Messi

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PRIMERA PARTE EN ROSARIO » 2 - Esperando a Lio » SEGUNDO ACTO » Cinco

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Cinco

Con el inicio de siglo, empieza un período de exilio para los argentinos que cruzan el Atlántico en busca de un sueño. La crisis acentuó el proceso de las canteras como semillero del fútbol del país. Un jugador empezó a convertirse en un activo y en muchos casos el principal ingreso de los clubes, instituciones donde a menudo iban de la mano la urgencia económica y la expoliación de algunos dirigentes y empresarios. Así pues, el exilio futbolístico también empezó a convertirse en un cosa habitual y fue creciendo con el paso de los primeros años del siglo XXI (entre 2009 y 2010, Argentina exportó casi dos mil jugadores de fútbol, más incluso que Brasil, el histórico exportador de futbolistas número uno).

Estamos en una cafetería de techos altos. En una esquina, una pantalla de televisión de 2000, parecida a la anterior —o la misma si no hay más presupuesto—, donde se emite la animada conversación familiar que vimos antes, pero sin voz. Alrededor de la mesa, los personajes toman café. A un lado, una gran cristalera. Llueve fuera.

Doctor Schwarzstein (endocrinólogo): La Argentina ha sido un país expulsivo en toda esa época, de hecho, entre el año 2000 y 2003 o 2004, la cantidad de argentinos que marcharon a España a trabajar de lo que sea se multiplicó por un número elevadísimo.

Liliana Grabin (psicóloga deportiva): En verdad fuimos «expulsados» del país porque hasta mi hija se fue de Argentina, a Estados Unidos. Fue la debacle total.

Sergio Levinsky (sociólogo): Jorge Messi trabajaba en Acindar, que era una empresa estatal y, en muchos casos, como el país estaba mal, había una pregunta subyacente acerca de lo que les podía llegar a pasar. Ante esta situación, con la chance que tenía Leo y al confiar en su talento, me parece que puso muchas fichas allí.

Liliana Grabin (psicóloga deportiva): El de los Messi fue un gran desafío. Es desafiar lo instituido, lo dado y decir «puedo construir desde otro lugar con una mejor visión de futuro». Cuántas personas habrán dicho «yo de acá no me muevo, tengo miedo, esto es lo seguro» y en verdad hubo gente que se fue y, con su visión de futuro, habilidad y talento, lo logró. No cualquiera lo conseguía.

Sergio Levinsky (sociólogo): Desde la sociología hay tres niveles de expulsión o de salida de argentinos en los últimos años: la de La Noche de los Bastones Largos (1966), que es la que expulsa más que nada a los científicos, que son «los Milstein», por César Milstein, ganador del Premio Nobel de Medicina (1984) y que generó un gran impacto. Ya había hecho su vida en Londres y, aunque le ofrecieron volver, ya no era posible para él. La segunda generación fue la de la dictadura militar en 1976, que fue la de exiliados, más que nada, políticos. Entre ellos, se puede dar como ejemplo a un periodista como Ernesto Ekaizer. Y la tercera es la de 2000-2001, la de los expulsados por la situación económica, por el menemismo. La de Messi es la tercera.

Liliana Grabin (psicóloga deportiva): Argentina es expulsiva cada diez-quince años. Creo que, así como es la tierra a la que nuestros abuelos quisieron venir para hacer las Américas, hoy decididamente es una tierra expulsiva con dos o tres generaciones con malos gobiernos, que hicieron que nos quisiéramos volver nuevamente a Europa.

Federico Vairo (supervisor de la prueba en River, ya fallecido): Yo iba a buscar chicos y hay muchos en Rosario. Un amigo me trajo a Messi, lo vi chiquitito. El padre me dijo que le gustaría que lo viera. Iba a cumplir doce años y tenía pruebas de los de dieciséis. Le expliqué eso, pero el padre me dijo que estaba acostumbrado a jugar con más mayores.

Eduardo Abrahamian (ex dirigente del River, ya fallecido): Fue en 2000. Messi tenía doce años y lo trajeron sus padres a River junto a otro chico de apellido Giménez, con el que hacía dupla de ataque en Newell’s. Los infantiles se entrenaban en la Ciudad Universitaria. Ya el primer día que lo vi me maravilló y llamé a Délem, que era el coordinador de las inferiores, para que lo viniera a ver.

Leandro Giménez (ex jugador de las categorías inferiores del NOB y del River): Vinimos juntos a la prueba. Viajamos en auto con Federico Vairo, y nuestros padres vinieron aparte, en el auto de Jorge [Messi]. Estábamos muy nerviosos. ¡Nos íbamos a probar en River! Yo estaba tan nervioso que hasta me olvidé los botines en mi casa. Menos mal que vino mi viejo y los trajo. Nos sobresaltamos de entrada cuando escuchamos cómo un preparador físico les gritaba a los jugadores de River: «Estos pendejos vienen a sacarles el puesto, así que los tienen que matar».

En la pantalla de televisión se emite el «Informe Robinson» sobre Messi. Un personaje grita: «Mirá, es Jorge Messi». El resto se vuelve hacia la pantalla y escucha a Jorge.

Jorge Messi (en «Informe Robinson»): Se forjó la fila de jugadores que estaban a prueba y a él lo vieron y, como era el más chiquito, le dijeron, ponte ahí. Último. Y empezaron a entrar los chicos a probarse y él era el último y no lo llamaban, y yo estaba en el tejido del alambrado y le decía: «Vigilá a ver si te ponen, que se va a terminar la prueba». Y nada de nada hasta que el que estaba manejando este tipo de pruebas se giró de vuelta así, lo miró y le preguntó: «¿De qué juegas?». Y él le dijo: «De media punta, enganche». Y le contestó: «Bueno, pues entrá, jugá…». Pero así, de esta forma, sin darle demasiada importancia. Pasaron dos minutos, tres, hasta que recibió la pelota y, cuando recibió la pelota, hizo dos o tres cosas que para nosotros eran normales, ya que lo hacía siempre.

Leandro Giménez (ex jugador de las categorías inferiores del NOB y del River): Cuando entró, en la primera jugada, le tiró un caño a un central que medía como dos metros. En la segunda, le tiró otro.

Jorge Messi (en «Informe Robinson»): Y el que lo estaba manejando, lo miró así (cara de sorprendido) y dijo: «¿Quién es el padre?». Entonces me doy la vuelta y le respondo: «Soy yo». Dice: «Lo queremos, ¡eh!». ¡En dos pelotas que tocó! Porque hizo tac-tac y le pegó al arco y el arquero tuvo que esforzarse para pararla. Me preguntó si podríamos traerlo a River y yo contesté: «No…, la verdad es que está en Newell’s, pero si ustedes manejan la situación y hablan con Newell’s para traer y manejar el pase, ningún problema». Dijo: «No, pero que nos van a pedir dinero, que esto que lo otro…». Bueno, en definitiva, cayó en seco.

Leandro Giménez (ex jugador de las categorías inferiores del NOB y del River): Abrahamian nos pidió que volviéramos el martes. Ese día nos puso a los dos. Jugamos contra un selectivo de chicos que también se iban a probar…

Federico Vairo (supervisor de la prueba en River, ya fallecido): A los diez minutos, lo llamé. Lionel pensó que lo iba a retar porque gambeteaba a todos, pero le dije: «No le des la pelota a nadie y, si me ves a mí en el camino, también me tenés que gambetear».

Leandro Giménez (ex jugador de las categorías inferiores del NOB y del River): …y ganamos como 15 a 0. Leo hizo entre ocho y diez goles. Abrahamian nos anunció que nos querían fichar.

Federico Vairo (supervisor de la prueba en River, ya fallecido): El pequeño Messi se aseguró así la oportunidad de intentar acceder al club riverplatense. De la Subcomisión de Fútbol lo vieron muy chiquito. Había que darle una pensión, pero en Infantiles no había pensión.

Leandro Giménez (ex jugador de las categorías inferiores del NOB y del River): Previo al viaje de vuelta a Rosario, Messi estaba preocupado: tenía doce años y en la pensión de River recién se podían alojar pibes a partir de los trece. «¿Me puedo quedar con vos?», me preguntó. Si me quedaba, ya tenía decidido que me vendría a vivir donde mis abuelos. Pero él no tenía nada. Le contesté que sí, que se podía venir a vivir conmigo. Ya en el auto, sin embargo, discutimos: adelante viajaban Vairo y un ayudante, y atrás, Messi, yo mismo y otro chico de Rosario. No sé el nombre y nunca más lo vi. Ni él ni yo queríamos ir en el medio, pero Leo me durmió. Yo estaba recaliente [risas]. Le dije: «Listo, andá contra la ventanilla, pero buscate casa en Buenos Aires». Y Leo lo miró al otro y, aunque no lo conocía, le dijo: «Me voy con vos entonces». Días después, me mudé donde mis abuelos, pero Messi nunca apareció. Me enteré por mi papá, que había hablado con Jorge, de que Leo no iba a venir. No le explicó por qué.

Federico Vairo (supervisor de la prueba en River, ya fallecido): Yo les insistí [a la Subcomisión de Fútbol] y me dijeron que en River se probaba tanta gente que si perdíamos a ese chico no iba a haber problemas. Les dije que era diferente, una mezcla de Sívori con Maradona, pero no hubo caso. Creo que el asunto venía porque un grupo de ex jugadores de River tenía muchos intereses en Renato Cesarini [club de Santa Fe]; ellos colocaron a sus jugadores y Messi no quedó por ese problema.

Jorge Messi llevó a Lio a probar para medir fuerzas con Newell’s, donde le habían prometido que se iban a hacer cargo del tratamiento. En realidad, tuvo que ir a buscar ese dinero docenas de veces y, de los novecientos pesos que necesitaba, le daban cuatrocientos, cuando le daban algo. Por eso decidió ir a Buenos Aires, a ver qué pasaba, a ver qué decían en Newell’s. Por cierto, no es verdad que el Pipita Higuaín formara parte de aquellas pruebas del River que tuvieron lugar en las canchas auxiliares del Monumental. Cuando los dirigentes del Newell’s se enteraron del viaje a la capital, el dirigente Almirón, encargado del baby fútbol de Malvinas, apareció en la casa de los Messi acompañado de un técnico. Venía a pedir que no le sacaran del club, que ellos se iban a hacer cargo del tratamiento, que esta vez iba en serio. Y los Messi volvieron a ir a Malvinas, en repetidas noches, de nuevo en busca de lo que le habían prometido. Y a Almirón un día no le alcanzaba. Otro no estaba. Para qué aguantar todo esto, se dijeron.

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