Nika

Nika


Capítulo 43

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Capítulo 43

Bruno

Todo lo que tenía en el apartamento entraba en un bolsón de viaje. Si algo tenía que agradecerle al ejército era haberme enseñado a no acumular cosas inútiles. Uno no sabía cuándo lo podían trasladar al otro extremo del planeta, y hacer una mudanza rápida era una ventaja que teníamos los solteros.

Veinte minutos antes de la hora señalada, salíamos por la puerta del que había sido hasta entonces mi apartamento. Lo bueno de estas cosas es que el ejército proveía alojamiento en la base a soldados como yo. Lo único que me dio el rango de oficial fue el no tener que compartirlo con nadie.

—¿Lo llevas todo? —Terminé de cerrar la puerta y guardé la llave.

—Sí. —Bajamos las escaleras en dirección al portal.

—Bueno, la parte buena de todo esto es que vas a conocer a SET.

—¿Set?, ¿quién es ese? —pregunté curioso.

—Mi compañero de viaje. —Ella sonrió como una niña traviesa, pero eso no hizo nada por aliviar mis celos. ¡Mierda!, esto iba a ser realmente duro. La única mujer que había conseguido despertar mis instintos de protección a ese nivel había sido mi hermana, y juro que entonces no tenía ganas de estampar a nadie contra la pared como en ese momento.

—No sé por qué pensé que habías venido sola. —Vino a mi memoria eso que dijo de que había meado en el costado de la carretera, ¿había estado ese tipo mirando? Menos mal que las pocas piezas de fruta que quedaban en mi nevera se las llevaba Nika, porque los tres plátanos y dos manzanas se habrían convertido en compota a estas alturas.

—¿Crees que mi padre me habría dejado viajar sola hasta aquí? —Más le valía ser uno de los guardaespaldas de Andrey, uno viejo y feo, o… ¡porras!, ¿en qué estaba pensando? Yo nunca he sido así.

—Es un largo trayecto para hacerlo sola —tuve que reconocer. Prefería que fuese acompañada por alguien que estuviese al cargo de su seguridad.

—Por eso vine con SET. —Cuando llegamos a la calle, Nika pareció detenerse y ponerse a buscar. ¿No recordaba dónde estacionó el coche o estaba buscando a Set?

—¿No lo encuentras? —pregunté curioso.

—Juraría que había aparcado aquí. —Mi vista fue derecha hacia la señal de carga y descarga. El coche podía estacionarse fuera del horario acotado, pero de las 7 de la mañana a las 12, era una zona reservada para los vehículos comerciales.

Una mala idea cruzó mi cabeza. Tal vez el impertinente que tocaba el claxon esa mañana, el que me despertó, se había encontrado con el vado ocupado. Primer aviso: tocar la bocina para que el propietario saliera y retirase el coche. Segundo aviso: llamar a la grúa para que retirase el vehículo del infractor. Iba a darle la mala noticia a Nika cuando ella se me adelantó.

—¡Ah!, ahí está. —Nika señaló un lugar al otro lado de la calle, donde había estacionado un precioso SUV de color negro. No me parecía que Nika fuese tan despistada, pero podía justificarse; llegó de noche, después de varias horas de viaje. Seguro que todas las plazas de aparcamiento se parecían.

—Bonito coche.

Antes de llegar a él, la puerta del maletero se abrió, facilitando que guardase mi equipaje dentro. El tipo era atento.

—¿Te gusta? Drake me lo prestó. —El coche aún olía a nuevo. Poca gente te prestaría su coche nuevo tan alegremente, y menos para hacer un viaje tan largo. El tipo seguía sumando puntos, realmente era una gran persona.

Nika se llevó la fruta consigo y se dirigió al otro lado del coche. Supuse que ella iba a viajar en el asiento de detrás y le gustaba más ese lado. Quizás era una norma que el guardaespaldas viajara solo en el asiento delantero y el resto detrás. Pero cuando abrí la puerta de mi lado, encontré el largo asiento vacío. La puerta del conductor estaba abierta y parecía que Nika estaba tomando el asiento del conductor. Esto de las lunas tintadas me estaba jugando una mala pasada. ¿Dónde demonios se había metido el tal Set? Abrí la puerta del acompañante, donde Nika estaba metiendo la fruta en una especie de neverita.

—Espera, ahora la retiro para que te sientes. —Antes de que la levantara del asiento, yo la tomé por el asa.

—¿Dónde la pongo? —pregunté.

—Ahí, a los pies de tu asiento, no ocupará mucho. —No, con todo aquel espacio, la minúscula nevera casi ni se apreciaba. Nika cerró su puerta y comenzó a atarse el cinturón de seguridad. Dudé un segundo sobre dónde debería de sentarme, pero finalmente me senté junto a ella. ¿Dónde se había metido el tal Set? — ¿Qué buscas? —me preguntó.

—A Set. —Sonrió picarona y supe que algo se me estaba escapando, pero ¿qué?

—Creo que será mejor que te lo presente. SET, ¿podrías saludar a mi amigo Bruno? —Casi me esperaba que el tal Set saliera de algún lugar escondido del coche, cuando una voz masculina salió por los altavoces del vehículo.

—Buenos días, Bruno.

—Eh… —Miré a Nika, porque no tenía ni idea de hacia dónde debía hacerlo—. Hola.

—SET es nuestro asistente de viaje. —Creo que mi cara le dijo que no la entendía bien—. Ya sabes, como Siri, el asistente del iPhone. —Aquello sí lo entendí. Siri era una aplicación de Apple que reconocía tu voz y ejecutaba tus órdenes. Despertador, llamadas, mensajes… todo con solo pedirlo.

—Ah, no había visto ninguno de esos en un coche.

—Este es el único vehículo que lo tiene, Bruno. No existen más coches como yo. —Aquella respuesta me dejó con la boca abierta.

—Tenemos el tiempo justo, SET. ¿Podrías llevarnos al control de acceso de la base? —Unas líneas azules se dibujaron en el cristal delantero y el volante empezó a girar.

—Trazando ruta. Tiempo estimado de viaje, ocho minutos. —Casi tuve el impulso de lanzarme sobre el volante, pero creo que estaba demasiado impresionado como para moverme. ¿Coches que aparcan solos? Por supuesto, mamá tiene uno de esos, pero ¿que tomara el control del coche y se pusiera en ruta con una orden verbal? Era la primera vez que lo veía.

—Oye, SET, ¿no habíamos aparcado más cerca la noche anterior? —le preguntó Nika. Ella parecía muy tranquila, así que supuse que Set, o SET, como aparecía en la pantalla del display, podía desempeñar varias tareas simultáneas, como conducir y mantener una charla.

—Estacionaste en una zona de carga y descarga. Tuve que ponerme en marcha para dejar libre el vado cuando un vehículo comercial necesitó hacer uso de él. —Bien, eso confirmaba mis sospechas, y también decía que SET era completamente autónomo y tomaba decisiones, como moverse sin una orden directa y buscar otro sitio en el que estacionar. Definitivamente, iba a comprarme un coche como ese, aunque tal vez tuviese que ahorrar durante media vida para hacerlo. ¿Cuánto costaría SET?

—Vaya, no me di cuenta. Siento haberte causado problemas —se disculpó Nika con, ¿era una máquina?, no lo tenía muy claro.

—Estoy programado para hacer frente a esos obstáculos, no te preocupes.

—Bien, entonces dejemos a Bruno en su trabajo, no quiero que llegue tarde por mi culpa. —¿Minutos de viaje? No iba a llegar tarde.

—Agilizando trámites para acortar el tiempo de trayecto de Bruno hasta su trabajo. —No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero una imagen digital apareció impresa en la esquina superior izquierda del parabrisas, justo en ese lugar en que los vehículos autorizados llevaban pegados los pases de acceso. Llevaba un código de barras que el vigilante de la Policía Militar escaneó nada más acercarnos a la entrada. No tuve que identificarme, ninguno de nosotros tuvo que hacerlo. El tipo revisó los datos en su tablet y debió decidir que las personas que íbamos en el vehículo cumplíamos con las características registradas en el permiso de acceso.

¿Sorprendido? Como le escuché decir a papá una vez, acojonado. Ese tipo de pases solo los conseguía gente importante, muy importante. No sabía cómo SET lo había conseguido, pero lo amaba y temía a partes iguales.

Nos detuvimos frente al edificio de intendencia y Nika y yo bajamos del vehículo. Caminamos hasta la parte trasera para sacar mi equipaje. Yo me habría despedido de ella en el interior del coche, porque las lunas tintadas estaban bien para poder besar a tu novia sin que ninguna mirada extraña cotilleara.

—Esperaré tu llamada. —Dejé el bolsón en el suelo y la acerqué a mí para besarla.

—Será lo primero que haga. ¿Tú qué vas a hacer ahora?

—Compraré algo para desayunar y me pondré en camino hacia Las Vegas. —Aquello me escocía todavía, el no haber tenido leche para al menos ofrecerle un café y galletas. Es lo que tenía mi trabajo, los productos frescos no me aguantaban, así que hacía todas mis comidas en la cafetería de la base.

—Ten cuidado. —Puso los ojos en blanco.

—Lo tendré. —Acompañé de la mano a Nika hasta su asiento y la ayudé a acomodarse.

—SET, cuida de ella. —Aquel compañero de viaje sí que me inspiraba confianza.

—Lo haré, Bruno. —El coche se alejó con ella, dejándome con la incógnita de cuándo volvería a verla.

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