Mindfulness

Mindfulness


Página 5 de 21

LLEGARA un momento en el que todos los secretos saldrán a la luz. Por mucho que intentemos ocultarlos, se revelarán, se harán manifiestos. Durante siglos, las principales prácticas de la meditación mindfulness[1] han permanecido bastante ocultas. Para encontrar un maestro que te ayudara a realizar el trabajo interior de esta meditación, había que viajar muy lejos, especialmente a Asia.

En los años sesenta, cuando se empezaron a enseñar en Occidente algunas formas de meditación y concentración, se produjo cierto entusiasmo. Los científicos occidentales estaban intrigados: ¿qué efectos psicológicos y fisiológicos tenían esas prácticas? Se utilizaron los nuevos instrumentos científicos de la época para medir reacciones corporales tales como el pulso o las más mínimas fluctuaciones de la transpiración. Demostraron que esas meditaciones eran tan efectivas para calmar la mente y el cuerpo, y también para producir estados de bienestar, como las técnicas de relajación profunda.

Pero todo se quedó ahí. Dado que los procedimientos ya aceptados que se utilizaban comúnmente en Occidente eran igualmente efectivos, cualquier «extra» sobre la meditación se consideraba innecesario. ¿Para qué recitar mantras si se podían obtener efectos idénticos sin ellos? La meditación como «técnica» para reducir el estrés se limitó a una actividad minoritaria dentro de la ciencia, practicada por un grupo relativamente pequeño de destacados científicos.

Posteriormente, algo cambió. Dado que todavía estamos viviendo los efectos de ese cambio, no sabemos con certeza qué es lo que ocurrió realmente, pero es muy posible que la dispersión de los monjes tibetanos y vietnamitas producida en la segunda mitad del siglo xx constituyese uno de los motivos. Occidente se había preparado para ello de varias maneras, desde el interés que despertaba el zen —una importante influencia cultural en los Estados Unidos a partir de 1950— hasta la influencia de aquellos occidentales que viajaron a Asia (especialmente a Tailandia y Birmania) y volvieron con nuevas ideas, lo que denominaron meditación perceptiva (o mindfulness).

La meditación mindfulness no solo hace hincapié en llevar la atención una y otra vez a un único punto, sino que nos invita a combinar este ejercicio con una conciencia receptiva y abierta que, si se cultiva, puede ofrecer una sensación directa de lo que surge a cada momento en el mundo exterior e interior. También ofrece una manera de responder a estos sucesos y a nuestras reacciones a ellos: con una cálida compasión.

Poco a poco el mensaje se hizo más claro: no tenemos que «librarnos» de nuestro estrés, cansancio y tristeza, sino reconocer claramente sus patrones y enfrentarnos a ellos con una curiosidad abierta y amistosa. Esta reacción es muy diferente a la que tenemos habitualmente, ya que por regla general, cuando algo no nos gusta, reaccionamos o bien evitándolo o bien preocupándonos. No nos han enseñado otra forma de enfrentarnos a nuestra angustia, y debido a ello no nos damos cuenta de que nuestra tendencia a evitarla o a preocuparnos por ella empeora la situación: el cansancio momentáneo se convierte en agotamiento; el miedo transitorio, en preocupación permanente, y la tristeza pasajera en infelicidad y depresión crónica. De modo que no somos culpables de terminar agotados, ansiosos o deprimidos. Únicamente nos han dado una herramienta para tratar con aquello que no nos gusta: librarnos de ello, esforzarnos más, ser mejores, incluso perfectos; y si no conseguimos hacer que las cosas sean de otra manera, nosotros mismos llegamos fácilmente a la conclusión de que hemos fracasado como personas. Esta es una receta para un mundo turbulento. Tal como afirmó Jon Kabat-Zinn, necesitamos, literal y metafóricamente, entrar en razón.

Lo que parece estar cambiando últimamente es que se está adoptando esta nueva forma de comprensión, el camino del mindfulness. Empezamos a ver con más claridad el origen de buena parte de nuestro sufrimiento, cómo nuestras propias reacciones pueden agravar nuestra angustia y cuál es el camino que nos puede liberar. Estamos volviendo a algunos de los textos budistas originales, y, lo que es más importante, a las prácticas que se han transmitido a lo largo de veinticinco siglos. En algunos estudios científicos recientes se ha descubierto que estas prácticas, enseñadas en un contexto secular, liberan del estrés, la ansiedad y la infelicidad de formas que parecen ir más allá de los resultados habituales de los tratamientos psicológicos existentes. Estos estudios revelan que el mindfulness no solo reduce el estado de ánimo negativo y previene futuros episodios de depresión clínica sino que también aumenta el bienestar y la calidad de vida, incluso en las circunstancias más trágicas, al permitir que se dejen de evitar los problemas y de preocuparse, y a cambio se cultive la autocompasión.

Se trata de una antigua sabiduría oriental. Sin embargo, para Occidente es un descubrimiento nuevo y conlleva todos los retos que surgen cuando se «obtiene algo nuevo». Por ello, hay algo que podemos afirmar con seguridad: se está revelando algo que estaba oculto. Ahora podemos tomarlo y sostenerlo con las manos…

Es maravilloso que Jonty Heaversedge y Ed Halliwell hayan escrito este libro para ofrecer de forma desinteresada su propia experiencia y compartir las inmensas posibilidades que surgen al entrenar la mente y el cuerpo para hacer menos y percibir más. Es tanto una afirmación del potencial oculto en todos nosotros como una llamada a la acción para desarrollar ese potencial. En el caso del mindfulness, esta llamada a la acción consiste en vivir la vida, a cada momento, como si realmente importara.

 

Mark Williams, catedrático de la Universidad de Oxford, autor de The Mindful Way through Depression

Ir a la siguiente página

Report Page