Messi

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SEGUNDA PARTE EN BARCELONA » 6 MESSI NO ES UN GENIO NATO. NADIE LO ES

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(JUAN CARLOS LEGUIZAMÓN, ex compañero de Leo en las categorías inferiores de Newell’s)

De pequeño, Leo Messi no hacía entrenamiento específico. Solamente jugaba. Como ahora. He preguntado a cientos de futbolistas qué harían si, paseando por un parque, les llegara un balón de un partido que estuvieran disputando unos chavales. Sorprendentemente, la inmensa mayoría de ellos me dijeron que no se apuntarían al picado. David Beckham es de los pocos que se pondría a jugar con los chicos. También Leo. Aman el deporte que les ha hecho ricos y famosos. Hay muchos (Batistuta lo ha declarado en público) a los que ni siquiera les gusta.

«Se ve que juega con alegría, o sea, que trata al fútbol con inocencia —analiza Eduardo Sacheri—. Vos lo ves y estás viendo a un pibe en un campito, totalmente ajeno a lo que pase afuera. Cuando algo no le sale, se fastidia. Cuando algo le sale, se alegra. Cuando lo golpean, la manera de vengarse es desairar al que lo golpeó. Esos son códigos de acá, pero de adentro de la cancha».

Leo ve fútbol. Es eminentemente futbolero. Se le puede preguntar por jugadores de donde sea, con estadísticas e historiales; recuerda resultados, quién marcó, quién ganó, con una retentiva sorprendente. No sólo, pero principalmente, del fútbol argentino.

Como a todos los futbolistas de élite, le arrebataron la adolescencia pero conservó la energía creativa y los arranques de un niño, y de ahí viene la esencia de su arte y el atractivo de su liderazgo. Y su amor por la pelota.

Hernán Casciari, un escritor argentino residente en Barcelona, tiene un texto acertadísimo sobre esa esencia en su revista Orsai, condensado aquí: «Todo empezó esta mañana: estoy mirando sin parar goles de Messi en YouTube, lo hago con culpa porque estoy en mitad del cierre de la revista número seis. De casualidad hago clic en una compilación de fragmentos que no había visto antes. Es un compilado extraño: el video muestra cientos de imágenes —de dos a tres segundos cada una— en las que Messi recibe faltas muy fuertes y no se cae. No se tira ni se queja. En cada fotograma, él sigue con los ojos en la pelota mientras encuentra equilibrio. Hace esfuerzos inhumanos para que aquello que le hicieron no sea falta, ni sea tampoco amarilla para el defensor contrario. Me quedé, de repente, atónito, porque algo me resultaba familiar en esas imágenes.

»Puse cada fragmento en cámara lenta y entendí que los ojos de Messi están siempre concentrados en la pelota, pero no en el fútbol ni en el contexto. ¿Dónde había visto yo esa mirada antes? ¿En quién? Me resultaba conocido ese gesto de introspección desmedida. Dejé el video en pausa. Hice zoom en sus ojos. Y entonces lo recordé: eran los ojos de Totín cuando perdía la razón por la esponja. Yo tenía un perro en la infancia que se llamaba Totín. Nada lo conmovía. No era un perro inteligente. Entraban ladrones y él los miraba llevarse el televisor. Sonaba el timbre y no parecía oírlo. Yo vomitaba y él no venía a lamer. Descubrí esta tarde, mirando ese video, que Messi es un perro. O un hombre perro.

»Ésa es mi teoría, lamento que hayan llegado hasta acá con mejores expectativas. En los inicios del fútbol los humanos también eran así. Iban detrás de la pelota y nada más: no existían las tarjetas de colores, ni la posición adelantada, ni la suspensión después de cinco amarillas, ni los goles de visitante valían doble. Antes se jugaba como juegan Messi y Totín. Después el fútbol se volvió muy raro. Messi es un perro. Bate récords de otras épocas porque sólo hasta los años cincuenta jugaron al fútbol los hombres perro. Después la FIFA nos invitó a todos a hablar de leyes y de artículos, y nos olvidamos de que lo importante era la esponja».

«La técnica tiene un límite, y es la coordinación —analiza el entrenador Quique Domínguez—. Y después está la técnica de la pegada. Todo se enseña y todo se aprende, pero tenés que traer eso que decimos: hay una pelota ahí y Leo te daba la mano así pero ya veías que disimuladamente estaba buscando la pelota. Hay que tener la pasión, hay que tener la entrega por eso».

* * *

10. Los genes

«Puede anotar goles, asistir, desestabilizar un defensa él solo, puede correr con el balón a cien millas por hora y cambiar de dirección. Eso no es nada fácil, ¡trate de hacerlo! Luego vuelva y dígame cómo lo hizo».

(ARSÈNE WENGER, mánager del Arsenal)

«OK… Seriamente, alguien tiene que comprobar los genes de Messi… Estoy empezando a creer firmemente que Messi está emparentado con Clark Kent (Superman).»

(BAR REFAELI, modelo)

«Las virtudes físicas son algo completamente natural, pero es curioso lo que sucede con él, pues, de todos los hermanos, el único que tiene esas características es Leo».

(FERNANDO SIGNORINI)

No existe un gen que haga genial a un niño. Nadie nace genial. Hay mucha práctica y unas facultades innatas que ayudan a alcanzar cimas muy altas. Quizá, sugieren algunos científicos, la conexión genética relevante es la que instila la compulsión a conseguir esas cotas.

«¿Quiénes son estas personas que dejan huella en la humanidad, en el fútbol, en las ciencias, en las artes, en la cultura? —analiza Liliana Grabin—. Son personalidades únicas, irrepetibles, que crean escuela, no cabe ninguna duda. No se lo propusieron, y por eso dejan una escuela. Son maestros. La ciencia todavía, históricamente, no da cuenta del todo de dónde salen».

«Leo Messi tiene una mezcla de velocidad gestual (es decir, la velocidad para hacer los movimientos) y habilidad —explica el preparador y estudioso del fútbol Pep Segura—. Hay varios jugadores con esas características en el mundo. Marco Reus, del Borussia Dortmund, por ejemplo, rápido con el balón en los pies y muy hábil, con esa misma velocidad gestual de Leo, aunque de zancada más larga. Pero peor en el cómputo global, con dificultades para encadenar dos regates seguidos, mientras que el argentino puede encadenar tres, cuatro y más si sale del último con el balón controlado».

Messi mueve las piernas a una velocidad mayor que la de ningún otro futbolista y eso le da una ventaja; su cadencia en el paso, esencialmente natural, es única: da 4,5 zancadas por segundo, que superan las 4,4 de Asafa Powell, el velocista jamaicano que batió el récord del mundo de los cien metros en 2007. La habilidad al realizar toques suaves y muy seguidos, facilitado por esa velocidad gestual, le da otra ventaja. Y esa capacidad de girar a toda celeridad (mezcla de coordinación y rapidez) es un nuevo componente físico que le ayuda a desprenderse de rivales.

«Eso es natural —dice Fernando Signorini—. Eso no lo lográs por más que quieran inventar ochocientos mil trabajos de coordinación, porque es lo que dice Panceri [Armando Panceri, futbolista argentino]: el imprevisto no soporta planificación alguna. Ahora están de moda esos ejercicios de coordinación: que uno para acá, otro para acá, uno para acá, otro para acá… pero en el fútbol tú hiciste así y el tipo ya se te fue. Es perder el tiempo en estupideces. Para eso, ¡que jueguen al fútbol, que van a hacer esos movimientos! Es todo una intoxicación que viene del atletismo, que viene de ejercicios lindos, porque son lindos para ver: porque ponés palitos de colores, trapitos de colores, entonces, ay, es lindo estéticamente, pero en realidad no sirve para nada».

Leo llegó al Barcelona donde buscaban (y buscan) un perfil de futbolista diferente al de sus rivales (Espanyol, Real Madrid): el técnicamente bueno. A menudo, con diez, once, doce años, son futbolistas pequeños pero con una madurez coordinativa mayor que sus compañeros más altos, y destacan porque son capaces de realizar mejores conducciones y dribblings, manifestaciones de la coordinación. Los pequeños, por tanto, maduran y evolucionan antes, son técnicamente más ricos.

Por el camino, la Pulga desarrolló estrategias corporales y de rapidez en el movimiento para compensar las dificultades físicas, para evitar que un contrario le hiciera caer, para poder equilibrar la ventaja que tenía un chico más grande que necesitaba menos zancadas para cubrir el mismo espacio. Es decir, la velocidad gestual es en su origen genética, pero mejora y se amplía por aprendizaje. En la calle, en la escuela de fútbol.

Con el paso de los años, muchos llegan a un nivel semejante desde el punto de vista coordinativo y técnico. En Messi, se ha sobredimensionado hasta un nivel de excelencia extraordinario. Y eso tampoco es genético, sino producto de su pasión y su constancia.

Leo se ha sentido siempre tan superior en esas acciones de velocidad, de habilidad, de regate, que ha querido hacerlas en cada jugada, en cada partido. Uno busca el modo de favorecer sus cualidades para triunfar en la vida y por eso Messi entiende el juego como una consecución de regates, del uno contra uno, la esencia del fútbol.

Añádanle su afán de superación y se acercan a lo que es Leo Messi.

* * *

Déjenme añadir un punto más a la lista propuesta por Pedro Gómez.

11. Serendipia, suerte y oportunidad

«¿Cómo le explicaría a un marciano quién es Messi? Le diría que, probablemente, es el mejor en lo que hace de la historia. Y que eso tiene que ver con un porqué no sólo genético, sino porque fue afortunado al aterrizar en una escuela que lo acabó de potenciar».

(RAMIRO MARTÍN, autor de Messi, un genio en la escuela del fútbol, en crónica para Sport)

Se decía que quien era realmente bueno en aquella generación de 1987 que destacó en el Barcelona era Víctor Vázquez, una declaración que tiene algo de esnobismo pero también de realidad, una realidad que, en el caso del joven futbolista, se torció.

—Víctor, ¿quién llega y quién no? —le pregunté para este libro.

—Creo que llegan los que son buenos, pero la suerte también condiciona mucho. Puedes tener muchas lesiones, o toparte con un entrenador al que no le guste tu estilo. Y para llegar debes tener suerte. Messi no es que haya tenido suerte, es que es el mejor, y lo ha tenido fácil porque siempre ha sabido hacer lo suyo muy bien, y no ha habido otro como él. Los demás, por ejemplo en mi caso, necesitamos tener suerte. A lo mejor he tenido alguna lesión que ojalá no hubiera tenido, y mira, qué le vamos a hacer. Con Pep jugué varios partidos, uno de ellos contra el Shakhtar Donetsk. Dos semanas después me lesioné la rodilla contra el Villareal y no pude hacer mucho más en el club, porque son catorce meses fuera de los terrenos de juego. Y claro, no he podido llegar. También sé que en mi posición había mejores jugadores que yo en ese momento. Estaba Xavi, estaba Iniesta…, y yo no le puedo quitar el puesto a Xavi o a Iniesta.

Hoy Víctor Vázquez juega en el Brujas.

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