Oblivion

Oblivion


Capítulo 21

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CAPÍTULO 21

No sabía muy bien si estaba soñando o no, pero, si era así, no quería despertar. El aroma a melocotones y vainilla me provocaba y me invadía.

Kat.

Solo ella tenía un aroma tan maravilloso, a verano y a todas las cosas que podría desear y jamás tendría. Todo su cuerpo estaba apoyado contra el mío, y su mano descansaba sobre mi estómago. El ritmo constante de su pecho subiendo y bajando se convirtió en mi mundo entero, y en el sueño (porque tenía que ser un sueño) sentí que mi propia respiración se acompasaba a la suya.

Cada célula de mi cuerpo chisporroteaba y ardía. Si estuviera despierto, seguramente habría adoptado mi auténtica forma. Mi cuerpo estaba en llamas.

Tan solo era un sueño, pero parecía real.

No pude resistirme a deslizar la pierna sobre la suya, a enterrar la cabeza entre su cuello y su hombro e inhalar profundamente. Era un aroma celestial. Perfecto. Humano. Respirar se volvió más difícil de lo que jamás habría imaginado. El deseo me invadió por dentro, embriagador y voraz. Probé su piel; un ligero roce de mis labios, un breve toque con la lengua. Era perfecta debajo de mí, blanda en todas las zonas en las que yo era duro.

Me moví sobre ella, contra ella, y me encantó el sonido que produjo; un murmullo suave y totalmente femenino que hizo arder cada parte de mi cuerpo.

—Eres perfecta para mí —susurré en mi propio idioma.

Ella se movió debajo de mí, y soñé que respondía, que me deseaba en lugar de odiarme.

Me apreté contra ella y metí la mano por debajo de su camiseta. Su piel parecía satén bajo mis dedos. Valiosa. Preciada. Si fuera mía, adoraría cada centímetro de su cuerpo. Y eso era lo que quería hacer. En ese mismo momento. Mi mano siguió subiendo, más, más y más. Su piel era tan suave, tan blanda…

Kat soltó un jadeo.

La nube del sueño se disipó con el sonido, que noté en todo el cuerpo. Todos mis músculos se tensaron. Abrí los ojos muy lentamente, y vi su cuello esbelto que se curvaba ante mí. Tenía una parte de la piel rosada por la barba incipiente de mi mandíbula…

El reloj de la pared hacía tictac.

Mierda.

Había estado sobándola en sueños.

Levanté la cabeza y la miré. Estaba observándome, con los ojos de un gris nublado y maravilloso, y también inquisitivos. Doble mierda.

—¿Buenos días? —dijo, con la voz todavía áspera a causa del sueño.

Me incorporé utilizando el brazo, y ni siquiera entonces, sabiendo que nada de aquello había sido un sueño, fui capaz de apartar la mirada de ella. No quería hacerlo. Había una necesidad infinita, en ella y en mí. Exigía que me arrodillara ante ella, y quería hacerlo… joder, y tanto que quería hacerlo.

Lo único que me despejó un poco, lo único que aclaró las nubes de lujuria y de estupidez idealista de mi cabeza, fue el rastro que relucía a su alrededor. Parecía la estrella más brillante del cielo.

Estaba en peligro. Y también era un peligro para nosotros.

Con una última mirada, crucé la habitación con velocidad inhumana y cerré la puerta detrás de mí. Cada paso que me alejaba de aquella habitación, de aquella cama, era tenso y doloroso. Al doblar la esquina estuve a punto de atropellar a mi hermana.

Ella me examinó con los ojos entrecerrados.

—Cállate —murmuré, pasando junto a ella.

—No he dicho nada, imbécil.

Sin embargo, sus palabras sonaban divertidas.

—No digas nada —le advertí.

Una vez dentro de mi habitación, me cambié rápidamente para ponerme unos pantalones de chándal, y después me puse las zapatillas. Encontrarme con mi hermana me había enfriado casi por completo, pero aún tenía los nervios de punta y necesitaba salir de la casa, alejarme de Kat.

Sin molestarme siquiera en cambiarme de camiseta, adquirí velocidad, atravesé la casa y salí por la puerta principal. En cuanto mis zapatillas tocaron el porche, eché a correr y me interné entre los árboles del bosque con la velocidad de una flecha. El cielo sobre mi cabeza era gris y sombrío. Una llovizna me bombardeaba la cara, como un millar de pequeñas agujas. Lo agradecí, y seguí corriendo y corriendo hasta que me interné profundamente en el bosque. Entonces me despojé de mi forma humana, adoptando la auténtica mientras atravesaba los árboles, moviéndome hasta que no fui nada más que un borrón de luz.

La deseaba… Deseaba a Kat.

Aquello no era un pensamiento completamente nuevo, ni me había dado cuenta de ello entonces. Desde el momento en que vi por primera vez esas piernas, las imaginé a mi alrededor, enredadas con las mías, más de una vez y más de dos. Y cuando se había puesto ese biquini rojo… Lo de desearla no era nada nuevo, pero sí la intensidad de lo que había sentido aquella mañana.

Deseaba tanto a Kat que me producía un dolor casi físico.

¿Había sido por la noche anterior? ¿Por el hecho de que me hubiera salvado? ¿O había sido antes, al verla con Simon y con ese vestido? ¿O era algo que había estado creciendo desde el primer día? Nada de eso importaba.

Aquello estaba mal.

Tenía que pensar en Dawson, recordar lo que le había pasado a él. ¿Acaso quería correr el mismo riesgo? ¿Dejar a Dee completamente sola? Pero incluso entonces, en el bosque, podía sentir su piel, saborearla; dulce y azucarada como el caramelo. Oía ese maravilloso sonido que había producido una y otra vez, atormentándome por muchos kilómetros que pusiera entre nosotros.

Una idea comenzó a formarse en mi cabeza; una que Dee iba a odiar, pero no veía ninguna otra opción. Podía ir al Departamento de Defensa y solicitar un traslado a alguna de las otras comunidades. Estaríamos abandonando nuestro hogar, dejando atrás a nuestros amigos y a Matthew, pero sería lo mejor. Era lo correcto. Así, Dee estaría a salvo.

Y Kat también estaría a salvo.

Porque Dee no podía permanecer alejada de ella, y yo tampoco. Porque daba igual adónde fuera, pues aquello de lo que huía seguiría estando conmigo: Kat. No estaba solamente en casa, en aquella cama. Se encontraba conmigo mientras corría por el bosque, en mi interior. Y no había forma de huir de eso.

* * *

Cuando regresé después de haber estado corriendo, todo parecía bajo control. Tenía un plan, y pensaba llevarlo a cabo. Entré en la casa con decisión.

El coche de Andrew se encontraba aparcado en el exterior, y esperé de verdad que el clan entero no estuviera ya allí. Claro que sabía perfectamente que el inevitable enfrentamiento con Matthew y los Thompson no tardaría en llegar.

Dee estaba esperándome en la sala de estar, y abrió la boca al verme.

—¿Dónde está Kat? —pregunté, y a continuación me pegué una patada mental en los huevos. Preguntar por ella a la primera de cambio no era una señal de que tuviera nada bajo control.

Mi hermana arqueó una ceja.

—Se fue a su casa hace unos pocos minutos. Su madre ya ha llegado, pero volverá enseguida. —Respiró hondo—. Daemon…

Adam salió de la cocina con una manzana en la mano.

—Andrew y Ash están cabreados.

Levanté el brazo y me sequé las gotitas de sudor que tenía en la frente.

—¿Y en qué se diferencia eso de cualquier otro día?

Me dirigió una sonrisita de suficiencia.

—Bueno, es que no pueden creer que hayáis mantenido esto en secreto; el hecho de que Kat sepa la verdad acerca de nosotros. Están de camino hacia aquí ahora mismo.

—Con Matthew —añadió Dee, y se rodeó la cintura con los brazos. Tenía la mirada llena de preocupación—. A él tampoco le hace mucha gracia, Daemon. Me temo que vaya a…

—No va a hacer nada. —Fulminé a Adam con una mirada penetrante—. ¿Y tú no estás cabreado?

—La verdad es que no. —Levantó un hombro mientras mordía la manzana, y la masticó pensativo—. Es decir, hace ya un tiempo que lo sabe, ¿verdad? Al menos eso es lo que parecía por lo que dijo Dee. Y si todavía no ha dicho nada, ¿por qué iba a hacerlo ahora?

—No lo hará —respondimos Dee y yo al unísono.

Le lancé una mirada burlona a mi hermana mientras ella sonreía.

—Voy a darme una ducha —dije, y después me giré en dirección a la escalera.

Dee echó un vistazo por encima del hombro a Adam y me siguió.

—Kat va a volver en cosa de diez minutos o así.

—Vale.

—Y todos los demás también van a venir —añadió. Estaba a mitad de la escalera cuando lo comprendí. Me giré y miré a Dee—. Kat sabe que lo saben, y también que van a venir. Quiere estar aquí, y creo que es una buena idea.

Bajé un escalón mientras elevaba las cejas.

—¿Cómo puede ser una buena idea que esté aquí con tres Luxen a los que ya les caía mal y que desconfiaban de ella antes? Salvo que consideres que ponérselo más fácil para que traten de freírla es una buena idea.

—Andrew y Ash ladran mucho, pero no muerden. Ya lo sabes —dijo Adam desde el vestíbulo—. No van a hacerle daño.

—No voy a permitírselo.

Dee abrió mucho los ojos, y sí, es que lo había soltado sin pensar. Pero en cualquier caso solo Dios sabía lo que Dee estaría pensando, sobre todo después de aquella mañana. Pestañeó.

—De todos modos, creo que es una buena idea que la vean de verdad; que vean que pueden confiar en ella. No estoy preocupada por Ash o por Andrew; es Matthew a quien hay que convencer. Ya lo sabes.

Aquello era cierto. No estaba dispuesto a creer que lo de Ash y Andrew fuera solo ladrar sin morder, pero ellos no acudirían al Departamento de Defensa ni a los ancianos. Matthew, en cambio, sí que lo haría, pero él era una persona justa y lógica. Si lo convencíamos de que Kat no abriría la boca, entonces no lo haría, y que Kat estuviera con nosotros para que vieran que podría guardar silencio era probablemente la única forma de convencerlo. Además, yo estaría presente para asegurarme de que Kat permaneciera a salvo durante el enfrentamiento inicial.

—Vale —dije, y me giré para ir a darme una ducha rápida antes que nada. Llegué hasta mi habitación, con Dee pisándome los talones.

Cerró la puerta y esperó a que la mirara.

—¿Qué está pasando entre tú y Katy? —preguntó.

De inmediato recordé a Kat aquella mañana, su cuerpo suave debajo del mío.

—No está pasando nada, Dee.

Su rostro reflejaba duda.

—Anoche te acostaste con ella.

Estuve a punto de ahogarme con mi propia saliva mientras me quitaba las zapatillas.

—No me acosté con ella.

—Estabas en la misma cama que ella, así que te acostaste con ella, aunque no fuera acostarte con ella en ese plan. —Entrecerró los ojos—. Quiero saber lo que está pasando.

Una parte de mí quería decirle que aquello no era asunto suyo, pero eso únicamente serviría para aumentar sus sospechas.

—Mira, anoche estaba estresada y asustada. Entre lo que pasó en esa maldita fiesta en el campo, y después encontrarse cara a cara con tres Arum, necesitaba estar con alguien. Y yo fui ese alguien. Eso es todo. No tiene importancia.

Dee permaneció en silencio mientras se retorcía el pelo entre las manos.

—Sí que tiene importancia. —La miré fijamente, y ella me dirigió una enorme sonrisa—. Tiene mucha importancia.

* * *

Después de una ducha rápida y de cambiarme de ropa, me dirigí hasta el piso inferior. Kat ya se encontraba ahí, brillando como una maldita estrella. Levantó la mirada cuando entré en la habitación, pero entonces apartó los ojos de los míos y los bajó, los bajó mucho, y un rubor rosado se extendió por sus mejillas. Lo observé mientras recorría su garganta y desaparecía bajo el cuello de su camiseta. Me pregunté hasta dónde llegaría el rubor.

Joder.

—Ya están aquí —dijo Adam, dirigiéndose hacia la puerta principal.

Kat se puso rígida, pero permaneció en silencio y alerta. Mientras todos entraban, me senté en el brazo del sillón reclinable donde ella se había sentado. Todo el mundo notó claramente mi posición.

Dee sonrió como si acabara de descubrir el sentido de la vida.

Cuando Ash y Andrew vieron a Kat envuelta por el rastro, y el lugar donde yo estaba sentado, fruncieron tanto el ceño que me pregunté si se quedarían así para siempre.

Matthew tenía aspecto de estar a punto de vomitar. Se detuvo completamente en mitad de la sala de estar.

—¿Se puede saber qué hace aquí? —preguntó.

—Está más iluminada que una bola de discoteca —dijo Ash con tono acusador—. Seguro que se la ve desde Virginia.

Kat entrecerró los ojos.

—Estaba conmigo cuando los Arum decidieron atacar —expliqué—. Ya sabes que la cosa se puso… fea. Era imposible ocultar lo que pasaba.

Matthew se pasó una mano por el pelo.

—Daemon, no me esperaba esto de ti. Pensaba que serías más cuidadoso y tendrías más vista.

Fruncí el ceño.

—¿Y qué narices tendría que haber hecho? ¿Dejarla K.O. antes de que nos atacaran los Arum? —Ash arqueó una ceja, y la expresión de su rostro dejaba claro que apoyaba totalmente esa idea—. De todos modos, Katy ya sabía lo nuestro cuando empezaron las clases —añadí—. Y tenéis que creerme si os digo que hice todo lo posible para que no se enterara de nada.

Andrew tomó aire de golpe.

—¿Hace tiempo que lo sabe? Pero ¿cómo lo has permitido, Daemon? ¿Todo este tiempo nuestras vidas han estado en las manos de una humana?

Dee puso los ojos en blanco.

—Andrew, relájate. Está claro que no le ha dicho ni una palabra a nadie.

—¿Que me relaje? —Andrew tenía el ceño fruncido, al igual que su hermana—. Si esta tía es una…

—Cuidadito con lo que vas a decir —advertí, y la piel comenzó a vibrarme—, porque puede que sin saber por qué te estalle un rayo en la cara.

Ash tragó saliva con fuerza mientras apartaba la mirada, negando con la cabeza. Cayó el silencio mientras mi mensaje calaba alto y claro.

—Daemon —dijo Matthew, dando un paso hacia delante—, ¿amenazas a uno de los tuyos por ella? No me esperaba esto de ti.

Se me tensaron los hombros.

—Eso no es exactamente así.

—No voy a decirle nada a nadie —dijo Kat, hablando por primera vez—. Sé el riesgo que correríais tanto vosotros como yo misma. No tenéis nada de qué preocuparos.

—¿Y quién se supone que eres para que confiemos en ti? —preguntó Matthew—. No me malinterpretes, estoy seguro de que eres una buena chica; eres lista y parece que tienes la cabeza bien amueblada, pero este tema es muy serio: es una cuestión de vida o muerte para nosotros. De libertad. Y no podemos permitirnos el lujo de confiar en un humano.

No me gustaba nada el camino que estaba siguiendo la conversación.

—Ayer me salvó la vida.

Andrew se rio.

—Venga ya, Daemon. Creo que los Arum debieron de darte un buen golpe en la cabeza. Es imposible que un humano pueda salvarnos la vida.

—¿Se puede saber qué te pasa? —saltó Kat, más fogosa que nunca—. Te comportas como si fuéramos completamente inútiles e incapaces de hacer nada. Vosotros tendréis poderes, pero eso no implica que nosotros seamos organismos unicelulares.

Adam soltó una risita ahogada.

—Me salvó la vida —repetí, atrayendo la atención de todos—. Nos atacaron tres Arum, hermanos del que yo maté. Pude destruir a uno de ellos, pero los otros dos me doblegaron. Me tenían inmovilizado y habían empezado a quitarme los poderes. Estaba sentenciado.

—Daemon —susurró Dee, empalideciendo—, no nos explicaste nada de esto.

—No entiendo cómo pudo ayudarte —dijo Matthew, hablando con la voz llena de dudas—. Es humana y los Arum son poderosos, amorales y malvados. ¿Cómo va a poder una simple chica enfrentarse a ellos?

—Le di la daga de obsidiana que llevaba y le pedí que se marchara de allí.

—¿Le diste la daga en vez de usarla? —Ash parecía aturdida—. ¿Por qué? —Dirigió los ojos hacia Kat—. Si ni siquiera te cae bien…

Kat frunció el ceño.

—Puede, pero no iba a dejar que muriera solo porque no me caiga bien —respondí, pero no me gustaron las palabras que tuve que utilizar. No era el momento de cabrear todavía más a Ash llevándole la contraria. No miré a Kat para ver su reacción: no quería saberlo.

—Pero podían haberte herido —protestó Ash, con miedo en la voz—. Podían haberte matado porque le diste tu mejor arma a ella.

Solté un suspiro.

—Yo podía defenderme de otras maneras; ella no. Y no se marchó corriendo de allí, como le pedí. En vez de eso, volvió y mató al Arum que estaba a punto de acabar conmigo.

Un orgullo reluctante brilló en los ojos de Matthew. Pude ver en ellos que le parecía admirable.

—Eso es absolutamente increíble; una pasada de verdad —intervino Dee, mirando a Kat—. No tenía por qué haberlo hecho.

—Fue un gesto muy valiente —dijo Adam en voz baja, mirando fijamente la alfombra—. Es lo que cualquiera de nosotros habría hecho.

—Pero eso no cambia el que ella sepa de nuestra existencia —replicó Andrew, lanzando una mirada desdeñosa a su hermano—. Y no podemos decirle nada a ningún humano.

—No se lo dijimos —repuso Dee, agitándose con nerviosismo—. Pasó… sin más.

—Ya, claro, como la última vez. —Andrew puso los ojos en blanco y se volvió hacia Matthew—. Eso no se lo cree nadie.

Matthew negó con la cabeza.

—Después del fin de semana del Día del Trabajo me dijiste que pasó algo pero que ya te habías ocupado del tema.

—¿Qué pasó? —preguntó Ash—. ¿Todo esto tiene que ver con la primera vez que brillaba?

—¿Qué pasó? —repitió Adam.

—Pues que casi me atropella un camión —murmuró Kat.

Ash me miró fijamente, y sus ojos azules parecieron crecer hasta el tamaño de un plato pequeño.

—¿Y tú paraste el camión? —Asentí con la cabeza. La furia desapareció de su rostro mientras pestañeaba con rapidez—. ¿No podías habérnoslo dicho? ¿Y desde entonces lo sabe?

—No se asustó —señaló Dee—. Nos escuchó, entendió por qué era importante no decir nada y ya está. Todo iba bien hasta ayer por la noche. Que nosotros seamos Luxen nunca ha representado un problema para ella.

—Pero me engañaste… Los dos me engañasteis. —Matthew se reclinó contra la pared, entre el televisor y la estantería a rebosar—. ¿Cómo voy a confiar ahora en vosotros?

Vi con el rabillo del ojo que Kat se llevaba dos dedos a la sien.

—Mirad, entiendo el riesgo que corremos. Y mucho más que cualquiera que esté en la sala. —Me froté con la parte baja de la mano el lugar del pecho que todavía me dolía tras el ataque del Arum—. Pero lo hecho, hecho está. Tenemos que seguir adelante.

—¿Contactando con Defensa, por ejemplo? —preguntó Andrew—. Seguro que sabrán qué hacer con ella.

Cuando hablé lo hice con voz baja y calmada, pero no era así como me sentía.

—Mira, Andrew, haz eso y verás que, aunque todavía no estoy totalmente recuperado, puedo patearte el culo.

Matthew se aclaró la garganta.

—Daemon, las amenazas sobran.

—¿Seguro? —lo reté.

Cayó un silencio pesado en la sala de estar, que no se rompió hasta que Matthew volvió a hablar.

—No creo que estemos haciendo lo correcto, pero no voy a entregarte al Departamento de Defensa. —Miró a Kat y soltó un fuerte suspiro—. No lo haré a menos que tú me des algún motivo. Cosa que creo que no harás, aunque con los humanos nunca se sabe; sois unas criaturas tan volubles… Nuestra identidad y nuestros poderes deben quedar protegidos a toda costa: eso creo que lo entiendes. Estás a salvo, aunque nosotros no lo estemos.

Andrew maldijo entre dientes, y Ash parecía tener ganas de romper algo, pero era Matthew quien decidía. Él era como nuestro propio anciano particular, y todos lo sabíamos. Noté cierto alivio que aflojó la tensión de mis músculos. Al menos no iba a tener que enfrentarme a aquellos con los que había crecido y consideraba mi familia.

—¿Dijiste que quedaba un Arum? —preguntó Adam, cambiando el curso de la conversación—. ¿Cuál es el plan ahora? Evidentemente, sabrá que hay Luxen aquí. Va a volver.

—No esperará. La paciencia no es su fuerte —dijo Matthew, y se sentó en el sofá junto a Dee—. Puedo ponerme en contacto con los demás Luxen, aunque no sé si sería buena idea. Puede que nosotros confiemos en ella, pero los demás no lo harán.

—Además, tenemos el problemilla de que ahora mismo parece una bombilla de un megavatio con patas —añadió Ash, frunciendo el labio inferior—. Qué más da que no digamos nada; tan pronto como ponga un pie en el centro, todo el mundo sabrá que ha pasado algo muy gordo.

—Ya, bueno, no sé qué se supone que tengo que hacer al respecto —replicó Kat.

—¿Alguna sugerencia? —pregunté—. Cuanto antes se libre del rastro, mejor para nosotros.

—¿Y qué más da eso ahora? —dijo Andrew, poniendo los ojos en blanco—. Lo primero es ocuparse del asunto del Arum. Seguro que la ve, esté donde esté. Ahora mismo estamos todos en peligro. Cualquiera que se encuentre cerca de ella lo está. No podemos esperar más: tenemos que salir en busca del último Arum.

Dee negó con la cabeza.

—Si hallamos la manera de quitarle el rastro, conseguiremos ganar tiempo para encontrar al Arum. Nuestra prioridad es librarla del rastro.

—Pues yo digo que la llevemos en coche a un campo, en medio de la nada, y la dejemos allí —murmuró Andrew.

—Gracias —dijo Kat, frotándose las sienes con los dedos—. De verdad que aprecio tu ayuda.

Él le dirigió una sonrisa.

—Oye, que yo solo comparto mis sugerencias.

—Andrew, cállate ya —dije, y él volvió a poner los ojos en blanco.

—Una vez que le quitemos el rastro, Katy estará a salvo —insistió Dee mientras se echaba el pelo hacia atrás con el ceño fruncido—. Los Arum no tienen nada en contra de los humanos, de verdad.

—Se me ha ocurrido algo —dijo Adam, y todos lo miraron—. La luz de su rastro es consecuencia de nuestro poder, ¿no? Y nuestro poder es consecuencia de la concentración de energía. Cuando usamos nuestros poderes, nos debilitamos, ¿verdad?

Una chispa de interés brilló en los ojos de Matthew.

—Creo que sé adónde quieres ir a parar.

—Pues me parece que yo no —murmuró Kat, y mis labios se crisparon.

—Nuestros poderes se debilitan cuanto más los usamos, cuanta más energía utilizamos —explicó Adam, y se volvió hacia mí—. Creo que los rastros que dejamos en otros deben de funcionar del mismo modo, pues no son más que energía residual que dejamos en alguien. Lo que tenemos que hacer es que ella use su propia energía para agotar la que la rodea. Puede que no desaparezca por completo, pero de este modo bajará a niveles que no provocarán que todos los Arum que estén en la Tierra nos localicen.

Matthew asintió con la cabeza.

—Eso tendría que funcionar.

Me froté el pecho.

—¿Y cómo vamos a hacer que use su energía?

Andrew sonrió desde el otro lado de la sala.

—Podríamos llevarla a un descampado y perseguirla con nuestras camionetas. Sería la mar de divertido.

Kat dio un pisotón en el suelo.

—Me cago en…

Mi risa cortó sus palabras, y la gatita me lanzó una mirada envenenada y muy cabreada.

—No creo que sea buena idea. Sería divertido, pero los humanos son frágiles.

—Y qué te parece si te doy un buen patadón en el culo con mi frágil pie —replicó, y eso me hizo sonreír… hasta que me apartó del reposabrazos del sillón—. Me voy a beber algo. Ya me avisaréis cuando lleguéis a alguna solución que no implique matarme en el proceso.

La observé mientras salía de la sala de estar, sonriendo débilmente. Vaya, desde luego no estaba muy contenta en esos momentos, aunque no podía culparla por ello. Volví a centrarme en la habitación, y mi mirada se encontró con la de Ash. Yyyy… ahí había otra persona que no parecía estar demasiado feliz precisamente.

—Esto podría funcionar —dijo Dee, pasándose las manos por las piernas—. Tan solo tenemos que conseguir que utilice energía, y eso no es tan difícil. Correr funcionará. Saltar obstáculos. Incluso correr en el mismo sitio. Hacer abdominales…

—Sexo —sugirió Andrew, y todos lo miramos. Lo último en lo que necesitaba pensar eran las palabras «sexo» y «Kat» en una misma frase—. ¿Qué pasa? —Soltó una risita—. No estoy sugiriendo que nadie se acueste con ella…

—Dios santo —murmuró Matthew, pellizcándose el puente de la nariz.

—Pero todos estabais diciendo cosas que pueden quemar energía, y el sexo es una de ellas.

Dee estaba mirando fijamente la alfombra. Adam parecía extrañamente avergonzado, y Ash se puso en pie y comenzó a caminar.

—Eso es asqueroso, por un montón de razones que no tienen nada que ver con el hecho de que sea humana. —Se detuvo junto a mí y me fulminó con una mirada heladora—. Puedes encontrar algo mejor que ella.

—Y ella puede encontrar algo mejor que nosotros —repliqué sin pensarlo siquiera y, joder, era la verdad. Ash pareció quedarse aturdida, y a continuación comenzó a dirigirse hacia la cocina. Le atrapé el brazo y la miré a los ojos—. No hagas nada que no vaya a gustarme.

—A ti no te gusta nada —escupió ella.

—Lo digo en serio, Ash. —Ignoré su comentario—. Si tengo que entrar ahí para separaros, no va a gustarme nada.

Frunció los labios.

—Pero ¿qué te crees que soy? Por Dios. —Se liberó de mí—. No voy a hacerle daño. Tan solo quiero algo para beber.

Una parte de mí sentía que debería seguir a Ash, pero Matthew estaba observándome como si creyera que estaba a unos segundos de ponerme a hacer bebés con una humana, cosa que ni siquiera sabía si podía suceder. No se oían gritos ni chillidos de furia en la cocina, pero mantuve un oído atento por si acaso mientras la conversación continuaba a mi alrededor.

Lo cierto era que todo había ido mejor de lo que esperaba, casi demasiado fácil. La intranquilidad brotó en mi interior como un hierbajo nocivo, y continuó creciendo, preocupándome. Me puse en pie y caminé hasta la ventana. Aparté la cortina y miré al exterior, aunque no sabía muy bien lo que estaba buscando.

Matthew anunció que hablaría con el Departamento de Defensa y con la colonia. La destrucción que habíamos causado la noche anterior en la carretera ya debía de haberse descubierto, y a esas alturas el Departamento de Defensa estaría investigando las descargas de energía.

Enfrentamiento entre dos Luxen. Eso era lo que íbamos a decirles. Aunque el Departamento de Defensa no sabía exactamente lo que podíamos hacer, ni el alcance total de nuestros poderes, sí que sabían que nuestra fuerza era superior a la de los humanos. Había muchas posibilidades de que se tragaran que dos de nosotros habíamos sembrado el caos de esa forma. Al menos, eso creíamos. Si teníamos mucha mucha suerte, se lo tragarían.

Kat regresó a la sala de estar con una botella de agua en la mano. Nuestras miradas se encontraron y mantuvieron el contacto durante un breve momento. Apartó la mirada con rapidez y se sentó en el borde del sillón reclinable. Estaba pálida y se mordisqueaba el labio inferior, y cuando Ash volvió a aparecer sin nada en las manos, no pude evitar preguntarme qué le habría dicho a Kat en la cocina.

—¿Podemos hablar un momento? —me preguntó Matthew en voz baja.

Asentí con la cabeza, y le eché un vistazo a Dee. Ella sonrió, captando claramente el mensaje que no tenía que decir en voz alta. Mantendría un ojo en Kat por mí. Matthew y yo salimos al exterior.

—¿Qué pasa? —pregunté, a pesar de que ya sabía hacia dónde se dirigía aquella conversación.

—¿Por qué no vamos a dar un paseo? —sugirió.

Lo seguí mientras bajaba del porche y caminaba en dirección contraria a la casa de Kat. Decidí que lo mejor sería no andarme con rodeos.

—Sé que estás preocupado por Katy, pero no va a decir nada —aseguré, metiéndome las manos en los bolsillos de los vaqueros mientras llegábamos hasta los primeros grupos de árboles—. Sé que te resulta difícil de creer, pero ha tenido muchas ocasiones para contarlo. Y no estaba exagerando cuando he dicho que me salvó la vida anoche, Matthew. Pude cargarme a uno de los Arum, pero los otros dos me tenían atrapado. Uno de ellos, el que Katy mató, se estaba alimentando de mí.

Matthew respiró hondo, de forma temblorosa.

—Entonces, te acercaste demasiado a ellos.

—Pues sí —admití en voz baja, agachando la cabeza para esquivar una rama baja—. No volverá a suceder. —Como no respondía, continué—: Tendrías que haberla visto, Matt. Le dije que huyera y se escondiera, pero regresó. Como una maldita ninja —añadí, soltando una risa corta. Todavía podía verla allí de pie, junto a mí—. Apuñaló al Arum con la daga de obsidiana como si lo hubiera hecho un millón de veces. Fue… Sí, fue impresionante.

—Eso parece. —Estaba caminando junto a mí—. No muchos humanos hubieran sido capaces de hacer eso. Es una chica valiente.

—Sí. —Sonreí ligeramente—. Sí que lo es.

Los pasos de Matthew se ralentizaron hasta detenerse.

—No es ella quien me preocupa, Daemon.

Fruncí el ceño y me detuve para mirarlo.

—¿Ah, no?

Su expresión era abierta.

—No. Eres tú quien me preocupa.

—¿Yo? —Volví a reírme—. Vas a tener que darme más detalles al respecto.

—Todo esto me resulta demasiado familiar. No, no, déjame terminar —dijo al ver que abría la boca—. Sé que no eres tu hermano, y que la situación no es la misma, pero es evidente que Katy te importa. No es como las otras chicas humanas con las que has tenido… relaciones.

Vaya. No tenía ni idea de que Matthew me tuviera tan vigilado.

—Katy es diferente para ti, y tú eres diferente con ella —continuó—. Nos has amenazado para protegerla, y esa es toda la evidencia que necesito para saber que esta situación podría ponerse fea con mucha rapidez. Ninguno de nosotros tuvo más mano dura con Dawson, y mira cómo acabó eso. No puedo permitir que a ti te pase lo mismo.

Aparté la mirada y sacudí la cabeza con lentitud mientras observaba a un pajarito marrón que estaba dando saltitos en una de las estrechas ramas. Kat era diferente; eso no podía negarlo.

—No puedo mantenerla alejada de Dee.

—Dee no es el problema —me informó Matthew.

Un músculo comenzó a palpitar en mi mandíbula, y entonces me reí por tercera vez.

—Estaba pensando que tal vez fuera una buena idea que Dee y yo nos marcháramos. Que encontráramos otra colonia y nos mudáramos allí. A Dee no le haría mucha gracia, pero…

—Eso no es lo que quiero oír, y espero que no estés tan… centrado en esa chica que marcharte de aquí y abandonarnos a nosotros sea la única opción viable. Eso significa que las cosas ya están fuera de control, y eso no es propio de ti.

¿Era la única opción? Y si así era, ¿qué significaba eso? Negué con la cabeza.

—No, no lo es.

Matthew me puso la mano sobre el hombro y me dio un apretón.

—Eres como un hermano para mí, Daemon. Te confiaría hasta mi vida, y sé que vas a solucionar esta situación. Vas a ayudar a quitarle el rastro de encima tan rápido como sea posible, utilizando los medios que sean necesarios —dijo, y sus ojos azules se afilaron—. Vas a ocuparte de esto, y ninguno de nosotros va a tener que preocuparse porque la historia vuelva a repetirse. Vamos a superar esto y a ocuparnos de los Arum, y después… después todo estará bien. ¿Podrás hacer eso? ¿Por Dee? Y también por todos nosotros, pero lo más importante es por ti y por ella.

—No estoy…

—No tienes que mentirme, Daemon, y ni siquiera necesito que me confirmes o niegues lo que está comenzando a surgir entre tú y Katy, pero sabes… sabes mejor que nadie que si continúas por ese camino no es solo tu destino el que estarás sellando. Es también el de Katy. —Matthew apartó la mano con expresión sombría—. No quieres ser la razón por la que desaparezca o la maten; sé que no. Así que ocúpate de esto. Pronto.

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