Matrix

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Tercera parte » 4

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Marie responde que es cierto, pero que ese campo quedó reducido a cenizas y no contagió a ningún otro, y que confía en que Leonor alabe la cosecha de la abadía y no transmita la noticia de la plaga de un campo diminuto y sin consecuencias. Está en la naturaleza de algunos campos que las plagas los ataquen. Leonor, con sus sabios conocimientos de agricultura, lo sabe mejor que nadie. 

Los campos de la reina, escribe Leonor con brusquedad, nunca han tenido plagas, pese a lo que haya podido oír Marie. Cuanto más rica es la cosecha, más falsos rumores propagan quienes buscan bajar el precio en el mercado.

Por supuesto, responde Marie, ella no insinuaba eso, antes bien buscaba un gesto de solidaridad, los campos de Leonor son ricos, igual que los de Marie, ambas saben cómo funciona, y ambas luchan contra los viejos carroñeros, la Calumnia y el Rumor. Quizá algún día Leonor pueda visitar la abadía y así puedan cabalgar juntas por los campos de Marie. La abadesa ha construido unos aposentos individuales hermosísimos, con un tapiz de un unicornio tejido por sus propias monjas, que reserva para su regente. Quizá a la reina le guste tanto que se decida a ir allí cuando se retire del mundo.

Marie siente que le falta la respiración durante el mes en el que espera la respuesta.

Ay, querida Marie, escribe Leonor por fin. Incluso ahora, que ambas son tan viejas, Marie continúa con sus estratagemas. ¿Es que la abadesa no se acuerda? No son esa clase de amigas que se quieren más cuando están en el mismo lugar y cabalgan por los mismos campos. Ellas, escribe la reina, deben ser amigas en la distancia.

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