Mortal

Mortal


Capítulo 13

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Capítulo 13

Lluvia de fuego

David le dió vueltas a su dedo alrededor de su oreja y balbuceó “loca”.

Esto era un desastre. Kara frotó sus sienes, podía presentir una gran jaqueca.

"Olga, yo no tengo ninguna habilidad mágica. Aún no me salen bien ni los trucos sencillos de cartas. Soy sólo una niña adolescente normal, sin nada especial, excepto tal vez que estoy al servicio de la Legión de Ángeles de la Guarda. Pero te lo juro, no sé nada sobre magia".

“Eres elemental”, dijo la bruja. Su ojo amarillo tembló mientras observaba a Kara intensamente.

La sangre de Kara se congeló y forzó sus labios para poder hablar. "¿Qué dijiste?"

La bruja sonrió, y Kara notó que tenía solamente un diente delantero, bastante deteriorado. “Eres un elemental, puedo verlo claramente. Cállate, Henry. Es mi tiempo para hablar. Lo tienes por todas partes, chicuela. Nunca he conocido a nadie que tenga tanta…qué curioso..."

Kara frunció el ceño. Las hermanas Fay habían dicho algo de eso también.

"No sé qué quieras decir con elemental. Sé que tengo la esencia elemental en mí y eso es lo que me distingue de los otros ángeles de la guarda, y la razón por la cual la mayoría de ellos realmente me odian, pero no tengo ningún poder especial como mortal”.

Olga le pegó en el pecho con su bastón.

"Pero los tienes, chicuela. Simplemente no lo sabes".

David dobló sus brazos sobre su pecho. ¿"Soy el único que se siente confundido aquí? ¿Estás seguro que estás cocinando sopa en esa cosa? ¿De qué está hablando la bruja, Kara? ¿Esto tiene sentido para ti?"

Kara vio la confusa expresión de David, pero no pudo responderle. A ella le estaba haciendo sentido. Olga ignoró a David y habló solamente con Kara. "Sabes que digo la verdad. Lo sentí antes, estabas tratando de invocarla cuando estabas colgada de las cadenas. Por eso fue que la Cueva de las Sombras se abrió para ti y te permitió pasar… y también por eso dejó pasar a los espíritus caminantes sin destruirlos".

Kara sacudió la cabeza a pesar de que ella sentía que parte de lo que Olga estaba diciendo era verdad. "Te equivocas, Olga. No tengo ninguna magia, no sé ningún hechizo y jamás podría ser una bruja”.

. "No eres una bruja, chicuela", rio Olga. Sus espirales de fino cabello se mecieron en la parte superior de su calva cabeza. “Eres un elemental, y los elementales tienen un tipo diferente de magia; una magia natural que proviene de la tierra. No tiene nada que ver con encantamientos y hechizos. Es

energía de la naturaleza, el flujo de la energía de la madre tierra".

David silbó ruidosamente. "Vaya, eso suena genial. Me encantaría tener algo de eso. Nunca pensé que las brujas pudieran ser tan atractivas", dijo sonriéndole maliciosamente a Kara.

"¿Podrías lanzarme un conjuro, dulce señora?" Kara le disparó una mirada enojada y él fingió sellar sus labios con sus dedos.

Olga le pegó en el estómago de nuevo, esta vez más duro.

“Escucha, chicuela. Eres elemental. La fuerza de la naturaleza reside dentro de ti, tienes el poder para manipular las energías y para invocar el poder de la madre tierra".

La bruja se apoyó en su bastón, su ojo amarillo fijo en Kara. "Tienes la capacidad de sentir y controlar esas energías, los elementales son muy raros y extremadamente poderosos. Has admitido tener esta energía como un espíritu caminante…"

"Sí, pero no es lo mismo".

"¡Es lo mismo!" Olga levantó su voz y golpeó a Kara en el pecho una vez más con su bastón.

"Eres tan elemental en espíritu como en vida, no cambia nada. No se puede cambiar lo que eres, es decir, un elemental y un hijo único de nuestra madre tierra”.

La cabeza de Kara estaba dando vueltas, un elemental en la vida como en la muerte. De alguna manera, creía en la bruja. Tenía sentido, la energía que sentía como un ángel también estaba en su cuerpo mortal, inactiva y esperando a ser despertada. ¿Realmente sería cierto? De repente, ya no se sentía tan débil. Su poder elemental todavía estaba en ella, sólo tenía que descubrir cómo activarlo.

Ella miró hacia abajo, al colgante, y lo tomó en su mano. Estaba fresco y ligero. "Entonces... me imagino que no vas a venir con nosotros, ¿cierto? “

Olga se apoyó en su bastón una vez más, como si requiriera de toda su energía al hablar. "Si dejo este lugar, moriré. He durado viva aquí tanto tiempo sólo porque los bosques y las cuevas me han protegido todos estos años. Estos miserables huesos míos se desintegrarían si pongo un pie afuera.

Incluso si quisiera ayudarte, yo no podría".

Inclinándose más hacia Kara, agudizó su ojo amarillo. "El brujo oscuro es una criatura malvada, y si lo que me dices es cierto y él ha resucitado de entre los muertos, entonces tienes un enemigo difícil y peligroso en las manos. Él invocará los poderes diabólicos de la oscuridad de los muertos, su magia será grande y sus siervos abundantes. Él sabe que soy una amenaza y pronto vendrá por mí… tú debes irte ahora, chicuela".

Ella empujó a Kara con su bastón, "Él no sabe nada sobre ti, y es mejor que se mantenga así hasta que llegue el momento. Debes irte..."

Kara empujó el bastón con su mano. ¿Pero estarás segura? ¿Puedes protegerte de él si viene por ti?"

Sintió una repentina tristeza por Olga, y cierta necesidad de protegerla. Le recordaba a su propia abuela. Estaba vieja y frágil y Kara no quería que nada malo le ocurriera, aunque casi había matado a

sus amigos. Ella estaba empezando a sentir afecto por la vieja bruja, e incluso por Henry.

Olga ignoró la pregunta y señaló el colgante. "Este es un colgante de runas de bruja que brinda protección y energía elemental. El colgante potencializará y energizará la intención mágica de su portador. Tierra, aire, fuego, agua, la clave para el poder elemental. Estos símbolos son la marca de un elemental. El colgante te ayudará a que florezcan tus poderes y te protegerá contra el brujo oscuro”.

"Pero ¿cómo haré aflorar estos poderes? ¿y cómo los usaré?”

La tierra tembló bajo los pies de Kara.

Una bola de fuego líquido verde cayó desde el cielo y estalló en el claro, prendiendo fuego al terreno y a los árboles. Un chillido estremecedor llegó desde los árboles, como si ellos estuvieran gritando de dolor. El pecho de Kara se contrajo, casi podía sentir su sufrimiento al quemarse. Las llamas verdes serpenteaban por entre los árboles esparciendo un misterioso resplandor esmeralda en el claro.

Bill y Will se levantaron de un salto y blandieron sus armas, con una mirada salvaje en sus ojos amarillos.

"Me ha encontrado", dijo Olga, y su vestido se sacudió con una ráfaga de viento, como una aura amarilla. Ella se volvió a Kara. "Ya no hay tiempo, escúchame y haz exactamente lo que digo”.

Kara asintió con la cabeza e hizo su mejor esfuerzo para concentrarse en la cara de Olga y no en el fuego verde que amenazaba con quemarle.

"Debes destruir al brujo oscuro durante el solsticio de invierno, cuando la mitad con luz del año se convierte en la mitad oscura. El utilizará el poder de las almas que ha recogido para levantar a más brujos oscuros y demonios, eso es lo que ha estado planeando todo este tiempo, traer de vuelta sus hermanos. Si tiene éxito, él dominará el mundo de los mortales a su voluntad. Debes detenerlo, ¡no puedes permitir que el ritual del solsticio se lleve a cabo!"

Los árboles gemían, y Kara se estremeció. No podía moverse.

“Pero ¿cómo lo hago? ¿Cómo puedo detenerlo?”, gritó sobre el rugido de las llamas. "¡No sé dónde será el ritual!"

Será en el mismo exacto lugar donde él y sus seguidores fueron destruidos hace ciento cincuenta años. Busca la Aguja de Cleopatra, allí encontrarás la entrada a la guarida del brujo".

"¿Tengo que ir a Egipto?"

El bastón de Olga emitió un color amarillo hasta que estuvo completamente cubierto en él.

Incluso para una vieja bruja, se veía peligrosa y poderosa. "Nueva York".

Kara la vio fijamente. “Estás bromeando, ¿verdad?”

La vieja bruja la ignoró. "Busca en los túneles debajo de la gran ciudad, es necesario que encuentres a un viejo tonto, Gideon. Él es el único que puede ayudarte ahora, deberás seguir sus instrucciones, ¿entiendes?"

“Pero Nueva York es enorme, ¿cómo podré encontrar al hombre ahí?"

La mirada de Olga atravesó a Kara y a los bosques y fue más allá.

"Ve a los túneles, el colgante te guiará. Deja que el poder fluya naturalmente, vendrá a ti”.

"¿Qué?, ¿es en serio?" Kara veía fijamente el fuego verde serpenteando hacia sus pies. "¿Qué clase de respuesta es esa? Olga, necesitas darme más…"

"Ustedes deben salir de aquí, ¡rápido!", dijo Olga.

El calor de las llamas quemaba el rostro de Kara y el humo hacía que le ardieran los ojos.

"Pero, ¿qué pasará contigo?, ¿estarás bien? ", preguntó tosiendo.

Otra bola de fuego líquido se estrelló en el claro, pero esta vez cayó sobre la casa de Olga. En segundos, la casita estaba envuelta en llamas verdes. Los trolls de piedra corrieron hacia fuera y se pararon protectoramente alrededor de su madre. Olga agarró su bastón con las dos manos. "Yo estaré bien, ustedes deben salir de aquí. Esto es fuego mágico, las llamas te matarán a ti y a los espíritus caminantes. Si valoran sus vidas, salgan de aquí. Yo puedo cuidar de mí misma. Vuelvan a través de la cueva, ¡rápido!, ¡váyanse ahora!"

"Pero…"

Una gran bola de fuego verde estalló en la base del caldero de Olga, pero en lugar de un fuego abrasador, brotaron una docena de criaturas rana del tamaño de osos adultos. Sus ojos rojos brillaban, y un ruido espeluznante hacía eco en sus gargantas. Runas y símbolos relucientes cubrían su viscosa piel verde oscura.

Los trolls de piedra tomaron sus armas y atacaron. Una de las criaturas abrió sus fauces, estaban llenas de filas de dientes de tiburón, y escupió una sustancia verde que le pegó a Will en el pecho y la cara. El gritó en agonía a medida que una nube de vapores hacía espiral alrededor de su cuerpo. La sustancia verde se comió en su piel de roca como si fuera algún tipo de ácido, dejando agujeros y exponiendo sus entrañas. Le goteaba sangre de su rostro y pecho carbonizados y cayó de rodillas, sus ojos se pusieron en blanco y se fue de bruces.

Bill gritó, enojado, y se dirigió contra la pared de criaturas rana. Cortó a la criatura que mató a su hermano por la mitad con un movimiento gigante de su hacha, y al volverse, dos criaturas más saltaron sobre él. Una vez más, las partió por la mitad con el hacha, y la sangre oscura salpicó su rostro. Como un loco destrozó y despedazó a las criaturas, para vengar a su hermano.

Pero había demasiados. Las criaturas atacaron otra vez, y Bill desapareció bajo una maraña de ramas verdes. Ella le oyó gritar y eso fue lo último que supo de él.

Más bolas de fuego líquido estallaron en el suelo, alrededor de Kara. Más criaturas rana- brotaban de las llamas, sus ojos rojos hambrientos por su próxima víctima. Vieron a Kara y a sus amigos, y en un gran salto volaron por el aire hacia ellos. Una explosión de luz amarilla golpeó a las criaturas en sus pechos, y estallaron en una nube de polvo verde. Las partículas flotaron en el aire y cayeron al suelo como ceniza.

Olga elevó su bastón por encima de su cabeza. "¿Eso que todo lo que tienes, brujo?” Le gritó a las llamas verdes que estaban a su alrededor.

Ella golpeó su bastón sobre el terreno, torbellinos amarillos se elevaron del suelo y extinguieron el fuego verde.

"Ustedes brujos son todos iguales, siempre dejan que sus ayudantes luchen sus batallas por ustedes. ¡Muéstrate, cobarde!" Otro rayo de energía amarillo brilló desde su bastón y más criaturas rana se deshicieron en montones de polvo. Olga comenzó a cantar, y su único ojo resplandecía luz amarilla, como si hubiese fuego dentro él.

"Kara, tenemos que salir de aquí”. David sujetó el brazo de Kara y la jaló hacia él. "No siento deseos de ser el almuerzo de unas ranas gigantes, Peter no está como para luchar y dudo seriamente que podamos vencer a estas cosas. Tenemos que volver a Horizonte, ¡ahora!"

Peter estaba lánguido en los brazos de Jenny, su esencia casi se había vaciado. Parecía estar muerto, y Kara vio el terror en el rostro de Jenny.

Se volvió a David, "Tienes razón, vamos a salir de aquí. Trae a Peter y marchémonos. Jenny,

¿puedes correr?"

Jenny ayudó David a colocar a Peter sobre su espalda. Su esencia de ángel brillaba a través de las muchas cuchilladas en su pecho y cara. "Sí, puedo correr, pero no por mucho tiempo. Mi traje M está en las últimas".

Con Peter seguro en la espalda de David, Kara corrió desde el claro y se dirigió hacia el rincón de la selva que no estaba envuelto en llamas. Se paró frente a una pared de árboles negros. ¿Dónde estaba la cueva? Ella no podía ver más allá de las ramas. El bosque era espeso e impenetrable, tardaría horas en avanzar unos pocos pies. Podía escuchar la batalla detrás de ella y comenzó a asustarse.

"¿Cómo volvemos a la cueva?" Jenny se colocó junto a ella. Sus ojos verdes estaban embotados, y Kara podía ver el temor en ellos.

Kara maldijo mientras caminaba frente a la pared de árboles. ¿Dónde estaba la estúpida cueva?

Las ramas se separaron repentinamente, un túnel apareció entre los árboles y más allá de la apertura de ramas y raíces retorcidas había una hendidura en el lado del acantilado, ¡otra entrada a la cueva!

"¡Vamos!" David corrió a través de la abertura. Kara se sujetó el estómago y corrió tras él.

Kara empezó a seguirlos, pero de pronto un grito llenó el aire de la noche. Un escalofrío la invadió, era Olga. Kara giró y vio un hombre alto envuelto en un manto negro parado en medio del claro. Runas y símbolos verdes circulares brillaban en su manto moviéndose y cambiando como si fueran líquidos. Su cabeza estaba cubierta con una capucha negra y su rostro estaba oculto en la sombra. Tenía a Olga por la garganta, luchando y pataleando por no asfixiarse. El brujo levantó a Olga en el aire y estrelló su puño derecho contra su abdomen. Kara ahogó un grito en su garganta

mientras observaba a la anciana caer al suelo y explotar en una nube de polvo amarillo. Kara reprimió un sollozo. El brujo oscuro dio vuelta lentamente hacia el borde del bosque donde se encontraba Kara, sus ojos rojos brillaban intensamente y se asentaron en ella. Ella no podía ver su rostro, incluso no podía distinguir si era humano.

Él levantó su brazo y la señaló con un dedo largo y gris, y Kara fue lanzada hacia atrás con una fuerza poderosa, aterrizando con fuerza contra el suelo.

Sus piernas y brazos fueron sujetados por una cadena de metal verde que brillaba intensamente.

Desesperada, rodó sobre sí misma y levantó la cabeza, el brujo estaba caminando hacia ella.

Gritó y luchó por soltarse, pero era como intentar abrir el puño de un gigante. Era inútil.

Una niebla verde se levantó del metal y de pronto se sintió mareada y muy cansada. Necesitaba acostarse. La tierra estaba cómoda y suave y olía a dientes de león. Descansar un poco no le hace daño a nadie...

¡Kara... Kara... despierta!

¿Era la voz de Olga? ¿Estaba soñando? ¿Dónde estaba? Parpadeó, sabía que algo no estaba bien.

Se esforzó en combatir su somnolencia y recuperarse lo suficiente como para pensar. Tenía que liberarse de las cadenas, sabía que eran mágicas. Combatiría magia con magia, Olga había dicho que su poder elemental todavía estaba dentro de ella.

Se concentró en la sensación que había sentido antes, buscó dentro de sí misma de esa luz, esa energía que había utilizado cuando era un ángel. Dejó fluir sus emociones, su ira sobre la muerte de Olga la invadió mientras se concentraba.

El brujo estaba a unos pocos pasos, si ella no hacía algo ahora estaría muerta en segundos.

Su corazón latía con fuerza y cada bocanada de aire que tomaba le quemaba como ácido vaporizado, le ahogaba la niebla verde.

No estaba dispuesta a morir, no así, y sobre todo no a manos de un esquizo-brujo.

De pronto sintió un leve palpitar desde muy dentro de ella, como la llama de una vela que titila antes de encenderse. El colgante le quemaba su pecho, su propia energía vibraba contra su piel. Miró hacia abajo, las runas en el colgante brillaban en amarillo, como el sol de la mañana, y se intensificaban.

Se relajó y cerró los ojos, viajó profundamente, dentro de ella misma, buscando esa fuente de energía que era el origen de su energía elemental. Su mente llegó a un lugar negro y tranquilo, y un fresco torrente de energía brotó a través de sus venas. Era diferente del chorro cálido que había convocado cuando era un ángel, éste era fresco y olía a primavera. Y entonces, así nada más, supo exactamente qué hacer.

La corriente de la energía aumentó dentro de ella como un viento fresco, abrumando sus sentidos con el olor de la tierra. La invadió de pronto, igual que la sensación del viento en su cara por primera vez en su vida, y ella se entregó a él.

Chispas plateadas de energía bailaban sobre su piel, la tierra alrededor de ella onduló y brotaron pequeñas raíces blancas del suelo que serpentearon hacia las cadenas verdes venenosas que la mantenían cautiva.

Con un tronido, las cadenas se desvanecieron como si hubieran estado hechas de hielo. Kara saltó a sus pies y el brujo se congeló. Claramente no esperaba que Kara pudiera librarse así, tan de repente.

No tenía tiempo para pensar acerca de lo que había sucedido, y no iba a esperar a que el brujo intentara cualquier otra cosa con ella, así que se dio vuelta y corrió a la cueva.

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