Messi

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TERCERA PARTE EN LA CUMBRE » 1 CON PEP. POR PEP. POR LEO

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Desde los tiempos de Jorge Valdano como directivo del club blanco, el Real Madrid siempre le ha mantenido las puertas abiertas. Nadie llama al Barcelona, pero varios intermediarios cercanos a Florentino han estado en permanente contacto con el entorno de Messi. «Y no lo critico, porque es el mejor jugador del mundo y es normal que un club como el Madrid, como el Milan, como el Inter, como la Juve, como el Chelsea… lo quieran —reflexiona Laporta—. El Madrid tiene gente para llegar al entorno de Leo, pero Leo siempre les ha rechazado de plano».

Es conocida la admiración del presidente del Real Madrid por Leo. En el verano de 2012, Cristiano Ronaldo dijo en la zona mixta del Bernabéu que estaba «triste» tras marcar dos goles ante el Granada que no celebró. Afirmó que era por un motivo «profesional» y que «dentro del club» conocían las razones. El portugués se había reunido el día anterior con Florentino Pérez para contarle que no se sentía valorado por el club y que quería irse. Según contó el periodista Javier Matallanas, Florentino le contestó: «Si te vas, trae el dinero para fichar a Messi».

Al margen de todo ello, y como no podía ser de otro modo, los encuentros contra el Madrid están marcados en rojo en el calendario de Leo. Y esa temporada 2010-2011 se vivió el primer Clásico con José Mourinho al frente del equipo blanco. El entrenador había sido fichado del Inter para detener el avance blaugrana y modernizar el histórico club. En la previa de aquel encuentro, Mourinho insistía en que el fútbol era una «caja de sorpresas» y no tenía claro cómo iban a responder los suyos.

Esa noche del 29 de noviembre se vivió en el Camp Nou una comunión extraordinaria entre jugadores, afición y entrenador blaugranas, entre la idea y la puesta en práctica de la misma.

GB: ¿Un partido contra el Real Madrid es un encuentro cualquiera para Leo?

PG: Leo no hace lo que hace por mí, lo hace por él mismo. Hay jugadores que se desviven y lo dan todo para que el entrenador los quiera, para que sus compañeros lo elogien, para que se hable bien de él en público. Él compite contra él mismo y contra los rivales. Y evidentemente contra sus rivales directos personales, como lo es Cristiano, del mismo modo que Ronaldo compite contra Messi, el Barcelona contra el Real Madrid… Y no sólo compite contra él mismo, sino que además es el más exigente de todos, mucho más exigente con él mismo de lo que pueda serlo yo con él. Lo que le deja infeliz es cuando no está bien y siente que está fallando a su gente o se está fallando a sí mismo, cuando no da todo lo que podría dar. Por eso ha conseguido lo que ha conseguido y puede mantener este nivel extraordinario y por eso el equipo lo sigue apoyando.

29 de noviembre de 2010. Jornada 13 de Liga.

F.C. Barcelona 5 - Real Madrid 0

Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Xavi (Keita, min. 86), Busquets, Iniesta; Messi, Villa (Bojan, min. 76) y Pedro (Jeffrén, min. 86). No utilizados: Pinto, Adriano, Maxwell, Thiago y Mascherano.

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo (Arbeloa, min. 60); Khedira, Xabi Alonso; Di María, Özil (Lass, min. 46), Cristiano Ronaldo y Benzema. No utilizados: Dudek, Albiol, Granero, Pedro León e Higuaín.

Goles: 1-0, min. 10, Xavi. 2-0, min. 18, Pedro. 3-0, min. 55, Villa. 4-0, min. 58, Villa. 5-0, min. 90, Jeffrén.

Santiago Siguero, «El clásico repaso», Marca: «Una temporada más, y van unas cuantas, el Barcelona mostró al Real Madrid la sideral distancia que los separa. Con independencia de la contundencia del marcador final —una manita con significativas reminiscencias para unos y otros—, el partido volvió a reflejar las diferencias entre un equipo hecho, redondo, y otro por montar. […] Messi, otra vez. No marcó, pero volvió a demoler al Madrid, que sufre como nadie el talento del argentino. Una vez más, Guardiola volvió a retrasarlo unos metros. Desde la posición de media punta, en la segunda parte se hartó de filtrar balones a la espalda de la defensa blanca».

Mourinho quiso enfrentarse al Barcelona de cara, consciente de que tenía en sus manos al equipo con más calidad de su carrera. Pero el portugués cometió varios errores: le pidió a Özil, de físico frágil, que ocupara demasiado espacio en labores defensivas, incluido el encuentro con Leo cuando tuviera el balón. El equipo blanco debía desplegarse en una presión en la línea central que acabó siendo demasiado permeable, con las líneas excesivamente separadas: un goce para Leo. Los centrales no tenían referencias porque la Pulga se movía por toda la zona de ataque y Khedira y Xabi Alonso estuvieron siempre en inferioridad. En la segunda parte Mourinho sacó a Lass Diarra, un tercer mediocentro, anuncio de lo que iba a venir en los próximos encuentros.

GB: ¿Qué recuerdas de aquel 5-0? ¿Qué le pediste a Leo?

PG: Nos adaptamos a las contras de Cristiano. En función de cómo estaba Cristiano, nuestro lateral debía subir o bajar. Ésta fue la cuestión defensiva: sabíamos por experiencia que, siendo un equipo de Mourinho, nos iba a atacar al espacio. Tenía claro que iban a esperar a que perdiéramos el balón para atacarnos lo más rápidamente posible a la espalda de nuestros defensores, sobre todo con Cristiano, que se quedaba más descolgado esperando la contra. Y, en cuanto al ataque, debíamos buscar a Leo. Había que encontrarlo en las posiciones donde se mueve bien y puede hacer gol. Curiosamente no hizo ningún gol, pero dio unos cuantos. Jugamos bien.

GB: Por aquellas fechas, dejó otro momento que no tiene nada que ver con el gol: una carrera larguísima para robarle el balón al Kun, después de haberlo perdido en campo contrario. ¿Lo ha utilizado alguna vez para decir “‘si lo hace este jugador…”?

PG: Sí, a veces hemos utilizado a los atacantes que han hecho esfuerzos defensivos para decir: somos esto como equipo, no sólo corren los defensas, somos esto como equipo, no lo olvidemos nunca. Aquel caso en concreto tiene miga: Leo necesita retos y en aquel momento se debatía si el Kun era mejor que Leo. Fue, pues, un reto personal: ahora corro y le quito el balón. Quizá es cuestión de retos: cuando los tiene, no hay problemas.

GB: Del 17 de abril al 3 de mayo, se juegan aquellos cuatro Clásicos famosos y controvertidos. Primero el de la Liga, luego la final de Copa del Rey, y después las semifinales de la Champions. ¿Cómo vivió Leo esos días? Porque la tensión era máxima.

PG: Bien. Aunque lleva por dentro la presión. A veces nos olvidamos de que lleva el peso de ser el mejor jugador del mundo, de todos los tiempos, que tiene a todo un país detrás y un club que espera que gane el partido. Y eso cada día. Yo siempre pienso que es el mejor de la historia por esta razón, por la continuidad de las cosas que ha hecho. Estoy convencido de que Cruyff cambió el fútbol, Pelé por supuesto, Maradona, pero los tiempos son otros. Es verdad que hay más televisión y por tanto hay menos agresividad que antes. Antes, según dicen, había muchas más patadas y era mucho más duro que ahora. Pero también es cierto que hoy todo el mundo está mucho más preparado físicamente. Fíjate que este tío tiene una capacidad de marcar, con los tiempos que corren, cincuenta, sesenta goles, y aparecer en todos los partidos, cada día. Es muy difícil que un chaval lo haga durante tanto tiempo. Más allá de los títulos que ha ganado, a mí no me cambiará la opinión gane o no gane un Mundial. Si lo hace, felicidades, pero, si no, no variaré mi opinión. Es un jugador único y su reto ahora es el Mundial, vamos a ver. En esos días de los Clásicos probablemente sentía la presión, pero yo lo notaba bien, como siempre. Seguramente yo estaba más preocupado buscando la manera de ganar que de cómo estaban todos. Me pasé los días reflexionando y estudiando qué habíamos hecho nosotros y el rival, qué podíamos hacer para vencer, a quién teníamos disponible… El día de la semifinal de la Champions, Iniesta se lesiona y tenemos que poner a Keita… Estás ocupado en esas historias.

GB: ¿Alguna vez ha acudido a decirte “tranquilo que ganamos”? Eso se lo ha hecho a Pancho Ferraro y a alguno de los entrenadores en La Masía.

PG: No, no. No me lo dijo, o no visualmente. Pero ha habido algún momento o algún gesto con el que he pensado “éste nos hace ganar hoy”. Te cruzas una mirada, lo miras y te dices: lo gana. Él ha de estar convencido de que vamos bien para sentirse así.

El primer Clásico en aquellas dos tremendas semanas fue el de la Liga, en el Bernabéu.

El Madrid estaba a ocho puntos del Barcelona a falta de siete encuentros, pero José Mourinho lo utilizó como el inicio de las hostilidades con la vista puesta en el título de Copa y, sobre todo, en la Liga de Campeones. El césped se dejó largo y seco para impedir una buena circulación del balón, y el Madrid jugó con lo que se denominó trivote, tres mediocentros, uno de ellos el central Pepe. El objetivo era matar los espacios donde Leo se movía. Los dos equipos prefirieron el control y el 1-1 final contentó a ambos: el título de Liga iba a acabar de nuevo en las vitrinas del Barcelona por tercer año consecutivo.

Pero había sido un partido tenso: siete tarjetas amarillas, una roja a Albiol, dos penaltis. La afición madridista insultaba a Leo cada vez que tocaba el balón y, en el penalti que marcó, un láser apuntó a su ojo desde la grada. El esfuerzo de Mourinho por desestabilizar emocionalmente al Barcelona estaba funcionado. Leo, con el tiempo del partido ya cumplido, corrió en busca de un balón al que no llegó. La Pulga decidió dar un pelotazo en dirección a la grada que casi golpea al ex entrenador del Real Madrid John Toshack y a un corresponsal de Sky Sports, sentados a la altura del césped.

El partido continuó en la rueda de prensa y en las sesiones de entrenamiento: Mourinho quiso mantener la tensión recordando a sus jugadores que no debían ver como amigos a sus compañeros de la selección española, a los que acusaba de teatreros y de querer influenciar constantemente al árbitro. Además, pidió, sin éxito, a directivos del Madrid que intentaran impedir que se regara el césped de Mestalla donde se jugaba la final de Copa.

La derrota golpeó muy duramente al grupo. Leo sentía que no había hecho lo suficiente: no había conseguido solucionar la propuesta táctica del Madrid. La decepción, pues, fue doble.

Al margen del encuentro que jugaba fuera del césped, Mourinho estaba interpretando bien el juego del Barcelona y el peligro de Leo. Al introducir un tercer mediocentro, Messi se encontraba un nuevo obstáculo en el camino. Pepe podía encargarse de parar esa diagonal interior hacia dentro que tan a menudo trazaba el argentino y ésa volvió a ser la gran apuesta de Mourinho para las semifinales de la Liga de Campeones.

Final de la Copa del Rey. 20 de abril de 2011.

F.C. Barcelona 0 - Real Madrid 1. Estadio: Mestalla

Barcelona: Pinto; Alves, Piqué, Mascherano, Adriano (Maxwell, min. 118), Busquets (Keita, min. 107), Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Afellay, min. 105). No utilizados: Valdés, Puyol, Milito y Thiago Alcántara.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Carvalho (Garay, min. 118), Marcelo; Pepe, Xabi Alonso, Khedira (Granero, min. 103); Di María, Ronaldo y Özil (Adebayor, min. 69). No utilizados: Dudek, Kaká, Benzema e Higuaín.

Goles: 0-1, min. 103, centro de Di María y remate de Cristiano Ronaldo, inapelable para Pinto.

Cayetano Ros, «CR se redime; Villa se apaga», El País: «[Messi] desesperado, probó a partir desde cualquier posición del ataque, bajando incluso al callejón del 8, sin ningún éxito. Sus zigzagueos acababan invariablemente entre las redes de los madridistas. La Pulga conducía demasiado porque su equipo se pasó la pelota menos que nunca en la primera parte. Tras el descanso, todo cambió y su pase en profundidad a Pedrito fue excelente, más allá de que el juez de línea anulara el gol por fuera de juego. […] Messi se inclinó más al costado derecho, con lo que se despobló algo más el centro del campo, donde aparecieron los atajos para los azulgrana. Y con Villa como atacante central el equipo encontró una referencia que antes no tenía».

La crispación continuaba. Pep Guardiola vio a su equipo tan abatido que decidió tomar el toro por los cuernos. Su charla motivadora iba a tener lugar en Madrid de un modo premeditado en la rueda de prensa previa al partido de ida: el entrenador del Barcelona dijo que Mourinho era el «puto amo» de las ruedas de prensa. Que ese título se lo regalaba y que el otro se lo jugarían sobre el césped.

José pidió a los suyos más presión al rival y al árbitro, más faltas y contraataque pero sin arriesgar: quería jugárselo todo en el Camp Nou. El plan falló porque Pepe realizó una entrada con los tacos por delante a Dani Alves, que exageró el choque: el reconvertido pivote recibió una tarjeta roja. Mourinho también fue expulsado. En ese momento de tantísima carga emocional, media hora antes del final, se necesitaba a alguien que tomara las riendas del encuentro.

Semifinal de Champions, ida. 27 de abril de 2011.

Real Madrid 0 - F.C. Barcelona 2

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Albiol, Marcelo; Xabi Alonso, Pepe, Lass; Özil (Adebayor, min. 46), Di María y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Adán, Kaká, Benzema, Granero, Garay e Higuaín.

Barcelona: Valdés; Alves; Piqué, Mascherano, Puyol; Xavi, Busquets, Keita; Pedro (Afellay, min. 71), Messi y Villa (Sergi Roberto, min. 90). No utilizados: Pinto, Jeffrén, Milito, Fontàs y Thiago Alcántara.

Goles: 0-1, min. 76, Leo Messi resuelve un servicio de Ibrahim Afellay desde la derecha. 0-2, min. 87, Leo Messi, en jugada personal.

José Sámano, «La pelota acaba por dar la razón al Barça», El País: «En otro clásico de enredos y futuras coartadas para algunos, el fútbol fue cosa del Barça y la gloria para su mejor embajador: Messi […] Nadie simboliza este Barça como La Pulga. Enfrente, un remate del Madrid en toda la jornada y apenas un 26,4% de posesión. Datos mucho más concluyentes que una expulsión, por rigurosa que sea. Messi, el Barça, los visitantes, evitaron el mezquino cero a cero que soñaba Mourinho […] Messi cada día ejerce más como otro ilustrado centrocampista y la portería no le queda tan cerca como antes, por más que sepa cómo ser puntual. Ubicuo como es, La Pulga asiste y golea».

Jordi Quixano, «La encrucijada del delantero centro», El País: «[…] Messi. Dos versiones y una definitiva. Al principio, demasiado lejos de los metros concluyentes, de la portería de Casillas, se entretuvo en regates y quiebros en zonas estériles. A la que el Barça estuvo en superioridad numérica, se atornilló en el área rival y decidió el encuentro, ya como punto final del juego. Primero atendió con éxito un centro de Afellay y luego se marcó un eslalon precioso. Dos jugadas, dos goles».

El Clásico más internacional, del que más se habló, acabó con una demostración de calidad y equilibrio emocional de Leo en casa de Cristiano Ronaldo. Pero también con una catarata de acusaciones. La tensión se trasladó al túnel de vestuarios, donde se produjeron enfrentamientos verbales y físicos (Puyol y Pepe se cruzaron golpes). Messi decidió alejarse de la escena. Mourinho se preguntó por qué le pasaba siempre lo mismo contra el Barcelona después de anunciar que «si le digo al árbitro y a la UEFA lo que pienso, termina mi carrera hoy». El Madrid denunció al Barcelona por conducta antideportiva de Guardiola y ocho futbolistas más (entre ellos no estaba Leo) ante el Comité de Control y Disciplina de la UEFA, un recurso que fue desestimado.

Semifinal de Champions, vuelta. 3 de mayo de 2011.

F.C. Barcelona 1 - Real Madrid 1

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Puyol (Abidal, min. 90); Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Keita, min. 74). No utilizados: Olazábal, Jeffrén, Fontàs y Thiago Alcántara.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Carvalho, Albiol, Marcelo; Lass Diarra, Xabi Alonso; Di María, Kaká (Özil, min. 60), Cristiano; Higuaín (Adebayor, min. 55). No utilizados: Dudek, Benzema, Granero, Garay y Nacho Fernández.

Goles: 1-0, min. 54, Pedro. 1-1, min. 64, Marcelo.

Luis Martín, «Messi, siempre, con gol o sin él», El País: «La Pulga, que corre más de ocho kilómetros, demuestra su generosidad al trabajar como si fuera un obrero en vez de una estrella porque así lo exigía el guión. […] Messi no marcó, pero es difícil resistirse a su talento. Ayer, el argentino de Rosario jugó un partido enorme, pero eso casi ya no es noticia. Celebró el tanto como si lo hubiera metido él. Generoso, La Pulga brincó con sus botas naranjas por la gloria común.

»[…] No debe resultar extraño que Messi sea quien más faltas ha recibido en lo que se lleva de la Champions: hay días en los que sólo se le puede frenar triturando el reglamento. Así terminó, molido, tras recibir 12 faltas en total.

»[…] Tímido siempre, llegada la hora de celebrar, Messi se dejó llevar por el ambiente festivo del Camp Nou abrazado a Pedro y Busquets. Estaba en la gloria. Desbordado por las emociones. Tanto que, cuando parecía que se resistía a que asomaran más lágrimas, de emoción por supuesto, apareció Pep Guardiola, su protector, para darle un arrumaco».

Mourinho vio desde el hotel de concentración el partido de vuelta. El Madrid, por primera vez con el portugués, decidió presionar más arriba, la opción favorita de sus futbolistas.

«Queremos que tenga libertad y que pueda dar rienda suelta a su creatividad —dijo aquel día Guardiola—. Él está contento con eso, que puede hacerse porque tiene a jugadores que lo apoyan, como han hecho Pedro y Villa. Porque, si uno no tiene la voluntad, el deseo y la capacidad de saber que lo que hace beneficia al grupo, es imposible llegar a una final tan mágica como la que jugaremos el próximo día 28».

Mourinho lo había intentado con las armas con las que creía contar y su propuesta dejó huella. Consiguió que en los siguientes Clásicos hubiera que estar pendiente de lo que ocurría lejos del balón.

Así, el encuentro de Supercopa española el verano siguiente, el del dedo en el ojo de José a Tito Vilanova, no fue plácido para Leo. Tras el empate a dos de la ida, recién vuelto de las vacaciones y contra un Madrid que se preparó para ganar el primer torneo de la temporada, el Barcelona tuvo que esperar al final de la vuelta en el Camp Nou para llevarse el título.

Casi al término del encuentro, Messi escupió cerca del banquillo del Madrid y Mourinho se llevó el dedo a la nariz sugiriendo que Leo olía mal. El 3-2 definitivo llegó a dos minutos del final: tanto del argentino, su segundo aquel día. Tras marcar hizo un gesto dirigido al banquillo del Madrid con la mano izquierda que abría y cerraba: parecía invitarles a seguir protestando, a seguir hablando. Poco después se chocó con fuerza con Fabio Coentrão, que no se había percatado de su presencia. Lo que no registraron las cámaras fueron las pequeñas patadas que recibió Leo y que casi nadie ve, al tobillo, por detrás, constantes, las que duelen.

«Vino con las chanclas y le metió tres goles al Madrid», dijo Xavi al acabar el encuentro.

En la Liga, cinco meses después, Pepe le pisó una mano con alevosía y el portugués acabó disculpándose en la web oficial del Real Madrid. Dijo que había sido un gesto involuntario. Habría más enfrentamientos personales en los siguientes años. Costaba disfrutar de los Clásicos, dejaron de ser partidos entretenidos para convertirse en batallas campales y campañas de desprestigio.

Las constantes apariciones de Leo —que consiguió empatar con Alfredo di Stéfano en goles marcados en enfrentamientos con el Madrid— confirmaban que era jugador de grandes encuentros pero, tal y como se percibió en los últimos Clásicos, Mourinho fue el primero en encontrar el antídoto táctico a su juego, abriendo el camino para que otros (Chelsea, Bayern de Múnich) cuestionaran en las próximas temporadas la hegemonía del futbolista y de su equipo.

El portugués, con las constantes dudas lanzadas sobre la legitimidad de los triunfos blaugrana, contribuyó a otra cosa: a que la gente se cansara de ver ganar al Barcelona. Así lo entiende también Leo, como le explicó a Martín Souto en TyC Sports:

—¿Por qué creés que hay gente que festeja cuando le va mal al Barça, sin ser hincha del Madrid, cuando ustedes juegan bien, tienen fair play, no hay nadie odioso? ¿Envidia puede ser?

—No sé. Una vez Guardiola dijo que eso de ganar todo y tantas veces hace que la gente se canse y por eso la gente quiere que perdamos, pero puede haber muchos motivos. La gente del Madrid, porque es del Madrid.

—Pero pasa también en la Argentina esta cuestión. Es rara.

—No, la verdad es que no lo pensé ni me interesa tampoco. Sé que mucha gente nos está esperando y desea que perdamos y que quedemos fuera de todo, pero a nosotros eso no nos interesa.

8. Segunda final de Champions contra el Manchester, 2011

Sitúense: avión del Barcelona procedente de Valencia, donde el equipo se había enfrentado al Levante y conseguido el título de Liga. En pleno vuelo, unos cuantos jugadores de pie, otros aplaudiendo desde sus asientos; fiesta, cánticos. «Despacito, despacito, despacito… les rompimos el culito», referido al Madrid, por supuesto. Y un aviso por los altavoces: «Les habla el comandante. Una de las puertas de emergencia ha sido manipulada. Por favor, estamos en la fase crítica del vuelo. Ya sé que tenemos mucha alegría, pero intentad contenerla un poquito». A Leo se le había ido la mano con la celebración y manipuló la manija de una salida de emergencia. Con cara traviesa miró a su espalda por si alguien había descubierto que era él. Las risas continuaron hasta llegar a la Ciudad Condal.

Había sido una Liga muy dura. La presión procedente de Madrid fue de difícil digestión. Pocos equipos tenían jugadores inteligentes y capaces de hacer daño a la contra como el Madrid, un conjunto que se le había hecho incómodo a Messi. Mourinho había encontrado una fórmula para impedir sus diagonales o su juego asociativo: le esperaba un mediocentro en el inicio de la jugada, agresivo en el choque y con la misión de no dejarle ni siquiera poner la tercera marcha. Además, el equipo blanco acumulaba hombres en el centro del campo. Y últimamente hasta subía la línea defensiva para estrechar los espacios.

Se había diseñado el modelo para detener al Barcelona.

Antes de la final de la Liga de Campeones, Messi había marcado 52 goles y dado 24 asistencias en todas las competiciones. «¿Y cómo paramos a este tío?», se preguntaba el diario deportivo Marca.

La respuesta no le quedaba muy clara a la mayoría de compañeros. Escuchen a Mariano Pernía, lateral izquierdo del Atlético de Madrid, que contó una graciosa anécdota en el programa «Tiempo extra» de TyC Sports durante un asado televisado con otros futbolistas argentinos: «La peor de Messi, la peor… Perdíamos, 3 a 1, 4 a 1, no sé, en el Calderón, y él se paró en mitad de la cancha. Se quedó parado, pero parado totalmente. Literalmente. ¡Se congeló! Y yo estaba a siete u ocho metros, y digo: “Se cagó todo” [carcajadas]. Y bueno, voy para allá…, más de compromiso que de otra cosa… Y… ¡No sé qué me hizo, no sé! [risas]. Leo amagó con salir por la derecha, por la izquierda, por la derecha. Y en un momento, ¡zas!, dejó al defensor atrás. Llegué a casa y me dice mi señora: “¿Qué te hizo?”. Y yo: “¡Qué sé yo! ¡Decime vos que lo viste por la tele!”. Te juro que no sé. ¿Viste que te dicen todos? Messi arranca para adentro. Bueno, yo fui a tapar que arrancaba para adentro; pero no arrancó para adentro, no sé qué me hizo, no sé… [más risas].»

Para evitar que el defensor le venciera con el contacto físico, a Leo le ayudó ganar musculatura. José María Cuartetas, regente del restaurante barcelonés al que Messi solía ir a menudo, notó el cambio físico después del Mundial de 2010: «Se fue a Argentina y, cuando regresó, los tres que trabajamos ese día dijimos: “Éste ha hecho algo, se ha pasado el verano en el gimnasio”. Lo veías más musculado. Ahora tiene las piernas más formadas, más físico, más caja torácica, más brazos…, y lo comentamos con el padre, pero nos dijo que no había hecho nada, lo normal. Lo ves ahora, que le chocan y él aguanta».

Así pues, ¿cómo se le defiende a Messi? «Por más que sepas la jugada que te va a hacer, te amaga tan rápidamente y sale con tanta explosividad que le pierdes —comenta Cesc, que lo marcó estando en el Arsenal—. Es como el juego ese en el que, con una persona delante, simulas estar frente a un espejo, ésta se mueve a un lado y tú la tienes que seguir. Nunca te da tiempo a hacer lo que hace ella».

«Leo combina un toque del balón perfecto con una increíble agilidad y gran aceleración en los primeros pasos —explica el preparador Henk ten Cate—. A menudo hasta cambia de dirección en los metros iniciales. Si eres defensor, te mata, te come la moral. Lo hermoso es que hace todo eso al borde del área, con lo que prácticamente cada acción suya crea peligro desde el momento en que recibe el balón».

El fútbol es un deporte de acción-reacción y, por tanto, los equipos fueron cambiando sus estrategias a medida que el argentino modificaba su campo de operaciones. Cuando jugaba de extremo, el lateral se encargaba de él. Además, como dijo Pep en su conferencia en Buenos Aires, «tenía la línea de banda, que es el mejor defensor que hay».

«En el partido de Copa del Rey en el que los eliminamos, jugó mucho por la derecha —explica Fernando Navarro, ex del Barcelona y ahora en el Sevilla—. Siempre intentas, como es zurdo, que se vaya para fuera, que es lo menos peligroso. En la segunda parte, yo le intentaba enviar por fuera pero lanzó un tiro al palo. Y mi portero, Andrés Palop, me gritó: “Tápale por dentro, Fernando”. En la siguiente jugada me encaró otra vez y se fue por dentro y tiró otra vez al palo. Y le digo a Palop: “¡Andrés, no me digas por dónde tengo que tirar porque igualmente me va a regatear!”».

«Lo enfrenté varias veces, las primeras usaba la 30, me acuerdo porque tengo esa camiseta guardada —explica en El Gráfico el ex jugador argentino del Zaragoza Leonardo Ponzio—. No era un parto porque vos ya sabías lo que te podía hacer. Y recaudos… en el Camp Nou no se podía tomar ninguno, porque son dos canchas de fútbol, pero de local, si te agrupás bien y lo marcás de a dos y le estás siempre arriba, podías tenerlo un poquito más controlado».

En sus partidos esplendorosos, nadie sabía cómo pararlo si no era cometiendo faltas: se iba con facilidad en el uno contra uno, así que los mediocentros empezaron a colaborar. Pero su crecimiento continuaba por su insistencia y calidad.

«Aunque creas saber lo que va a hacer, es tan rápido y lo hace en el momento tan justo, que se convierte en casi infalible —admite Fernando Navarro—. Espera el momento oportuno para cambiar de dirección. ¿Cuántas veces ha metido el gol este que empieza por la derecha, y conduce hacia la izquierda, más hacia la izquierda, y más hacia la izquierda, y acaba casi en la banda contraria y chuta cruzado? Muchas veces. Y aun así, cuesta pararlo».

«Cuando pasaba por mi lado —recuerda Ponzio—, no le decía: “No me pasés más, somos los dos de Newell’s”. Eso no, pero, si iban ganando 4-0, le pedía: “Paren un poco, ya está”. Él me escuchaba, pero no daba mucha bolilla; viste cómo son ellos, juegan todo el tiempo en serio. Tampoco son de cargar, eh, son tipos que hacen su trabajo y se dan cuenta cuando el rival está sufriendo».

Al realizar sus diagonales, a finales de la época de Rijkaard y el primer año de Guardiola, el problema táctico eran sus propios compañeros: superaba líneas y rivales a tal velocidad que los suyos le estorbaban. Sus compañeros debían aprender a hacerle un aclarado, como ocurría con Michael Jordan en el baloncesto, y con el tiempo lo lógico era que desapareciera el nueve que ocupaba ese espacio que necesitaba Leo.

Cuando finalmente se trasladó al centro, la dificultad del adversario era decidir quién le marcaba, quién le salía cuando tenía el balón: los centrales preferían esperarlo al borde de su área, pero para entonces ya había empezado su carrera, y le resultaba fácil superarlos con su habilidad; por su parte, el mediocentro se veía desbordado por la presencia de más futbolistas del Barcelona que de su equipo.

«Hablar de tácticas defensivas contra el mejor Messi no sirve para mucho —sentencia el ex entrenador del Villarreal Juan Carlos Garrido—. Se han probado todas: le han hecho marcaje individual, todos metidos atrás, línea adelantada…, contra el mejor Messi ninguna táctica ha funcionado».

«Es demasiado bueno para realizarle un marcaje individual —señala Gio van Bronckhorst—. Siempre encuentra una salida en el uno contra uno». Su compatriota Mark van Bommel, que compartió vestuario con Messi en la temporada 2005-2006, tiene una solución: «Si alguna vez se ponía un poco chulín, le hacía una entrada fuerte y ya está. Al tío le gusta hacer caños hasta en los entrenamientos. En una sesión me lo hizo dos veces, así que tuve que ponerme serio: la entrada fue espectacular. Rijkaard estaba furioso. Nos pedía que no reaccionáramos así en el entreno. Pero supongo que en un partido sí se le puede tratar de ese modo». Paolo Montero, internacional uruguayo y ex de la Juventus, está de acuerdo: «La única forma es como se hacía antiguamente: pegándole y sacándole de la cancha, es la única que veo, porque de otra manera, no… [risas]».

Los equipos, conscientes de que no se podía marcar sólo a Messi, sino que había que defender al Barcelona, empezaron a juntar las líneas por el centro y a ceder las bandas al conjunto de Guardiola: desde ahí sólo podía hacerse daño con balones al área pero el equipo blaugrana no contaba con un rematador capaz de ganar la disputa aérea.

En mayo de 2011, el Manchester tenía dónde escoger estrategias defensivas.

Para esa final en Wembley, el Barcelona ya pudo contar con Éric Abidal, que había jugado un par de minutos en las semifinales ante el Madrid en uno de los momentos más emocionantes de la temporada. El jugador francés había sido operado en marzo de un tumor en el hígado. Ante el Manchester United, fue titular.

PG: En la segunda final con el Manchester United nos conocíamos mucho más, llevábamos tres años juntos y la jugamos un poco más concienciados de su relevancia: la primera fue como un regalo para todos. Ante la amenaza de nube de ceniza de un volcán islandés, tuvimos que ir a Londres antes. Eso nos proporcionó cuatro días enteros para nosotros, unos días relajados, algo que se daba muy raramente. Estábamos lejos de Barcelona y de la presión de la afición, amigos y familia. Estuvimos encantados de poder entrenar en el centro deportivo del Arsenal, y dispusimos de tiempo para prepararnos bien, para pensar en lo que teníamos que hacer, prepararnos para todo, sin dejar ningún cabo suelto. En la final, es más que obvio que jugamos bien, que éramos el mejor equipo. La primera final, en Roma, fue más igualada, pero en la segunda, en Wembley, fuimos mejores.

GB: Volviste a hacer un cambio táctico tras diez minutos, al retrasar a Leo a la altura de Xavi y a éste a la de Busquets, buscando superioridad desde la salida del balón. ¿O fue decisión de los futbolistas por cómo se daba el partido?

PG: En Wembley, el Manchester ya sabía que íbamos a buscar la superioridad en el centro del campo, porque ya jugábamos siempre de esa manera. Lo que pasa es que es difícil de parar: obligas al central a salir de su posición a zonas muy lejanas.

GB: Los jugadores entendían lo que requería el encuentro

PG: De manera natural, Xavi ya se retrasaba cuando hacía falta. Poco le puedes enseñar a un jugador como Xavi. Sólo susurrarle cosas. El resto ya lo sabe.

Guardiola les pidió a los suyos que fueran ellos mismos, más Barcelona que nunca, fieles al estilo.

Final de Champions 2010-2011. 28 de mayo de 2011.

F.C. Barcelona 3 - Manchester United 1. Estadio: Wembley de Londres

Barcelona: Valdés; Alves (Puyol, min. 88), Piqué, Mascherano, Abidal, Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro (Afellay, min. 92), Messi y Villa (Keita, min. 86). No utilizados: Olazábal, Bojan, Adriano y Thiago Alcántara.

Manchester United: Van der Sar; Fabio (Nani, min. 69), Ferdinand, Vidic, Evra; Valencia, Carrick (Scholes, min. 76), Giggs, Park; Rooney y Chicharito Hernández. No utilizados: Kuszczak, Owen, Anderson, Smalling y Fletcher.

Goles: 1-0, min. 27, Pedro. 1-1, min. 34, Rooney. 2-1, min. 54, Messi. 3-1, min. 69, Villa.

Luis Martín, «La Pulga se viste de diablo», El País: «Generoso como casi siempre, [Messi] jugó para el equipo antes que para sí mismo, combinó mucho y buscó pases interiores que hicieran daño. Lo consiguió, fue una pesadilla, un diablo contra los diablos rojos. Ningún jugador del Manchester United pudo echarle el guante. A Leo el gol le sale de las entrañas, así que no se fue sin su premio: un zapatazo desde fuera del área tan seco que Van der Sar no pudo ni reaccionar. “Tuve el espacio ahí, salió el arquero y por suerte entró”, describió el propio Messi. Puede que no sea su gol más bonito, pero puso por delante al Barcelona cuando más lo necesitaba. Lo gritó como nunca mientras corría a festejarlo a una esquina. Como casi siempre, por el camino pateó un micrófono y también la valla de publicidad. Y, si no se tiró a abrazarse a los aficionados, poco le faltó».

Tuits de ese día de Martí Perarnau: «Cerrar los pasillos de la Santísima Trinidad. Ésa era la clave para MU. No lo consiguió nunca. Dejó las puertas abiertas y Xavi, Iniesta y Messi se pasearon […] Xavi, Iniesta y Messi tocan y tocan para desordenar al rival y ganar superioridades. Cuando lo notan maduro y paralizado, dan el zarpazo […] Pep y Xavi son los guardianes del idioma futbolístico. Messi e Iniesta, la poción mágica. Puyol, el capitán de los valores. Los pilares de la tierra blaugrana […] Minuto 89: ocho canteranos sobre el césped, tres más en el banquillo, otros tres en grada. La Masía, más que una cantera […] El futuro tiene interrogantes, por supuesto. Pep es uno de ellos. El hambre de Messi, otro. Guardiola lanzó, por duplicado, un mensaje al club: que no traigan a nadie que perturbe a Messi. Y que traigan a quien apoye, rodee y ayude a Messi a seguir creciendo. Mensajes orientados».

Fue un partido completo de Messi y del equipo. Exquisito en la asociación y con la aparición determinante de Leo. Acababa de llevarse la Champions el que quizá era mejor conjunto de la historia. Y lo hizo por calidad, pero también por inteligencia. «En función de cómo fuera el partido, Pep solía decirle a Leo: “Ponte en medio” o lo que sea —analiza Pedro—. Y en seguida cambiábamos el esquema del equipo, todo muy rápido. Trabajamos mucho la táctica durante toda esa semana y por eso las cosas salían con naturalidad».

En Wembley, Messi no fue el de la jugada, el de la diagonal o el regate. «Su función en ese partido fue generar situaciones de superioridad numérica en el centro del campo entre él, Xavi, Busquets, Iniesta y Abidal cuando subía por la banda». Leo ayudó a que la posesión fuera del 68 por ciento y que el Barcelona lanzara veintidós tiros a puerta. El Manchester United quedó en cuatro. Marcó el segundo tanto y participó en el tercero. «Fue una barbaridad cómo se jugó. Creo que, hoy por hoy, no somos conscientes de lo que estamos haciendo», declaró Leo aquella noche.

Sir Alex Ferguson fue a buscar a Leo para felicitarlo sobre el césped. «Congratulation», le dijo.

«Realmente, nunca hemos podido controlar a Messi, era algo de lo que estábamos advertidos. No hemos logrado cerrar el centro del campo lo suficientemente bien como para contrarrestarlos», explicó más tarde.

PG: He aprendido con el tiempo que los grandes preparadores son entrenadores de personas. La táctica es muy importante, pero los Ferguson, Mourinho y demás son, sobre todo, grandes entrenadores de personas.

GB: Pese a haber dicho durante dos años que ya sabía cómo jugarle al Barcelona tras la derrota en Roma, Ferguson no supo contrarrestar su juego.

PG: No salieron a defender. Cuando nosotros estábamos bien, era difícil pararnos. Nos pasábamos el balón y les fuimos metiendo poco a poco atrás. No es que ellos hubieran decidido defender en su área, sino que conseguimos meterlos atrás. La idea que tenían era la de apretarnos en la salida del balón y así fue en los primeros diez o quince minutos tanto en Roma como en Wembley. Pero supimos crear superioridad y el Manchester, que es un grande, perdió el control del partido.

Guardiola iba abrazando a todos y, cuando le tocó a Leo, le dio las gracias. Éric Abidal jugó todo el encuentro. Carles Puyol le cedió el brazalete de capitán para que levantara la Copa de Europa, la cuarta que conseguía el club en su historia.

«Es el mejor jugador que he visto y que voy a ver —afirmó en rueda de prensa Guardiola sobre Leo, repitiendo una afirmación que ya realizó en la Supercopa española en agosto de 2009—. Podríamos competir a muy alto nivel, pero sin él no daríamos el salto de calidad […] Espero que no se aburra y que seamos capaces de que se sienta cómodo porque, cuando eso pasa, Leo no falla».

Messi fue nombrado mejor jugador del partido y habló para la prensa: «Queremos seguir ganando cosas. Hoy fuimos muy superiores y merecimos ganar. Ahora estamos de vacaciones. Bueno, yo me voy a la Copa América. Pero primero veremos cómo lo celebramos. Este equipo es de ganadores, todos lo sabemos, y tenemos que pensar únicamente en la celebración. Ya pensaremos en la temporada que viene».

Lionel Messi se fue a Argentina a descansar y a sufrir en la Copa América.

9. Los cinco goles al Bayer Leverkusen

Un mes y medio después de Wembley, la Argentina de Leo Messi fue derrotada por Uruguay en los penaltis en la Copa América que se celebraba en su país. «Diego Maradona tenía otra personalidad, era avasallador y contagiaba; eso es lo que no le veo a Leo Messi», se animó a decir el goleador histórico de Argentina, Gabriel Batistuta. La Pulga había marcado esa temporada 53 tantos con el Barcelona, pero no llevaba ninguno con la selección desde marzo de 2009, más de dos años atrás.

Supercopa de 2011, ida. 14 de agosto de 2011.

Real Madrid 2 - F.C. Barcelona 2

Real Madrid: Iker Casillas, Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo, Xabi Alonso, Khedira, Mesut Özil, Di María, Cristiano Ronaldo y Benzema. No utilizados: Adán, Arbeloa, Varane y Kaká.

Barcelona: Víctor Valdés, Dani Alves, Gerard Piqué, Eric Abidal, Adriano, Xavi Hernández, Seydou Keita, Andrés Iniesta, Leo Messi, David Villa y Pedro Rodríguez. No utilizados: Pinto, Fontàs, Busquets y Jonathan dos Santos.

Goles: 1-0, min. 13, Özil. 1-1, min. 35, Villa. 1-2, min. 45, Messi. 2-2, min. 53, Xabi Alonso.

Diego Torres, «De Formentera al cielo», El País: «Messi, que no jugó partidos amistosos y se pasó la pretemporada en un yate, castiga al Madrid en dos jugadas clave. Lo último que se supo de Lionel Messi Cuccittini antes de emprender la pretemporada, el lunes de la semana pasada, fue que pasó unos días con su novia, Antonella, en un yate anclado en Formentera. De eso han pasado exactamente siete días. Le bastaron cinco sesiones de preparación física para acudir al Bernabéu a jugar la Supercopa de España. Nada de amistosos. Nada de giras de verano. A jugar.

»[…] Messi sólo hizo una cosa en la primera media hora: dar un pase raso a Villa, a la espalda de Ramos. El pase fue perfecto, con una comba que se acoplaba al desmarque como un molde a medida del movimiento del delantero. El árbitro pitó fuera de juego de Villa».

José Sámano, «El Madrid da vida al Barça», El País: «[…] Cuando todo presagiaba una tormenta para el Barça, el partido pegó un vuelco inesperado. A Messi no se le había visto ni la sombra. Messi, que no necesita mucha liturgia, apareció por fin y Villa, en el primer disparo de los suyos, pegó a la pelota como si fuera un plátano. El balón hizo una comba imposible para Casillas. Turbado el Madrid, incrédulo ante semejante accidente, Messi, pícaro como es, adivinó la pájara de su rival y aprovechó que a su alrededor se atropellaran Khedira y Pepe. Si el empate parecía un espejismo, el giro en el resultado era un misterio trinitario».

Cuando se confirmó la destitución de Sergio Batista y la elección de Alejandro Sabella, el nuevo seleccionador viajó a Barcelona y charló con Pep Guardiola, quien le aconsejó que hablara poco con Leo, que lo rodeara de compañeros que lo respetaran y que le hicieran el trabajo más sencillo, que escuchara lo poco que le iba a decir y que no lo sustituyera nunca, «ni para recibir una ovación».

A la vuelta de las vacaciones, de las que Leo regresó más tarde por su participación en la Copa América, el Barcelona, que había fichado a Cesc, del Arsenal, y a Alexis, del Udinese, se enfrentó al Real Madrid de Mourinho, al que se le fue un dedo.

Se dejó la conclusión para la vuelta.

Supercopa de 2011, vuelta. 17 de agosto de 2011.

F.C. Barcelona 3 - Real Madrid 2

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Abidal, Sergio Busquets (Keita, min. 85), Xavi, Iniesta, Pedro (Cesc, min. 82), Villa (Adriano, min. 73) y Messi. No utilizados: Pinto, Fontàs, Thiago, Keita y Alexis.

Real Madrid: Iker Casillas; Ramos, Pepe, Carvalho, Coentrão, Xabi Alonso, Khedira (Marcelo, min. 45), Di María (Higuaín, min. 63), Özil (Kaká, min. 78), Cristiano Ronaldo y Benzema. No utilizados: Adán, Marcelo, Albiol, Arbeloa y Callejón.

Goles: 1-0, min. 15, Iniesta. 1-1, min. 19, C. Ronaldo. 2-1, min. 44, Messi. 2-2, min. 82, Benzema. 3-2. min. 88, Messi.

José Sámano, «Messi sí que es único», El País: «El argentino resuelve la Supercopa a favor del Barça en un duelo intenso con el Madrid. No hay Madrid que por ahora pueda con Messi, el mayor castigo de su historia. Ni siquiera cuando el equipo de Mourinho se aplica como nunca y el Barça aún tiene agujetas. Él sí que es único: con Messi al frente, el equipo azulgrana no tiene calambres».

Cayetano Ros, «Fútbol de otro planeta», El País: «[…] Messi. Enfadado, crispado, motivadísimo, el argentino Messi sumó dos tantos más a su rival preferido, evitando así una prórroga a la que el Madrid llegaba más fresco. Como se vio esposado por un marcaje casi al hombre de Pepe, decidió bajar a por oxígeno al centro del campo. Allí se desembarazó de Khedira y envió el pase raso en vertical a Iniesta, que abrió el partido y lo convirtió en un espectáculo impagable. Aunque falto de rodaje, tuvo resuello para crear otra obra de arte junto a Piqué: el taconazo de éste le dejó solo ante Casillas. Esta vez resolvió con una picadita con la bota derecha por encima del cuerpo alargado del arquero madridista, que se había comido el engaño. Por otro genio. Messi remató la faena con una volea que vale una Supercopa».

Santiago Siguero, «Messi es el ciclo», Marca: «[…] Messi derrotó al Real Madrid. Prácticamente solo, el argentino tumbó de nuevo a un equipo que ha encontrado en el argentino a su maldición. Porque fue un buen Madrid, de nuevo, superior en lo colectivo al Barça, pero que no resiste la comparación entre su estrella y la azulgrana. El Di Stéfano del Barça».

Esa temporada que había empezado tan bien se convirtió en fuente de malas noticias, que dejaron al grupo emocionalmente exhausto. Tito Vilanova descubrió en noviembre de 2011 que tenía un cáncer en la glándula parótida.

Leo también padecía en silencio el cáncer de un familiar muy cercano. El contraste entre la felicidad de los títulos y el golpe de realidad era difícil de llevar y Messi intentó que no se le notara en el campo de entrenamiento. Pero el mundo se había hecho adulto y complejo de repente. Se acercó todavía más a su familia y se distanció de las cosas que menos importan, así como de uno de los colaboradores de Pep, al entender Leo que había querido acercarse demasiado al confuso momento emocional que estaba viviendo.

Mientras crecía un monstruo en su interior, Abidal fue titular en la final del Mundial de Clubes contra el Santos de Neymar Jr., del que se decía que podía convertirse pronto en uno de los mejores futbolistas del mundo. Messi tenía otro reto: dejar las cosas en su sitio. En parte obligado por la llegada de Cesc Fàbregas, Guardiola buscó la máxima expresión de su idea futbolística al encajar cinco centrocampistas y Messi, que era ya un ocho creador, un nueve goleador y un diez asistente. Dani Alves y Thiago jugarían de falsos extremos en un salón de espejos futbolístico donde nadie era lo que parecía.

Mundial de Clubes 2011. 18 de diciembre de 2011.

Santos F.C. 0 - F.C. Barcelona 4. Sede: Yokohama

Santos: Rafael Cabral; Danilo (Elano, min. 30), Edu Dracena, Bruno Rodrigo, Durval, Leo; Henrique, Arouca, Ganso (Ibson, min. 83); Borges (Kardec, min. 78) y Neymar. No utilizados: Aranha, Vladimir, Aguiar, Carvalho, Vinicius, Anderson, Renteria, Para y Diogo.

Barcelona: Víctor Valdés; Puyol (Fontàs, min. 85), Piqué (Mascherano, min 56), Abidal; Alves, Busquets, Xavi, Thiago (Pedro, min. 78); Iniesta, Cesc y Messi. No utilizados: Pinto, Olazábal, Alexis, Keita, Jonathan dos Santos, Maxwell, Adriano y Cuenca.

Goles: 1-0, min. 17, Messi. 2-0, min. 24, Xavi. 3-0, min. 45, Cesc. 4-0, min. 82, Messi.

Luis Martín, «Que la historia le juzgue», El País: «“Que la historia le juzgue”, pidió Mascherano al hablar de Messi, que ayer demostró otra vez por qué recibirá seguramente su tercer Balón de Oro consecutivo el próximo 9 de enero. Messi, escogido el mejor jugador del partido y del torneo, no tiene hoy rival capaz de competir con su talento. No lo consiguió ayer Neymar, puesto frente al espejo de La Pulga.

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