bastante remotas. No obstante, cuanto más tiempo pasase sin saber las respuestas, más lo carcomerían por dentro aquellas cuestiones. ¿Durante cuánto tiempo podría evitar a un enemigo cuyos movimientos, en su mayoría, no podía prever?

Si la flota de la Alianza hubiese llegado a Daiquón medio día después, se habrían adentrado en el campo de minas que había enfrente del punto de salto, y las naves vigías síndicas habrían escapado con la intención de informar a su alto mando sobre el camino que seguía la Alianza.

Cualquier posible euforia, fruto de la victoria, se desvaneció al ver los nombres de las naves perdidas y los informes de daños y de pérdidas en las demás naves. Había sido una corta victoria por la que habían pagado un precio demasiado alto.

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