Messi

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TERCERA PARTE EN LA CUMBRE » 1 CON PEP. POR PEP. POR LEO

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La prensa catalana prefirió ignorar las señales de alerta y respaldó unánimemente a Guardiola, de quien esperaban que confirmara cuanto antes que iba a renovar su contrato un año más. En algunos artículos se empezó a sugerir que algunos jugadores habían perdido la pasión y la concentración que los había llevado tan lejos. Pero el equipo seguía más o menos compitiendo ante un Real Madrid que parecía más fuerte que nunca, pese a no conseguir distanciarse del todo del Barcelona en la Liga. Y eso siempre ayuda a cubrir las rendijas.

Como los periodistas no tienen acceso al campo de entrenamiento, la poca información procedente de la ciudad deportiva se usaba para explicar todo tipo de teorías.

La airada reacción y pública recriminación de Leo al canterano Marc Bartra tras una fuerte entrada de éste fue muy criticada por quienes querían demostrar el «nuevo» comportamiento de la Pulga. Lo cierto es que la acción del joven central supuso para Messi una contusión en el gemelo que le impidió jugar un amistoso ante el Hamburgo.

Se repetía la escena de años atrás con Thiago Motta o Sergio Busquets; a nadie le gusta que le entren con tanta dureza en un entreno. Bartra, recién ascendido al primer equipo e influido por su lógico entusiasmo y sus ganas de impresionar al entrenador, calculó mal la intercepción del balón y pudo haber lesionado seriamente al argentino. Para sus compañeros, algunos de los cuales criticaron al canterano, la de Leo no fue sino la típica respuesta a un uso excesivo de fuerza.

En esta atmósfera confusa, Guardiola lo puso todo en una balanza: estaba a punto de tomar una decisión. «Sería difícil encontrar sustituto. El Barcelona lleva cuatro años jugando así por él —dijo Messi en marzo de aquella temporada—. Para mí, es más importante él que yo en el Barcelona. Nosotros estamos igual que ustedes, a la espera de que decida si se va a quedar o no». Y, ¿qué iba a suceder si Pep decidía marcharse? «El club va a seguir y nosotros también. Pero será muy diferente sin Guardiola».

Y así se llegó al mes de abril, clave en el discurrir de una temporada que tenía al Madrid al frente de la competición española y con el Barcelona en las semifinales de la Liga de Campeones. El Chelsea era el rival a batir.

El cuerpo técnico del Chelsea se sorprendió de que Messi, encerrado en la trampa defensiva, sólo hiciera tres jugadas de alta intensidad en todo el encuentro. Los ingleses no jugaron un 4-5-1 como se dijo, sino un 4-4-1; Raúl Meireles era el undécimo jugador, que se aparcó como una especie de poste a la izquierda del campo, para impedir que Leo arrancara en el espacio donde suele iniciar su carrera.

Ida de las Semifinales de Liga de Campeones. 18 de abril de 2012.

Chelsea F.C. 1 - F.C. Barcelona 0

Chelsea: Cech; Ivanovic, Terry, Cahill, Ashley Cole; Mikel, Lampard; Mata (Kalou, min. 74), Meireles, Ramires (Bosingwa, min. 88) y Drogba. No utilizados: Turnbull, Essien, Torres, Malouda y Sturridge.

Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Mascherano, Adriano; Xavi (Cuenca, min. 87), Busquets, Cesc (Thiago, min. 78); Alexis (Pedro, min. 66), Messi e Iniesta. No utilizados: Pinto, Piqué, Bartra y Keita.

Gol: 1-0, min. 45+2, Drogba, a pase de Ramires desde la izquierda.

Martí Perarnau en www.martiperarnau.com: «El guión decía que el Chelsea sólo quería una cosa: robar un balón, un único balón en todo el partido, y pasárselo a Drogba para que resolviera. Sólo ha tenido una ocasión: precisamente ésa. En un momento torpe de Messi, resintiéndose del abductor por un resbalón, robo, contra y mordisco… Drogba en mayúsculas, como ha sido siempre. El de las grandes ocasiones.

»El resultado certifica mejor ejecución en los ingleses. Se cerraron bien, tapiaron todos los pasillos y tejieron un ovillo impenetrable. Cech resurgió de sus pesadillas y la pareja Terry-Cahill emularon la “táctica Levante”: esperar a Messi, sin saltar a por él. El sábado, Iborra fue una sola vez a por Messi y esa tentación le costó un gol. Hoy, Terry y Cahill no picaron el anzuelo y esperaron siempre, sabiendo que eso le duele al argentino».

Tres días después, en el Clásico del Camp Nou, se decidía la Liga. A cuatro jornadas del final, el Madrid estaba a cuatro puntos.

Según cuenta Diego Torres en su libro Prepárense para perder, los futbolistas del Madrid comentaron sorprendidos que Messi jugó como si se dosificara, como si estuviera protegiéndose de una lesión. «El héroe local caminaba, miraba, rumiaba. ¿Se reservaba? ¿Para qué? Algo no marchaba bien en la caseta de Guardiola y el Madrid se presentó con Cristiano en su apogeo». Fue la segunda victoria importante del Madrid de Mourinho en un Clásico, tras la de la final de Copa de la temporada pasada.

21 de abril de 2012. Jornada 35 de Liga.

F.C. Barcelona 1 - Real Madrid 2

Barcelona: Valdés; Puyol, Mascherano, Adriano (Pedro, min. 74); Thiago, Xavi (Alexis, min. 69), Busquets, Iniesta; Alves, Messi y Tello (Cesc, min. 80). No utilizados: Pinto, Piqué, Keita y Montoya.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Pepe, Coentrão; Khedira, Xabi Alonso; Di María (Granero, min. 74), Özil (Callejón, min. 88), Cristiano Ronaldo y Benzema (Higuaín, min. 93). No utilizados: Adán, Kaká, Marcelo y Albiol.

Goles: 0-1, min. 17, Khedira. 1-1, min. 70, Alexis. 1-2, min. 73, Cristiano Ronaldo.

Santiago Siguero, «La Liga en Cristiano», en Marca: «Un gol de Cristiano a la contra mató al Barça y acerca la Liga a un Madrid que realizó un ejercicio de practicidad y eficiencia en el Camp Nou. Instantes después del empate del Barça, el luso recibió un pase al espacio de Mesut Özil […] Este tanto puede valer un título de Liga para el Madrid después de tres consecutivos para los catalanes. Y, quizá, sentar las bases de ese cambio de ciclo por el que el madridismo lleva tanto tiempo suspirando».

Diario argentino Olé: «Esta vez, el duelo entre Messi y Ronaldo fue para el portugués, que le dio la victoria en el Camp Nou al Real y, encima, lidera la tabla de goleadores con 42. Muy marcado, el mejor del mundo metió un pase de gol genial y generó el 1-1».

La decisión de Pep de alinear a Tello y dejar en el banquillo a Piqué, Cesc, Pedro y Alexis desató una discusión en el vestuario. ¿Qué pretendía Guardiola? ¿Quería castigar a alguien por no ser suficientemente obediente, como sospechaban algunos futbolistas? ¿O se trataba solamente de una decisión táctica? Cuenca iba a ser titular en el encuentro ante el Chelsea y eso fue analizado desde el vestuario como otro error de cálculo. Miren el banquillo.

Vuelta de las Semifinales de Liga de Campeones. 25 de abril de 2012.

F.C. Barcelona 2 - Chelsea F.C. 2

Barcelona: Valdés; Puyol, Piqué (Alves, min. 26), Mascherano; Xavi, Busquets, Cesc (Keita, min. 74); Messi; Cuenca (Tello, min. 67), Alexis e Iniesta. No utilizados: Pinto, Adriano, Thiago y Pedro.

Chelsea: Cech; Ivanovic, Cahill (Bosingwa, min. 12), Terry, Ashley Cole; Lampard, Mikel; Mata (Kalou, min. 58), Meireles, Ramires y Drogba (Torres, min. 80). No utilizados: Turnbull, Essien, Malouda y Sturridge.

Goles: 1-0, min. 35, Busquets. 2-0, min. 43, Iniesta. 2-1, min. 45+1, Ramires. 2-2, min. 92, Torres.

Ramon Besa, «El monólogo más trágico del Barcelona», El País: «Aseguran que Dios te quita aquellas cosas que antes te ha dado. No es que al Barcelona le hayan regalado los títulos desde la llegada de Pep Guardiola. El fútbol azulgrana ha cautivado incluso a aquellos a los que no les gustaba el fútbol. Ocurre que la pelota que anteriormente acababa en la red da ahora en la madera y las derrotas se encadenan con la misma celeridad que se daban las victorias. Los mismos rivales a los que el Barça sometía hace poco con su música de jazz se cobran hoy las cuentas pendientes con un juego propio de una banda de rock y los delanteros empequeñecidos en su día por Messi desfilan por el Camp Nou para cobrarse la revancha. Ya pasó con el Madrid el sábado y ayer con el Chelsea. Ocurrió con Cristiano Ronaldo y Drogba o, tanto da, con Torres. Atormentado y desvencijado, muy desafortunado, al Barça se le escapó la final de la Champions tres días después de perder la Liga».

Martí Perarnau en www.martiperarnau.com: «Partido sin historia, historia repetida, repetición de la ida, partido de la marmota: Inter 2010; Chelsea 2012. Dominio absoluto, rival sometido, una muralla de hormigón armado, magnífico ejercicio de supervivencia de un Chelsea disminuido por la lesión precoz de Cahill y la expulsión de Terry en un gesto inconcebible en un capitán experimentado. Guardiola plantea bien el partido: abre bandas, planta un doble falso nueve con Cesc y Messi, mastica un juego similar al balonmano, de costado a costado y busca romper por el centro.

»Defensa flotante nuevamente sobre Messi, que percute y percute con el apoyo de Xavi y Busquets, pero se estrella inexorablemente contra la pared blanca. Este Barça que llegó a ser invencible, probablemente el equipo más sólido, coherente y competitivo de la historia, padece ahora su particular talón de Aquiles: le han encontrado las respuestas y deberá construir nuevas preguntas y nuevos retos».

En el vestuario lloró Pedro; también Leo, que llevaba 63 goles esa temporada pero envió un penalti al poste que hubiera supuesto el 3-1 y dio otro tiro al palo. «Era una final que queríamos jugar y se nos escapó —recuerda el extremo canario—. Es que la tuvimos. Y fue el partido en el que quizá le he visto más angustiado y como dolido, no sé si por haber fallado un penalti o por no haber podido estar en la final. Supongo que todo afecta».

Pep Guardiola convocó al presidente del Barcelona a la mañana siguiente. Sospechando su marcha, Leo Messi envió varios sms muy cariñosos a su entrenador intentando convencerlo para que no se fuera. Pep los guarda todavía.

Pero las pequeñas heridas se habían infectado. Y el cansancio se había apoderado de todo.

Dos días después, Guardiola comunicó a los futbolistas que se iba.

Los jugadores no tenían claro si Pep se marchaba o no, pero, tras recibir la confirmación y mientras entrenaban, la conversación giró hacia el futuro. ¿Quién lo iba a sustituir? Después de la sesión, el grupo supo que Tito Vilanova se iba a hacer cargo del equipo y eso se sintió como un alivio, lo menos trágico. «Después de irse el entrenador más ganador de la historia de este club, que quedara alguien tan cercano a él era algo muy bueno para nosotros», cuenta Mascherano, que recuerda el sentimiento de shock que invadió aquel día la ciudad deportiva.

Tras el entrenamiento, Pep, acompañado por el entonces presidente Sandro Rosell y el director deportivo Andoni Zubizarreta, anunció en rueda de prensa su decisión. Leo no estuvo presente, pero sí acudieron Puyol, Xavi, Iniesta, Busquets, Valdés, Cesc, Piqué y Pedro.

«El tiempo siempre desgasta y yo me he desgastado —dijo Guardiola—. Me he vaciado y necesito llenarme. Creo sinceramente que el próximo dará cosas que yo ya no puedo dar. Para estar aquí sentado cada tres días, el entrenador ha de estar fuerte, tener vida, pasión. La he de recuperar y sólo se consigue descansando, alejándome, porque creo que nos hubiéramos hecho daño, ésa era la percepción… Sé de dónde me voy, pero creo que hago lo que me toca. Sé lo que me llevo, eso es lo que me queda».

«¡Leo está! ¡Leo está! Las muestras de cariño de todos han sido muy grandes estos días», concluyó Guardiola cuando se le preguntó por la destacada ausencia del crack.

Messi no tenía claro lo de la rueda de prensa. Los capitanes (Valdés, Xavi, Iniesta y Puyol) recibieron la información sobre la misma y fueron pasándola, pero no les llegó a todos. «Le dio rabia que Pep se despidiera y no estar —cuenta Piqué—. No se comunicó bien en el vestuario». Además, en un principio parecía que sólo iban a ir los cuatro, representando al grupo. A los que fueron les extrañó no verlo, ése fue el grado de confusión. Tan pronto como Leo y Mascherano conocieron la presencia de otros futbolistas además de los capitanes, supieron también que se producirían especulaciones sobre su ausencia.

Unas horas más tarde, la Pulga escribió en su Facebook: «Quiero agradecer de todo corazón a Pep lo mucho que ha dado a mi carrera profesional y personal. Debido a la emotividad que siento, preferí no estar presente en la rueda de prensa de Pep. Quise estar lejos de la prensa sobre todo porque sé que ellos buscarán los rostros de pena de los jugadores y esto es algo que he decidido no demostrar».

Quedaba un gesto por hacer. El Barcelona se enfrentaba al Espanyol en la 37.a jornada con todo ya resuelto, y el club aprovechó que se trataba del último partido en el Camp Nou para homenajear a Pep. Antes del mismo, Leo le dijo a su padre que se sentía entristecido por la marcha de Pep; la Pulga siente cada cambio importante como un pequeño duelo. Reconocía que había hecho muchas cosas buenas por el equipo y por él, y pensó en hacerle un gesto de cariño.

El que vio el público ocurrió durante el encuentro.

Leo Messi marcó los cuatro goles del partido. La Pulga apuntó con el dedo a Guardiola tras el primero, una falta directa. Justo antes del cuarto gol, Javier Mascherano le recordó que igual sería buena idea acercarse a Pep si volvía a marcar.

Y llegó el cuarto gol. Leo corrió hacia el banquillo y se abrazó con su entrenador.

Si el abrazo que le dio a Ronaldinho fue el del cambio generacional, el del niño que agradecía a su mentor los cuidados, aquel gesto con Pep fue el de gratitud a un superior por haber entendido sus necesidades.

«Gracias por todo», le dijo Pep a Messi al oído.

Lo que nadie vio ocurrió antes del partido. Muchas veces se cree que, sin la exteriorización de sentimientos, las cosas valen menos. Pero a Leo no le gusta mostrar en público lo que siente. Messi y Pep se habían cruzado alejados de los ojos de la hinchada, en la intimidad del túnel de vestuarios. Ese abrazo duró una eternidad.

«Para agradecerle y porque me salió así»; de esa manera Leo explicó tras el encuentro su gesto, el público.

Todavía hubo tiempo de ganar la Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao, un 3-0 con un tanto de Messi, el segundo del partido. Tras conseguir el decimocuarto título de aquella era, Pep le volvió a agradecer mil cosas a la Pulga: «Gracias, Leo. Hemos ganado la hostia, pero sin ti hubiéramos ganado la mitad».

La Pulga se fue con la selección unos días después y desde ahí tuvo palabras de recuerdo para Guardiola. «Me quedé sorprendido y triste cuando supe que se iba. Siempre tendrá mi respeto y aprecio. Ahora comienza una nueva etapa, esperemos continuar de la misma manera».

Leo Messi y Pep Guardiola no volvieron a hablarse, no mantienen el contacto.

Se vieron brevemente en la ceremonia del Balón de Oro, en enero de 2013. Se saludaron y poco más. Tampoco se cruzaron durante el amistoso que el Barcelona jugó en Múnich ante el Bayern. «No lo he visto», dijo Leo al acabar el encuentro.

La distancia, la frialdad, sólo se explica por la necesidad de descompresión tras cuatro años muy intensos. «Ha de pasar cierto tiempo, ¿verdad? —analiza Joan Laporta—. Con la perspectiva del tiempo, uno se da cuenta de lo que ha hecho, de lo que ha sucedido, de quién estuvo a su lado. La alta competición exige una fuerza mental fuera de lo común. Y al acabar, hace falta tiempo para verlo todo con ojos nuevos. Hay cariño por ambas partes, me consta».

Pep recordará siempre que tuvo a sus órdenes al mejor jugador de la historia. Y sabe que Leo le quiere.

Y que no se lo sabrá decir.

Los dos son conscientes de lo que se han dado mutuamente. Y cuando se retiren, o cuando se vuelvan a encontrar, en algún momento se darán un nuevo abrazo. Y no hará falta decir nada más.

Pero, tras la marcha de Pep, a Leo le preocupaba, sobre todo, cómo le iba a ir con el nuevo entrenador.

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