Monster

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Capítulo 9

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Capítulo 9

Las filas de árboles a cada lado de la avenida antes adornados con hojas de múltiples colores empezaban a oscurecer, otras a palidecer... y caer. El frío matutino le mordía las mejillas, el vaho que salía de su boca casi le empañaba el mismísimo blanco de los ojos. A Max le encantaba ese frío que se te metía en el cuerpo y te pinzaba los huesos pero Nathan sospechaba que se estaba haciendo demasiado mayor. Con las heladas otoñales le costaba cada día más levantarse para correr. Gracias a gruñidos y malas caras había logrado que Alexis dejara de venirlos a buscar. McNamara resopló parándose con las manos en las rodillas enfrente de la gran puerta blanca.

—Podríamos acortar de una hora a cuarenta y cinco minutos.

El ladrido del animal que le urgía a entrar en casa a por agua le hizo volver a resoplar, erguirse y al hallar las llaves girar la adecuada en la cerradura.

—Pasa.

Entró tras él, cerró y subió las escaleras haciendo una parada a la mitad. Carraca..., pensó. Como cada mañana pasó a la ducha y de allí se vistió pero no con el uniforme, hoy no estaba de servicio. Tenía cuatro días libres así que preparó su maleta en un santiamén.

Estaba seguro de que el animal sabía dónde iban porque ya estaba ladrando en la puerta.

—¡Max! Culo de mal asiento —le susurró acariciándole tras las orejas.

Salieron de la casa y subieron al Jeep, había un buen rato hasta la ciudad y no tenía tiempo para desayunar. En un par de horas haría la primera parada café. Por la noche pararía en algún motel, había calculado en Tennessee.

Entrar en Nueva York a cualquier hora era un caos pero no iba directamente al centro sino que se dirigía a las afueras, donde los VIPs. Saludó a los miembros de seguridad que custodiaban el acceso a la lujosa urbanización y estos le cedieron el paso al comprobar sus datos, aunque bien sabían quién era. Nathan suspiró presionando el botón del interfono situado justo antes de pasar la altísima puerta de metal.

—McNamara —y el pit que emergió del altavoz hizo que aquella enormidad corriera sobre el raíl. La rampa le guió hasta la gran rotonda donde una fantástica fuente disparaba múltiples chorros. Aparcó y sin dejar que Max bajara del vehículo entró en la mansión.

—Hola princesa —saludó. Natasha iba en brazos de Lupe. La agarró sosteniéndola en un brazo.

—A las seis estará aquí —indicó a la joven Chicana que cuando él trabajaba para los Ferguson se encargaba de la cocina. A estas alturas ya no le preparaban la bolsa, él llevaba consigo la que preparaba él mismo, no necesitaba que le hicieran ninguna.

—¿Quieres ir a ver esos ridículos patos?

En el mismo complejo había hasta un centro comercial y también un estanque artificial cubierto lleno de aves, tortugas, carpas de colores y nenúfares rosados.

Natasha recorría el césped, de vez en cuando cogía carrerilla para ir tras un grupo de patos que estaban a la orilla del estanque. Al espantarlos se aplaudía. Ella siempre se aplaudía. Ladeaba su cabecita y le miraba riéndose como esperando un “bien hecho”... y de nuevo a correr. Él, él no le quitaba los ojos de encima, muriéndose por ella.

—A mí tampoco me gustan vivos —le dijo a Max que sentado tranquilamente seguía con la mirada aquella multitud de patos y cisnes. —Siempre los he preferido cocinados, no me parecen nada estúpidos en esas circunstancias.

—No me mires así —le dijo al notar como el animal puso sus ojos sobre él a la par que se relamía. —En este parque están vetados los perros. Tú estás aquí solo porque yo te he conseguido una acreditación especial como “Perro de seguridad”. A ella le gustan, así que hay que dejarlos vivos.

Suspiró sin dejar de mirarla. Nunca se aproximaba tanto al borde como para caer dentro, tan solo corría y los asustaba.

En el momento en que se cansó de tanto correr, se sentó sobre el césped, las pequeñas manitas arrancaban hebras y no, no se las llevaban a la boca porque a cada intento el “no” de papá se lo impedía. Giró en el suelo casi como una croqueta y avanzó a gatas hacia él. Las palabras ya salían con bastante claridad de su boca así que McNamara ya tenía bien claro que ella sería una cotorra, tanto o más que su madre.

Al sentarse la recogió entre sus brazos mientras ella soltaba un discurso mirándose las manitas teñidas de verde oscuro.

—¿Todo eso?¿Segura? —Alzó las oscuras cejas y luego las frunció —¿Sí? Ella achicaba los ojitos cuando le entraba la carcajada. Los cortos bracitos le rodearon el cuello y él apenas notó el peso del pequeño cuerpo colgándose del suyo. McNamara cerró los ojos y metió la nariz en el cuello de la pequeña.

—Hueles a mamá —susurró aspirando el aroma de la misma entremezclado con el de la piel de la niña. Alzó la cabeza al oír a Max gruñir, le miró.

Allí estaba, tumbado y gruñéndole a un pato despistado que se le había acercado demasiado y él sin podérselo cargar. A eso si se le podía llamar vida de perros. Resopló volviendo a recostar la cabeza sobre sus patas.

Nathan volvió a aparcar ante la casa. Sacó a Natasha medio dormida de su sillita, la pegó a su pecho tras cubrirla con la pequeña manta, la oscura cabecita recostada contra uno de sus hombros. Besó reiteradas veces más el cuello de la niña conforme entraba en la casa.

—Vamos a cambiarla —indicó a Lupe en voz baja.

En Fe tenía media docena de saquitos manta que Ashley le había pintado. Al notar que la niña se adormilaba
más
la vistió con aquel gracioso pijama de cuerpo entero con estampado de pingüinos que tanto le gustaba. Dio tres suaves palmaditas al trasero haciendo que el pañal bajo la tela resonara. Un último beso y se la cedió a Lupe. Siguió con la mirada a la mujer que subía las escaleras despacio y con sumo cuidado.

—¿Cómo estás?

—Bien —se giró encontrándose con el señor Ferguson. —Muy bien, gracias.

Sin embargo no se encontraba bien en absoluto. Creió verla allí arriba, justo allí, pero no la vio directamente sino su sombra. Casi la oía respirar.

—Ha tomado una decisión —le dijo al captar su mirada hacia lo alto de las escaleras, justo donde nacía el pasillo. Ashley estaba precisamente allí, recostada y escondida contra una pared.

—Pronto tendrás noticias.

Acercó su mano y con ella ejerció presión en uno de los hombros de McNamara. Su mirada y la verde se encontraron.

—Me alegro de que estés bien. —Y con un apretón afectuoso se retiró.

Ya estaba, todo quedaba en eso. No volvió a mirar hacia las escaleras. Salió de la casa directo al Jeep y se metió en él. Max ya esperaba en el amplio asiento trasero. Por la mañana ya había pagado el hotel y sacado su maleta así que arrancó y... a casa. Tenía una 1700 millas ante sí. Dormiría otra vez en algún motel en Tennessee.

Nathan se quitó la chaqueta al entrar en el salón de su casa y la lanzó al sofá. Max pasó rápido a su lado marchando hacia la cocina. Él echó su pelo hacia atrás y caminó hasta una de las estanterías donde retiró un par de enciclopedias que escondían la clandestina botella de Bourbon, rompió el precinto, desenroscó y dio un trago. Era de esas botellas que conservaba para una ocasión especial y esto lo era. Ella ni siquiera se había dejado ver, cincuenta días de tormento sin el menor rastro de ella, ni una maldita llamada telefónica pero sí su olor en el pelo, ropa y piel de Natasha. Con la botella en la mano se acercó al equipo de música, lo encendió para escuchar el CD que estaba puesto, un CD de los de ella. Su manta seguía sobre el sofá. No podía pisar sitio donde no hubiera algo perteneciente a Ashley.


When will I see you again?


You left with no goodbye, not a single word was said (Sic)


Ahora se hacía una idea de lo que ella había sufrido... pero ya bastaba, ya era suficiente. Otro trago que ardió al bajar por su garganta al recordar lo que ese le había dicho, que la decisión ya estaba tomada. Sacudió la cabeza y rió, una risa forzada para no sollozar como un bebé. Pensó que mirándolo desde un punto de vista positivo no tendría que contratar a ningún abogado para que le ayudara con los trámites de divorcio.


No final kiss to seal anything


I had no idea of the state we were in. (Sic)


Se relamió y elevó el volumen de la música. Nathan subió al piso de arriba y sin soltar la botella se las ingenió para desvestirse y meterse en la ducha. Se recostó contra una de las paredes de baldosas blancas y bebió de nuevo. Entrecerró los ojos. El alcohol del cuarto de botella en su estómago estaba empezando a hacerle efecto, hubiera subido aquellas escaleras de dos en dos mientras papaíto soltaba su discurso, la habría prendido del cabello y allí abofeteado... o no. Bebió... o besado, eso, besarla hasta que se le quitaran todas las estupideces de su pequeña y testaruda cabecita.


I know I have a fickle heart and bitterness


And a wandering eye, and a heaviness in my head (Sic)


Llorar la muerte de una persona amada era una cosa pero esto era muy distinto. La persona querida que moría no te dejaba por voluntad propia,
la de la guadaña se la llevaba pero esto, esto era voluntario. Abrió los ojos tambaleándose ligeramente y para compensar pegó un largo y ruidoso lingotazo a la botella dejándola medio vacía. ¡Llorarla creyéndola muerta había dolido menos que esto!


But don't you remember, don't you remember?


The reason you loved me before,


Baby please remember me once more. (Sic)


Estaba abandonado como un pulgoso y viejo chucho con la diferencia de que a él le habían dejado en casa. La zorra había aprendido del Maestro a la hora de torturar. Necesitaba tiempo para saber si quería esto por sí misma, por su propia voluntad. McNamara echó la mano libre hacia atrás y giró la rosca hasta que el agua empezó a caer sobre él fría y caliente, fría y caliente.


When was the last time you thought of me?


Or have you completely erased me from your memories?


I often think about where I went wrong.


The more I do, the less I know. (Sic)


Ni siquiera había cerrado la mampara así que parte del agua salía fuera empapando el suelo. Con un poco de suerte al salir se resbalaría y se daría un buen porrazo. La humedad hizo que el aroma del champú en uno de los estantes fluyera. Ashley tenía la manía de no cerrar las tapas de... nada. Él bebió a la par que movía la cabeza para mirar el bote con la tapa abierta. Con él un desfile de pequeños frascos, mascarillas, acondicionadores, otros champús y jabones.

¡Ashley, Ashley, Ashley!

Lanzó todo lo que se amontonaba en la estantería que cayó ruidosamente al largo y ancho plato de ducha.

—¿Por qué mierda se les ocurrirá fabricar duchas tan amplias? —barboteó a media voz.


But I know I have a fickle heart and bitterness


And a wandering eye, and a heaviness in my head. (Sic)



But don't you remember, don't you remember?


The reason you loved me before,


Baby please remember me once more. (Sic)


El vapor que empañaba los cristales no era el mismo que empañaba su cerebro. Percibía el golpeteo del agua al descolgarse de la ducha y del cuerpo de ambos apoyados contra la pared del fondo. Las gotas se entrometían en la unión de las bocas donde ambas lenguas se fusionaban. Sentía las finas manos agarradas a la complexión de los recios omóplatos y las dulces piernas enlazadas alrededor de sus caderas. Nathan le colocó una mano sobre la mejilla acariciando con las yemas la ruborizada y empapada piel. La otra estaba como empotrada en la pared para poder sostenerse mientras pujaba dentro de ella con aquel vaivén suave y acompasado...


I gave you the space so you could breathe,


I kept my distance so you would be free,


I hope that you find the missing piece


To bring you back to me. (Sic)


Tragó ignorando la arcada. Iba a salir y reunir todos los lápices, rotuladores... ¡todas las pinturas! y los quemaría... no... Mejor aún, agarraría toda la ropa de Ashley y sobretodo sus zapatos y haría con todo ello una monumental hoguera en el jardín. El Bourbon le ardía en el estómago y no había nada mejor que beber, más Bourbon para contrarrestar o más bien aumentar el ardor. De esa forma la obligaría a volver a quererle, volver a amarle.


Why don't you remember, don't you remember?


The reason you loved me before,


Baby please remember you used to love me. (Sic)


Ya no controlaba bien sus pensamientos. Creía que se podía obligar a alguien a amar... o quizás no. Tal vez fuera este su pecado, su gran fallo, obligarla a amarle. Pateó el bote de champú que había caído cerca de su pie... Éste soltó su aromático y viscoso contenido que impregnó la planta del pie de McNamara quien, al moverse para patear otro recipiente resbaló. Cayó boca arriba y por suerte la botella aún sujeta por su mano quedó sobre su pecho y no estalló.


When will I see you again? (Sic)


Poco después Nathan consiguió sentarse y arrastrarse hasta una esquina. Empinó la botella y dio un trago con la vista completamente borrosa. La combinación del golpe, el alcohol y las lágrimas le impedían ver nada, retiró su goteante cabello hacia atrás y bebió, quedaba apenas un sorbo. No había nada que hacer, ella había tomado su decisión como bien su querido papaíto le dijo... y no le extrañaría nada llegar un día a casa y descubrir que todas las cosas de Ashley se habían esfumado.

—Joder —Con las llaves en la mano y asomado, incluso con un pie dentro de la ducha estaba Alexis. —He llamado un millón de veces y al final he entrado.

Le mostró el juego de llaves aunque el otro no tuviera pinta de poder ver gran cosa. Suspiró apartando con el pie algún que otro bote.

—Se oía la música hasta en el final de la calle y son las tres de la mañana. ¿Bourbon? —Si quería un pequeño trago ya podía darse prisa. —Déjame un poco —pidió cerrando la ducha y quitándole la botella. Sin importarle mojarse se sentó a su lado y bebió.

—A las siete no podrás ni abrir los ojos.

Nunca lo había visto tan hecho polvo salvo en la época en que creían que ella estaba muerta.

—¿La has visto?

—No.

Trató de enfocarle pero nada, se mareaba. Pegó la nuca contra las baldosas.

—La muy zorra estaba donde las escaleras... pegadita a una pared mientras su papaíto me decía que ella había tomado su decisión. —Rió sin ganas. —Se tira casi dos jodidos meses para decidir que no soy bueno para ella.

Otro, si no fuera por su tamaño, con la mitad de esa botella habría caído en un coma etílico y más a la velocidad a la que McNamara bebía. —¿Te ha dicho su padre exactamente eso. que ella quiere acabar con todo?

Acabó la bebida y la dejó a un lado.

—No hace falta...

Le costaba enlazar las palabras y que no rodaran por su lengua.

—Ha quedado muy claro.

Alexis suspiró recostando él también su cabeza contra la pared.

—Tienes a tu hija, aunque no sé si es algo muy positivo porque tiene pinta de ser del tipo que van con faldita cortita y... —Alzó las manos en son de paz al oírle gruñir y eso que estaba borracho como una cuba.

—Sólo digo que si hereda el culo materno pues... vale, vale, me callo.

—Eres un cerdo.

—¿Por qué? No soy el único al que le gustan las falditas a cuadros y las trenzas largas.

—Si la hubieras visto por aquel entonces... comprenderías perfectamente el porque me gustaban la faldita y las trencitas.

Alzó un dedo y enfocó durante unos segundos, después todo dio vueltas y volvió a recostar la cabeza contra las baldosas.

Rió con él. —Estaba justificado después de todo.

—¡Espera espera! ¿y el cerdo soy yo?

Tendría que ayudarle a salir de la ducha porque si no él solo se abriría la cabeza.

—Bueno... puede que hayas entendido mal y sí, tenga la decisión tomada y mañana aparezca en la puerta con un millón de maletas.

—Si esa fuera su respuesta bajaría corriendo las escaleras y... coño, ¿para qué seguir?

—Vamos Mac, para soportarte hay que quererte mucho y ella lo hace mucho, mucho.

—¿Qué sabrás tú de querer? —No le faltaba más que oír eso. —Si eres incapaz de querer a nadie. Eres demasiado sádico para eso.

Las plantas de sus pies volvieron a estar sobre el plato de la ducha. —Quita que yo puedo. —Quiso hacerse el valiente no obstante acabó aferrándose a Alex que le ayudó a salir de la ducha y sin secarse acabó sobre la cama. Todo le daba vueltas, tanto con los ojos abiertos como cerrados. Nathan logró agárralo por un brazo cuando Alexis iba a retirarse y apretó.

—Quería decirte... —Pero no sabía pedir perdón de la forma más común, tan solo a su manera... y tras notar el apretón sobre uno de sus hombros asintió.

—Iré a hacerte café, mucho café.

Había empapado la cama y aun así lo cubrió con una sábana. Lo suyo no era cuidar a alguien ligeramente pasado de alcohol, lo suyo,... lo suyo eran otras cosas.

—No tardo.

Para McNamara todo debió dejar de dar vueltas en algún momento porque al regresar Alexis lo encontró profundamente dormido.

Pilas de carpetas y documentación se amontonaban sobre la mesa del sheriff y el ruido del personal de la comisaría hacía temblar los cristales de su oficina mientras él jugueteaba con el bolígrafo entre los dedos. Los años de muy poca y deficiente supervisión los estaba pagando él con rellenar documentación atrasada, archivarla, en definitiva poner orden para ponerse al día.

Un alboroto aun mayor le hizo alzar la cabeza y levantarse para salir de su depacho.

En el largo pasillo Natasha reía como loca pasando de unos brazos a otros de oficiales y secretarias.

Nathan avanzó entre sorprendido y feliz. No le tocaba quedarse con ella, lo había hecho la semana anterior.

—¿Qué haces aquí princesa? —exclamó robándosela a un suboficial.

La pegó a su pecho para recibir el anhelado besito en una de sus mejillas. Le adecentó el vuelo del vestido. No era un juguete y no le gustaba nada que la trasteasen aunque obviamente a ella le encantaba ser el centro de atención. Genes maternos, dictaminó él para sus adentros.

—A trabajar todo el mundo.

Ni que nunca hubieran visto un niño. A decir verdad, como la mía no, se dijo Nathan mirando a Jasper quien solía traer y recojer a la pequeña.

—¿Pasa algo?

No le habían llamado para informarle de esto.

—La señorita Ferguson me ha pedido que la trajera porque el sábado de la semana próxima es Halloween y a la niña le tocará quedarse con usted. —Encogió los hombros —Ah, y que usted no debía olvidarse de comprarle un difraz para la fiesta en casa de los Thompson.

—¿Qué le ha dicho qué?

McNamara empezó a cabrearse. No como otras veces en que le avisaba con media hora de margen, por lo menos en esta ocasión Ashley le había dicho con tiempo lo de la fiesta. Pero ahora al parecer no le venía bien quedarse con la niña así que se la enviaba a él con diez días de antelación. Encima él tendría que comprarle algo a Natasha con lo cual iba a hacer el ridículo.

—Quedamos en que iríamos los tres, si ella no asiste nosotros tampoco iremos. ¿Lo ha entendido bien? ¡Dígaselo!

Tendría que devolver la niña pero ya que se la habían traído, iba a quedarse con ella.

—Supongo que no tendrás ni la menor idea de que disfraz comprarle a tu hija —dijo Alexis cruzando el pasillo. Se despidió de Jasper con un movimiento de cabeza al pasar junto a él y siguió al jefe con su “sobrina” en brazos hasta el despacho. Cerró la puerta y dejó un grueso sobre de papel burbuja encima de la abarrotada mesa.

—Es para ti, acaba de llegar.

—¿Qué es? —increpó más que preguntó. Yo no voy a comprarle nada. —Se sentó y la colocó sobre una de sus piernas. —No tiene por qué ir haciendo el ridículo.

—No va a hacer el ridículo, va a ir disfrazada como el resto de niños. —Movió una de las sillas que había al otro lado de la mesa. Se dejó caer en ella. —No pretendas hacer ver que no te hace ilusión tenerla más días.

—No es eso.

—¿Entonces?

—Me la ha encasquetado...

La observó sentadita en su muslo, estirándose para tirarle de la estrella en su uniforme.

—Fiestas, cenas, compras... El pececito ha vuelto a su estanque y encuentra que la niña se le hace molesta según para que cosas así que se la encasqueta al imbécil de su padre y se acabó.

—No me gustaría tenerte como suegro.

Al ver que éste iba a empezar a quitarle el abrigo, el gorrito y el resto de cosas con las que la niña iba envuelta masculló.

—¿Qué te parece si la llevo yo a comprar el disfraz? No debes tener nada preparado así que ella se viene con el tío Alex mientras tú te marchas a casa, te das una ducha y le preparas todo lo que tengas que prepararle.

—¿A qué viene la amabilidad?

—Necesito librar la semana que viene, tengo asuntos personales que atender y no me gustaría que mi sobrina putativa se quedara sin disfraz porque su padre es un aburrido y un carcamal.

Se levantó y extendió los brazos.

—No voy a canjearla por ninguna botella de Bourboun y no lo digo con segundas. No es la primera vez que me la dejas y nunca le ha pasado nada malo.

McNamara se levantó, se la entregó y lo amenazó con un dedo.

—Nada de ir de calabaza, no quiero verla con nada raro, ¿oyes?

—OK, nada raro.

Dejó a Natty en el suelo y mientras ella se despedía abriendo y cerrando la pequeña manita añadió.

—No te olvides del sobre, venía por correo urgente.

Abrió la puerta y dejó que ella pasara antes de cerrar.

—¿...Y de pequeño monito? —Cerró antes de... Cerró.

Pobre de él si le comprara semejante disfraz a Natasha. Resopló mirando la pila de papeles y decidó seguir la recomendación de Alexis. Se levantó enfilándose la chaqueta y sacó las llaves. Al caminar hacia la puerta giró para recoger el sobre y salió de su despacho. Después de despedirse escuetamente como de costumbre se subió al Jeep. Llegado a casa saludó a Max para después subir hasta el piso de arriba donde empezó a quitarse la chaqueta, la camisa y... acordarse del dichoso sobre. Pensó abrirlo ya para quitarselo de encima. Éste esperaba encima de la cama junto a las piezas de ropa que acababa de quitarse. McNamara movió el sobre, lo sacudió ligeramente y lo abrió. El rosa y plata del collar brilló aun en la penumbra del envoltorio, dentro había también un post it con la dirección de Alexis.

Nathan agarró la camisa y volvió a ponérsela olvidándose de la chaqueta pero no de las llaves. Fue abotonando conforme bajaba las escaleras sin soltar el sobre. Entró en la cocina para sacar de la cajita la copia del juego de llaves de casa de Alexis. En el coche arrancó como para ganar una carrera de la Nascar y condujo hasta allí sin respetar los límites de velocidad.

Al llegar voló por encima del tramo de baldosas rojas. Cuando abrió la puerta el aroma a vainilla de la piel de Ashley lo atrapó. Los pequeños pilotos rojos instalados a ras de suelo estaban encendidos, sólo tenía que seguir ese caminito luminoso hasta la puerta del sótano, hacia el piso de abajo.


Just gonna stand there and watch me burn


But that’s alright because I like the way it hurts


Just gonna stand there and hear me cry


But that’s alright because I love the way you lie


I love the way you lie (Sic)


Al bajar el último escalón extrajo el collar del sobre que tiró al suelo y entró soteniéndo plata y rosa en su mano.

—Medias de seda y traje con falda rosada... ya veo.

Se aproximó mirándola, oliéndola y al llegar ante la mujer comenzó a girar a su alrededor como un implacable depredador.

—Apuesto que vuelves a usar esa ropa interior francesa. —La sonrisa torció su boca. —Sí, hueles a zorra millonaria.

Se detuvo ante Ashley, chasqueó dos dedos ordenándole que alzara la vista y le mirara.

—No sé vivir con mi libertad. —A otros podría sonarles rara esa declaración pero no a él, no a Nathaniel McNamara, su Amo y Señor.

—¿Qué no sabes vivir en libertad? —Frunció las oscuras cejas. —Sesenta y un putos días lo has hecho.


I can’t tell you what it really is


I can only tell you what it feels like (Sic)


—Necesitaba tiempo, Señor —susurró encontrándose con la mirada verde.

Él había contado días, semanas, meses, horas, minutos...segundos. —Sabes, lo malo de todo esto es que tengo que volver a enseñarte quien pone aquí las normas y quien, sobre todo lo demás, castiga.

La prendió por el cuello y apretó.

—¿Quién coño te has creído que eres para abandonarme?

Presionó.

—Como a un jodido perro, ¿no?

Más...y más presión.

—¿Querías hacerme sufrir por equivocarme aquella vez?

Ella asintió.

—Pues lo has hecho, he pagado por todo el dolor que te hice sentir en su día. He sido tu maldito condenado...

Yapretó un poco más.

—No voy a tolerar ni una sola desobediencia más y mucho menos que vuelvas a huir de mí.

Pegó su nariz a la de ella cuando su boca estaba completamente abierta a causa de la dolorosa falta de aire y susurró:

—Huir del diablo sería mejor que de mí porque yo si me lo propongo puedo ser mucho pero, muchísimo peor que él.

Abrió los dedos que habían marcado la delicada piel del gaznate y apartó la palma liberando el cuello.

—¡Desnúdate!


And right now there’s a steel knife in my windpipe


I can’t breathe but I still fight while I can fight (Sic)


En el esmalte rojo de sus uñas brillaban ligeros destellos dorados mientras ella rasgaba la ropa debido al nerviosismo de los dedos para desabrochar los botones de su chaqueta, bajarse la falda, quitarse camisa y sujetador. Deslizó las húmedas bragas fuera de su sexo y al ir a deshacerse de las medias se oyó un claro no. Las dejó donde estaban.

—¡Al suelo!

Ashley había ganado algo de peso. Se notaba sobretodo en muslos, pechos y caderas, más rellenos... nada como la vida de los millonetis. Ella se arrodilló a sus pies, agachó la cabeza y enlazó las manos a la espalda. McNamara la prendió del cabello que nacía justo en la frente, tiró hacia atrás hasta que sus miradas se encontraron.

—Vas a pagar por estos sesenta y un días. ¿Amenaza? Sí, por supuesto, amenaza en toda regla. —Yo de ti empezaba a disculparme, tal vez logres que sea un poco benevolente contigo.


As long as the wrong feels right it’s like I’m in flight


High off of love, drunk from my hate (Sic)


La mujer besó y volvió a besar el material de las botas negras y relucientes. Se apoyaba en el suelo con sus manos y rodillas manteniendo los ojos cerrados mientras depositaba más y más besos. Sus pechos iban rozando el piso conforme estiraba el cuello para subir primero por una bota y volver a bajar para pasar a la otra y atenderla de la misma manera.

A Nathan le fascinaba el diseño de la espalda, ver como hombros y caderas ensanchaban su forma pero sobretodo la altura y anchura de aquel relleno trasero. Empujó la bota que ella atendía contra los labios. —Basta.

Se acuclilló cuando Ashley se levantó aun manteniendo la cabeza baja en todo momento, peparada a levantarla solo cuando él se lo permitiera. Le empujó el mentón hacia arriba y los ojos chocolate se abrieron.

—Ahora vas a esperar hasta que a mí me plazca.

Se aproximó su cara, a esos labios sobresaliendo para ser besados y... ¡plas! la zurda impactó contra su bonito semblante.

—Paciencia tesoro.

Con otro acercamiento lamió la trémula carne y cuando Ashley abrió la boca volvió a atizar haciendo que ella gimiera.

—Paciencia.

Le apartó la cara al levantarse.


It’s like I’m huffing paint


And I love it the more that I suffer, I suffocate (Sic)


Ella le conocía, sabía que iba a hacérselo pagar y que solo había empezado. Se quedó allí, de rodillas mirando de nuevo al suelo. Le oyó moverse, trastear en cajones, sacar cosas de ellos y tras eso caminar muy cerca, rozarla incluso con una pierna al pasar y finalmente subir las escaleras. Pasó largo rato oyéndole respirar, posiblemente debía estar sentado en un escalón mirándola. Temblaba pero no de frío sino de deseo, de ese ardiente y doloroso deseo que él le provocaba.

La observó largo y tendido. No tenía prisa y si él no la tenía ella mucho menos. Admiraba los grandes globos alzarse y descender por la inestable respiración de la mujer, los pequeños y sonrosados pezones ahora dilatados y completamente tiesos. Le fascinaba el movimiento de las caderas que se balanceaban ligeramente para ir equilibrando el peso del cuerpo sobre ambas piernas recubiertas de las sedosas medias. Mañana iba a estar dolorida y pasado y... el otro.


And right before I’m about to drown she resuscitates me


She fucking hates me and I love it, (Sic)


Ella gimió al oír cómo se acercaba y al notar la caricia en su cabeza para que la alzara. El gemido se alargó cuando una sedosa oscuridad se apoderó de sus ojos provocada por la venda que él utilizó para cubrírselos. Su aliento cercano le calentaba el rostro.

McNamara no llegó a acuñar con la mano completa uno de los pechos, sin embargo lo apretó en su palma, duro, hirviendo.

—Escandalosa, escandalosa.

Decirle aquello era una constante que le encantaba.

Pellizcó el pezón con saña, lo retorció y volvió a tirar de él.

—Cariño, no es el suelo de nuestra casa, así que si lo pones perdido tendrás que limpiarlo.

Con la mano libre y esta vez abierta soltó un duro manotazo al globo que en consecuencia se bamboleó.

—¿Entendido?

El coro de sí Señor le hizo reír. Su cara reptó por el vientre, descansó en el rasurado monte de Venus y siguiendo hacia abajo llegó a los muslos entreabiertos.

—Oh,...sí, vas a tener que limpiarlo.

Un pequeño charco de jugos cristalinos iba creciendo en el suelo.


Wait! Where you going?


I’m leaving you


No you ain’t, come back (Sic)


Se contrajo al recibir un dedo en su interior, su sexo corcoveó, otro...y...otro más, ya eran tres abriéndola, extendiendo su canal, dilatándola.

—Y va a haber mucho que limpiar.

Se zambulló un poco en ella, arremetió con los tres dedos y los sacó llevándose en ellos una gran cantidad de crema que si no caía al suelo iba a parar directamente a su boca. Pellizcó el interior de un muslo y después el otro haciendo que Ashley brincara en sus rodillas.

—¿Vas a lloriquear un poquito para mí?

Había dejado el collar en el suelo y acababa de extraer de su bolsillo el par de pinzas que engarzó en ambos pezones.

—Un poquito... ¿más?

Presionó el metal que mordía los picos.

—Eso está bien, muy bien —susurró moviendo las pinzas para pellizcar un tanto más.

—¡Eh, eh, eh! —Una mano se quedó apretando y la otra atizó una ruborizada mejilla. —Lloriquear, no gritar.

No era lo mismo. A la hora de ejercer presión se fue quedando sólo la que proporcionaban las pinzas. La miró temblar y giró en torno a Ashley tras recoger el collar del suelo. Se irguió tras ella y le rodeó el cuello con el metal.

—Ahora vas a tener que luchar para conservarlo.


Cause when it’s going good it’s going great


I’m superman with the wind at his back, she’s Lois Lane (Sic)


Iba a conservarlo y hacerlo para siempre. No más dudas, ya no existían. Ashley apenas tuvo tiempo para acabar el Sí Señor pues él volvió a marcharse y dejarla allí. Arrodillada y con los pezones llorando bajo las pinzas. La venda sobre sus ojos estaba empapada de lágrimas, completamente mojada, pero menos que el suelo.

Esta vez Nathan no se quedó sentado en la escalera sino que la subió toda y cerró la puerta. Se marchó.

Media hora sería excesiva, quince minutos suficientes. Bebió agua y con los pies descalzos caminó por la casa mirando el reloj colgado en una de las paredes de la cocina cada vez que volvía a ella. A los quince minutos exactos se deshizo de la ropa dejándola sobre un taburete y se movió hasta la puerta del sótano. Giró el pomo despacio y muy, muy suavemente. Entró y cerró con cuidado de no hacer el menor ruido.

Bajó las escaleras sin dejar de observarla y supo que no le había oído. Nathan acabó de bajar y acercándose a Ashley todavía ajena a su presencia carraspeó para hacerse notar de esa manera. Sonrió al oírla gemir. Una vez más abrió cajones y rebuscó en ellos hasta encontrar lo necesario.


But when it’s bad it’s awful I feel so ashamed, I snapped


Who’s that dude I don’t even know his name (Sic)


Ashley odiaba tanto como amaba esa forma de aparecer que tenía él. Un elefante sigiloso como un ratón cuando quería. Si no llevara la venda le hubiera sido más fácil controlar sus sensaciones. Al tener los ojos cubiertos el resto de sus sentidos se agudizaban. Le daba la sensación que sus pezones estaban tan hinchados que harían saltar por lods aires las dos pinzas y que de un instante a otro iba a tener sus rodillas flotando en su propia y cremosa excitación.

—Quiero que veas bien lo que haces.

Desanudó la venda y la dejó sobre el mueble más cercano, el potro.

—El suelo tiene que quedar reluciente, empieza.

Aguardó hasta que ella a cuatro patas comenzó a lamer el suelo.

Con giros de muñeca Nathan hizo que el rojo flogger empezara a revolotear por el aire hasta que las tiras impactaron contra el blanco trasero.

—Por tu bien Ashley, no pares.


I laid hands on her, I’ll never stoop so low again


I guess I don’t know my own strength (Sic)


El sabor de su misma excitación le llenó la boca instalándose en sus papilas gustativas. De vez en cuando soltaba algún que otro gritito, cerraba fuertemente los ojos y seguía lamiendo. Sus nalgas ardían, quemaban... Ashley resopló sujetando el orgasmo en su matriz.

—No Señor, no pares —sollozó.

Las largas tiras de cuero se metían entre sus muslos y azotaban su sexo haciendo que quisiera morir. El doloroso placer la electrificaba.

No llegó a marcarle la espalda, quería que el bermellón brillara cuales luces de neón en las orondas pompas y de vez en cuando dirigía las tiras a los muslos y su interior. Nathan detuvo el flogger y lo mandó junto a la venda. Anduvo hasta asegurarse que ella a pesar de continuar lamiendo viera sus pies.

—¿Cansada?

—No Señor.

—Me alegra oír eso aunque si estuvieras cansada lo cierto es que me importaría bien poco.

Chasqueó los dedos para que ella parase sobre sus rodillas y le mirase. El pobre llevaba sin poder vaciarse en cualquiera de los acojedores orificios sesenta y un condenados días. Tenía mucho que drenar.


Just gonna stand there and watch me burn


But that’s alright because I like the way it hurts


Just gonna stand there and hear me cry


But that’s alright because I love the way you lie


I love the way you lie, I love the way you lie (Sic)


El mantenerse quieta con las manos en el suelo era ahora una tortura peor que las tiras del flogger chasqueando en sus nalgas. Se relamió con su mismo sabor palpitándole en la boca, se mordisqueó los labios llevándose por ello una buena palmada en cada mejilla. Anhelaba su permiso para lamerle, sin besar o pasar los dientes tan solo lamerle. Pero con la mirada tan solo los grandes y salvajes ojos verdes fijos en los suyos la mantenían a raya. Mientras su dueño se entretenía masturbándose con la diestra.

—No.

Nuevo golpe en la mejilla.

—Te he dicho que no —gruñó jalándola por la cabellera cuando ella forzó la cabeza hacia delante hasta rozarle con su lengua.

—Si digo no, es... no.

Se inclinó y enrolló el cabello rubio en torno a su mano para forzar un lado de la cara contra su muslo.


You ever love somebody so much


You can barely breathe when you’re with ‘em (Sic)


El calor de la pierna pasaba a la cara de Ashley. El temblor que a él le recorría vibraba en la mejilla. Gotitas de semen cual perlas salían atropelladamente por la uretra y se estrellaban en el suelo. Ashley gimió al ser apartada del muslo. Su pecho erguido subía y bajaba haciendo que la cadena que conectaba un pezón con el otro se tensara. Tenía las mejillas completamente enrojecidas, una más que la otra y los ojos muy brillantes.

Nathan presionó el índice sobre los carnosos labios, empujó el de abajo hasta ver los blancos dientes. Empujó un poquito más hasta abrirle la boca y entonces se inclinó sobre ella para besarla. El contacto con su lengua supuso que necesitara aumentar la fricción, la tensión en sus testículos iba a reventarle el mismísimo cerebro. Sesgó el beso y se enderezó volviendo a colocar el pulgar sobre el labio inferior de Ashley.


You meet and neither one of you even know what hit ‘em


Got that warm fuzzy feeling (Sic)


El esperma era bombeado y salía a fuertes borbotones que impactaban contra su cara, sacó la lengua atrapando varios chorros. La mano que estaba en su labio pasó destrás de la cabeza para aproximarla y permitirle beber de él.

McNamara la apretó fuerte. Por un momento se sintió mareado, como si toda su energía se fuera a cada movimiento de cadera conforme se vaciaba, drenaba, deslechaba. Se relamió sintiendo los labios secos y sus ojos girando en las cuencas. Luego vió como ella aproximaba los labios que pero tan solo le rozaron. Oía sus sonidos de succión con la lengua moviéndose para recolectar golosamente. La mano volvió a moverse, pasó de la nuca al rostro y tiró de la barbilla hacia él. Apartó la mano de su erección que aún palpitaba y se mantenía dolorosamente dura. Acarició las mejillas de Ashley cuando su cálida boca lo envolvió.


Yeah them chills used to get ‘em


Now you’re getting fucking sick at lookin at ‘em (Sic)


Ella lo llevó atrás, bien atrás, al fondo de su garganta y enterró la nariz en el oscuro pubis. Cerró los ojos mientras la verga le daba un latigazo y se drenaba algo más acabando de calentar su estómago. Diez grandes y maravillosos dedos la acariciaban masajeándole el cuero cabelludo. Abrió los ojos y retiró la cabeza empezando a sacar la largura, la cual lamió y al llegar a la altura del glande paseó sus dientes suavemente.

La mirada chocolate estaba fija en los ojos verdes y la mirada verde en los ojos chocolate. La lengua no paraba de salir de entre los labios para poder lamerle, lamerle y relamerle. Era imposible que su erección bajara teniéndola en semejantes condiciones. Él debería detenerla pero quería un poco más, se envió de nuevo al fondo de la garganta y luego retrocedió, se marchó.


You swore you’d never hit ‘me


Never do nothing to hurt ‘me (Sic)


Nathan volvió a desaparecer de su campo de visión, caminó hacia los estantes y las altas columnas de cajoneras. Sabía perfectamente lo que buscaba, no iba a cambiar de parecer, detuvo el abrir y cerrar al encontrar justo lo que buscaba.

—¡Cama!

La observó desplazarse hasta la misma marchando a gatas.

—Súbete.

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