Meta

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-Sí, así es, aunque aún no se comprende bien cuándo ocurre una cosa o la otra, pero si se sabe que del corazón parten cuatro tipos de conexiones que van hasta el cerebro. Me refiero al cerebro que tenemos en la cabeza, claro. Y de hecho, el corazón, es el único órgano del cuerpo que envía más información al cerebro de la que recibe de éste.

-Resulta difícil de creer. Junto con lo del biocampo electromagnético, hoy no doy en asimilar tanto.

-Pues precisamente, uno de esos cuatro canales de comunicación tiene que ver con la comunicación energética. El campo electromagnético del corazón es miles de veces más potente e intenso que el del cerebro y su actividad influye en las reacciones del cerebro. Además, el campo del corazón se extiende entre dos y cuatro metros más allá de nuestro cuerpo, así que, todos los que te rodean perciben tu estado, y tu actividad influye en todos los que te rodean.

-¿Y cómo circula la información entonces entre el cerebro y el corazón?

-Sabemos que en realidad la información es procesada inicialmente por el corazón, antes de ser enviada al cerebro.

Pero no sabemos mucho más que eso. Todo ocurre en milésimas de segundo, ya sabés. Pero sí podemos concluir que, el amor del corazón no es una emoción, o no es sólo eso, es más bien un estado de conciencia inteligente ¿Te conecta esto con algunas de las formas de consciencia que descubrimos en nuestras sesiones iniciales?

-Sí, ya sé por dónde vas. Pero… ¿utiliza el corazón datos como lo hace el cerebro? Quiero decir, el cerebro… –aclaro mientras me señalo con una mano la frente-.

-Uhmm… lo que sí puedo decirte es que no parece recurrir a ellos, su percepción es inmediata y exacta, todo en tiempo real, es lo que comúnmente definiríamos como “intuitivo” pero que ahora sabemos que es una forma  de inteligencia. Una inteligencia superior, prácticamente infrautilizada por la mayoría de personas y que se activa mediante las emociones positivas.

-Entonces… ¿no todo el mundo la tiene?

-Todo el mundo la tiene, pero muy pocos la utilizan. Son necesarias las emociones positivas para activarla y ponerla a funcionar.

-Entonces, según eso, la gente que está sufriendo, que se encuentra en un entorno hostil, lo tiene más difícil para acceder y disfrutar de ese recurso ¿no?

-En realidad sí. Cuando se tiene miedo, estrés o en general se está experimentando una emoción negativa, el biocampo del corazón se resiente muchísimo y su capacidad de procesar información e influir en el cerebro se reduce considerablemente. En cambio, cuando puede ser utilizado, todo el organismo se beneficia, todo es más armónico y coherente. Es cuando diríamos “todo fluye”. Pero no olvides que ciertas emociones como el estrés, el miedo o el deseo, que son consustancialmente negativas, nos han permitido sobrevivir como especie y superarnos, así que no debieras verlo solo desde un punto de vista puramente hedonista y utópico. Sin el miedo, a lo peor no nos hubiéramos alejado a tiempo del león que nos amenazaba en la sabana y hubiéramos acabado devorados. De nada nos hubiera servido tener un corazón inteligente, si este no nos salva la vida ¿cierto? ¿Me entendés, verdad?

-Sí. En realidad tú siempre me haces ver los dos lados de las cosas, Gabriela.

-La pregunta, a mi juicio, Josué, debiera ser ¿estamos los seres humanos, por fin preparados para dirigirnos a potenciar esa forma de conciencia, esa inteligencia emocional, en beneficio de todos nosotros? ¿O debemos seguir compitiendo por sobrevivir? ¿En qué momento de la historia de la humanidad estamos? Créeme, no tengo respuesta científica para esa pregunta. No todavía, pero me gustaría saber qué piensas tú ¿Te parece, por ejemplo, que pudiera haber una intención de generar miedo colectivo para que, en las sociedades desarrolladas, los ciudadanos se vieran imposibilitados para desarrollar formas más elevadas de conciencia y de inteligencia? ¿Estaríamos preparados para dar ese salto y sin embargo, ciertos poderes estarían utilizando todos los medios a su alcance para impedirlo? ¿Hay ciertas clases dominantes que quieren preservar únicamente para ellos esa clase de poder y quieren negársela al resto de seres humanos? ¿O quizás no, no estemos preparados? ¿Debemos seguir teniendo miedo? ¿Utilizar la razón y la mente como únicos motores de nuestra existencia? ¿Cómo lo ves tú? ¿Qué te dice el corazón?

-No lo sé, Gabriela. Todo es muy reciente para mí y no he podido pensar en ello aún.

-Ya me has respondido, Josué, aunque no lo sepas –me dice mientras aprieta sus labios y se aleja de mí su mirada, como si se hundiera en ella-.

-Si he estado pensando en cambio en lo que hablamos el otro día. En particular, sobre que durante el sueño se consolida lo aprendido durante el día. Si el sueño sirve para consolidar lo aprendido durante el día, Gabriela ¿la vida tiene como objeto aprender? Quiero decir, si el cerebro está configurado para ordenar y consolidar la información aprehendida durante la vigilia ¿hay que entender que la vida tiene como objeto aprender? ¿Lo crees así, Gabriela?

-No debiera por cuanto por la misma regla de tres, y puesto que tenemos estomago, cabría inferir que la vida tiene como objeto comer y eso es obviamente absurdo. La teoría de la vida como canal para el aprendizaje es una teoría muy difundida entre ciertos grupos, pero lo cierto es que es relativamente fácil desmontar la visión mística de que la vida es un proceso de aprendizaje. Puesto que ya hemos visto que sabemos cosas que no sabe el consciente, y por tanto sabemos más de lo que conscientemente pensamos. ¿Qué sentido tendría venir a aprender cosas que en realidad sabemos? Si todos somos parte de un Todo común, el conocimiento universal también debería residir ahí, y la vida, como invento, parece no encajar como un retorno voluntario a la ignorancia con el único fin de re-aprender lo que ya sabemos en nuestra condición de Ser universal. Tiene más sentido y todo apunta a que el objeto de la vida es la experimentación, el teatro, la escenificación. Pues el Todo no podría tener experiencias si no se divide previamente en partes, pues la experimentación requiere de factores ajenos a uno mismo, hace falta algo más que la unidad. La experiencia, como fenómeno endógeno, es muy limitada. Fijate que la propia actividad del núcleo del átomo no es comparable a la que éste desarrolla cuando interactúa con los electrones. El big bang sería la respuesta a esa necesidad de interacción, de dividir para generar oportunidades de interacción. Cualquier forma de poder, sea político, económico o de cualquier índole, genera más oportunidades de interacción y desarrollo cuando éste se divide y en consecuencia se reparten “roles”. Sin pretender asegurar nada, el objeto de la vida sería más bien un juego donde nos repartimos papeles de una gran comedia. A veces te tocan papeles destacados, otras de héroe, de triunfador, de sacrificado padre, etc. En dicha obra, siempre somos figurantes de la vida de los demás, pero nunca somos simples figurantes en nuestra propia vida, de nuestra existencia. En nuestra vida somos siempre el Protagonista. Nos corresponde a cada uno hacer que nuestro papel tenga intensidad, que viva experiencias, que nos emocione, aún en su sobriedad, si ese es el caso.

-¿Pero, no choca eso también con los argumentos contrarios a la teoría del aprendizaje?

-Así sería, así puede ser. Efectivamente el argumento de la experiencia no se sostiene salvo que el Yo total, el Todo, precise de la experiencia emocional que sólo puede obtenerse al compartir y por eso nos dividimos en individuos, y de ahí la naturaleza ambivalente del ser humano, que provoca y sufre tanto emociones positivas como negativas. Cualquier emoción es válida para el Todo pues habría creado esta realidad en busca de ellas. Fijáte, siguiendo con un principio científico ampliamente contrastado y asumido que tú recordarás de tus tiempos de estudiante; la función hace al órgano. A partir de dicho fundamento podemos interpretar nuestra condición. Si la función hace al órgano, ergo, por nuestra función aquí podremos adivinar quiénes somos, y somos en función de las otras personas. Somos cada vez la persona que el prójimo precisa. Tanto para lo bueno, como para lo malo. Incluso un hombre solo, en lo alto de la cima de una montaña, sin ver a nadie, sin relacionarse con nadie, es en función de los demás. Él es el hombre solo.

-¿Pero Gabriela, refuerza entonces eso la idea de las castas en India?

-La idea de las castas es una visión estática y elitista de la posición jerárquica de cada persona en una suerte de artificio social en la que cada uno va pasando de una casta a la otra según pasa de una vida a la siguiente. La hipótesis de la experiencia vital, por su parte, es completamente abierta, nadie está condenado a ser, tan sólo a las circunstancias de su papel. El ascenso y el declive son parte de los roles que cada individuo, comunidad o nación, más tarde o más temprano, puede experimentar sin esperar a una “próxima vida”.

-Sin embargo, tal y como comentábamos anoche cenando, si entraría dentro de esa hipótesis la reencarnación ¿cierto?

-Sí, así es, como la manera de experimentar estados distintos. Por ejemplo, imaginate que sos una hormiga dentro de una comunidad de hormigas ¿Te hacés a la idea del flujo de experiencia vital, transcendente y nueva que eso supondría? Imagináte también siendo un león, con tu manada alrededor, tomando el sol tumbado sobre la arena, mientras sientes el temblor en el suelo que produce un grupo de gacelas a lo lejos trotando hacia vosotros ¿Renunciaría el Todo a sentir esa emoción? ¿Puede sentirla siendo la unidad o precisa crear la Obra? Está claro que siendo el Todo, a pesar de tener todo el conocimiento universal, carecerías de la opción de experimentar la emoción vital que cada una de esas experiencias supone. Si no puedes ponerte en el papel, si no eres el protagonista de esa experiencia, puedes teorizarla, imaginarla, pero no puedes en verdad vivirla. 

-Me imagino, Gabriela, la experiencia de volar en la oscura noche, siendo parte de una bandada de patos de negro azabache, que migran al  norte. Me imagino viendo las luces mudas y diminutas de las ciudades debajo de nuestra estela y sintiendo el aire frio en la cara mientras, en silencio, miras a tus compañeros volar a tu lado, perfectos, ordenados, elegantes... Gabriela ¿crees que elegimos esas experiencias? ¿Sería posible?

-Es probable que en alguna forma de conciencia, entre una vida y la otra, así lo hagamos. Del mismo modo que veíamos que muchas personas, inconscientemente, eligen ser lo que son, o renuncian a sus súper capacidades porque, sencillamente, renuncian a creer, o porque han aprendido a no creer. De hecho, en gran parte, el objetivo de Meta es hacernos capaces de elegir nuestro destino desarrollando para ello nuestras súper cualidades, de tal modo que podamos elegir qué experiencias vivir, y de qué modo hacerlo.

-Has dicho hace un momento “Nos toca a cada uno hacer que nuestro papel tenga intensidad, que viva experiencias, que nos emocione, aún en su sobriedad, si ese es el caso” ¿Lo crees así?

-Sí, por supuesto. Si la experiencia es el fin, la experiencia es entonces el destino de cada uno, en cada momento presente. Aquí y ahora, cada vez.

-Pues Yo ahora quisiera experimentar tu piel contra la mía –le digo con la cara más pícara que soy capaz de poner-.

Pone su peculiar y ladeada sonrisa mientras me mira de soslayo.

-¿Por eso te has afeitado la barba?

-Quiero ser aquí y ahora la piel que roza la tuya. Los labios que besan los tuyos –respondo con una osadía inventada-.

-Pero querer no es suficiente –dice sin apartar sus ojos de mi- hay que tener claro que ese es el próximo acto que vamos a representar, si no tu papel será el del “tipo que quería” y no el del “tipo que hizo”. Ya sabés; mejor pedir perdón, que pedir permiso.

Después de sostener mi mirada en sus ojos por unos deliciosos segundos, me levanto y me dirijo hacia la puerta. La cierro silenciosamente y me vuelvo hacia ella. Mientras me acerco hasta donde ella espera, miro a través del ventanal hacia el horizonte. No se ve el mar. De pie, a su lado, pongo mi mano en su nuca, dejando que mis dedos trepen enredándose por sus cabellos y unos minutos después estamos semidesnudos, abrazados el uno al otro, girando por el suelo de madera y tumbando una botella de agua con una etiqueta que reza “inteligencia emocional” que hoy aún no ha hecho su servicio, mientras nuestras voces quedan secuestradas por puro decoro. El sol ilumina su piel como si fuera seda blanca, y tumbado encima de ella veo mi sombra proyectarse solitaria. Y entonces, un fugaz pensamiento me recuerda que allá afuera, al otro lado del ancho y corto pasillo, a escasos metros, el alemán andará en sus cerebrales ocupaciones, cuando apenas momentos antes me pedía que reflexionáramos con la cabeza fría sobre mi participación en el programa. Pero lo que él olvida es que el frio no apaga el fuego.

No parpadeo, pero ahora, a ratos, cierro mis ojos.

 

 

XXXII –Volver a nacer

 

 

Para ser fuerte hay que tener la necesidad de ser fuerte. El algodón ablanda el músculo, mientras que el viento deja erguidas sólo las ramas más fuertes. Por suerte en la vida nunca tuve las cosas fáciles. Si no has vivido en la oscuridad, no reconoces la luz. Sin frio, no se aprecia el abrigo, sin tormenta no se disfruta de la calma ¿Si no has tenido miedo, para qué quieres el poder? La ambición es la respuesta al miedo, al vacío de no ser nada, de pasar sin rastro, de morir olvidado, de morir solo, de ser sólo la nausea. Para ser fuerte, la voluntad debe imponerse. La voluntad.

Es claro, ahora para mí, por qué Gabriela hacía hincapié en desarrollar la fuerza de voluntad como condición primera. Todos los ejercicios iniciales estaban encaminados sólo a eso, a fortalecer la voluntad, pues ésta todo lo puede. Pero voluntades hay muchas y cada una te lleva por un camino distinto, y cada uno de ellos te dirige a una sola parte de ti. Elegirás aquel que más te aleje del mayor de tus miedos, de eso no hay duda, pues el miedo es lo más alejado de la felicidad. ¿Será ese el guión de cada uno, al que Gabriela se refería? ¿La experiencia que a cada uno le corresponde vivir, nuestro papel en el reparto? ¿Los niños, recibirán un miedo, tal cual un naipe negro, girado boca abajo sobre la mesa, del que deberán tratar de descartarse durante el resto de sus vidas? Esa es una carta oscura que siempre llega en las primeras manos, que se pega a la humedad de las yemas de los dedos entorpeciéndolo todo. A veces no la puedes ver con claridad porque se esconde entre las otras cartas, a veces solo ves la línea negra que dibuja entre las otras, como una sombra que se cuela por el perfil de tu mirada, pero al final, tú sabes, que como la bola negra del billar, la partida no está ganada hasta que te deshaces correctamente de ella, sin trampas.

¿Y total para qué? ¿Para no ser perfectos? ¿Para hacer de la vida un desafío? ¿Para perecer? Quizás no, pues Dios nos sirve los retos a la altura de nuestras capacidades, a las de cada uno. Ni la enfermedad, ni nada debiera pues ser insuperable, pero a veces rendirse es lo más humano. Y sin embargo, la voluntad, la voluntad todo lo puede. La fuerza de voluntad es un don de Dios… Aunque a menudo siento que el viento no llegará a mis velas.

Y aún así, hasta aquí he llegado y desde aquí nazco hoy. Desde ahora y hacia adelante. Yo, mi enemigo, voy a derrotarte.


XXXIII – The Show Must Go On

 

 

La aplicación móvil ya está creada. Hemos hecho pruebas de manejo y de funcionamiento. Todo va a la perfección. Hemos elaborado un plan de contratación de instalaciones, un total de veinte mil para los primeros cinco meses. Junto con las instalaciones orgánicas, aquellas que se llevan a cabo por el boca a boca y, descontadas las descargas que se abandonan, contamos con tener un número suficiente de usuarios activos en menos de ocho meses para que la plataforma sea operativa en Barcelona. Se han diseñado los contenidos de la web y esbozado ya los de los distintos blogs para que desde el principio el márquetin online impulse el crecimiento. Estoy realmente emocionado con este proyecto. Construir es una experiencia fascinante. Crear va más allá, te desborda.

-Mercedes, cuando estén todos los mensajeros reunidos, me avisas por favor.

-Sí, descuida Josué.

Hemos convocado a todos los mensajeros que tenemos actualmente trabajando para anunciarles este nuevo cambio. Todo va a cambiar, ya no funcionaremos como una agencia de mensajería, ahora todo pasará por la aplicación móvil.

-Pedro ¿Tienes preparados todos los documentos?

-Casi, Josué. Tengo que acabar de imprimir aún las bajas voluntarias de los contratos laborales más antiguos, pero calcula que en quince minutos estará todo listo. No te preocupes.

-Es importante que esté todo encadenado, Pedro, todo ha de ir paso a paso y completarse según lo hemos planificado. Recuerda, primero mi discurso, seguidamente la presentación en pantalla de la aplicación,  con la invitación para iniciar la descarga junto con la bebida y el aperitivo. Automáticamente después, la comunicación de la rescisión de sus contratos laborales y el instructivo para que se den de alta como profesionales independientes. Todo ha de ir fluido, como una secuencia, es más, ha de ser una sola secuencia, ya sabes.

-Sí, lo sé, de verdad, no te preocupes, lo tengo todo controlado, ya están saliendo las últimas copias, y la presentación la hemos probado tres veces esta mañana. Todo va a ir bien.

Pedro es un tipo alto, bastante redondo, desde la cabeza a los pies, de aspecto flemático, y sin embargo muy nervioso y activo. Sus colgantes mofletes, de más de cuarenta años, enseguida se ponen rojizos pues siempre anda acalorado, haga la temperatura que haga, aún los días más fríos Pedro tiene calor, lo cual es siempre causa de discusión con Mercedes en relación con el termostato de la climatización. La camisa siempre la lleva varios botones abiertos y viste los pantalones siempre con tirantes, rojos por lo general, negros los días de guardar y en las reuniones más serias.

-No, Mercedes, no pongas sillas, he cambiado de opinión. Quiero que estén de pie, en todo momento.

-Pero Josué, si están de pie no van a poder verte todos, ni oírte bien...

-Sí… tienes razón. Me subiré a algún sitio y así lo solucionamos. Pon una mesa en el centro, no, mejor, a un lado, que todos queden frente a mí, a mi alrededor, pero que no quede ningún Marco Junio Bruto a mi espalda, que aún es tiempo de reyes en Roma.

-¿Perdón, cómo dices Josué?

-Nada, nada… es que últimamente duermo poco y leo aún más. No me hagas caso Mercedes, pero ponlos así cuando lleguen, formando casi medio círculo. Y por favor, que no falte cerveza y que esté bien fría para el momento del aperitivo.

-Cuenta con ello Josué. Está todo listo –me dice mirándome con una sonrisa que reclama clemencia-.

-Sé que puedo contar contigo Mercedes. Sé que todo irá bien.

Mercedes es una mujer soltera, de las de toda la vida y para toda la vida, de no más de treinta y cinco años, pero que viste y se comporta como si tuviera cincuenta. Le anteceden siempre unas enormes gafas de pasta de varias pulgadas de vidrio, y una permanente de color rubio gastado, pero siempre impecable. Nunca tiene un pelo fuera de lugar. Tiene un increíble mal gusto escogiendo colores para su vestuario, que es siempre muy formal, y de tonos beige y otros aburrimientos,  pero es sumamente eficiente y vivaz en su trabajo. Siempre está por delante de los demás, previendo qué hará falta y cómo anticiparse. Es perspicaz  y leal hasta límites que todavía estoy por descubrir.

Los días son cada vez más largos y todavía hay luz ahí afuera. Algunos mensajeros, los de más edad, empiezan a llegar, pero se quedan a las puertas hablando entre ellos, aún sin entrar. Repaso las notas de mi discurso mientras en mi cabeza Freddy Mercury tararea “The Show must go on”.

La victoria nos pertenece algo menos que la derrota, aunque siempre parezca lo contrario. Nuestra es la elección. Somos libres de tomar nuestras decisiones, pero no de elegir las consecuencias. Ha de fluir decía Gabriela. Estoy preparado, he construido mi tabla y nadado frente al sitio donde se crecen las olas. Espero su impulso.

Empiezan a entrar y se van agolpando alrededor de la mesa que Mercedes ha colocado junto a una de las paredes de la sala. Hábilmente ha orientado algunos focos y lámparas de pie en aquella dirección, con lo que resultará más fácil atrapar su atención y persuadir su pensamiento.

Visto camisa blanca de algodón y unos pantalones chinos de color claro, suficientemente holgados, así que esta vez no resulta trabajoso apoyar un pie sobre una silla colocada a modo de escalera para impulsarme hacia la mesa. La última vez que me subí a una para hablar al público las cosas eran bien distintas que ahora, y apenas hace tres meses de ello. Aquí mi cabeza no golpea con ninguna lámpara suspendida en el techo, todos los que están han venido expresamente a escucharme y, no menos importante, no hay nadie uniformado ahí abajo con un inmovilizador eléctrico dispuesto a utilizarlo (eso espero).

-Gracias a todos por venir. Os conozco a todos y todos me conocéis. Juntos estamos desde el primer día trabajando por hacer las cosas mejor, de manera diferente, de una forma más avanzada. Sabíamos que se podían hacer las cosas mejor en el mundo del transporte de paquetería, que podíamos estar más cerca del cliente, ser más competitivos, que podíamos innovar, y así lo hemos hecho. Vosotros sois parte del cambio, vosotros sois necesarios para el cambio, pues en todos y cada uno de vosotros he visto siempre, a la hora de sumaros a este proyecto, la semilla de la innovación, la inquietud por la mejora, la ilusión por acercar personas, negocios y empresas...

De momento no se revuelven, y tienen sus miradas fijas en mí. Un buen halago es un buen comienzo, diría Carnegie. Háblale a alguien de él mismo, y tendrás toda su atención, sus cinco sentidos.

-He leído en vuestra mirada el hambre por ser más y mejores y… amigos, eso es bueno, eso es muy bueno, pues ese sentimiento mueve al mundo. Sin vuestro deseo de cambio, sin vuestra ambición, sin ese estímulo que hay en vosotros y todos los grandes visionarios que están cambiando el mundo, hoy seguiríamos en el siglo XX. Pero eso está transformándose y es gracias a vosotros, a vuestra manera de mirar distinto, de mirar hacia adelante, sin miedo.

No nos vamos a parar ahora, al contrario. Ahora tenemos más opciones que nunca. Las nuevas tecnologías, esas que todos ya utilizáis, nos ponen las cosas más fáciles, nos proponen nuevos retos y nuevas alternativas para seguir mejorando, para seguir cambiando el mundo. Todo debe cambiar, para seguir creciendo, como personas y como profesionales, como proyecto y como idea. Sin ilusión y entusiasmo no valdría la pena seguir, por eso estamos hoy aquí, para seguir mirando hacia adelante, para seguir competiendo en la primera línea, con los mejores, siendo los mejores, porque estamos dispuestos a ello, porque estamos preparados para ello. Porque podemos hacerlo, porque vamos a hacerlo.

Algunos se miran entre ellos con signos de aprobación. Hay camaradería, sentimiento de grupo. Eso es bueno hasta cierto punto. Preciso que la ilusión por el cambio supere a los miedos. Las luces me ciegan un poco y no veo a los de más al fondo, pero la atmosfera parece una sola.

-Pero no se puede seguir competiendo con estructuras de ayer. Hay que cambiar la manera en la que nos relacionamos. Cada uno de vosotros puede y debe ser mucho más que un empleado. Desde esa posición, no podéis dar lo mejor de vosotros. No podéis demostrar todo aquello de lo que sois capaces. Tampoco desde un horario rígido y fijo pueden las ideas fluir, puede vuestra energía crecer. Los tiempos cambian y nosotros vamos a cambiar con ellos. Necesitamos una plataforma de interrelación flexible, capaz y adaptable a los nuevos tiempos. Necesitáis herramientas que os permitan desarrollaros plenamente, que os permitan gestionaros como profesionales, con libertad pero a la vez con la seguridad de una plataforma que os impulse y que os ayude a crecer, a mejorar, a innovar.

No sabría decidirme entre la “ambición” o la “vanidad” para señalar la diosa que mejor mueve a los hombres, por ello es mejor asociarse con ambas a la vez.

-Para eso, para vosotros, hemos creado Haulap Ap. Una plataforma móvil que permitirá a cada cliente enviar sus solicitudes de envío de paquetería y que vosotros, según vuestro tiempo, y vuestra localización en cada momento, podáis atenderla de manera libre, fijando vuestros precios de manera directa, sin pasar por la agencia, como profesionales independientes. Vais a pasar a ser vuestros propios jefes, vais a ser profesionales independientes del transporte de paquetería, a ser empresarios, a empezar a cambiar vuestro mundo para cambiar el mundo entero. Vais a dar el paso hacia adelante que necesitáis. Os habéis formado, habéis crecido como mensajeros, ahora estáis preparados para ir más allá. Porque tenéis la capacidad para ello, porque además os lo merecéis. Crecer, progresar, mejorar. Vais a seguir mejorando, a seguir creciendo, a ganar más. Ahora ya no habrá techo sobre vuestras cabezas. Haulap Ap os abre una puerta que hasta ahora no existía, pero que ahora es real. Es fácil, es cómoda y es la llave hacia vuestro éxito personal.

Que la acción siga al pensamiento, que el corazón decida.

-Por favor Pedro, adelante con el video de presentación de Haulap Ap. Después, ya sabéis, me tenéis a vuestra entera disposición para cualquier cosa que queráis comentar. Allí donde está Mercedes, al lado del aperitivo que os hemos preparado, tenéis toda la documentación para iniciar el cambio. El cambio desde la condición de empleados al salto como empresarios, pero como os decía, con nuestro apoyo, y desde una plataforma que os aplana el camino, y os proporciona todas las herramientas necesarias. Es el momento del cambio, el cambio hacia adelante, el cambio para no quedar en la cuneta, el cambio que estabais esperando ¡La oportunidad se llama Haulap Ap y sé que la vais a aprovechar! 

XXXIV – Aquí en la vida estoy muy bien

 

 

-Echaba de menos tu piel…

-Mi piel te echaba de menos a ti, Sophie.

-Me encanta estar abrazada a ti, rodearte con mis brazos y que me expliques historias. Me encanta estar pegada a tu cuerpo, que me cuentes cosas; me da seguridad…

Estamos juntos, en el apartamento de Sophie. Tumbados en la cama, después de hacer el amor. Es la primera hora de la tarde y su hijo, Armand, volverá del colegio acompañado por la madre de un compañero de clase. Para poder estar a solas debemos siempre anticipar la logística en consideración a su hijo.

Su habitación, pintada toda de blanco, incluso el suelo, y amueblada de muebles y objetos todos también de color blanco, es enorme en comparación con el resto del apartamento, que es realmente diminuto. La sala de estar es pequeña y le sigue una cocina americana que lo deja respirar un poco, siendo generosos. Al otro lado de la salita está la habitación de Armand. A excepción de su habitación, que es íntegramente blanca y funcional, el resto del piso está profusamente decorado, al estilo francés, con piezas probablemente traídas desde Francia, lo cual me evoca recuerdos de mi madre, recuerdos de Narbonne. Tiene los ventanales orientados a un patio manzana que tiene en su interior la zona de recreo del mismo colegio al que asiste su hijo, así que desde el balcón, a veces, ella puede verlo jugar allá abajo. Es extraño hacer el amor oyendo los gritos  y carreras de todos esos niños enfebrecidos, tan solo a unos metros por debajo de la ventana de la habitación. Es una suerte de público distraído, en una platea ciega, que no sabes bien si te aplauden, te animan o te están criticando. En cualquier caso te es imposible concentrarte del todo y dejar de oírlos cuando salen al recreo como cautivos a la fuga.

Tener sexo con Sophie es una experiencia sensorial deliciosa, tal y como en su día lo había imaginado. Su carne es pecado, sus curvas majestuosas y su piel suave y electrizante al tacto, por todas partes, en cada ángulo. Su pelo huele a fresco incluso cuando la nuca se le humedece de deseo. Las gotitas de sudor que caen desde su garganta hacia sus pechos, saben a agua de fresa, como sabe igual la hendidura que se abre tímida entre el mármol rosado de sus muslos, y sin embargo, a menudo, mi mente se aburre y a veces me sorprendo a mí mismo haciendo números, practicando mentalmente otros idiomas o elucubrando sobre absurdos mientras ella me dedica su alma.

Con una mujer se pueden tener relaciones sexuales de muchas formas y maneras, pero sólo se le puede hacer el amor si ella confía en ti. Ella confía cada vez más en mí, y por eso cada vez es mejor desnudarse con ella, desnudarse a su lado.

-Sólo me gusta mi cuerpo cuando lo besan tus labios, cuando me abraza tu cuerpo, Sophie.

-Mmm…. no me canso de estar contigo. Además ahora estás más suave, así, sin barba.

-¿Qué te gustaría hacer hoy?

-Pues… no sé, ¿qué te gustaría a ti?

-A mí, estar contigo en esta cama –le digo mientras beso sus labios, que aún están hinchados y calientes-.

-Malheuresement con Armand… ya sabes… El ahora vendrá, querrá su merienda, sus dibujos... Pero puedes quedarte aquí, nos vestimos y preparo algo ¿Qué te parece?

Honestamente la escena familiar no me acaba de convencer, pero hoy todo lo puedo y todo lo tolero, después de que ayer por la tarde consiguiera mudar la empresa desde una pequeña red de agencias de mensajería, a una plataforma móvil digital de intermediación global que hoy ya ha empezado a operar con éxito. El ochenta por ciento de los mensajeros y el noventa y cinco por ciento de los transportistas se acogieron a la nueva fórmula. Han dejado de ser empleados míos para pasar a ser profesionales independientes que utilizan mi aplicación móvil y la plataforma en red para proporcionar servicios a mis clientes. Los clientes, que enseguida han comprobado que la nueva fórmula les ahorraba de media un veinticinco por ciento en los costos de paquetería, pues la verdad, no han tenido muchos reparos en adaptarse rápidamente a la nueva web y a las cotizaciones múltiples en tiempo real. En verdad parece que en la vida nada sucede si tú mismo no lo provocas.

Algo así pasó ayer con Gabriela. Pareciera que ocurrió lo que yo quise que pasara, pero al final no sé bien si no fue ella la que tomó la decisión por los dos. Al acabar, sutilmente, me reprochó que antes de volver hasta ella para seducirla, me levantara a cerrar la puerta de la sala; “le faltó decisión a tu personaje” me dijo. Realmente no sé si lo decía en serio o sólo me estaba provocando ¿En verdad hubiera querido Gabriela que dejara la puerta abierta mientras el alemán estaba al otro lado del pasillo? ¿Que nos viera? ¿Y por qué la noche anterior, después de la cena, no me invitó a entrar en su apartamento? Aquel parecía el momento más propicio. Aquella noche, durante la cena, había orquestado bien todo los actos, puse mi atención en cada instante y a pesar de ello pareció que yo no le interesaba en nada… y sin embargo, pocas horas más tarde, acabamos por el suelo como dos felinos hambrientos devorándonos sobre la madera calentada por el sol, derribando los vasos de papel, sudando sobre su bloc de notas, mirándonos a los ojos como enemigos que se mueren por amarse.

El fin de la vida es la experiencia, no el aprendizaje, pues nuestra consciencia ya todo lo sabe, dice Gabriela. Si existe la reencarnación, ciertamente, después de varias vidas, uno ya debiera haber aprendido mucho, saber de todo, conocer idiomas, no de manera consciente, claro, pero su alma, por así decirlo, ya debiera haberlo aprendido todo ¿Pero…  y experiencias? También las experiencias se habrían acumulado ¿No? Pero las experiencias no son como los datos, no te sacian nunca. Uno puede conocer todos los números, saber la matemática, pero no importa qué número de veces hayas hecho el amor, siempre querrás más. Más tarde o más temprano, querrás volver a hacerlo y te parecerá cada vez diferente. Comer, respirar, amar, odiar, temer, dominar…  Las emociones no se suman, no. Se acumulan, se encadenan, pero no se suman. Al final el cómputo es siempre un número elevado a menos uno, pues cada experiencia es única e irrepetible, cada emoción tiene su propia identidad. Eso debe ser.

-Bonjour mon amour

-Hola mamá.

-¿Te acuerdas de Josué? Ha venido a visitarnos

-Sí, me acuerdo. Tú fuiste el que chocaste con la moto ¿verdad? Mamá ¿quedan cereales?

-Oui, ahora te preparo.

Armand me ignora lo suficiente y supongo que con razón. Yo no quiero su atención tampoco, mientras veo como se ocupa en encontrar el mando a distancia de la televisión por las rendijas, entre los cojines del pequeño sofá de dos plazas. Ella se esfuerza por hablarle en francés, él se aplica en ignorar sus esfuerzos y le responde en castellano.

-¿Qué tal Armand? ¿Cómo te va?

-Bien, aquí en la vida estoy muy bien –dice sin mirarme mientras ya apunta el mando a distancia hacia la pantalla del televisor-.

 

No más de media hora después, pues no aguantaba más la pequeñez de la escena, allí los tres, frente al televisor, me he despedido de Sophie, mientras ya camino sobre la acera, desde su casa hacia Diagonal Mar donde voy a firmar el arrendamiento de un nuevo apartamento al que voy a mudarme. En mi cabeza están aún las pocas palabras que le he escuchado a Armand; “aquí en la vida estoy muy bien” lo que me hace preguntarme si los niños, al ser algo así como recién llegados, no estarán más cerca de su estado de consciencia transcendente y por eso lo viven todo desde la emoción, desde el impulso y no desde la razón. Gabriela habló en alguna sesión de algo así, de la libertad de los niños hasta que son domesticados, de su plena potencia hasta que alguien empieza a “hacerlos razonables”. Supongo que las limitaciones llegan junto al “naipe negro”, o quizás son la misma cosa.

En cualquier caso no quiero conocerlo, no quiero quererlo. Podría querer a Sophie, pero a su hijo no quiero quererlo. Se avecinan tiempos de gran actividad para impulsar Haulap Ap hacia todo su potencial, lo que va a requerir todo mi tiempo, probablemente viajar, y por supuesto toda mi atención. Tengo poco tiempo, lo sé. He de ser pragmático ahora, y el amor… el amor no es práctico.

 

XXXV – Yo fui el cambio

 

 

-¿Qué tal Josué? Creo que hoy tienes cosas que contarme ¿No es así? Recuerda que somos vecinos… Bueno, hasta ahora lo éramos ¿verdad? Bueno, ya te podés imaginar que doña Esperanza, la que queda un piso por encima del tuyo, ya sabés, me ha puesto al día de las últimas novedades del vecindario, no pierde ocasión, y por supuesto el Sr. Josué esta vez también formaba parte del boletín informativo. Sos la última revolución del edificio.

Reunidos de nuevo en la gran sala del Palau, Gabriela se muestra amigable pero fría y perspicaz. Actúa como si nada hubiera pasado en estos suelos desde la última vez que nos vimos. Como si su espalda no hubiera estado desnuda contra el parquet de esta sala, sus piernas a horcajadas y sus ojos en los míos. Sostiene su bloc de notas, y al pie de la silla tiene una botella de agua etiquetada con sus correspondientes dos vasos de papel. Gabriela ya estaba allí cuando he alcanzado la entrada, conversando con Schulze que se sentaba frente a ella, en la silla que yo normalmente ocupo. El alemán me ha largado de soslayo una mirada de desaprobación en cuanto me ha visto en el umbral de la puerta, y después se ha centrado de nuevo en Gabriela y ha continuado hablando como si yo no estuviera allí. Gabriela le escuchaba atenta mientras tomaba notas en el bloc y comprobaba simultáneamente datos en la carpeta donde suelen guardar los test de seguimiento. Me han ignorado ambos durante uno o dos minutos, si bien, cuando han notado mi presencia han bajado el tono de voz y he sido consciente de que hablaban de forma enigmática a partir de ese momento. Al fin, Gabriela se ha girado hacia mí con una forzada sonrisa de cortesía. Me ha dado unos buenos días que han sido mecánicamente repetidos por el alemán, el cual, en ese momento se ha levantado y ha salido de la sala. Al cruzarse conmigo, al pasar a mi lado, he sentido cierto resentimiento en su manera de mirarme, cómo una suerte de celos y desaprobación al mismo tiempo.

Cuando ya ha quedado a mi espalda me he reprochado a mi mismo no haberme mantenido sin pestañear desde que he llegado al edificio. Si lo hubiera hecho estoy seguro de que hubiera captado mucha más información, muchos más matices, en sus gestos, en sus voces. Cuando no pestañeo, por cierto, los demás no pueden resistirse a prestarme atención. Ese tiempo de insolente indiferencia no hubiera tenido lugar si lo hubiera hecho.

-¿Y no te ha informado doña Esperanza de lo que ocurrió aquí la semana pasada?

-¿Qué ocurrió aquí? Vamos, Josué, no seas niño. Estamos trabajando y hoy es el día indicado para recoger datos que nos ayuden a hacer un mínimo balance de cómo está influyendo el programa en tu vida. Espero que no te haya molestado que la vecina hablara conmigo, ya sabés que lo hace con todos. Lo difícil es sacártela de encima cuando arranca a hablar.

-No, por supuesto. Ya sé que es fácil hacerla hablar…

-Josué, yo no la hice hablar, se basta ella sola, lo sabes. Además… ¿Te pensabas que iba a ser un secreto que te mudabas de apartamento? Vivo allí, Josué, lo hubiera sabido más pronto que tarde ¿No creés?

Nada, absolutamente nada, ningún gesto que me haga saber que tenemos (o hemos tenido) algo íntimo y apasionante. Tiene la cerviz más tiesa que nunca. El pelo más recatado que de costumbre  y la horrible bata blanca desgastada de los días de tortura, cubriéndole todas las curvas. Para mayor desencanto, el punzante dolor del vientre insiste en llamarme y el aire huele aún al after shave rancio del alemán, lo que está revolviéndome aún más las tripas. Si no fuera mi honor en ello, ahora me levantaría y me marcharía para no volver. Bueno, el honor y el interés, hay que admitirlo.

-Por supuesto, Gabriela. Además, no hay secretos entre nosotros ¿no es cierto?

-Eso espero ¿Vas a decirme entonces todas tus verdades, por fin?

-La verdad no merece la pena, Gabriela, hacen falta mentiras. Por eso los humanos inventamos el teatro, el cine, la prensa y la política ¿No te parece? ¿No se trata la vida de eso? ¿De saltar a la arena a decir mentiras que nos provean de emociones? Quien dice la arena dice cualquier suelo, como el de esta sala, por ejemplo.

-Josué, podríamos juzgar los medios, pero eso no invalidaría las emociones. Las emociones son la única cosa cierta de la vida. La única cosa que te llevás si es que nos llevamos algo a algún sitio y en algún momento. Una emoción no se falsifica, puedes imitarla, pero como en el caso del oro, solo obtendrías una imitación. Las emociones son inmateriales y residen en todos los seres vivos. Hasta las plantas sienten. Las plantas, los árboles, los ecosistemas en general. Existen redes neuronales entre ellos, a través de las raíces. Los bosques que pueblan la Tierra son completas redes neuronales, millones de veces más complejas que el cerebro humano ¿Lo ves? La función hace al órgano ¿lo recuerdas? Y por nuestra función aquí podemos adivinar qué somos, y somos, Josué, una red de emociones, las cuales no existen si no es en relación con los otros. Incluso la emoción de la soledad requiere de los otros, en ese caso, de la ausencia de los otros, para poderse manifestar. Nosotros no somos porque pensemos Josué, como creía Descartes, somos porque sentimos. Y si no lo hiciéramos, ya no seríamos una pluralidad, seríamos sólo el Ser, la unidad y volveríamos al silencio, seríamos el Todo, una sola conciencia, una sola voz, existiendo sin una existencia, sin tiempo, eternamente, como seguramente nos ocurrirá cuando el big bang se contraiga de nuevo. Y sin embargo, ahora, cada uno de nosotros somos una pieza clave del cosmos.

Como en primavera el sol vuela cada vez más alto, la luz que se filtra por las ventanas llega oblicuamente hasta sus pies, dejando hoy su silueta en media penumbra. Pero a pesar de todo, la fuerza de su voz y el brillo de sus ojos se cuelan en mi interior. Se ha quedado mirándome fijamente. Sin decir nada más durante unos segundos, en los que yo me siento atrapado por su nombre, que resuena una y otra vez en mi mente; Gabriela, Gabriela….

-Entonces Josué, ¿Serás tan amable de contarme los últimos cambios que has experimentado? ¿Tus proyectos?

Dice mientras se dispone a llenar los dos vasos de papel, y me alarga uno de ellos. Como de costumbre, la etiqueta queda intencionadamente fuera del alcance de mi vista.

-Me mudo, sí. A la zona de Diagonal Mar. Me será de utilidad un espacio algo mayor y otras vistas. Necesito ver, ver más lejos. Además… las obras del ascensor, ya lo sabes tú también, son insufribles, y han acabado de ayudar a decidirme. No hay más que eso. No hay que darle más importancia. Quería un cambio, era el momento del cambio, podía permitírmelo…

-Oh Josué, no seas indolente. No conozco esta ciudad como tú, no te lo niego, pero sí lo suficiente para saber que Diagonal Mar es una de las zonas más caras y elitistas que hay. No creo que muchas personas sin trabajo se estén mudando allí ahora mismo ¿Verdad? Y si no recuerdo mal (de hecho no hace falta que lo recuerde porque está aquí escrito, en tu expediente) al iniciar el programa tu situación era la de, mmm… déjame leer…. Ah, sí, “desempleado-desesperado” fueron las palabras que tú mismo escribiste en la ficha.

-Reconozco Gabriela que las cosas me han ido un poco mejor últimamente…

-¿Un poco mejor? Un poco mejor sería haber encontrado un trabajo, o haber conseguido algún tipo de ayuda estatal suplementaria, pero mudarte a una zona de alto standing parece un cambio algo más sustancial. ¿Le aceptás un consejo a Catón?

-¿A Catón? Sí claro.

-“No compres lo que es útil, sino lo que es necesario”. ¡Pero, venga, cuéntame más, seguro que puedes hacerlo mejor! –dice guiñándome un ojo que me sabe a poco-.

-En realidad aún me tiene que ir mejor –le digo un tanto ufano-. El proyecto que estoy impulsando ahora va a ser decisivo para ello. Supongo que llegó un momento en el que decidí que ya estaba bien de lamerme las heridas y que era la hora de dar el máximo de mí. Más tarde o más temprano iba a suceder y ahora no había el tiempo de posponerlo.

-¿Eso piensas? – dice sin mirarme mientras toma notas-.

-Sí, de algún modo sí.

-¿Y qué más cambios has experimentado?

-¿Cambios? Bueno, siempre me ha gustado leer, y ahora quizás leo un poco más. Es normal al tener más tiempo…

-¿Más tiempo? ¿Tienes más tiempo ahora que cuando estabas desempleado?

-Ehmmm… bueno, ocurre que duermo menos. Debe ser la edad. Ahora con unas tres horas cada noche me basta. A veces incluso menos. Y claro, al final esas son muchas horas extras que antes no tenía. Y las dedico sobre todo a leer. También puede ser que esté experimentando la elasticidad del tiempo, pero de eso no estoy tan seguro.

-Entiendo ¿Y qué lees?

-Los negocios… quiero decir, por causa de los negocios estoy leyendo libros sobre gestión empresarial, derecho mercantil, estudio dos másteres …

-¿Derecho mercantil, Josué? Curiosa lectura. ¿Lo encuentras interesante?

-Eso es lo que intentaba decirte, al necesitarlo para mis negocios, pues claro, la lectura de ese tipo de textos pasa a ser necesaria, eso la convierte en interesante. Es como lo de aprender inglés y alemán…

-¿Estás aprendiendo idiomas también?

-Pero es por lo que te digo. El nuevo proyecto en el que estoy ahora va a tener un enfoque internacional. Me va a hacer falta el inglés, el francés, el italiano y el alemán, al menos.

-¿Estás estudiando simultáneamente cuatro idiomas?

-No, no, sólo tres. El francés ya lo conocía, pero necesitaba sacarle el óxido. Bueno, en realidad es más fácil así, aprenderlos a la vez, quiero decir. Se deben almacenar todos en el mismo sitio, imagino, y esa parte del cerebro está ahora siempre bien “engrasada”.

-Ya veo…

-Es por las horas.

-¿Las horas?

-Sí, me levanto entre las tres y las cuatro de la madrugada, y me acuesto entre las doce y la una, a veces más tarde. Hasta las nueve de la mañana que no se abre la oficina, tengo pues tiempo de sobra para leer y estudiar. No hacen nada interesante en la televisión a esas horas.

-¿No te parece interesante la televisión?

-A esas horas seguro que no.

-Y durante el resto del día ¿la miras? ¿cuánto tiempo dedicas a mirar la televisión Josué?

-Pues… creo que en el último mes…, sí, una hora.

-¿Una hora al día?

-No, quise decir que durante este mes la miré en una ocasión, durante una hora. Era un documental sobre la evolución del sector del transporte en el mundo global (era un título más o menos parecido a eso) que no quería perderme. Pero aparte de ese programa, ya no he tenido tiempo de mirar la televisión. Tampoco la radio. Aunque no creas que no “trago” información; estoy suscrito a varios canales sectoriales de noticias y a foros internacionales de debate sobre teoría económica y gestión empresarial y financiera. Es por el negocio, ya sabes. He de estar al día de algunos asuntos relacionados.

-¿Te ocupan mucho tiempo tus negocios?

-Buena pregunta. Calculo que una tercera parte del tiempo que estoy despierto.

-¿Y a qué dedicas el resto del día?

-Estudiar, meditar, grafoescritura, caminar… Dedico mucho tiempo a caminar

-¿Tienes un plan?

-¿Un plan?

-Sí, quisiera saber si te andás manejando de acuerdo a un plan previo que te hayas trazado. Una especie de hoja de ruta que ir siguiendo para alcanzar tus objetivos.

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