Nika

Nika


Capítulo 66

Página 68 de 87

Capítulo 66

Nika

Después de poner sobre el papel todo lo que necesitábamos, llegó el momento de ponerse en marcha. Con el préstamo que Tasha consiguió del banco de la familia, teníamos el respaldo económico necesario para ponernos a trabajar en la nueva tienda. Lo único que nos hacía falta era encontrar el personal que trabajara en la boutique y taller de costura de Miami.

Teníamos que luchar contrarreloj, no había tiempo para las dudas. Ir hacia delante era el único camino. Llamé por teléfono a Luna y preparamos una videoconferencia. Tener a los socios reunidos con nuestros colaboradores del otro extremo del país nos garantizaba no demorar las cuestiones importantes. Con un poco de trabajo de nuestra parte, podíamos terminar el día con todo el proyecto funcionando.

—Bueno, ¿de qué era de lo que querías hablar? —La imagen de Luna en el monitor mostraba un día soleado en Miami. Ella sí que sabía lo que era tener un despacho con unas bonitas vistas.

Más o menos, Tasha y yo le explicamos nuestra idea, pero omitimos contarle el motivo por el que queríamos tenerlo todo en marcha en tan poco tiempo.

—Entonces, ¿qué te parece? —Estudié su rostro mientras parecía estudiar nuestra propuesta.

—La idea es buena. Si tenéis los medios para llevarla adelante, seguro que podría funcionar bien. Solo necesitamos una buena carta de presentación y Miami nos adorará.

—¿Nos? —Esto se estaba convirtiendo en una costumbre.

—Por supuesto, no pensabais que me iba a quedar fuera, ¿verdad? Con los diseños de Nika, la gestión de Tasha y mis contactos, podemos hacer que esto explote y arrase con todos. ¿Qué necesitamos para empezar?

—Supongo que tendríamos que preparar unos contratos, porque hay que dejar bien aclarado los porcentajes de los costes y beneficios de todo esto, además de las responsabilidades de cada uno. —Tasha sí que estaba hecha una empresaria.

—Vale. Si queréis abrir dos delegaciones, una en Miami y otra en Las Vegas, creo que es justo que yo sea la tercera pieza en Miami. Me encargaré de encontrar el local y acondicionarlo a tiempo. Contrataré al personal y procuraré tenerlo listo lo antes posible.

—Una semana —le puntualizó Tasha.

—¿Una semana? Creí que era una broma.

—No, no lo es —le aseguré. Luna perdió la vista en algún punto lejano de la mesa.

—No voy a preguntar por qué tanta prisa. —Su marido trabajaba para la tía Irina, así que debía de estar acostumbrada a estas peculiaridades en la forma de trabajar de la familia.

—Mejor —dijo en voz alta Tasha.

—Entonces supongo que no tengo tiempo que perder. Cariño, ¿me ayudarías a buscar un local apropiado para nuestra nueva tienda? —Luna miró hacia uno de los lados y no necesitamos preguntar con quién hablaba, porque el aludido se inclinó hacia ella y le dio un beso.

—Lo que necesites. —No me acostumbré a ese acaramelamiento cuando estuve en Miami, aunque ahora lo veía desde otro punto de vista.

—Bueno, supongo que tendré un local entre hoy y mañana. El acondicionarlo puede que tarde seis o siete días, todo depende del dinero que tengamos para gastar. —Sí, en esta vida, el dinero podía conseguirlo casi todo.

—Mándanos algunas fotos en cuanto puedas. Te enviaré un diseño del escaparate y los probadores en cuanto me mandes un plano con la distribución y las fotos. —Esa era parte de mi trabajo, aunque seguro que Luna tenía buenas ideas al respecto. Pero no era solo por darle mi toque personal a la boutique, sino para poder tener tanta información sobre el aérea de trabajo como fuera posible. Teníamos que construir una ratonera, ¿recuerdan?, pero para ellos, no para nosotros.

—¿Cuándo tendré aquí las primeras prendas? —Me giré hacia Drake, ya que él era el que se encargaba de la maquinaria.

—Cinco días. —Me parecía poco tiempo para confeccionar los patrones, hacer las pruebas de corte y después ponernos en serio a coser, pero si Drake decía eso es que podía con ello.

—Ya le has oído. —Incliné la cabeza hacia mi primo para darle énfasis.

—Vale, entonces a trabajar, tenemos poco tiempo. —Cortamos la llamada y nos pusimos a ello.

Luna

—No vas a confesar que ya tienes echado el ojo a un par de locales, ¿verdad? —Agarré la camisa de mi marido por el cuello y lo acerqué un poco más a mi cuerpo.

—No, prefiero que crean que tú eres muy bueno en vez de decirles que acaban de cumplir uno de mis sueños. No quiero que sepan que estoy dispuesta a todo por trabajar con ellos.

—Nika y tú llevabais jugando con esa idea bastante tiempo. ¿Qué te hace pensar que no lo sospechan? —Sentí sus manos aferrar mis caderas con delicadeza.

—Hablamos de convertirnos en socias y abrir nuestra pequeña tienda aquí en Miami. Lo que acaban de poner en marcha es diez veces mejor.

—Pero no seréis solo Nika y tú, habrá más socios.

—Por mucho que Nika viaje a Miami, la única que estará siempre aquí seré yo, eso me dará un extra de autonomía. Que Nika se encargue de los diseños era algo con lo que contaba, pero que toda la producción se centralice en Las Vegas elimina ese problema de mi ecuación. Prácticamente solo tengo que centrarme en fidelizar a los clientes. No me importa ceder una parte de los beneficios si con ello me quito rompederos de cabeza.

—Eres una chica lista. —Era un ladino adulador.

—Por eso me casé contigo.

—Eso es verdad. Soy todo un partidazo.

Bruno

Verlos trabajar era fascinante. Casi me daba miedo meterme en medio, pero estaba claro que un par de manos siempre eran de ayuda, y yo no tenía ningún inconveniente en ofrecer las mías. De la única de la que me mantuve alejado fue Gloria, porque la conocía bien y había que evitarla cuando se la presionaba demasiado. Adrik se rio de mí la primera vez, pero en cuanto le tocó a él salió con el rabo entre las piernas.

El único al que Gloria no se atrevía a alzar la voz era Drake, pero es que él no se lo ponía fácil, siempre tenía una respuesta que la desarmaba y nunca perdía la calma. Era una extraña mezcla entre monje Shaolín, Tony Stark y uno de esos locos del surf.

—¿Puedes ayudarme? —La voz de Nika llegó desde la entrada del taller. Troté hasta alcanzarla y tomar el exceso de carga de sus manos. ¿Cómo alguien tan menudo podía cargar con tantas carpetas? ¿Y de qué eran? Eran más pesadas que llevar un muerto en brazos, y sé de lo que hablo. No, en el ejército no he tenido la desgracia de cargar con un compañero fallecido. Digamos que quise darle una sorpresa a mi hermano y le fui a visitar al hospital donde está de residente haciendo sus prácticas. ¿Sabían que los estudiantes de medicina se pasan mucho tiempo estudiando cadáveres en la morgue? Al menos mi hermano sí lo hacía. En resumen, se nos calló un muerto de la mesa de examen. ¿Tengo que decir más? Mejor lo dejamos ahí.

—¿Qué es todo esto? —le pregunté.

—Muestras de tejidos. En el almacén no tenían ninguno que me gustara para los vestidos de cóctel.

—¿Todas estas carpetas para un vestido? —Nunca entenderé la dificultad de las chicas por decidirse cuando se trata de ropa.

—Tengo el diseño, pero hay que enviar cuatro estampados diferentes y los complementos tienen que ir a juego. Así cada clienta tendrá el vestido que mejor se ajuste a su figura, su tono de piel, de pelo e incluso con el color de sus ojos.

—Sí que lo hacéis difícil —se me escapó.

—Tú te has acostumbrado a llevar uniforme, Bruno. No sabes lo complicado que puede ser encontrar un look diferente para cada día y que además te siente de maravilla.

—Tú lo haces muy bien —reconocí. Ella me devolvió una sonrisa.

—Gracias.

—Espera, Goji, te ayudo. —Giré la cabeza para ver como Luka aferraba los extremos de un par de enormes rollos de tela y ayudaba a Goji a llevarlos hacia la máquina de corte.

—Terminé los patrones, ¿cuándo podemos empezar con las pruebas? —Se acercó Gloria por nuestra derecha. Entre ella y Nika me hicieron un sándwich mientras subíamos hacia la zona de despachos.

—He traído las telas para los tres modelos de día. En cuanto los lleven a la zona de corte, podemos empezar con ello.

—¿Y el resto? —preguntó Gloria.

—Visité los tres almacenes que me indicó Claire, pero no encontré todo. Revisaré estos muestrarios y, si hago un pedido antes de las seis, me garantizan que tendré la tela mañana a medio día. —Gloria pasó directa a por las carpetas que habíamos dejado Nika y yo encima de la mesa de su despacho.

—¿Solo tres? Entre uniformes de hotel, los espectáculos y las bodas, había pensado que habría muchos más. Aquí se mueve mucha tela. —Di un paso atrás, dispuesto a salir de allí lo antes posible. Esas dos se habían metido tanto en su trabajo que ni se percatarían de que yo había desaparecido. ¿Miedo? Estaba acojonado.

—¿Ya empezaste con las entrevistas para los operarios? —En cuanto Gloria se sentó en la silla frente a Nika, vi mi oportunidad. Salí de aquella habitación y corrí bien lejos. Eran como dos locomotoras, y ya saben lo que hay que hacer cuando ves a una acercarse demasiado; eso es, apartarse de su camino.

Ir a la siguiente página

Report Page