Nika

Nika


Capítulo 82

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Capítulo 82

Nika

Respira, profundo, otra vez. Me venía repitiendo ese mantra desde que me vi completamente vestida frente al espejo de mi habitación. Toda la familia estaba en el jardín, cada uno sentado en su silla esperando a que la novia se decidiera a aparecer.

Y ahí estaba yo, parada frente al espejo, aferrándome a un ramo de rosas blancas que difícilmente podían sostener mis piernas temblorosas, pero que en ese momento era todo a lo que podía agarrarme.

—Traigo los refuerzos. —Tasha asomó por la puerta y abrió la hoja de madera para dejar entrar a la única persona que podía sostenerme; mi padre.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó mientras se acercaba a mí.

—Estoy hecha gelatina. Ya sabes cómo me pongo cuando todo el mundo me mira. —No era un secreto que tenía miedo escénico, no me gustaba ser el centro de atención. En la inauguración se suponía que no era yo a la única a la que la gente miraría, éramos muchos. Pero en una boda, la novia era el centro.

Sí, había pasado por una entrevista en solitario en la televisión, y por otros muchos momentos en los que puntualmente era la protagonista, pero eso no quería decir que lo pasara mejor en esas ocasiones.

—Tranquila. —Papá se acercó a mí y me acarició la espalda con calma. Respiré profundamente de nuevo—. Solo piensa que conoces a todos los que están allí abajo. Son tu familia, tus amigos… Todo va a ir bien. —Él tendió su brazo hacia mí, para que lo tomara. Y eso hice. Enhebré mi brazo libre en el hueco y sonreí—. Bajaremos juntos, ¿de acuerdo?

—Sí. —Reforcé mi afirmación con un asentimiento de cabeza.

—Pero si no estás del todo segura, siempre podemos suspender la boda. —Eso me hizo reaccionar.

—De eso nada. Voy a casarme con Bruno. Preferiría que fuera en una triste capilla con Elvis como oficiante y con solo un par de testigos, pero supongo que mamá no dejaría que eso ocurriera ¿verdad? —Papá me sonrió.

—Bueno, nosotros nos casamos en una habitación de hospital, así que no se sorprendería.

—Creí que os casasteis en una ceremonia en la playa. —Papá bajó la cabeza para mirarse los zapatos.

—Bueno, esa fue la ceremonia compensatoria. Quería darle algo bonito para recordar y enseñar a nuestros hijos.

—Si prefieres a Elvis, SET nos puede llevar a una capilla de esas en un parpadeo. —La cara de Tasha me decía que estaba bromeando, pero que, si realmente ese era mi deseo, pasaría por encima de cualquiera para dármelo. Menuda dama de honor había escogido—. ¿Qué dices?

—Si no quieres que a Paul le dé un infarto, será mejor que no escojas esa opción —me aconsejó papá.

—Pobre Paul, con el trabajo que ha hecho para que el jardín quedara perfecto —pensé en voz alta.

—No solo eso. —Papá me llevó hasta la ventana para que mirase el lugar donde se desarrollaría la ceremonia. Allí, bajo el arco de flores, estaba Bruno. Miraba atento a un inquieto Sacha que correteaba de un lado a otro. Aunque sonreía, podía notar la rigidez de su postura. Estaba nervioso e impaciente. A su lado, Drake intentaba darle conversación, mientras miraba hacia el lugar por el que se suponía que debía llegar yo. Y justo en medio del arco, estaba ¿Paul? ¿Qué hacía Paul allí?

—¿Pero qué…? ¿Paul va a oficiar mi boda? —Me giré hacia papá buscando una explicación. Él se encogió de hombros.

—Lo siento, pequeña. Ya sabes que me he visto forzado a prescindir de esa tradición de ser yo. Tengo que llevar a mi niña al altar, eso es más importante. Así que necesitábamos otro oficiante. —Sacudí el ramo intentando apartar esas palabras, porque no era la respuesta que buscaba.

—No, me refiero a ¿por qué precisamente él?

—Pues porque ha estado ahí desde antes de que fueras concebida. Te ha cuidado y mimado como si fueras un trocito suyo. Pensé que una manera de hacerle partícipe de tu boda, de concederle algo más de protagonismo en ella, era dándole la oportunidad de casarte. Así que lo llevé a mi despacho, tramitamos su permiso y ahí lo tienes, esperando para casarte. —No pude evitar abrazarlo. Aquel detalle decía claramente como era mi padre. ¿Frío como el hielo? Papá tenía dentro un corazón tierno y considerado, y sabía llegar al corazón de todos aquellos que le importaban.

—Gracias.

—Será mejor que bajemos, o ese trasto nos van a desmontar todo el arreglo floral. —Di un último vistazo a la ventana, para ver como Dimitri rescataba a la pobre celosía de flores de un Sacha que ya estaba subiendo por ella.

—Tienes razón. —Tomé aire y empecé a caminar del brazo de mi padre. Hoy iba a ser uno de los días más importantes de mi vida, hoy cambiaría mi apellido, sería Veronika Di Ángello Vasiliev. Hoy, además de hija, hermana, jefa y amiga, me convertiría en esposa. Y estaba emocionada por comenzar esa nueva aventura.

Tasha

Lloré como una magdalena durante toda la ceremonia. Mucho maquillaje resistente al agua, pero estaba segura de que mis ojos pasaron a ser los de un mapache en el momento en que Paul se puso a decir aquellas cosas tan bonitas. No era que por ser gay fuera tan sensible, es que él era, simplemente, Paul.

La comida estaba siendo exquisita, todo el lugar estaba decorado con elegancia y las mesas estaban dispuestas para que todos tuvieran una buena visión de los novios.

Había llegado el momento del padrino y Drake estaba luciéndose con un discurso divertido. Según sus palabras, parecía que él tenía la culpa de que mi prima y Bruno acabaran haciéndose novios. Cuando alzó la copa de champán para hacer el brindis, todos le siguieron, aunque yo apenas mojé mis labios.

Los chupitos con vodka estaban servidos delante de cada comensal, dispuestos para que la fiesta comenzara. Mis dedos estaban acariciando el frío cristal del mío cuando noté como alguien se sentaba a mi lado. No necesitaba mirar para saber quién era, reconocería ese olor en cualquier parte.

—¿Cuándo piensas decírselo? —El brazo de Drake pasó sobre mis hombros. No es que precisamente lo hubiese susurrado, pero nadie a nuestro alrededor estaba pendiente de lo que hablábamos, y mucho menos sabía a lo que se refería.

¿Y qué era lo que mantenía en secreto? Pues algo que todavía no era momento de revelar, no porque fuese demasiado pronto, sino porque ese día era el día de Nika, y no pensaba quitarle ni un trozo de protagonismo, aunque ella hubiera deseado que así fuera. La novia tenía que ser la reina, nada debía eclipsarla. Yo podía esperar, nosotros podíamos esperar.

Padres, íbamos a ser padres. El maldito dispositivo anticonceptivo falló. Y con tanta actividad sexual, era inevitable que uno de mis óvulos fuera fecundado.

¿Enfadada, decepcionada? No, entraba en mis planes el convertirme en madre algún día, lo que no esperaba era que fuese tan pronto. El único problema sería decirle a mis padres que estaba embarazada. Pero si había conseguido sobrevivir a una fuga y desaparición, podría pasar por esto sin problemas.

No había prisa por decírselo. Tal vez cuando Nika regresara de su luna de miel, o quizás dentro de un mes. Y si alguien sacaba el asunto de la boda a colación, siempre podía recurrir al plan B de Nika: Elvis, una capilla apartada y un par de anillos.

—Ahí está Pamina. ¿No querías hablar con ella sobre el asunto ese de la piel? —Así era Drake, no tenía suficiente con acabar de poner en marcha el taller de confección de ropa antibalas, y con varios clientes civiles deseosos de hacernos pedidos, sino que se había puesto a montar su propio negocio junto con mi hermano Adrik, Kiril y Luka. Los cuatro iban a comenzar a producir réplicas de SET para abastecer a la familia Vasiliev. Y por lo que había visto antes de empezar la boda, al tío Alex de Chicago le encantó la demostración que le hizo mi padre, y estaba muy interesado en conseguir un par de vehículos.

Por lo que Drake me explicó, el cliente debía pagar una parte al hacer el pedido. Con ese dinero pagaban todo el material y recursos para fabricar el coche. Los cuatro trabajarían en la construcción y puesta a punto del vehículo y, a la entrega, unos tres meses después, recibirían la parte que cubriría sus honorarios.

Pero me estoy desviando. Como decía, Drake no tenía suficiente con ello. Se había embarcado en un proyecto que llevaba tiempo desarrollando y que volvía a unir tecnología y medicina. Las primeras pruebas en animales habían dado buenos resultados en la India y había llegado el momento de dar el salto a los humanos. Quería hacer pruebas de laboratorio con cadáveres y después empezar a trabajar con personas vivas. Y para ese último paso quería la colaboración de un médico con la experiencia de Pamina. Con los recursos tecnológicos y humanos de que disponía el Hospital Altare de Las Vegas, aplicar esta nueva técnica no solo le convertiría en referente nacional, sino internacional.

Pero como todo, había riesgos y mucho trabajo. Era un proyecto a largo plazo, pero había que seguir avanzando si quería llegar a culminarse algún día.

—Sí, voy ahora mismo. —Noté como su mano robaba de mis dedos el chupito de vodka, lo vaciaba completamente en su boca y tragaba como si no fuera más que un vaso de agua. Su beso sabía a miel y licor cuando se separó de mí para ir a hacer negocios. Antes de que se alejara, lo aferré de la manga de la camisa para que se inclinara hacia mí. Su oreja quedó muy cerca de mi boca.

—Llévate a Hugo a esa charla. —Le señalé con la cabeza el hermano gemelo del novio, quien estaba derrochando simpatía con Sheila, la hijastra de mi primo Anker. No es que me importase que sedujera a una jovencita de 19 años, a esa edad la chica ya tenía que saber qué pasos dar con un hombre que acababa de conocer y cuáles no. Lo que me preocupaba era la mirada asesina que Kiril tenía sobre el pobre incauto. Si mi primo fuese Superman, los rayos láser de sus ojos habrían convertido a Hugo en un pollo asado.

La familia. Cuanto más crecía más ojos había que tener sobre ella para mantenerla unida y a salvo. Cada vez entendía mejor el auténtico trabajo de mi padre. Los problemas no solo estaban fuera, sino que también había que tener cuidado con los de dentro.

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