Messi
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El día de su debut con el primer equipo ante el Porto, el 16 de octubre de 2003. Sí, estaba un poco perdido.
Después saltó al campo y cobró vida.
Ronaldinho adoptó a Messi como a un «hermano». Este tipo de protección, ¿ayuda o limita?
Un hombre para las grandes ocasiones: final de la Champions de 2009.
Una temporada extraordinaria. En 2009, el Barcelona lo ganó todo.
Un día su padre le dijo que debía dedicarle tiempo a sus fans. No fue necesario que se lo dijese de nuevo.
El gol de la victoria en el Mundial de Clubes de 2009, en el tiempo de descuento. Fue un partido duro.
Seis títulos de seis posibles. El año perfecto para el Barça y para Leo.
Con Pep Guardiola, muchos de sus hábitos cambiaron y su preparación física pasó a ser más individualizada. Después de dos años para olvidar debido a las lesiones, aprendió a escuchar a su cuerpo.
Primer Balón de Oro, en 2009. Con su madre, Celia, y su padre, Jorge. El camino hasta aquí había sido muy difícil.
Cuando Leo tenía trece años, su madre tuvo que volverse a Argentina para cuidar de la mitad de la familia, que no se adaptaron a la vida en Barcelona. Y su mamá es el centro del mundo. Aquí, celebrando su cumpleaños después de otro gol.
Messi lloró el día que el F.C. Barcelona perdió contra el Sevilla en la Copa. Después de haber ganado cada uno de los títulos en el primer año y medio con Pep, cada derrota era una pequeña desgracia.
Tras la salida de Ronaldinho, los catalanes cuidaron de Leo. Sabían que iba a hacerlos mejores, que les iba a ayudar a ganar.
El hombre del partido, el jugador que marcó el 2-1. En Wembley, Leo Messi ayudó al Barcelona a ganar otra Champions.
Su tercer triunfo en la Champions… aunque él sólo celebró dos.
En 2011, en Wembley, el mundo tuvo que admitir que no era sólo algo especial. Era, probablemente, el mejor jugador nunca visto. Sir Alex Ferguson se desvió para estrecharle la mano precisamente por esa razón.
Ganar es el objetivo, pero marcarle y vencer ante el Real Madrid es siempre algo especial.
Pep tuvo que aprender cómo hablarle a Leo. No fue una comunicación fácil ni fluida al principio.
Siempre encantado de firmar la camiseta de la selección argentina, incluso aunque durante muchos años sus compatriotas no hayan creído en él.
La final del Mundial de Clubes de 2011 ante el Santos significó la consagración del estilo del Barça.
Ese día, Leo Messi le pidió a Neymar que se uniese al F.C. Barcelona.
Tercer Balón de Oro. Y quería más.
Messi llora en silencio. Después de ganarlo todo, las derrotas duelen más.
Y cuando llora —y todavía lo hace— sólo quiere estar en su propio mundo y que nadie lo moleste. Es difícil tratar con él en esos momentos.
En el último partido de Pep Guardiola en el Camp Nou, Messi anotó cuatro tantos y se despidió de él en el campo. «Gracias por todo, Leo», le dijo Pep.
Tito Vilanova fue el primer entrenador en La Masia que lo hizo jugador en su posición. Se reencontraron en el primer equipo y Leo lo apoyó mucho cuando se convirtió en su entrenador. Ver cómo caía enfermo fue un duro golpe para Messi.
Trata de vivir con lo que la fama lleva consigo… Pero ésta es, sin duda, la parte que menos le gusta.
Messi ha tardado un poco en lanzarse comercialmente, principalmente porque quería ser primero un jugador y no una marca.
Leo no juega para complacerte ni a ti, ni a mí, ni a nadie. Pero seguro que agradece el reconocimiento.
Leo y la pilota. Una relación muy especial.
Con José Manuel Pinto, un buen amigo que sabe cómo cuidar de él.
Leo y su padre. Leo y su mánager.
En el campo prefiere ser discreto, pero tienen una fuerte personalidad que sólo conoce su entorno más cercano.
Su trabajo con la Fundación Leo Messi para los niños comenzó después de una visita a un hospital de niños con cáncer que le hizo llorar.
Nadie llegó tan lejos.
Su contrato, renovado de nuevo. El club quiere asegurarse de que siempre sea feliz.
Leo y el Barça, un matrimonio excelente. Él le ha dado mucho al club y el club le ha dado mucho a él.