Nina

Nina


LIBRO PRIMERO » 6

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—¡Más de prisa!

Contemplaba la lluvia y movía rítmicamente las mandíbulas, mascando chicle. Olía a menta. Apreté el acelerador. La aguja del cuentakilómetros subió hasta cien. Íbamos a lo largo del Rhin hacia el interior de la ciudad.

En el garaje había visto tres autos: un «Mercedes», un «BMW» y un «Cadillac» rojo y negro. Habíamos tomado el «Cadillac». El perro yacía entre los dos y lloriqueaba. Su baba, clara y pegajosa, caía sobre el cuero del asiento.

—¡Más de prisa, maldita sea! —exclamó Julius Brummer.

Ciento diez, ciento veinte, ciento veinticinco... Los limpiaparabrisas se movían con furia, el coche empezó a danzar sobre la húmeda carretera.

—No se acobarde tan pronto, Holden. Un «Cadillac» así puede aguantar mucho. Me costó un buen montón de dinero.

Recorrí la distancia hasta el hospital de Santa María en siete minutos. El coche no se había parado aún del todo delante de la iluminada entrada del hospital, cuando Brummer ya había saltado al suelo. El perro le siguió, aullando. Las puertas giratorias relampaguearon. Luego, los dos habían desaparecido.

Dejé que el coche se deslizara hacia atrás lentamente y aparqué bajo un viejo castaño, donde reinaba la oscuridad. La lluvia tamborileaba sobre el techo del auto. Conecté la radio...

«...El golpe de gong ha señalado las veintidós horas. La Radiodifusión alemana del noroeste les va a dar noticias. Londres: El Comité de armamentos de las Naciones Unidas volvió a reunirse hoy. Para seguridad mutua contra un ataque por sorpresa por medio de un sistema mundial de control aéreo y terrestre, el representante de Estados Unidos, Stassen, en nombre de Gran Bretaña, Francia y Canadá y con anuencia de los Gobiernos de Noruega y Dinamarca, propuso a los soviets el plan siguiente: Todo el territorio que se encuentra al norte del Círculo Polar en la Unión Soviética, Canadá, Alaska, Groenlandia y Noruega, así como todo el territorio de Canadá, Estados Unidos y Unión Soviética situado al oeste de los 140 grados, longitud oeste...»

La calle se hallaba desierta, la lluvia crujía. Yo mantenía la mano izquierda dentro del bolsillo de la chaqueta. En ese bolsillo había diez billetes de cincuenta marcos...

«...Al este de los 160 grados, longitud este, y al norte de los 50 grados, longitud norte, así como, finalmente, la parte restante de Alaska y de la península de Kamachatka, además de las islas Aleutianas y las Kuriles, quedarán también cometidas a la vigilancia...»

Quinientos marcos. La pensión gratis. Trabajo para un hombre que no hace preguntas. En una ciudad en que nadie me conoce...

«...Como una zona europea de inspección entre los 10 grados de longitud oeste en el Oeste y los 60 grados de longitud este en el Este, así como los 40 grados de latitud en el Sur, cuya demarcación seguiría al oeste de Inglaterra a través del Mediterráneo y a lo largo de los Urales...»

Pero, ¿por qué quería quitarse la vida Nina Brummer? ¿Por qué se iba a suicidar una mujer rica y mimada?

«...Los Estados europeos, entre ellos la República Federal alemana, casi toda Italia, Francia, Inglaterra, Irlanda, Portugal, una gran parte de Grecia...»

Nadie lo comprende. Ni siquiera Mila Blehova. ¿Qué aspecto tendrá esa Nina Brummer?

«...Y una parte de Turquía, con una superficie total de tres millones quinientos mil kilómetros cuadrados, los someterán a la zona de inspección. En cambio, Unión Soviética deberá por su parte...»

Un hombre rico. Aparentemente un chanchullero.

«...Abrir a la inspección su órbita exterior de satélites...»

¿No habría sido mejor tomar el dinero?

«...Y todo su territorio hasta los Urales, en conjunto...»

¿Por qué había querido envenenarse Nina Brummer?

«...Unos siete millones de kilómetros cuadrados, y...»

Continué pensando: «¿Estará muerta ya?».

Y luego me dormí...

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