Nika

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Capítulo 11

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Capítulo 11

Predrag

Puñetera gente rica. El temporizador estaba programado para derribar el aparato sobre el espacio aéreo de Dallas: fácil acceso y mucha atención mediática. Pero esos esnobs ricos y sus caprichos… Como no salieron del aeropuerto a la hora programada, el temporizador llegó a cero mucho antes de lo que debía.

Revisamos las noticias a primera hora de la mañana, pero ni rastro del accidente de avión. Y eso era malo para nuestra cuenta bancaria: sin confirmación del trabajo, no había pago. El tipo fue generoso con el adelanto, pero eso no hacía más que cubrir gastos. Viajar a EE.UU., conseguir el material… Menos mal que el investigador privado que había localizado a la mujer había hecho bien su trabajo. Tenía un soplón en la compañía aérea que solían utilizar de vez en cuando para desplazarse a Las Vegas. En cuanto escuchó el apellido Hendrick, informó a nuestro hombre. Solicitaron un aparato para viajar esa misma noche y nosotros solo tuvimos que hacer el resto.

Robert se camufló como el chico del repostaje de combustible. Colocó la bomba lapa bajo el estabilizador derecho de cola, un lugar que pasaría desapercibido en la revisión ocular del avión con aquella mierda de iluminación. Lo teníamos todo calculado al segundo, pero ellos llegaron tarde y el avión despegó sin que pudiésemos modificar el tiempo para la explosión. Robert quería una bomba para detonar a distancia, que hubiera sido perfecta si colocábamos el artefacto en un coche, pero optamos por una con temporizador, lo que nos vino de perlas con el avión. Hubiera sido imposible detonar una bomba a distancia con un avión en pleno vuelo.

La explosión tenía que haber ocurrido antes de llegar a Dallas, así que solo teníamos que rastrear la trayectoria con el plan de vuelo y conseguiríamos dar con el lugar en el que supuestamente se había estrellado. Pero nos encontramos con dos inconvenientes. El primero, el que cayera en un parque nacional. Difícil confirmación del estado del avión y sus pasajeros. Y, el segundo, iba a ser complicado acceder al lugar por vía terrestre. No había caminos, no había mapas, y no había que llamar la atención.

Pero lo conseguimos. A un soldado no le asusta caminar por el bosque. Conseguimos localizar los restos del avión y, como temía, estaba en mejores condiciones de las que esperábamos. El piloto había tenido mucha pericia para conseguir posar aquel pájaro sin que se desintegrara en cientos de pedazos, y supongo que la cama de vegetación y tierra ayudó también a amortiguar el impacto.

Robert, mi chico, se dispuso a inspeccionar el avión por el otro lado. Era una aproximación estándar, una envolvente con la que atraparíamos al ratón si estaba dentro.

—¿Hola? Estoy aquí. —La voz llegó desde la parte delantera del avión, concretamente desde la cabina de pilotaje.

Me acerqué con cuidado por la derecha, para coincidir con Robert frente a lo que debió ser el morro del avión. Eran una estupidez seguir escondiéndonos cuando el tipo se había percatado de nuestra presencia. Aun así, seguimos con el dedo en el gatillo de nuestro MK16. Aunque el tipo que viajaba con la rubia vistiese de manera informal, seguramente iría armado. Una mujer de negocios importante en un avión privado, todo apuntaba a que su guardaespaldas iría armado y estaría alerta en todo momento. ¿Fingir que pertenecíamos al equipo de rescate? Con las armas que llevábamos encima era imposible que se lo creyesen.

Localizamos una cabeza medio agazapada detrás del parabrisas. Yo no es que hablara mucho inglés, pero mi hijo sí. Así que él tomó las riendas de la conversación.

—¿Se encuentra bien? —Los ojos del tipo parecieron relajarse, así que Robert bajó el fusil para que no lo viera el hombre desde su posición y se acercó un poco más hacia él. Yo permanecí en su punto muerto, dispuesto a meterle un par de balas en la cabeza si hacía falta.

—Gracias a Dios que han llegado. Tengo la pierna atrapada y no puedo moverme.

—Tranquilo, lo solucionaremos. —Robert me hizo la señal para que avanzase por el costado del avión que él había inspeccionado antes e interceptara al tipo desde detrás.

Aunque ya no era necesario, caminé con sigilo apuntando con el fusil. Habíamos topado con la persona menos peligrosa del grupo. Todavía quedaban por localizar el guardaespaldas y la mujer. Y si Constantin la quería muerta era porque también podía ser peligrosa. Asomé la punta de mi fusil por la puerta de emergencia, sin dejar de prestar atención a la conversación de Robert con quien no podía ser otro que el piloto.

—¿Los demás pasajeros están bien? —Mis dedos se cerraron con más fuerza sobre la empuñadura mientras el índice acariciaba impaciente el gatillo.

—¿No están con ustedes? Salieron en busca de ayuda. Quizás se han cruzado con su equipo o han tomado el camino equivocado. —Revisé el interior del avión con la mirada. Había poco donde esconderse allí dentro y no había señal de ellos. Tenía pinta de que decía la verdad. Bajé el arma y me dirigí hacia la cabina del piloto.

Si el tipo no mentía, esta no era más que una parada. Se imponía una operación de rastreo en terreno salvaje. Pero antes teníamos que deshacernos de las pruebas. En cuanto examinaran el avión los técnicos de accidentes, verían las evidencias del sabotaje. Una exhaustiva investigación podría llevarlos hasta nosotros. Teníamos que destruirlas. Si se hubiese estrellado en un lugar con asfalto como preveíamos, el aparato habría quedado hecho puré, o al menos no habrían quedado tantas señales del sabotaje.

—Avisaré por radio para que los otros grupos de búsqueda traten de localizarlos. Mientras tanto, nosotros nos encargaremos de usted. —Pude ver como el tipo asentía con la cabeza. Crucé una mirada con Robert, los dos sabíamos lo que había que hacer. Retrocedí hacia el exterior del avión, donde Robert me estaba esperando.

—¿Fuga de combustible? —preguntó.

—Tu abre una vía en el interior, yo abriré una en el exterior y colocaré el detonador. —Robert asintió y entró en el aparato.

Avancé hasta encontrar un hueco bajo el fuselaje y escarbé un poco hasta llegar donde supuestamente estaba el depósito de combustible. Me llevó un tiempo forzar el acceso, pero era un hombre de recursos. Podía escuchar los golpes que llegaban desde el interior. Seguramente Robert le dijo al tipo que íbamos a buscar la forma de liberarle, por lo que los destrozos serían algo que esperaba. Cuando el fuerte olor del líquido me confirmó que había conseguido mi objetivo, saqué la carga explosiva de mi mochila y la coloqué en el lugar correcto para destrozar el aparato. Cuando la activé, salí del agujero y me alejé. Busqué las huellas de los otros pasajeros y las seguí unos metros cuesta abajo. Ya tenía localizado su rastro.

—Necesito ayuda aquí —grité en inglés. Esa era la señal para que Robert saliera de allí. Unos segundos después, él estaba a mi lado. Nos apartamos unos metros y nos parapetamos detrás de unos troncos. Asentí hacia Robert y pulsé el interruptor. La onda expansiva sacudió la vegetación a nuestro alrededor, pero a nosotros no nos alcanzó. Me puse en pie para comprobar los daños y, como esperaba, el aparato estaba envuelto en llamas y el fuselaje estaba mucho más dañado. Los gritos del tipo se podían oír desde donde estábamos, aunque muy amortiguados por el fuego. Un minuto después, ya no se le escuchaba. Nuestro trabajo allí había terminado.

—Tenemos que continuar. —Asentí hacia Robert y nos pusimos en marcha. Los guardabosques ya sabrían que había un incendio y las medidas se estarían activando para sofocarlo. Cuando los equipos de extinción llegasen, nosotros ya estaríamos muy lejos y, con un poco de suerte, habríamos terminado todo el trabajo.

Bruno

Conocía bien los aviones y sabía que esa deflagración no era producto de una simple explosión del depósito de combustible. Aquello tenía pinta de ser obra de un explosivo, y eso me preocupaba, porque quien fuese detrás de nosotros venía muy bien aprovisionado. Estaban listos para la guerra, y yo apenas me había mentalizado.

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