Ninja

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Capítulo 17

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Ajuste de cuentas

 

Tal y como Katsuo había ordenado, las aguas del río Sumida se tiñeron de carmesí una vez más. En las semanas siguientes, el terror olvidado de la guerra de bandas se adueñó de la ciudad, en el más brutal y sistemático ajuste de cuentas jamás visto, desde la terrible masacre de Tokugawa. Todos los componentes de la vieja guardia de Kenshiro, fueron eliminados de forma despiadada junto a sus familias y guardaespaldas, nuevos lugartenientes serían asignados en su lugar. Más de cien personas fueron cruelmente ejecutadas entre hombres mujeres y niños. En total, la policía rescató casi cincuenta cadáveres del río Sumida. Algunos nunca serían identificados. Otros lo fueron solo por sus elaborados tatuajes. La noticia de la matanza yakuza tuvo repercusión a escala internacional. El gobierno japonés se veía presionado por Europa a hacer algo contra la preocupante escalada de violencia, pero tenía las manos atadas y los labios sellados. Tanto como los de sus socios americanos, que no se pronunciaron a favor ni en contra, temerosos de enemistarse con su valioso inversor extranjero. Finalmente ninguna medida fue adoptada.

El poder de Katsuo era ahora mayor que nunca. Y todos lo sabían. Si bien la matanza había reducido el número de sus hombres útiles, entorpeciendo temporalmente el curso de correos y comunicaciones, ahora sus órdenes eran cumplidas mucho más deprisa y con mayor motivación si cabía. Aquella noche, en la reunión de miembros del clan, había muchos asientos inquietantemente vacíos. Katsuo había ordenado que permanecieran así; servirían para recordar de forma silenciosa al resto, lo que les podía ocurrir si fallaban. Pero era una advertencia innecesaria, muerto Kenshiro y sus partidarios, no quedaba nadie lo bastante loco como para atreverse a desobedecerle. Todo estaba pues, preparado para el gran momento. El momento de la unificación.

Katsuo había reunido solo a sus más destacados varones para comunicarles que el primer encuentro a gran escala para la firma del pacto con los chinos, se realizaría en breve en territorio neutral. Tchai-Lang, el líder de los Tong, había aceptado en principio las condiciones del ambicioso acuerdo propuesto por Katsuo. La operación estaba en marcha. Por supuesto todos aplaudieron brevemente y nadie discutió. Taggart estuvo presente en la reunión, relegado a una de las esquinas de la sala, pero no fue consultado. El lugar neutral escogido para la reunión, serían unas termas medicinales onsen en las afueras de la ciudad. El local había sido reservado con anticipación. Katsuo acudiría allí con sus mejores hombres en una clara demostración de fuerza. era importante dar una muestra visible de poder, que pusiera las cartas sobre la mesa a sus vecinos asiáticos. Se esperaba que Tchai-Lang hiciera lo propio, aunque su poder estaba muy mermado tras las recientes medidas restrictivas del gobierno chino contra la mafia, y no suponía una amenaza real para el clan. Katsuo lo sabía con certeza, pues sus espías se habían encargado de confirmarlo. Pronto Katsuo sería tan poderoso como Gengis Khan. En medio de toda aquella frenética actividad, el nuevo Oyabún apenas había tenido tiempo para preguntarse acerca de la identidad de su misterioso ángel de la guarda, aquel que había evitado su muerte hacía tan solo unos días. Pero dadas las circunstancias no le dio demasiada importancia. Seguía con vida, y eso era suficiente

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