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Cuando Ael volvió a la interface después de una breve pausa para comer algo, los científicos, ingenieros y técnicos ya lo tenían todo elaborado. En teoría, al menos.

#En realidad es muy simple#, dijo el portavoz. #Convertimos toda la bodega de carga de la nave en una cámara masi, hacemos que todos los quince masis del sistema joviano transmitan simultáneamente a ella una carga máxima de gas, ¡y presto! Una micronova, allí mismo en sus narices#.

#Sí, sí#, dijo otro. #¿Pero no cree que deberíamos señalar que…?#

#¡No!#

#¡Pero amigo, tenemos una obligación!#

¿De qué se trata?, preguntó cautelosamente Ael.

La respuesta le llegó como si el que la estuviera emitiendo rechinara los dientes al mismo tiempo.

#El problema es realmente simple también. Cuando la hagamos estallar, la nave estará algo más cerca de nosotros que de L5. Va a causar un montón de daños#.

¿Cómo cuántos?

#Nuestras cifras muestran que habrá una disrupción en toda la atmósfera: desaparición total de la capa de ozono, calentamiento intolerable en virtualmente todas las altitudes, creación de docenas de productos químicos más bien desagradables… Si quiere que le diga la verdad, probablemente el veinte por ciento de la población va a morir en el transcurso de los cinco años siguientes a la explosión. Después de eso…, bien, creemos que las cosas volverán a la normalidad. Creemos. Esperamos#.

¿No la pueden hacer estallar más lejos?

#Los dacs sólo nos autorizan un corredor espacial a la Luna. El punto más cercano a L5 está a mitad de camino entre la Tierra y la Luna#.

Otra voz exclamó:

#¡Dejen paso al genio, muchachas y muchachos! Los dacs nos permiten una órbita baja en torno a la Luna, ¿no? ¡Saquémosle partido!#

¿Qué quiere decir con eso?, preguntó Ael, aunque en realidad lo que hubiera debido preguntar era de qué estaba hablando exactamente.

#Lanzar la nave desde detrás de la Luna, de modo que se dirija directamente hacia L5. La destruirán apenas abandone la órbita baja, ¡de modo que no será tan cerca que si nosotros la hiciéramos estallar a medio camino entre aquí y la Luna, sino mucho más lejos de nosotros!#

#El cronometraje tendrá que ser perfecto#.

#Pero sólo sufriremos una cuarta parte de las radiaciones que recibiríamos de la otra forma#.

¿Eh?

#La ley de la inversa del cuadrado#, dijo alguien, impaciente. #Dos veces más lejos, cuatro veces menos efectos#.

#¡Oh, dioses! ¡Eso lo conseguirá, seguro!#

¿Cuánto tiempo necesitaremos?

El entusiasmo se hundió como un soufflé malo. Al cabo de un momento alguien dijo:

#Para tenerlo todo a punto…, dieciséis días, más o menos seis horas#.

Por aquel entonces alguien se habrá enterado ya de todo, y la flota dac estará esperándonos preparada.

Nadie mencionó que por aquel entonces la flota también habría tenido tiempo de reducir el planeta a escorias.

Parece, dijo Ael cautelosamente, que nuestra única posibilidad es mantener esto en secreto.

#¿Y cómo demonios supone que podemos conseguirlo?#

Ael sabía cómo. Hoscamente, tristemente, empezó a decírselo…, luego se detuvo. No tenía sentido cargar aquello en las conciencias de todos.

Yo me ocuparé de ello. Pero primero organicemos el proyecto. El equipo que modifique la nave de carga va a tener que trabajar por su cuenta, de una forma totalmente independiente de las redes de datos. Ninguna comunicación, nada. Va a ser difícil, pero solamente podrán contactar con los laboratorios del sistema joviano dos veces: una para decirles lo que tienen que hacer, la segunda para indicarles el momento exacto en que deberán hacerlo. No podemos arriesgarnos a que los dacs descubran nada de esto.

Se necesitó casi una hora para asignar todos los papeles y disponer el transporte necesario para todos los que tuvieran que estar en el lugar de la modificación. Se discutió mucho acerca de aquello, pero Ael insistió…, y ganó.

Luego salió de la interface y utilizó el monitor para llamar a Uwef Denoventi. El viejo sonó aprensivo.

—¿Qué ocurre, Ael?

—Necesito un programa, Uwef.

—¿Para qué otra cosa podía llamarme?

Ael se inclinó hacia delante en su asiento y se frotó las sienes.

—Uwef, vamos a tener que interrumpir todo el sistema, y me refiero a todo el sistema, hasta el último rincón, y mantenerlo interrumpido durante dieciséis días.

La voz de Uwef tembló.

—¿Todo?

—Absolutamente todo.

—¡No puede hacerlo sin advertirles antes, Ael! La gente se morirá de hambre, se congelará… Demonios, cuando una Red deja de funcionar, lo mismo le ocurre a la electricidad que acciona las bombas que impulsan el agua hasta las casas de la gente. Santo Dulce Jesús, Ael, la gente morirá a millones.

Lo sabía. Lo sabía de una forma tan absoluta que sentía unos deseos incontenibles de vomitar. Se aferró el estómago. Y dijo suavemente:

—Mejor eso que miles de millones.

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