Messi

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18. Rosario, dulce hogar

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Rosario, dulce hogar

En Rosario, una calurosa mañana, Celia lleva a María Sol por la calle cogida de la mano, que se le resbala una y otra vez. Matías y Rodrigo las preceden. Se dirigen al campo de fútbol del barrio, para que María Sol vea jugar a los chicos. Los vítores, los gritos y las risas resuenan en el aire, y Celia recuerda el tiempo en que distinguía la risa de Leo de las demás a una manzana de distancia. Cuando llegan al campo, ve que algunos de los chicos visten camisetas del Barça.

En medio del partido, Matías y Rodrigo se reúnen con su madre y su hermanita junto a la valla. Celia siente a su lado el espíritu de su madre. Y cuando mira el terreno de juego, imagina a Leo, el niño más pequeño del equipo, correr hacia la portería, amagar a la izquierda para engañar al defensa, ir a la derecha, pasar el balón por encima del portero y mandarlo al fondo de la red rozando el larguero.

Consulta su reloj y, con los ojos muy abiertos, anuncia al resto de la familia:

—¡Ya es casi la hora! ¡El partido está a punto de empezar! ¿No es increíble! Hoy Leo va a jugar por primera vez con el primer equipo.

Rodeada por sus hijos, Celia vuelve a casa apresuradamente para ver el partido.

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