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NEXUS » 29. Locura por todas partes

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CAPÍTULO 29

LOCURA POR TODAS PARTES

Un taxi conducido por uno de los guardaespaldas tailandeses armados llevó a Kade y a Sam al congreso después de comer. Kade no se separó de su panel explicativo sobre memoria espacial compartida entre ratones a través de herramientas de aprendizaje basadas en conexiones de nanosondas. Los factores de crecimiento ya habían curado casi por completo la herida de su cara, y le habían tapado con maquillaje el pequeño rastro que quedaba.

Veía a Sam pululando por el espacio, fingiendo mirar el resto de los paneles. La notaba tensa y en estado de alerta a través de su conexión. Otros dos hombres del piso franco merodeaban por el lugar vestidos con camisa y americana. Solo Dios sabía lo que escondían debajo de la ropa. También aparentaban mirar los paneles.

La multitud iba y venía. Estudiantes y profesores hacían comentarios y preguntas. Kade los despachaba lo más rápido que podía, repitiéndose una y otra vez, constantemente rodeado de gente. Era evidente que su panel despertaba interés. Esperaba atisbar a Narong entre la muchedumbre. No había ni rastro de él.

Apareció Sajja y se quedó mirando el panel de Kade. Ojalá tuviera la nota en el bolsillo, pensó. Ojalá hubiera una manera de avisarlos.

—¿Has visto a Narong? —le preguntó a Sajja.

—Creo que está enfermo —respondió el estudiante—. No se ha presentado con su panel. Debe encontrarse muy mal para perderse la sesión de los paneles.

Kade asintió. «Tampoco habría podido avisarlo», pensó.

Continuó el trasiego de profesores y estudiantes. Pasó una hora. Entonces llegó otro visitante.

[sam] Atentos. Shu en camino.

[sam] No hagas ninguna estupidez.

Kade notó que se cortaba la conexión con Sam. Echó un vistazo a la multitud y distinguió a Su-Yong Shu. Apenas la veía entre el gentío congregado delante de su panel. Se paseaba de panel en panel tan elegante y majestuosa como siempre; se tomaba su tiempo, sonreía y dedicaba palabras de ánimo a los estudiantes.

«Rescátame de la ERD», quería decirle Kade.

Pero entonces se convertiría en el esclavo de otro amo.

Estaba respondiendo a la enésima pregunta cuando la multitud abrió un pasillo por el que se aproximó Shu. Todo el mundo enmudeció. La mirada de Shu rozó la herida disimulada en la sien de Kade y su expresión se transformó de inmediato.

—Kade, ¿qué te ha pasado? ¿Estás herido? —le preguntó.

Kade se tocó la sien y esbozó media sonrisa.

—Anoche me atracaron. Nada grave. Solo me robaron algo de dinero.

Kade oyó la reacción de la gente y sus cuchicheos. Un atraco.

—Nos están observando —le dijo telepáticamente—. Saben que anoche nos comunicamos mediante Nexus.

Shu dejó la mirada perdida un instante. De repente volvió en sí.

—Acompáñame.

—Mi sesión acaba a las cuatro. El profesor…

—Eso puede esperar —dijo Shu. Se volvió a la multitud que los rodeaba—: Perdonadme, por favor. Os lo devolveré enseguida.

Lo arrastró cogido de la mano entre la muchedumbre perpleja. Los acompañó un murmullo de voces. ¡Su-Yong Shu se lo llevaba!

Lo condujo hacia la cafetería. Kade vio que Sam y uno de los guardaespaldas observaban la escena con el rabillo del ojo. Pero ¿qué podían hacer? La misión de Kade consistía en acercarse a Su-Yong Shu. Pidieron té y se sentaron a una mesa al lado de la ventana.

—Bueno —dijo Shu—, cuéntame tus planes. ¿Cuándo podrías tener una semana libre para hacerme una visita? ¿Sabes algo de los planes de Rangan?

Kade empezó a explicarle los experimentos que tenían programados hasta final de año, cuando quizá tendrían un hueco. Al momento sintió a Shu dentro de la cabeza.

—Ábrete a mí. Enséñame lo que pasó —le transmitió.

Kade sintió que la mente de Shu lo tocaba de otros modos, tejiendo un conjunto de recuerdos falsos para enmascarar su conversación mientras hablaban.

—¿Nos están observando? —preguntó Kade.

—Te tienen pinchado, pero no detectarán nuestra conversación real. Esta vez, no.

Kade habló de una manera afectada sobre la necesidad de reservar el laboratorio con meses de antelación y sobre cómo influía eso en su calendario para el resto del año.

—Tengo mucho que aprender —le transmitió.

—Ya lo creo. Ahora muéstrame lo que pasó anoche.

Kade obedeció. Shu lo absorbió en un segundo.

—No he sido yo —dijo Shu.

Kade percibió una ira desbordante en el interior de Shu. Se sentía ofendida por el ataque a Kade. Estaba furiosa.

—Lo sé —repuso Kade—. Usted podría haberme raptado cuando hubiera querido.

—Alguien pretende convertirte en su esclavo —señaló Shu—. Alguien quiere tus secretos.

—¿Sabe quién puede ser?

—No, pero voy a averiguarlo.

—¿Podría ser el profesor Ananda? —inquirió Kade—. Es uno de sus sospechosos.

Shu negó mentalmente con la cabeza.

—Ananda no.

—¿Y Ted Prat-Nung?

Shu lo miró de reojo. Kade percibió una sensación de… algo. «¿Thanom? No.»

Hablaron sobre las cuestiones logísticas durante un rato. Vuelos. Alojamiento. Las personas con las que debía reunirse. La agenda de Rangan.

—¿Puede ayudarme con lo del viernes? —preguntó Kade—. ¿Puede ayudarme a avisarlos sin que lo descubra la ERD?

—Tu gobierno te ha convertido en su esclavo, Kade. Si quieres mi ayuda, ven conmigo ahora a Shanghái. Libérate de sus cadenas.

La tentación era muy grande. Dispondría de un mentor en el que podía confiar, en quien podía apoyarse. Trabajaría con objetivos reales, y no tendría que perder todo su tiempo en ocultarlos…

Pero seguiría siendo un esclavo. Estaría fabricando armas. Tendría las manos manchadas de sangre.

—Lo siento —respondió—. Yo no puedo aceptar un precio como el que paga usted.

—No pagaré ese precio eternamente, Kade. Llegará el día que seremos libres y los humanos dejarán de poseernos.

Shu albergaba mucha ira. Los odiaba. Kade recibió una imagen de su mentor, Yang Wei, quemado vivo…

Comprendió que Shu lo había visto morir. «¿Cómo me afectaría a mí?»

Borró ese pensamiento de su cabeza. No era importante.

—Lo siento —le transmitió—. No está en juego solo mi vida. El futuro de más de un centenar de personas depende de mí. No puedo dejarlas en la estacada.

—Son humanos. Tú eres más valioso. Estás malgastando tu potencial.

—Yo también soy humano.

—Eres algo más que eso, Kade. Ahora eres transhumano. Y puedes llegar a ser algo mucho mayor.

—Todo el mundo puede llegar a ser algo mucho mayor —repuso Kade—. Se trata de poder elegir y de libertad, ¿no? Se trata del potencial de todos.

—El mundo necesita líderes, Kade —le transmitió Shu—. Cuando derribemos el viejo orden, quedará un vacío. ¿Quién mandará? Otorgar el poder absoluto a todo el mundo sería como entregar armas a los niños. Con el tiempo elevaremos a otros, pero necesito un núcleo de personas como tú para llenar ese vacío inicial. Siempre pertenecerás a la elite.

—Mandar… La elite…

—No hay otro camino —replicó Shu.

—¿Quién decide quién llega a la elite? —inquirió Kade—. ¿Quién decide qué personas son elevadas?

—Aquel que tome la iniciativa, Kade. Aquel que gane la guerra que está a punto de estallar. Y pretendo ser yo. Y tú puedes estar en el bando vencedor.

Kade lo vio con los ojos de Shu. Los vejestorios que gobernaban el país de Shu y el suyo, postrados de rodillas, rendidos al nuevo orden, o ardiendo. Muriendo. El mundo en llamas.

Se sintió superado. Se levantó tambaleante. Todo le daba vueltas. Se apartó de Shu. Masculló una despedida en voz alta. La decepción de Shu lo siguió. Dio media vuelta y enfiló hacia su panel arrastrando los pies, aturdido. Sintió que la red de falsos recuerdos envolvía la conversación que acababan de mantener. Apenas le importó.

Los últimos pensamientos de Shu llegaron a él: «Un día verás la verdad, Kade. Los humanos son los enemigos del futuro. Nos odian. Odian nuestra belleza y nuestro potencial. Si no nos matan o nos esclavizan nos alzaremos y ocuparemos el lugar que nos corresponde legítimamente en este mundo. No existen otras opciones».

Locura. Locura por todas partes. La ERD quería convertirlo en un esclavo. Shu quería convertirlo en un tirano y un asesino. Tenía que encontrar otro camino.

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