Lucifer

Lucifer

JKN


En medio de una legión de los más valientes soldados, se distinguía uno, el más bello, grande y bravo guerrero.

Poseía cualidades, dotes y habilidades inigualables, no era el único pero era inevitable que no sobresaliera del resto. Su don de mando, persistencia, sagacidad y astucia eran solo parte de

sus muchas virtudes.

Y como sus peculiaridades eran en gran número, así mismo eran sus defectos, siendo un gran guerrero; era altivo, orgulloso y se creía superior a los de su clase, se tenía en gran estima, se envanecia de su garbo, porte y fuerza.

Él encabezaba la comitiva aquel día, habían sido llamados y esperaban impacientemente conocer cual era la razón.

Sin previo aviso y en medio del murmullo de la tropa, de improvisto tronó la voz de quien los había hecho venir. Su presencia impuso en los soldados un gran respeto y un silencio extremo se propagó por todo el lugar, y prestos a escuchar dirigieron todos la mirada hacia el mismo punto.

- Amados míos - dijo una fuerte, calida y profunda voz - cada uno de ustedes es hijo mío y los amo como tal, mi amor los cubre a cada uno de ustedes de igual manera.

Se que su lealtad hacía mi es única, pero llegado el momento oportuno mi hijo nacerá, para salvación de mi pueblo, entregará su vida por el pecado de los demás y reinará a mi lado por la eternidad. Cada uno de ustedes lo servirá y adorará como a mí.

Se hizo una pequeña pausa, nadie movió un solo músculo.

Sucedió entonces que los ojos del bravo guerrero, se encendieron de pronto, su orgullo encegueció su razón. Se acercó a Dios, su padre, tan cerca como pudo y con voz fuerte se pronunció.

- Yo Luzbel, el más bello de todos tus hijos, el más bravo de tus arcángeles, no acepto tal hecho, no serviré a nadie que venga detrás de mí. Estoy cansado de adorarte siendo que tu mismo me has dado las facultades para que otros me adoren. Jamás doblaré mis rodillas ante ningún hombre, ni aunque lo llames tu hijo.

- Padre mió, me niego a obedecer tu voluntad.

Dando media vuelta, levantó su puño y concluyó. - ¿Quién de ustedes hermanos me seguirá? todo aquel que desee la libertad y la alabanza del universo, puede venir conmigo.

Por un breve momento todo fue una confusión, muchos dudaban que partido tomar, otros ya contagiados por la soberbia de Luzbel, se unieron inmediatamente a este, separándose del resto de ángeles.

Con el puño aun levantado Luzbel gritó: - ¡no serviré! ¡nunca más¡ - y los demas rebeldes a una voz hicieron lo mismo.

Por este hecho Luzbel se constituyó entonces como el adversario y fue conocido como "Lucifer".

Un arcangel igual en belleza y valor que Luzbel, pero obediente a Dios, postrándose por amor ante el trono del Padre Celestial y respondiendo al grito de su hermano, pronunció: ¿Quién como Dios? y desde ese instante, por aquel grito, obtuvo el nombre de Miguel.

El alboroto se tornó en batalla entre ambas partes, pero Lucifer y sus ángeles no soportaron la cruenta pelea, al final no resistieron y fueron vencidos. Perdieron su lugar en el cielo, siendo echados entonces el demonio y sus secuaces con él.

"No fue por un defecto de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles caídos no fuera perdonado, sino debido al carácter irrevocable de su elección."

Ellos decidieron y sellaron su destino, al igual que cada uno de nosotros puede hacerlo. La libertad de decidir es el regalo más preciado que poseemos.


Última modificación: 23 de julio de 2018

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