Nika

Nika


Capítulo 31

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Capítulo 31

Nika

—Wow. —No solía decir mucho esa palabra, pero es que no había otra. La casa de Drake y Tasha era impresionante. Enorme, sencilla, bonita y, como bien dijo Drake, muy ecológica.

—Pues no has visto lo mejor. —Tasha tiró de mí hacia unas escaleras, por las que accedimos a una especie de bajo cubierta. Allí, repartidas en una especie de columnas, había docenas, cientos de plantas.

—Wow. —Sí, me repetía, pero imposible no hacerlo.

—Y aquí están mis fresas. —Drake alzó una pequeña pieza en su mano, sin separarla de la planta. Se veía roja, jugosa, en su punto. Solo con verla se me estaba haciendo la boca agua. Tasha se adelantó a mí, cogió la fruta y se la metió en la boca sin lavarla. Yo no lo habría hecho, soy un poco escrupulosa y la habría pasado por agua antes. Pero Tasha sonreía, y Drake también. Y si él no le decía nada era porque era seguro hacerlo, ¿verdad?

—¿No tendrías que haberla lavado antes? —pregunté.

—Aquí no hay ningún tipo de pesticida o producto químico, ni siquiera suciedad o tierra. El riego es hidropónico y el ambiente está totalmente controlado. Si quieres comértelas directamente de la planta, puedes hacerlo —explicó sonriente Drake. Me acerqué con cuidado a la columna de las fresas y robé una de su planta. La llevé a mis labios y mordí. El dulce jugo inundó mi boca llenándola de sabor. Mi cara debió de decirlo todo.

—Te gusta —me acusó Tasha. No iba a negarlo.

—Están deliciosas —aseguré.

—Bien. Ahora quiero que conozcas a alguien. —Tiró de mí de nuevo escaleras abajo. Tasha estaba como una niña enseñando sus juguetes nuevos. Escuché la risa de Drake a nuestras espaldas.

—Yo me quedaré a recolectar lo que vamos a comer. Os llamaré cuando la comida esté lista. —En otras palabras, las chicas teníamos nuestro tiempo a solas sin interrupciones.

Esperaba que me sacara de la casa, que llamara a alguien, pero no que me llevase a una de las habitaciones. Allí se dejó caer sobre la cama y me arrastró con ella.

—Cuéntamelo todo.

—¿Y tu amiga? —Ella sacudió la mano en el aire.

—Disculpa, la impaciencia me puede. DAI, seguro que conoces a Nika. ¿Te gustaría que ella te conociera a ti? —No entendí nada, ¿con quién estaba hablando? Mi respuesta se materializó ante mis ojos. Una Tasha con pelo azul apareció a los pies de la cama.

—Sí que me gustaría. —Me había dejado atónita. Era… era una… ¿Qué era? ¿Una proyección holográfica de sí misma? ¿Qué significaba todo eso? Miré a Tasha con una ceja alzada. Le tocaba aclararme todo aquello.

—Drake creó una inteligencia artificial, DAI, y me utilizó como modelo para hacerlo. —Mis cejas volaron hacia el cielo estupefactas.

—Wow. —Sí, imposible encontrar una palabra mejor—. Pues, encantada de conocerte, DAI. —Ella llevaba una pequeña identificación con su nombre todo en letras mayúsculas.

—Lo mismo digo. —Paseó hasta acercarse a nosotras, apoyando su trasero sobre uno de los muebles, tal y como haría Tasha. Realmente, sí que se parecían.

—Bueno, es hora de ir a lo importante. DAI, ¿te importaría asegurarte de que esta conversación entre chicas no llega a oídos masculinos?

—Mmmm, cotilleos de chicas —DAI sonrió traviesa—. Me gusta. ¿Y de qué vamos a hablar? —Tasha ladeó la cabeza hacia mí, como diciendo «es tu turno».

—Hay un chico con el que acabo de empezar una relación. Me gusta mucho, y creo que llegaremos a dar un paso que no he dado antes. —DAI alzó las cejas igual a como lo haría Tasha, mirando a su gemela directamente. Mi prima le aclaró con una sola palabra.

—Sexo. —Aquello la hizo sonreír.

—Interesante. —Misma modulación de voz que Tasha.

—El caso es que le he pedido a Tasha que me ayude con ese tema, porque quiero estar preparada cuando eso ocurra.

—Yo también puedo ayudarte, si quieres. Tengo acceso a una enorme base de datos en la que consultar todo lo que necesites saber: desde posturas, métodos anticonceptivos, ginecólogos a como conseguir más placer… —Tasha soltó una carcajada. DAI tenía buena disposición, pero estaba claro que lo mezclaba todo.

—Los anticonceptivos los tengo cubiertos, gracias. Probamos hace tiempo con algunos métodos, más que nada para tranquilidad de mi madre, y al final nos decidimos por un implante subdérmico. Es más eficiente para mantener la estabilidad de mis curvas. —DAI pareció confundida, pero enseguida se puso a trabajar para encontrar respuestas a sus propias preguntas. Detrás de ella, o flotando a su lado, no sabría decir exactamente donde, una sucesión de imágenes y datos empezaron a pasar como si fuera un carrusel desbocado. En un par de ellas, reconocí mi imagen de cuando era más joven.

—¿Te refieres a tus niveles de azúcar? —¡Vaya!, estaba claro que no había secretos para esta DAI.

—Exacto.

—Creo que deberíamos empezar por lo básico —se aventuró Tasha.

—Bien. ¿Qué tengo que saber? —me preparé.

—Tan importante como saber cuánto conocimiento tienes tú del tema, es importante conocer cuánto sabe él. —Estupendo, cuando llegara el momento oportuno se lo preguntaría. Oye, Bruno ¿con cuántas mujeres te has acostado?

—Es un chico guapo, supongo que habrá tenido más oportunidades que yo de experimentar ese tipo de cosas. —Tasha ladeó la cabeza.

—Si él ya sabe lo que hay que hacer, entonces estupendo, no tienes que preocuparte. —Pero DAI tenía algo que añadir.

—Tendríamos que comprobarlo. ¿Puedes decirme quién es? —Seguro que DAI estaba pensando en buscar información de Bruno en la red, igual que había hecho conmigo.

—Es Bruno, de Miami. Viajaron juntos cuando… —La propia Tasha se detuvo—. ¿Sabes el apellido? —me preguntó.

—Di Ángello. Es piloto de la Fuerza Aérea. —La información que flotaba junto a DAI cambió, mostrando una foto reciente de Bruno con su uniforme militar. El mismo que llevaba el día del juicio.

—¿Este? —preguntó DAI.

—Sí —confirmé. La fotografía se quedó fija en primer plano, pero detrás de ella los datos volvieron a moverse a gran velocidad.

—Bueno, salvo un par de entradas en las redes sociales que hacen referencia a lo bien que besa, no he encontrado más que una breve relación en el anteúltimo curso. Él no es que fuese mucho de redes sociales, pero Karen Mason, sí. —Tasha enseguida se lanzó a rebatir la información de DAI.

—Eso tal vez quiere decir que ha experimentado esas cosas con alguien que mantiene su vida privada al margen del resto del mundo. —Buen punto.

—Lo que sí he encontrado es una referencia de uno de sus compañeros del ejército. Parece que se meten un poco con el Ángel porque parece que no se come una rosca, o no hace intentos de hacerlo, al menos que ellos sepan —añadió DAI. Así que le llamaban el Ángel, me gustaba ese apodo, le quedaba bien.

—¿Qué es comerse una rosca? —pregunté.

—Que no liga, que no se enrolla con chicas, que no se pega el lote, que no… —Lo entendí, no quería que DAI siguiera con su clase magistral, porque temía el lugar donde aquello podía llegar.

—Lo pillo, lo pillo.

—Creo que lo mejor es dejar a un lado lo que él sabe, y centrarnos en lo que sabes tú. Alguien sabio me dijo una vez que solo debes centrarte en lo que tú puedes hacer y dejar de lado lo que no puedes cambiar. —Sí que era sabio.

—En otras palabras, me estás diciendo que me prepare.

—Eso es.

—Bien. ¿Puedo sugerir empezar por la parte anatómica? —Seguro que DAI había accedido a alguno de esos cursos de educación sexual. Bueno, la tarde tenía pintas de ser larga, pero seguro que no iba a salir de allí con dudas.

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