Molly

Molly


Capítulo 4

Página 8 de 33

Capítulo Cuatro

Tormod estaba sentado en la habitación pequeña, la misma que habían utilizado la noche anterior. Le había llegado la noticia de que los planes habían cambiado, así que había ido enseguida para averiguar qué había sucedido durante la noche.

Logan estaba a la cabeza de la mesa. Esperó a que los criados sirvieran pan, queso y gachas a los hombres. Cuando se hubieron ido y las puertas estuvieron cerradas, comenzó.

—Puede que esto os sorprenda a muchos, pero hemos llegado a la conclusión de que nuestra hija Molly es vidente. Gwynie y yo la adoptamos en Inglaterra y no conocemos la historia de su familia. Mi hermana Avelina tiene la misma habilidad, así que sé lo valioso que puede llegar a ser el poder de la profecía. Este don todavía es nuevo para Molly, así que no estamos seguros de cuánto de lo que ve sucederá realmente, pero ha acertado lo suficiente como para que actuemos según sus predicciones.

Una sensación intensa le removió el estómago a Tormod, algo que solía sucederle al oír historias sobre lo desconocido. Molly era vidente. ¿Cómo se gestiona un regalo de ese tipo? Esperaba tener la oportunidad de preguntarle más acerca de su nuevo talento. Había personas que creían firmemente en las capacidades de los videntes. Se obligó a devolver la atención a Logan.

—Molly nos ha dicho que Magnus y Ashlyn tienen problemas, así que hemos cambiado de planes. Gwyneth y yo, junto con un par de guardias, nos dirigiremos hacia tierra Grant con la esperanza de encontrar a Magnus y Ashlyn por el camino. El resto tenéis que escoltar a nuestras hijas hasta casa. Las quiero en tierra Ramsay lo antes posible. Os acompañarán veinte guardias del rey. Jamie y Braden, vosotros estaréis al mando durante el viaje; después os diré el camino que me gustaría que tomarais.

—Tormod, te asigno que vigiles específicamente a Molly. Fuiste tú el que sintió la necesidad de seguirla cuando la secuestraron, por lo que parece que los cielos ya te han atribuido esta tarea. Coll, a ti te designo como protector particular de Sorcha. Ambos sois arqueros fuertes, pero en esta ocasión me preocupa especialmente Molly. No sé si volverá a sufrir dolores de cabeza. De ser así, puede que no sea capaz de montar, en cuyo caso montará contigo, Tormod. No quiero a ninguna de mis hijas al frente, así que Jamie y Braden irán en cabeza. Quiero que las muchachas cabalguen con vosotros de la forma más tranquila posible. No tenemos ni idea de lo que os espera en el camino hacia tierra Ramsay. —Repasó con la mirada todos los hombres de la mesa.

Tormod se puso erguido. La seguridad de Molly era por completo responsabilidad suya y se lo tomó como una oportunidad para probarse a sí mismo. Estaba muy contento de que le hubieran asignado esta tarea, y daba gracias a los cielos por no tener que verla con otro. Tenía una influencia sobre él que no comprendía.

—¿Alguna pregunta?

Jamie preguntó:

—¿Cuáles son tus planes una vez que localices a Ashlyn y Magnus? ¿Qué quieres que le diga a tu hermano y a tu laird, Torrian?

—No lo sabremos hasta que veamos cómo están. Si el sueño de Molly es exacto, tendremos que escoltarlos a tierra Grant. Vio a Magnus gravemente herido. También vio una fuerza oscura atacándolos, aunque no pudo identificarla. —Examinó los rostros de los que estaban sentados a la mesa—. Ninguno de vosotros debe preguntarle sobre sus visiones. ¿Entendido? Os he dicho todo lo que necesitáis saber. Si tiene más sueños o dolores de cabeza, Jamie y Tormod se encargarán del asunto.

Tormod asintió, reconociendo finalmente la gravedad de la situación. Si le pasara algo a Molly, respondería ante Logan y Gwyneth Ramsay. Se limpió el sudor de la frente, esperando que las manos no sucumbieran a los temblores de su cuerpo. Con un poco de suerte, sería un viaje sin incidentes.

—Hablaré con Tormod y Jamie con más detalle afuera. El resto preparaos para un largo y duro viaje. Viajaréis de noche hasta llegar a tierra Ramsay.

Tormod se levantó de la silla y siguió a Jamie y Logan hasta el patio del castillo, lejos de oídos indiscretos. No tenía ni idea de lo que le iban a decir, pero haría todo lo posible por enorgullecer a su laird. Se preguntaba qué pensarían su padre y su hermano de esta misión. Encontrarían alguna manera de hacerla parecer insignificante, como siempre.

Pero estaban equivocados. Sabía que era el trabajo más importante que jamás se le hubiera asignado.

Logan se detuvo en el patio, miró a su alrededor para asegurarse de que estaban solos, y entonces dijo:

—Tormod, te estoy confiando la vida de mi hija. Por favor, no te lo tomes a la ligera.

—No, milord. —¿Por qué su voz había sonado como un chirrido?

—Ahora, esto va para los dos: no permitáis que nadie le pregunte sobre sus sueños. Le resultan terriblemente dolorosos. Si los dolores de cabeza persisten y tiene que ir contigo, te recuerdo que debes comportarte debidamente en todo momento, Tormod. Molly y Sorcha me comunicarán cualquier conducta inapropiada por parte de los guardias. Tu trabajo también consiste en protegerlas de los otros muchachos, aunque cuento con que no pasará nada. Art ha hecho bien en quedarse aquí; era el único guerrero del que siempre dudaba.

—Nunca faltaría al respeto a tus hijas —dijo Tormod—. Haré todo lo posible por proteger a Molly.

—Jamie, llévalas a casa tan rápido como puedas dentro de lo razonable.

Jamie se frotó la mandíbula antes de cruzarse de brazos. No era tan grande como su hermano Jake, y nunca había tenido la presencia de su gemelo mayor, que había sido un líder nato desde una edad temprana, pero Jamie estaba cambiando. A Tormod le gustaba trabajar con él y confiaba en su buen juicio.

—¿Puedo pedir tu opinión? —preguntó finalmente Jamie—. ¿Crees que las dos cosas están relacionadas? ¿Qué nos espera exactamente fuera del burgo?

Logan giró la cabeza hacia un lado mirando al cielo y eligiendo sus palabras con cuidado.

—Sí, creo que los dos incidentes están relacionados. MacNiven desea poner fin a este enfrentamiento. Es un fugitivo, y solo tiene dos opciones si quiere escapar de la horca que se merece. Quizás planea viajar al este o a algún lugar donde no puedan encontrarle. Tiene dinero para organizar un viaje así, pero está lo suficientemente loco como para intentar hacernos pagar por todas las injusticias que piensa que hemos cometido contra él. La segunda posibilidad es que tenga previsto pedir un rescate a alguien. Su vida a cambio de la de ellos. De cualquier manera, lleva mucho tiempo causando problemas a nuestro clan y a los Grant, y no rehuiremos una confrontación. Como os habéis puesto de nuestra parte, puede que tengáis que enfrentaros a él una vez que mis hijas estén en casa sanas y salvas. No podría haber elegido mejores guardias para proteger a mis chicas. Os doy las gracias por ofreceros a echarnos una mano.

—¿Qué hay de su esposa? —preguntó Tormod—. ¿No está preocupado por ella? Solo un idiota dudaría de su destreza en el tiro con arco, pero siendo solo dos, podría correr peligro.

Logan suspiró.

—MacNiven teme a Gwynie. Todo el mundo la teme. Puede arreglárselas sola. De hecho, he estado pensando en enviar a Gwynie con vosotros y dirigirme al norte por mi cuenta con algunos guardias, pero creo que encontremos problemas y preferiría tenerla a mi lado. Somos más fuertes cuando nos protegemos el uno al otro. Hemos trabajado juntos durante muchos, muchos años. Puede anticipar mis acciones y yo las suyas. No olvidéis que mis hijas también son hábiles arqueras. En caso de ataque, enviadlas a los árboles.

—No pasaré por alto sus habilidades —contestó Jamie, asintiendo—. Las dos me superan en el campo de tiro con arco. No te preocupes, tío. Protegeremos a tus hijas. ¿Cuándo estarán listas para partir?

—No tenemos tiempo que perder. Me gustaría que estuvierais en camino a media mañana. Nosotros nos iremos justo después. El cocinero del rey te proporcionará comida suficiente para llevar. Informa a tus hombres, Jamie, y yo hablaré con los guardias Ramsay.

Molly se puso las mallas y la túnica, además de una manta de lana para mantenerse caliente. Cuando cabalgaba, también llevaba un manto, pero si tenía que disparar, lo dejaba caer y contaba con la manta para no pasar frío. Era la mejor manera de mantener los brazos libres para poder disparar como es debido.

Bajó las escaleras, dejando a Sorcha atrás recogiendo sus pertenencias, ya que siempre viajaba con más cosas que Molly. Abajo, en el gran salón, se alegró de ver a su madre hablando con el cocinero, reuniendo productos con los que pudieran cargar en sus respectivos viajes. Su madre le dio un beso en la mejilla, pero después siguió empaquetando dos morrales, una para ellos y otra para el grupo de Molly.

—¿Cómo está tu cabeza, cariño?

—Mucho mejor. El brebaje me ha ido bien.

—Estupendo. Te daré un saco pequeño de polvos para que te lo lleves contigo. Tu padre ha ordenado a tu primo ir rápido, así que no tendrás mucho tiempo para descansar. Eso me preocupa.

—Estaré bien, mamá. Lo único que quiero es llegar a casa, así que ir rápido ya me va bien.

—Mientras tus dolores de cabeza se mantengan alejados. Si no, podrían retrasaros.

—Lidiaré con ello hasta que estemos en suelo Ramsay.

—No debéis deteneros hasta que estéis dentro de las murallas. No confíes en nadie que encuentres por el camino.

—Ya lo sé, mamá.

Su madre la cogió por los hombros.

—Molly, espero que no te moleste, pero hemos asignado a Tormod para protegerte, y hemos elegido a Coll para proteger a Sorcha. Tu padre les ha pedido a tus primos que asuman el mando porque han recibido el entrenamiento preciso para ello. Estás tan cómoda con Tormod como con cualquier otro muchacho, ¿verdad?

Ella asintió, mirando al suelo para ocultar su rubor, ya que odiaba hablar de aquellas cosas con su madre. Si su madre supiera lo se sentía en realidad, probablemente no habrían asignado a Tormod para protegerla. Tormod la hacía sentir extraña, pero no le preocupaba que él pudiera hacer algo inapropiado. Pensó en las alternativas, en el resto de hombres.

—Creo que es el mejor —dijo finalmente—. Te diría que puedo cuidar de mí misma, pero la espalda todavía me duele por el ataque de anoche. Si empieza a dolerme la cabeza, entre una cosa y otra, es posible que no pueda montar sola, sobre todo si nos movemos rápidamente—. No soportaba admitir que necesitaba la fuerza de un hombre, pero no podía negarlo. Confiaba en Tormod más que en muchos de los otros.

A decir verdad, tenía que admitir que no le importaría que Tormod la abrazara.

Molly estaba ansiosa por alejarse de Edinburgh por miedo a otro ataque. Aunque detestaba tener que separarse de sus padres, también estaba preocupada por Ashlyn y Magnus.

Menos de una hora después, Molly y los demás abandonaron el castillo real. Hizo todo lo posible para evitar derramar lágrimas. Desde que sus padres la adoptaron, tenía una extraña sensación cada vez que se separaban, como si fuesen a olvidarse de ella y a dejarla atrás, o nunca fuesen a regresar.

O fuesen a regalarla como hizo su verdadero padre.

Sus padres insistían en que eso no pasaría nunca y en que ella formaba parte de la familia. Sin embargo, los viejos temores seguían encontrando la forma de salir a la luz en los peores días. Su única motivación era hacer que sus padres adoptivos se sintieran orgullosos de ella, darles motivos para que se quedaran con ella.

Sorcha tenía toda la confianza en sí misma que Molly deseaba tener. Se alegró al saber que habían asignado a Coll para protegerla, así que no le había importado dejar a sus padres. Así funcionaban las cosas: Sorcha siempre estaba interesada en los chicos, Molly solo a veces.

El viaje fue tranquilo hasta el anochecer. A Molly volvió a empezar a dolerle la cabeza y el dolor se extendió por todo su cuerpo, desde detrás de los ojos hasta los dedos de los pies. Maldición, no estaba lista para enfrentarse a aquello de nuevo. Se masajeó la cabeza con una mano mientras se agarraba fuerte a las riendas con la otra.

Tormod apareció junto a ella inmediatamente.

—¿Te duele la cabeza otra vez?

Molly no podía mentir, aunque deseaba que la dejara en paz.

—Sí. Ha vuelto a empezar a dolerme. —Sintió punzadas que se le clavaban en el cráneo y se dobló hacia adelante, dejando su caballo a su aire—. Esta vez está detrás de los ojos, impidiéndome ver. —Se inclinó hacia él sin darse cuenta.

Tormod cogió las riendas de su caballo, llevando la yegua a un lado del camino.

—¿Qué estás haciendo? —Abrió un ojo para mirarlo.

—Estoy haciendo lo que me han ordenado hacer. A partir de ahora cabalgarás conmigo.

—No. No es tan grave. Puedo montar sola, Tormod.

—Estoy siguiendo las instrucciones de tu padre. —Se acercó y la levantó del caballo, poniéndola delante de él en la silla de montar.

Ella tenía demasiado dolor para discutir. Jamie apareció a su lado.

—¿Problemas, prima?

Molly asintió.

—Vuelve a dolerme la cabeza, pero seguro que todavía puedo montar sola. No necesito...

—No, no montarás sola. Tormod está haciendo lo que se le ha ordenado. Confía en él, Molly. Apoya la cabeza sobre él. Cierra los ojos y duerme. Tienes que estar cansada del sueño de anoche. —Cogió las riendas de su caballo y se las entregó a uno de los guardias antes de regresar a la primera fila de caballos.

Demasiado cansada para quejarse, Molly dirigió a Tormod una mirada tímida. Hombres. Cómo les gustaba dar órdenes sin hablar las cosas. Aun así, no le importaba estar en el caballo de Tormod, ya que lo prefería a los demás. ¿Le permitiría apoyar la cabeza sobre su hombro como su primo había sugerido? Suponía que era lo único que le aliviaría el dolor.

Tormod se frotó el brazo. Como leyendo sus pensamientos, dijo:

—Jamie está en lo cierto. Echa la cabeza hacia atrás. Ya casi está oscuro y nos han dado instrucciones de cabalgar durante la noche. También puedes intentar dormir. ¿Cómo tienes la espalda donde te golpeó aquel imbécil?

—Gracias. También me sigue doliendo, pero intento no pensar en ello.

—Ponte en cualquier posición que te alivie el dolor. Puedo ocuparme de ti de la manera que desees. Eres ligera como un conejo cabalgando delante de mí.

No pudo evitar sonreír.

—Apenas un pequeño conejo, pero... —fueron las únicas palabras que consiguió decir antes de volver a dejar caer la cabeza contra su hombro. Se acomodó en él, relajándose todo lo posible, soltando un lento gemido mientras saboreaba el calor y la comodidad de inclinar su cabeza contra la manta de Tormod. Tenía que admitir que incluso el olor era agradable. Él la rodeó con el brazo, arropándola, y todo lo que pudo hacer fue apoyarse en él y cerrar los ojos.

Enseguida se quedó dormida.

Había pasado casi una hora y la muchacha seguía durmiendo. Al principio, Tormod pensó que sería mejor que durmiera toda la noche.

Pero había cambiado de opinión. Aunque estaba desesperado por protegerla, cada suave gemido que ella hacía le provocaba una oleada de lujuria en las entrañas. El roce con los suaves montículos que eran sus pechos lo había atormentado desde el momento en que se había acomodado contra él. Habían pasado horas y, a partir de los ligeros cambios de posición aquí y allá, pensaba que sabía exactamente de qué tamaño eran sus pechos. Del tamaño perfecto, en su mente. Había pasado la mayor parte de la última hora intentando adivinar de qué color eran sus pezones. ¿Serían de un oscuro tono coral o del bonito marrón de su pelo? No le importaba, solo quería saberlo.

Maldición, aquella muchacha le iba como anillo al dedo.

El día, tiempo atrás, en que finalmente había superado a su hermano en altura estuvo terriblemente agradecido, pero ahora había encontrado una nueva razón para estarlo. El cuerpo largo y delgado de Molly, perfectamente sincronizado con el suyo.

Coll se acercó cabalgando hasta él.

—¿Molly está dormida?

—Sí. Ha vuelto a tener uno de sus dolores de cabeza.

Coll levantó la ceja a Tormod.

—Sorcha también está dormida. Menos mal, porque si no me estaría preguntando qué es eso duro que hay en mi manta. —Se rio tan fuerte, que fue increíble que las chicas siguieran durmiendo.

Tormod suspiró. Coll era un idiota.

—Más te vale que su padre no te oiga —murmuró en voz baja para no despertarlas.

—¿Y cómo va a saberlo? —preguntó Coll.

Tormod dijo:

—Te sorprendería. ¿No te acuerdas de que es un espía de la corona? Yo no lo daría por sentado.

—Te preocupas por nada, muchacho —dijo Coll con una sonrisa—. Disfruta de lo que puedas mientras puedas. Eso es lo que pienso.

—Ahí es donde tú y yo diferimos. No le faltaré el respeto a ninguna mujer, especialmente estando dormida.

Hubo una pausa, entonces Coll preguntó:

—¿Y tú crees todo lo que Molly dice sobre sus visiones?

—Sí. ¿Tú no?

—No —dijo Coll, hablando más bajo esta vez—. Creo que es algo que se ha inventado para llamar la atención.

—No estoy de acuerdo. Molly nunca haría una cosa así. Es una luchadora. —¿Por qué tenía aquel impulso repentino de darle un puñetazo en la cara? Coll había sido mejor amigo que muchos, pero aquella parte de él no le gustaba.

—No creo en videntes.

—¿Así que no crees en la historia sobre su tía, Avelina Ramsay, y la tormenta sobre la espada de zafiro, la que según mi padre iluminó las Highlands?

—No, se lo inventaron todo para inducir lealtad a los escoceses. No creo en hadas ni en espadas ni en nada.

Tormod agitó la cabeza, preguntándose cómo podía alguien oír a Alex Grant, su jefe, hablar de visiones y pensar que lo engañaban. No, su laird era el más poderoso de toda la tierra y, si él creía que era verdad, Tormod también.

—Sí. Alex Grant no mentiría en una cosa así. Incluso mi padre dijo que era cierto. Luchaba como guerrero Grant en aquel momento, y se dirigía hacia tierra Ramsay cuando sucedió. Me dijo que la tormenta era tan fuerte que los guerreros más grandes y musculosos lloraban como niños por la noche.

—Esos cuentos son una completa estupidez. No creo en esas tonterías.

—Quizás descubras algo nuevo en este viaje. Puedo ver en sus ojos el dolor que le provocan sus dolores de cabeza. Algo poderoso está detrás de ellos, ya lo verás.

Coll simplemente se encogió de hombros y los avanzó.

Tormod tiró de Molly un poco más cerca y apoyó la barbilla en su cabeza.

—Te creo, muchacha.

Molly soltó un suspiro profundo mientras dormía y se cogió de su manta.

Ir a la siguiente página

Report Page