Meta

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Voy a ver un par de establecimientos donde ubicar físicamente el negocio de la mensajería. Debo también contratar personal para ayudarme en ciertas tareas. Anoche practiqué las instrucciones nocturnas. Pero no creo que funcionara pues, si bien mi propósito era que éstas fueran mis últimos pensamientos antes de dormirme, tal y como Gabriela me indicó, lo cierto es que después de apagar las luces y cerrar las ojos, me vinieron a la  mente multitud de pensamientos, ideas absurdas y otras no tanto, y me costó cerca de una hora quedarme realmente dormido. En cualquier caso me pareció correcto cumplir mi parte del programa. Estaría bien que ellos cumplieran la suya y empezara a percibir algún cambio, pero la verdad, sigo notando que soy yo, Josué, el de siempre.

Hace sol. Privilegios del clima mediterráneo. El sol, más tarde o más temprano siempre hace presencia, y yo creo que eso el cuerpo al final lo siente. Mejora el humor y, ves las cosas con cierto optimismo.

Sin embargo, miro a la cara de las personas que se cruzan conmigo y sigo sin sentir la más mínima inclinación al afecto por ninguna de ellas. No sé bien si es un defecto del carácter o una virtud. …Y si la personalidad y el carácter fuerte e independiente se significan como insensibles al género humano, demostrando sólo afecto para las personas más próximas, y siendo la inclinación a la compasión y la empatía propias de las personas débiles, gregarias, con el carácter voluble y la conciencia soñadora… no lo sé, ciertamente. Pero si así fuera ¿no sería esa actitud, la de los débiles, una respuesta a su propia interdependencia, una acción de auto protección? Los débiles serían entonces sensibles al sufrimiento del prójimo porque lo necesitan para su propia supervivencia, necesitarían al grupo, porque el grupo los protege también a ellos, y porque necesitan mostrarse clementes y compasivos porque esperan que, llegado el momento, si ellos lo necesitan, el grupo haga lo propio con ellos. Mientras que las personas de carácter fuerte y autosuficiente no verían su espíritu inclinado a ocuparse de los demás pues… supongo que por una razón bien práctica; porque les es indiferente, sí, pero, porque no pueden ocuparse de todos, supongo, digo yo, y porque no necesitan al grupo para salir adelante. Imagino que son lobos solitarios, free riders, o algo parecido. Creo que H. Hesse quería decir algo así en algunas de sus obras. No sé de qué manera soy yo. Resulta abominable pensar que no hay lugar para la clemencia, la solidaridad o la compasión en ciertos espíritus, pero desde luego, yo al menos ahora, no consigo sentir más que cierta indiferencia por todo el mundo. Claro, no por todo el mundo; Sophie, incluso Gabriela, y algún amigo, no me resultan ajenos, pero no consiguen despertar en mí ninguna emoción las personas que veo por ejemplo en los telediarios, afectadas de todo tipo de calamidades. Sigo comiendo mi plato o mi atención se posa sobre curiosos detalles. Por ejemplo, cuando en las imágenes que ilustran una noticia de algún edificio medio derrumbado por causa de alguna explosión, me fijo mucho más en la decoración que tenían los pisos que ahora muestran sus entrañas, desnudos, o si es un día soleado o lluvioso allí donde ha ocurrido la desgracia, que en las personas que, según cuentan, lo han perdido todo. Si se ven cadáveres, pienso en la angustia de los instantes antes de morir, pero no pienso en su angustia, sino en la que yo sentiría: no es compasión por ellos, es algo así como compasión y preocupación por mí. No creo que esté enfermo. Ni que sea una monstruosidad esto que pienso, ni una degeneración, aunque es mejor, claro, no comentarlo públicamente. Seguro que esto le ocurre a más personas. La cuestión es esa, no obstante, sigue ahí ¿Es la solidaridad y la compasión una manifestación de la debilidad del carácter o es una virtud? Bueno, qué más da, como siempre digo, al final habrá que morirse ¿no?

XX – Supercomunidades o Humanidad 2.0

 

 

Gabriela está hoy sencillamente espectacular. Lleva una blusa blanca de satén, con el cuello abierto, que dibuja a la perfección la belleza de su cuello. El tono de sus mejillas es color rubor (me gusta llamarlo así, pues es un tono que sólo es posible en ciertas frutas y en las mejillas de las mujeres) y está claro que ha pasado por la peluquería pues hoy casi se le pueden ver los dos ojos, que están por cierto profundos y preciosos. Tiene la cintura definida por unos pantalones tejanos tan gastados como ajustados, que parece que la  piel le respira a través de ellos.

Llevo una semana en el nuevo local. Nos hemos adaptado todos bien. Mercedes, la que se ocupa ahora del teléfono y la logística, y Pedro, que lleva las ventas y la facturación. Será por eso que dedicar ahora tiempo a Gabriela no me agobia tanto, resulta placentero y no tengo prisa. El día es hoy especialmente radiante. El sol se cuela por los ventanales en la sala con una luz nítida gracias a la atmósfera límpida que han dejado varios días de lluvia. El aire es frio, o más bien fresco, ya no es gélido como en febrero y apetece respirarlo, que te entre a fondo. Notas como el oxigeno se dirige a todos los rincones del cuerpo.

El ritual de la botella de agua, el juego de las sillas y su aliento me es ya tan familiar que entre tantas novedades en mi vida se agradece cierta familiaridad y venir hasta este rincón de la ciudad empieza a tener ese rastro de las cosas cotidianas que le dan a uno seguridad. Aun así, desde los ventanales del Palau, sigo sin ver el mar.

Antes de que Gabriela empiece la sesión y me pida que apague el móvil le echo un vistazo a nuestro último whatsap con Sophie.

-  Hola preciosa; por más que lo he intentado, no he podido dejar ni un momento de pensar en ti desde nuestro último beso. ;-)

-  Uhmm, y por qué lo intentabas? Bisous.

-  Porque me gustas tanto que si no, no podía hacer nada más.

-  Ohhhh… Bueno, he de decir que yo también he pensado… un poquito en ti…

-  Oh… ¿Sólo un poquito?

-  Querrías más?

-  Lo quiero todo

-  Todo? Eso parece beaucoup

-  Contigo nada me parece mucho, me hace falta más

-  Ohhh, sigue, sigue, cuéntame más…

-  Claro que sí, te lo contaré todo, pero deberíamos vernos. Las cosas que te diré no caben en esta pantalla ;-)

-  Hahahaha…. Vous êtes très méchante, chérie. Bueno, voy a ver opciones. Ya sabes, con Armand tengo que organizarme. Te digo algo. Bisous

-  Cien besos mientras espero.

 

Me saca del ensueño la acerada voz de Gabriela;

-¿Josué, estás? ¿Te parece que empecemos la sesión?

-Oh, sí Gabriela, por supuesto. Ya estaba apagando el móvil ¿Qué tal? Te veo hoy guapísima.

Sonríe a su manera, a la manera de una Diosa.

-Gracias, Josué. Y… contame… ¿Cómo te va? ¿Algún cambio a destacar? ¿Novedades en tu vida?

-Uhm… no, francamente no. Todo sigue más o menos igual.

-Bueno, al menos no venís últimamente con moratones en la cara. Los paraguas ya no te atacan. Eso ya me parece un progreso ¿no es cierto? –deja ir, acabando en una risa muda-.

-Si, supongo que tienes razón –digo con cierta resignación-.

-Bueno, de poco a poco. No hay que desanimarse. Todo va llegando, si bien, hoy precisamente vamos a hablar del impulso que debemos dar aquello que queremos que ocurra ¿Te parece entonces que empecemos?

-Sí, Gabriela. Tienes toda mi atención.

-Josué, como te dije, en lo que respecta a nuestras vidas, podemos considerar que nada sucede si tú no lo provocas. Todo aquello que quieras que pase en tu vida, debe necesariamente llevar tu impulso. Dejame que te cuente algunas conclusiones recientes al respecto. En la pasada XXI Reunión del Future Trends Forum se abordaron  las posibilidades y las implicaciones del desarrollo tecnológico que previsiblemente aumentará de manera destacada las capacidades humanas en la presente década. El ponente Paul Howard-Jones destacó la enorme demanda que a nivel mundial existe actualmente de fármacos para aumentar nuestras capacidades mentales y puso de manifiesto el debate ético que plantean las posibilidades tecnológicas en la construcción de nuevas capacidades cognitivas que, inevitablemente, provocarán cambios en los sistemas educativos, laborales y asimismo, entre naciones e incluso entre clases sociales dentro de un mismo país.

-¿Te refieres a drogas para aumentar la memoria y cosas así?

-Sí, y mucho más que la memoria. Una visión hollywoodiense de dicho escenario puede verse en la película “Limitless” (“Sin Límite” en su versión doblada al español) donde el actor Bradley Cooper encarna a un escritor estancado que sufre además un bloqueo general en su vida, pero donde todo cambia cuando descubre una droga nueva, el NZT. Esta droga le permite aprovechar todo su potencial cognitivo, sobrepasando límites que ni el mismo podía imaginar, lo que provoca un giro espectacular en su vida que lo impulsa hasta situaciones y escenarios inimaginables para él antes.

-Ah, creo que vi el tráiler, pero no la película. Suena bien ¿no? Nos ahorraríamos las sesiones –digo intentando un humor que ella no comparte-.

-No vayas tan rápido Josué, dejame que te cuente. El substrato, en cualquier caso, sea la ficción de Hollywood o la realidad estadística a la que Paul Howard-Jones alude, es el mismo; las súper capacidades existen, están ahí, todos las poseemos en cierta manera. Los medicamentos que actualmente consumen gran número de personas en los países desarrollados, o aquellos que busca desarrollar la farmacéutica belga del artículo del Daily Telegraph que te comenté en nuestra primera charla, o en general la tecnología aplicada en la investigación y el desarrollo de súper humanos, sólo pretenden sacarlas a la luz, permitir su expresión gracias a cadenas de reacciones químicas dentro de nuestro organismo que impulsen dicha expresión.

Bueno, a mí eso no me parece tan malo, pero entiendo que a ella no le haga gracia que una simple pastilla pueda hacer su trabajo. Mejor me reservo el juicio pues hoy está demasiado hermosa para hacerla enfadar.

-La clave es pues, Josué, descubrir cómo aflorar las cualidades sin fármacos, cómo hacerlas interactuar entre ellas, cómo tenerlas disponibles cuando son necesarias y, para vencer el debate ético, cómo poner ese conocimiento al servicio de toda la comunidad, de todos los ciudadanos o, al menos, como asegurarnos que los beneficios de dichas Súper cualidades revertirán en Súper Comunidades, beneficiando así al mayor número de personas posibles, creando una humanidad 2.0 que no dependa de la tecnología y de los fármacos para definir su propia identidad.

¿Humanidad 2.0? Uhm, esto suena ligeramente a discurso. Veamos hasta dónde quiere llegar. Ahora sí que tiene mi interés sincero.

-Esas son pues las dos alternativas, Josué… –dice severamente levantando frente a ella dos dedos-. … o encaminarnos al transhumanismo, subyugándonos al poder de la tecnología y las drogas para enfrentar la nueva era, o hacerlo desde dentro, de una manera menos inmediata, más progresiva, pero endógena, genuina. Me refiero Josué a una solución que emane desde nuestra propia fuerza y con un sentido completamente transversal, donde el crecimiento sea global y donde nuestra naturaleza humana permanezca –se queda en silencio como si quisiera comprobar que la he entendido-.  Es pues ineludible la cuestión ética, por supuesto, y la corresponsabilidad que sobre todos nosotros recae, Josué. Si asumimos que de forma natural estamos dotados de Súper Cualidades y a un tiempo reconocemos que, en muy corto plazo de tiempo van a aparecer drogas mejores, más eficientes y más  específicas, con el potencial real de activar algunas de dichas Súper cualidades en aquellos consumidores que puedan permitírselas, hemos también de asumir a su vez que, si no desarrollamos y difundimos metodologías de crecimiento personal, intelectual y físico que faciliten que todos los ciudadanos puedan aplicarlas en su beneficio –forma entonces un círculo plano en el aire mientras lo dice-  estaremos ante una nueva fractura humanitaria como consecuencia de las muy diversas cotas de progreso que se darán y que veremos acrecentarse aún más entre aquellos países que pueden permitirse el acceso a dichos fármacos y tecnologías y aquellos otros países que no pueden.

Como sospechaba esto huele a mitin. A declaración de principios. ¿Debo imbuirme de ello? ¿Eso quiere de mí?

-¿Quieres decir que es una cuestión de justicia social, Gabriela? En realidad no me parece tan trascendente que la industria farmacéutica pruebe nuevos fármacos, pero entiendo lo que dices sobre el precio que podrían llegar a tener. He leído sobre el problema de algunas enfermedades sobre las que no se investiga porque no resulta económicamente rentable, supongo que esta es también una cara de la misma moneda ¿no?

-En cierto sentido así es. Esto podremos observarlo incluso dentro de un mismo país, entre los diversos grupos sociales, entre los que tienen un cierto nivel de renta y el resto de la población. Siendo además que, las consecuencias de esta nueva fractura social que se vislumbra, además de perversamente cruel, como todas las injusticias lo son, resulte en este caso de un carácter irreversible y de efectos especialmente abominables.

Rellena los vasos y bebemos los dos. Me hace reír esta especie de coreografía que ha instaurado, es como si quisiera asegurarse de que ninguno de los dos va a deshidratarse durante las sesiones. Si sirviera Martinis en lugar de agua…

-La pregunta, Josué, te parecerá retórica ¿Por qué hacer a unos hombres mejores cuando puedes hacerlos a todos? Sin embargo, la incapacidad del ser humano para distribuir universalmente las riquezas, los bienes y el conocimiento, está demostrada y patente en miles de años documentados de historia de la humanidad. Estamos pues ante el siguiente desafío: o permitimos que algunos individuos y sus descendientes, con mayores medios económicos que el resto, se desarrollen de manera exponencial por encima de todos los demás, si acaso eso no está ocurriendo ya, o nos proponemos crear, colectivamente, pero actuando de forma individual, las bases para hacer asequible ese conocimiento y desarrollo al mayor número de personas, de tal modo que se rompan los esquemas de gobierno social actual en beneficio de una humanidad 2.0 que todavía pueda definirse como tal, que todavía sea cien por cien humana. El logro de la democracia por parte de las sociedades modernas en la mayor parte del mundo, tras siglos de despotismo, no habrá servido de nada si la tecnología acaba situando a unos pocos por encima de todos los demás, de por vida.

-¿De por vida?

-Mirá, Josué; si por tener acceso a una serie de drogas, cierto número selecto de personas desarrollan capacidades intelectuales muy por encima de los demás, de tal modo que lleguen a manejar todas las variables de gobierno social y la economía con una antelación inigualable para el resto de ciudadanos, más pronto que tarde, ya no quedarán opciones de progreso personal a ningún individuo que no tenga el permiso de esos mismos “elegidos”. No quedará la opción de que un ciudadano de a pie llegue a presidente, o de que alguien monte un pequeño negocio y progrese si ese negocio molesta a los “elegidos” en la medida de que éstos dispondrán de los medios intelectuales, económicos y políticos para decidir el destino de cada uno de nosotros.

-¿No ocurre eso ya?

-Ahí está la clave, Josué. Disponen de los medios económicos y por derivación de éstos de cierto poder político, pero hasta ahora no tienen el monopolio de los medios intelectuales, no tienen capacidades superiores a las nuestras, es más, hoy día todavía podés encontrar a algún “Sócrates” viviendo en su tonel; en el despacho de una universidad, en un centro de investigación o como concertista a sueldo en una orquesta, y hemos podido ver como negocios gestados por un par de alumnos de una universidad se convertían en multinacionales de internet. Pero si esas élites económicas duplican sus capacidades intelectuales, no habrá líder político, sociedad civil, ni ningún Sócrates que pueda oponérseles.

-Entiendo…

-Es entonces, Josué, después de dicha reflexión, cuando cobra sentido tratar de desarrollar técnicas personales que permitan a cada individuo obtener lo mejor de sí mismo, la mejor versión de uno mismo, de una manera asequible y autónoma y procurar la difusión global de tales conocimientos, pues, como decíamos días atrás, el hombre es mortal mientras la humanidad no lo es y aquello que se hace en beneficio de la comunidad es lo único que resulta verdaderamente trascendente y perdurable.

Se queda en silencio y yo me quedo atrapado por su voz que ahora no escucho. Es extraño como la vibración de sus palabras llega a veces a ser tan profunda.

-Cuáles son pues las cualidades que conviene potenciar no es difícil de imaginar, Josué. Sin pretender hacer una lista exhaustiva, creo que la mayoría podríamos estar de acuerdo en las siguientes: además de las cualidades de carácter anatómico como pueden ser la fuerza, la elasticidad, la psicomotricidad o los sentidos especialmente desarrollados (la vista, el oído…), podemos también hablar de la capacidad de resistencia a las enfermedades o la capacidad de curación frente a estas. La facilidad para la  cicatrización física pero también emocional entra también dentro de este grupo, así como la resistencia al dolor. Hemos también de incluir las cualidades de carácter científico e intelectual como son la capacidad de cálculo, la oratoria, la formulación matemática, la composición literaria o musical o la facilidad para los idiomas. Poniendo el énfasis en aquellas habilidades que dan lugar a ciertas cualidades, podemos hablar entonces de la imaginación, la creatividad, la innovación, la buena memoria, la agilidad mental, la lectura rápida o la facilidad de entendimiento y la comprensión. En un sentido más trascendente, vale la pena destacar la voluntad, la empatía, la solidaridad, la resilencia, la tolerancia, la capacidad de orientarse, la auto-confianza, la paciencia, la disciplina, la perseverancia, la generosidad y el altruismo. Todas ellas, cuando las  ejerce un individuo o una comunidad de manera sobresaliente, por encima de cómo hasta ahora venían manifestándose, podemos entonces definirlas como Súper Cualidades. Y esto es importante destacarlo –dice creando una inflexión en su voz que se contagia a todos sus gestos- …cualquier pequeño progreso, cualquier grado por encima del desempeño habitual ya da de por sí lugar a una Súper cualidad, en la medida que, las mejoras individuales, cuando son colectivizadas, tienen una expresión exponencial mucho mayor de lo que podamos imaginar. Esto significa que, por ejemplo, una mejora del cinco por cierto en nuestra capacidad individual de recuperarnos de una enfermedad, si dicha mejora podemos hacerla extensible a todos los miembros de una comunidad, significa un beneficio muy superior a dicho cinco por ciento en términos de costo sanitario y salud general de la comunidad. Y del mismo modo ocurre con el resto de cualidades. Cualquier mejora individual que se socialice, tiene un beneficio exponencial superior a la suma de las partes.

Tiene ahora la mirada afilada y milimétricas gotas de sudor brillan sobre la piel de su cuello y sus mejillas. Me gusta sentir su aliento cerca y cuando se emociona adelanta su cuerpo hacia adelante, trayendo su boca más cerca de la mía. El tiempo se para entonces y las paredes de la sala se desvanecen. Algunas de sus últimas palabras retumban aún en mí; resilencia, resistencia al dolor…

-Josué, todas las cualidades que he mencionado pueden aflorarse, cultivarse y potenciarse individualmente si se trabajan metódicamente pero, y esto es lo más importante en este primer avance, sobre todo si el material sobre el que vamos a trabajar (nuestro ser, nuestro cuerpo, nuestro Yo) está armonizado y equilibrado, pues está clínicamente probado que el equilibrio psíquico y emocional está directamente implicado en los procesos de mejora, curación y recuperación general del organismo (men sana in corpore sano), así como en los procesos de aprendizaje y consolidación de conocimientos y habilidades. Esa es pues la premisa inicial de la meditación, armonizar los planos conscientes e inconscientes para garantizar las circunstancias que nos permitan hacer emerger y aprovechar todas nuestras Súper cualidades, tanto las que uno ya conoce que posee, como aquellas que están todavía por descubrírsele. Todos sabemos, Josué, que el orden de los elementos integrantes de una actividad y su organización nos ahorran tiempo y mejoran el resultado de dicha actividad. Pues bien, igual ocurre en este caso. Si nosotros no estamos en orden con nosotros mismos y debidamente organizados, es decir, nuestro consciente e inconsciente no se comunican fluidamente, si no tienen adecuadamente distribuidas sus respectivas tareas y a su vez, no tenemos fijados de manera clara nuestros objetivos, pues en ese caso difícilmente vamos a alcanzarlos y nuestro propósito será baldío. Es pues oportuno definir los objetivos –dice acerando aún más la mirada sobre mí-. A partir de éstos definir de la lista de cualidades aquellas dos o tres que cada uno considere son las que más le convienen empezar a potenciar  y convertir esa tarea en nuestro segundo objetivo, justo después de la meditación regular y la lectura continuada que deben ser sin duda el primero de todos –descansa su cuerpo por un segundo sobre el respaldo-. Si no se ha conseguido aún esa primera meta –dice volviendo sobre mí- no tiene sentido avanzar todavía en las siguientes. Por cierto, Josué, no es necesario ahora definir cuáles deberán ser las siguientes cualidades a potenciar después de estas primeras puesto que, la persona que seremos después de este primer progreso seguramente tendrá una idea distinta de qué es lo que más nos conviene para entonces y, probablemente, no coincidirá con nuestra opinión de ahora ¿Me entendés?

-Sí, creo que sí. ¿Esto está conectado con las instrucciones nocturnas y las consignas antes de cada sesión de meditación, verdad?

-Así es. Eso sí, es conveniente decantarse en un primer término por cualidades de tipo trascendente, como la fuerza de voluntad, la paciencia o la perseverancia o las de carácter físico y dejar para más adelante las de orientación científico intelectual. Una vez las primeras habilidades y cualidades de nuestra lista se van consolidando, la adquisición de las siguientes resulta mucho más sencilla. No obstante, es cada uno, de manera personal e individual,  quien debe evaluar su propio punto de partida y fijar sus objetivos en consecuencia pues, según avances en el proceso, tendrás un mayor dominio de ti mismo, un conocimiento más amplio de tu potencial y una mayor claridad de objetivos.

-Mmm suena bien esa música…

-Sí, ya me imagino –responde después de dejar ir un ligera carcajada que crea una distensión que agradezco-. Por otra parte Josué, sería absurdo crear expectativas que por inalcanzables serían frustrantes. Así por ejemplo, uno no debe aspirar con sesenta años a tener la elasticidad o aptitud para el deporte que tenía cuando era un adolescente, pero si a aspirar a ser una de las personas de sesenta años con mayor elasticidad y aptitud para el deporte. Esto es algo que por ejemplo todos hemos observado, personas mayores que se mantienen activas y altamente capaces físicamente en contraste con la mayoría de personas de su misma edad. Esa es pues la medida, tal y como decíamos hace unas semanas, no se trata de convertirnos en súper héroes con poderes sobrenaturales, sino en conseguir la mejor versión de nosotros mismos.

-Estamos de acuerdo, Gabriela.

-Recuerda, Josué, tenemos asimilado que cada uno de nosotros no es su mente, es mucho más ¿cierto? y que la mente debe estar a nuestro servicio, especialmente de nuestros objetivos más elevados, como lo están las demás partes de nuestro Yo. Recuerda que hemos comentado también que una de las herramientas fundamentales que vamos a utilizar en dicho método van a ser la lectura continuada, con el objetivo de estimular áreas de nuestra capacidad cognitiva y la meditación transcendental con el objetivo de armonizar nuestro cuerpo pero, sobre todo, muy especialmente, nuestro consciente con nuestro inconsciente dado que, como ha demostrado recientemente la ciencia, el inconsciente está presente en más del noventa por cierto de las decisiones que tomamos diariamente, aunque nosotros no nos demos cuenta  de ello, puesto que, recordemos, muchas decisiones se toman realmente en nuestro inconsciente, milésimas de segundo antes de que las verbalicemos de forma consciente. Así pues, es necesario armonizar ambos planos de conciencia para permitir un mayor y mejor flujo de información entre ellos para que podamos potenciar los recursos que ahora yacen en las habitaciones oscuras de nuestro subconsciente. Josué, si el noventa por ciento de nuestras decisiones se toman en nuestro subconsciente antes de que éstas pasen a nuestro plano consciente, ¿no parece sensato asegurarnos de que ambos planos están debidamente armonizados?

-Sí… -balbuceo, como si tuviera intención de añadir algo más que he olvidado-.

-¿No conviene pues que el plano consciente conozca qué elementos ha tenido en consideración el subconsciente para tomar cada decisión? ¿Si así es, no podríamos entonces evitar tomar aquel tipo de decisiones que son contraproducentes para nosotros? ¿Aquellas que, por ejemplo, hacen a muchas personas recaer siempre en círculos viciosos y conductas autodestructivas? Si aumentamos el control sobre aquella parte de nosotros que toma el noventa por ciento de las decisiones que rigen nuestra vida, estaremos tomando el control sobre nuestra vida ¿No te parece?

-Sí, desde luego tiene sentido.

-Y por último hasta este punto, hemos visto también que dotar de impulso nuestro plan de mejora depende únicamente de nosotros puesto que nuestra y sólo nuestra es la responsabilidad. Los desafíos que enfrenta la humanidad son de todos y de cada uno a la vez. Movilizarse, tomar la iniciativa, ya no es una opción, es sencillamente ineludible. Además, puesto que no es posible vivir sin cambiar el mundo, mejor cambiarlo para bien ¿Estás de acuerdo?

-Sí, claro, aunque en cierto modo parece un tanto ambicioso, al menos para mí. Me hace sentir extremadamente responsable. Por otra parte has hablado de ir avanzando metas. Tengo una duda desde el principio, Gabriela ¿Es por eso, “por el ir avanzando metas” que el programa se llama así, “Meta”?

-No exactamente, Josué. Meta es una palabra de origen griego cuyo significado es “Cambio”. Y un cambio es lo que estamos buscando ¿Verdad?

XXI – Cualquier cosa es posible

 

 

-¿Andás a tomar el metro Josué?

-Sí, voy hacia el centro ¿Vienes?

-Sí, te acompaño. Voy hasta Plaza Universidad.

Salimos los dos del Palau y nos encaminamos jardines abajo. El día sigue radiante y el aire se ha templado un poco. Huele a que la primavera quiere por fin llegar y parece que todos estamos con los brazos abiertos, esperándola.

-Veo que segúis sin tu motocicleta.

-Sí, es cierto. ¿Te creerás que no he pensado en ella en los últimos días? Me he acostumbrado a tomar el metro para venir aquí, y todo lo demás lo tengo cerca de casa, caminando. Al final no resulta tan necesario estar motorizado en una ciudad. Aunque es cierto que según se va acercando el buen tiempo, la experiencia de surfear el tráfico, se vuelve una necesidad.

-El clima influye tanto en nuestro estado de ánimo….

-¿Y tú Gabriela? ¿Cómo va tu adaptación a esta ciudad? ¿Ya vas encontrando tiempo para empezar a salir por ahí o, el trabajo sigue siendo tu único “novio”? –le digo mientras le guiño un ojo-

-Uhm… no hay tiempo para novios, no, ahora no. Pero sí me gustaría empezar a salir. En realidad conozco varias personas acá, argentinas, un par de conocidas, que me han propuesto salir en un par de ocasiones, pero lo cierto es que no me convence mucho relacionarme no más con otros argentinos. Pienso que resultaría más interesante si hago por integrarme con la gente local. Creo que le sacaría más partido al tiempo que voy a pasar acá.

-¿Cuánto tiempo es eso? Quiero decir… ¿Hasta cuándo te quedas en Barcelona?

-Mmm… eso depende, pero confío que no sea menos de un año y no más de tres.

-Jajajaja… desde luego eres una mujer con las ideas claras. A ver, explícame por favor por qué entre uno y tres años es lo ideal para ti.

-Y… bueno… en menos de un año no tenés tiempo de vivir las cuatro estaciones, al menos un ciclo anual, con lo cual no puedes realmente dar por bien conocida una ciudad si no has estado en todos sus climas, si no has vivido con la gente local todas sus fiestas a lo largo del año, y no has podido agotar el circuito turístico ineludible para empezar a conocer los “otros rincones” de cada ciudad. De otra parte, cambiar cada cierto tiempo de residencia, alarga la vida…

-¿Alarga la vida?

-Sí, no quiero decir biológicamente, sino que hace que nos resulte más intensa, más vivida. A ver cómo te explico…. Fijate en los niños por ejemplo. Para ellos esperar desde noviembre hasta navidades les parece una eternidad. Esto es porque los chicos viven cada día con mucha intensidad, aprenden cada día cosas nuevas y esto hace que una semana, un mes les parezca mucho tiempo, porque el tiempo les cunde muchísimo ¿no?

-Sí, eso es verdad…

-En cambio de mayor, según la rutina se impone en nuestras vidas y estamos familiarizados con lo que nos rodea, las semanas y los meses se te escapan del calendario sin apenas darte cuenta, y cuando querés reaccionar decís ¿ya es Navidad de nuevo? Y entonces tienes esa sensación de que nada cambió en tu vida y que los días se sucedieron uno tras otro como el péndulo de un reloj, imperceptible pero inexorablemente. Entonces, si vas incorporando a tu vida situaciones nuevas, como cambiar de vivienda, de país, de trabajo, es como si volvieras a ser niño cada vez, tienes que redescubrir el mundo, el nuevo entorno que te rodea con cada nuevo cambio, y eso hace que los ciclos no parezcan tan parejos ni tan rutinarios y es como si vivieras más, en realidad pienso que ciertamente vivís más. En verdad que en las sesiones verás que de algún modo esto también se practica…. Bueno, lo que quería decir es que tampoco conviene quedarse más de tres años en un lugar, porque entonces el cambio que has hecho, acaba siendo tu nueva rutina.

-Ya veo, pero según eso que dices, lo que convendría es estar siempre viajando. ¿no?

-No, porque entonces estar viajando se convertiría en tu rutina y no supondría algo nuevo y estimulante para ti. Por eso pienso hay ese espacio de tiempo, entre uno y tres años, para cambiar el lugar donde vivís, de manera que sea enriquecedor y estimulante para cada uno.

-Ya te entiendo. Entonces, subliminalmente –le digo mientras hago por poner mi cara más pícara- lo que me estás pidiendo es que haga de Cicerone y te muestre los “otros rincones” de la ciudad.

Dispara una de sus carcajadas, tan profundas y honestas.

-¡Qué tramposo sós Josué! No, qué va….

-No, no… no importa, acepto el encargo, no hace falta que disimules… -digo con una teatral y cómica resignación-

Nos reímos ahora los dos a carcajadas. Ríe desde dentro de forma un tanto socarrona y honesta. Cuando alguien ríe así notas que la emoción le ha llegado hasta dentro, que no ha puesto barreras, y eso es lo que agradeces de hablar con ella, cuando no está enfundada en su personaje de científica impermeable, la sensación de que no tiene miedo de mostrarse y ser ella misma. Es un regalo al cosmos cada vez que alguien ríe así.

-No, no, eso no sería serio. Vós lo sabes…

-Oh, venga, no seas tan…

-¿Tan qué?

-Quiero decir, tan… pues eso, ya sabes.

-No, no sé Josué. Dímelo tú –hace una de sus sonrisas torcidas, como de personaje de Western-

-Ya, ahora eres tú la que estás haciendo trampas.

-Para nada…, sabés las normas Josué.

-Pero mira, es como ahora ¿no? volvemos juntos en metro y tú me hablabas de lo que opinabas de la importancia de los cambios...

-Sí…

-Pues eso, saldremos a pasear y me seguirás danto tu opinión sobre esto y aquello. Mientras tanto yo te descubriré lugares nuevos de la Ciudad. Lugares que tú sola no conocerías…

-Ya veo ¿Y qué lugares serían esos?

-Jejeje…. No puedo revelártelos ahora ¡Se perdería el factor sorpresa!

-Sós un liante Josué. Ni siquiera sabés dónde llevarme. Te lo estás inventando todo –dice achinando los ojos y mal conteniendo la risa- .

-Nooo, qué va. No te olvides que he sido mensajero. Los mensajeros conocemos toda la ciudad, todos los callejones, lugares de auténtico lujo y también sórdidos antros en humeantes callejones donde una tímida y apacible científica podría descubrir a su… Mrs. Hyde.

Se ríe abiertamente, como si una sonrisa pudiera ser un abrazo.

-Decididamente sós un embaucador Josué. ¿Tímida y apacible?  ¿Así me ves? No te creo. Pero….

-¿Pero qué?

-Uhmm, que reconozco que suena tentador ¿Cuándo propones?

-El miércoles por la noche, por supuesto.

-¿Perdón? No entiendo ¿por qué el miércoles “por supuesto”?

-Porque ya se sabe “cualquier cosa puede pasar en miércoles”.

XXII – El Viento que no Cesa

 

 

-  Sí, creo que puedo organizar para dejar a Armand esta noche.

-  ¡Perfecto! Estaba deseando que dijeras eso, y temiendo que no lo dijeras.

-  Jajaja, …eres un poco exagerado

-  No, no… soy un hombre perdido, ya no veo el norte si no me iluminas ;-)

-  Hahahaha… Tu es terrible

-  Que vaaaa…. Soy bueno y fácil de domesticar. Ya verás

-  Ya, ya veré.

-  ¿Te paso a recoger entonces sobre las nueve?

-  D’accord. Bisous

-  Hasta luego Preciosa.

 

Suena el viento arrimarse a los cristales, y aúllan sus hijos escurriéndose por las rendijas de las ventanas. El último Whatsap con Sophie me ha insuflado energía incombustible. Vamos a tener nuestra segunda cita y la conversación hasta ahora tiene un clima, digamos, muy apropiado, alentador. Hace unas semanas esto me hubiera parecido sencillamente impensable, algo completamente fuera de mi alcance, lejano a mis escuálidos recursos. Pero no es sólo eso; el negocio de la mensajería va realmente bien. Tengo la mente clara en todo momento para saber qué decisión he de tomar en cada ocasión. Las cosas se van encajando sorprendentemente bien, van cayendo en su lugar como si todo estuviera predispuesto para que así fuese. Llevo unas semanas estudiando un máster de administración de empresas. El ritmo de las clases es algo lento para mí, así que estoy pensando en empezar uno sobre finanzas para hacerlos simultáneamente. En el negocio he adoptado la política de contratar sólo a aquellos mensajeros que aporten clientes. No me vale que quieran sólo trabajar, ni que lo hagan bien y que cumplan, sino que les pido que con ellos se vengan un par de clientes de los que atendían en sus antiguas empresas, a los cuales han de convencer de mover sus envíos hacia mi empresa. Esto alivia y complementa la labor comercial de Pedro y nos permite crecer en clientes muy rápidamente. Es verdad que después no siempre mantengo a esos mensajeros en sus puestos, no renuevo sus contratos quiero decir, pero por lo que he leído en los libros de gestión empresarial y he visto en foros, esto es frecuente, es decir, rotar el personal y ganar con ello, parece una práctica que ha sido habitual desde tiempos remotos. Compañías de seguros y planes de pensiones lo utilizan con asiduidad. Estas compañías contratan comerciales noveles que acaban haciendo sus primeras ventas a sus propios familiares. Cuando han acabado con su círculo familiar más próximo, y viendo que ya no mantienen el ritmo de nuevos contratos, en la mayoría de casos los despiden y los familiares quedan sujetos a la empresa por los planes de pensiones que hayan contratado. Si, ya sé, no suena muy bien, no parece muy ético, pero ahora me tengo que adaptar a esos nuevos marcos de funcionamiento. La máquina rueda y no me puedo permitir pararla, en realidad no sé cómo hacerlo.

Estoy incluso evaluando nuevos locales para abrir nuevas sucursales por la ciudad. Se necesitan nuevos puntos logísticos para asegurar que toda la cadena de paquetería funcione. Llegar a todos sitios en todo momento, ese es el fin. En tales circunstancias no puedo detenerme a evaluar cuestiones morales. Cuando esté más estabilizado lo haré, será todo más justo y equitativo, lo prometo, me lo prometo. Ahora no puedo. El crecimiento es lo preponderante. No, no es ningún sarcasmo. Seguro que lo haré tal y como acabo de decir, pero, precisamente por eso, ahora nada puede distraerme de una política orientada a crecer y a maximizar el beneficio. Crecer. El crecimiento es un cáncer cuando este está descontrolado. Todo lo que crece por encima de sus posibilidades muere o mata. O ambas cosas.

La competencia es muy intensa, la ambición más. No pretendo decir que el fin justifique los medios pero, bueno, sé que en cierto sentido suena así. No sé, ya veremos. No quiero acabar siendo un empresario más, de esos que solamente construyen riqueza para sí mismos. No, no es mi idea. Pero debe ser también entendible que el objetivo primero sea la supervivencia. Sobrevivir todo lo justifica aunque para ello te mates a ti mismo.

Claro, sí, ya sé, podría argumentarse que ya estoy por encima de el umbral de la supervivencia. Me refería a la empresa, a que la empresa sobreviva y la empresa es endiabladamente voraz. Es como alimentar un dragón, cada vez quiere más y cada vez es más difícil contentarlo. Exige más tributos. Te atrapa, y no acaba de quedar claro quién gobierna a quien, si yo a la empresa, o ella me está gobernando a mí. Parecemos esclavos de nuestras creaciones, de la misma manera que lo somos de nuestras palabras. Al final resulta que nada nos pertenece más que la voluntad y los sueños, todo lo demás, una vez se expresa, ya no es nuestro. Si hubiera futuro…

El viento. El viento que no cesa. El viento trabaja todos los días.

XXIII – Huir hacia adelante

 

 

-¡Hola Zacas! ¿Qué tal? No te esperaba. Pasa, por favor.

-Hola Josué. Bien ¿Qué tal estás tú?

Zacarías me ha sorprendido presentándose en casa. No es que sea la primera vez que lo hace, pues la suya es una vida improvisada. Sin embargo esta vez me ha desconcertado especialmente pues mi vida ha cambiado bastante desde la última vez que nos vimos, y cuando eso ocurre, las personas que vienen desde tu pasado, te parecen como antiguas, desubicadas en el tiempo.

-¿Qué te cuentas?

Le pregunto sin mirarlo mientras hago que suene Dead of Winter de Eels en el ordenador. Sé que no es el tipo de música que él espera que le ponga, y veo por el rabillo del ojo una casi imperceptible mueca de desconcierto en su cara cuando empiezan a sonar las primeras notas,  pero mi ánimo no está hoy para Reggae. El cuerpo me pide algo más sofisticado o eso creo yo. Quizás sólo quiera inconscientemente ahuyentarlo de mi casa, alejarlo de mí. A veces nos sorprenden nuestras propias actitudes. Nos portamos como extraños de nosotros mismos y no nos reconocemos. Nos miramos con curiosidad y cierta preocupación. Hemos tomado decisiones que no sabíamos y cuando estas se ejecutan, andamos torpes, decididamente torpes, sin miedo a la equivocación, o convencidos de que vamos a equivocarnos, pero hacerlo encaja bien en la deriva del día y por tanto no nos preocupa, o pensamos que no debería hacerlo.

-Pues la  verdad, de aquella manera. Ya sabes.

-¿Todo bien Zacas? ¿Qué tal el trabajo?

-Oh, el trabajo… ¿Te importa si fumo?

-Adelante.

-¿Te acuerdas de que en la agencia en la que yo estaba buscaban a un nuevo mensajero? De hecho te llamé para que pudieras aprovecharlo ¿Te acuerdas?

-Sí, claro. No fue hace tanto, Zacas. Sí, lo recuerdo bien y te estoy muy agradecido. Lamentablemente aquel accidente de moto me dejó sin opciones.

-Bueno, pues resulta que buscaban a un nuevo mensajero porque habían decidido despedirme en cuanto lo encontraran ¿Te das cuenta? Sin saberlo te estaba proponiendo mi propio puesto de trabajo ¡Es increíble! No me dieron ninguna explicación además. No sé qué les pasó por la cabeza. Siempre he cumplido con todas sus normas, siempre hice el trabajo ¿Por qué sustituirme?

-Oh, vaya Zacas… Es en verdad una putada. ¿Estás desempleado entonces? ¿Cómo yo?

-Pues sí, esa es mi nueva rutina. Pero vaya, me han dicho que tú no estás en paro, que tienes una agencia propia y que estás abriendo dos sucursales más por la ciudad ¿Es así, Josué?

-Oh, no creas, bueno sí, no es nada serio, en realidad lo de la agencia sí, lo de abrir otras, ya veremos, está todo muy complicado, y no hay dinero y ya sabes….

-Pero entonces, sí ¿Es verdad? ¿Tienes una agencia propia de mensajeros?

-Empecé trampeando con algunos servicios aislados y al final no quedó más remedio que ponerlo todo un poco, como decirlo, más formal, pero claro, se han disparado los gastos y no va la cosa del todo bien. Empiezo a pensar que más de la mitad de los negocios dejan de ser rentables en cuanto entran dentro del sistema. La burocracia es un veneno lento pero implacable.

-Ah, pues a mí me han dicho que sí, que te va genial.

-¿Qué me va genial? Si todavía cobro el subsidio del paro, si no fuera por eso no podría continuar. Fue una huida hacia adelante Zacarías, pero aún no sé muy bien si no ha sido una suerte de harakiri final.

El éxito es una medalla que se luce pero no se comparte. Tengo el presentimiento de que no me conviene explicarle la verdad de la bonanza de mis negocios a Zacas, menos aún si está buscando trabajo. Nadie es conservador hasta que tiene algo que conservar. Quizás mas que un presentimiento sea sólo instinto, pero gobernar el instinto es aún una pelea que no puedo vencer y uno sólo debiera librar aquellas batallas que sabe que puede ganar.

El reproductor ha saltado aleatoriamente y se escucha inquietante el Life Mask de Portico Quartet, que me resulta del todo incómoda por inapropiada, así que me levanto con la intención de cambiarlo, dándole así la espalda para poder recomponerme de mis tribulaciones. Me siento ajeno a mí mismo, lo cual no me es del todo una sensación desconocida.

A veces siento una irresistible tentación de decir la verdad, pero por suerte, al fin se impone el sentido común y, como hacen todos, maquino las respuestas.

Pongo a sonar Don’t look back de Telepopmusik.

 

Sit Still, and close your eyes What's behind the other door No more silence, don't kill this thing we got called love

Just searching for the perfect drugWhen Love comes callingDon't look backWhen love comes callingDon't look away…

-Ya,  me imagino. Yo tampoco quiero estar sin trabajar. El día es entonces muy largo y fumo más. Acabo además vagando con la moto, por la ciudad, sin un rumbo, y eso es peligroso, tú lo sabes, si no vas acompasado con el ritmo del tráfico, te conviertes en un obstáculo, parece que todos te quieran impactar. La ciudad no está hecha para ir sin prisas, sin rumbo, pues entonces quedas desorbitado, como un objeto extraño en el sistema. No me siento cómodo así ¿Me entiendes verdad?

-Sí, claro que sí Zacarías. Lo entiendo perfectamente.

-Toda la vida he creído en el fluir natural de las cosas y, a la vez siempre me he sentido bien yendo un poco a contracorriente, pero ahora no me siento bien conmigo. No me siento bien en esta situación. De repente me siento mayor e inútil. No es una sensación agradable.

-Sí, lo sé. La utilidad es la fuente de la motivación. Sin ella estás perdido. Muchas mañanas me he despertado así, como tú dices. Sucumbes y no ves dónde agarrarte.

En verdad que Zacarías ha perdido el semblante alegre de siempre, pero supongo que se deberá a uno de sus ciclos lunares a los que siempre ha sido especialmente sensible. En cualquier caso ahora escapa a mis capacidades ¿Qué podría hacer yo, sino?

-Josué ¿Crees que podría entrar a trabajar en tu agencia? Me han dicho que estás contratando mensajeros nuevos constantemente.

-¿Mensajeros nuevos? No, que va. Bueno, tomé algunos hace unos días, pero, claro, ya están todos los que se necesitaban, quiero decir, no puedo contratar más gente ahora. De hecho debería pensar en reducir el equipo. Creo que estamos sobredimensionados.

-Bueno, lo entiendo, quizás si abres esas nuevas agencias que dicen que estás abriendo.

-Ah, bueno, si eso realmente se confirmara, si realmente ocurriera, claro, te llamaría enseguida, pero ya te digo, las cosas no están muy bien, me he metido en un auténtico lío, son muchos gastos y de momento no veo si esto va a salir bien.

Mi cabeza está ahora en mi cita de esta noche con Sophie. Es normal que así sea. Si él lo supiera lo entendería. Sin embargo, no sé por qué, no voy a decírselo. Algo ha cambiado, lo percibo. No tengo el impulso natural de explicar ciertas cosas, al contrario, tengo la sensación de que conviene que partes de mi vida me sigan perteneciendo sólo a mí. No veo la necesidad de compartirlas. Ahora es diferente.

-Supongo que debe ser así, Josué; que este sendero espinoso es el que he de recorrer en estos días, aunque no adivino la explicación. Cosas del cosmos, imagino. Bueno, ya sabes, si tienes alguna vacante, cuenta conmigo por favor.

-Claro Zacas, si lo hubiera sabido antes ya estarías dentro.

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