Lucifer

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¿La bruja más poderosa?

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¿La bruja más poderosa?

 

En el sueño ella siempre viste de rojo, un hermoso y elegante vestido rojo de gala. Los más supersticiosos de sus seguidores han comenzado a llamarla la mujer de rojo, lo que le recuerda siempre al Hombre de Negro en las novelas de Stephen King.

 

Sabe que está soñando, y sin embargo todo se siente tan real, tan vívido.

 

Vivian mira hacia un lado y ahí lo ve. Su esposo. Ella es soltera y nunca ha tenido un novio siquiera, y aunque ese hombre jamás se lo ha dicho, en los sueños ella simplemente lo sabe, están casados. El hombre de cabello negro y tez pálida se acerca hasta ella, y le rodea la cintura con un brazo mientras que la otra mano la lleva hasta su vientre, y Vivian puede sentir la fuerza inquebrantable de una nueva vida latiendo dentro de ella.

Están en alguna especie de gala, ella puede sentir la alfombra aterciopelada bajo sus tacones, el rojo extendiéndose por el suelo. Comienzan a caminar hacia una puerta, hacia un umbral, hacia la ceremonia de la cual ellos serán protagonistas, las miradas de adoración los contemplan ensimismados, como si ella y su esposo fueran una especie de dioses. Vivian alcanza a vislumbrar entre los espectadores la marca, el distintivo que todos ellos portan, el triple 6 tatuado ya sea en la espalda alta o en el antebrazo...

 

Cruzan las enormes puertas dobles, y al igual que el resto de noches, el sueño termina...

 

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Vivian despertó conmocionada, empapada en sudor. Pero ya estaba acostumbrada, se deshizo rápido del recuerdo del sueño y se preparó para empezar un nuevo día.

 

Fue al baño antes de desayunar y mientras se bañaba no podía dejar de sentir odio. Estaba enojada con la vida, enojada con sus tías y enojada con sus poderes, eran una maldición. Si ya de por sí siempre había sido rara, ahora, al tener que estarlos ocultando o que algún nuevo poder hiciera su extraña aparición en los momentos más inoportunos, la hacía sentir todavía mucho más inadaptada.

 

Y sus tías no contribuían en ayudarla. Ellas querían que aceptara su destino de bruja, pero Vivian no lo quería, se rehusaba a dejar que alguien que no fuera ella misma decidiera su destino. Y piensa en el hombre de sus sueños, también a él lo odia, lo odia por abandonarla, si realmente existe, ¿dónde estuvo durante toda su infancia, si en verdad están destinados a casarse, por qué no envió ayuda por ella durante todos esos años que pasó en los orfanatos?

 

Él y sus tías la abandonaron cuando más los necesitó, así que ahora que se ha convertido en una mujer fuerte e independiente no los necesita, los rechaza a todos ellos y no quiere saber nada de brujas, hombres misteriosos o destinos, piensa amargamente mientras se seca el cuerpo y comienza a vestirse.

 

Ella no es una bruja, ella es Vivian y no necesita de nadie.

 

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—¿Acaso no sientes el poder dentro de ti, bullendo iracundo, como una olla hirviendo a punto de estallar?

 

—No tías, no siento poder alguno en mí y no me interesa nada  de lo que puedan decirme —contestó secamente Vivian.

 

Se encontraban en la galería de arte donde estaban expuestas los mejores cuadros de Vivian; eran imágenes que representaban tomas amplias de la ciudad durante los crepúsculos más hermosos que teñían la imagen de tonos rojos y púrpuras, así como pinturas de rostros de gente común y corriente expresando en una sola imagen todo el

sufrimiento desgarrador así como la alegría inmensa que los humanos son capaces de sentir.

 

Sus tías, Selma y Frida, la habían ido a visitar, y tras llevarla aparte, a un rincón de la galería, lejos de oídos indiscretos, habían comenzado de nuevo. Preguntas sobre sus poderes y sobre su destino.

 

—Cariño, sabemos que tienes más de un poder —dijo pacientemente la tía Selma, la mayor de las dos y la más responsable.

 

—No sé de qué hablan.

 

—Vivian, hemos respetado tu decisión de mantenerte en el anonimato, pero con todo lo que está pasando ahora en el mundo, las demás deben saberlo —terció la tía Frida, quien parecía ser más empática con Vivian y entenderla un poco mejor —hace generaciones que no existía una bruja como tú —dijo bajando la voz, casi en un susurro.

 

—¿Qué tiene que ver lo que pase en los noticiarios conmigo? —restalló Vivian.

 

—No lo entiendes, todo está conectado —dijo Selma —. Dos temblores en el mismo país en menos de un mes, volcanes que llevaban siglos inactivos ahora han despertado, la racha de tsunamis en Asia, los líderes políticos de los países más poderosos haciendo declaraciones hostiles unos en contra de otros. Todo eso se relaciona, y ahora el despertar de tus poderes...

 

—Sigo sin entender la relación— interrumpió Vivian, comenzando a irritarse.

 

La tía Frida, quien era menos fría que su hermana llevó una mano al hombro desnudo de Vivian y lo estrechó con cariño. Selma volvió a hablar:

 

—Como ya te dijo Frida, tus poderes son algo inaudito, se necesitan años y años de práctica para alcanzar a dominar por lo menos tres, y sólo las Ancianas lo pueden hacer de una manera efectiva, pero tú, tú pareces poseer más de tres poderes —dejó las frase volando en el aire.

 

—Hay una profecía —continuó ahora Frida —en ella se dice que hechos terribles que acaecerán en la Tierra desencadenarán el despertar más poderoso que las brujas hayamos visto jamás.

 

—Pues yo no soy esa bruja —contestó tajante.

 

—No sabemos si lo seas o no —dijo Selma —lo que sí te puedo asegurar es que el día en que tengas que usar tus poderes, dejarlos salir o dejar que mucha gente muera por tu apatía e irresponsabilidad, está cerca. El día en que tengas que tomar una decisión se acerca, y nosotras no estaremos ahí para guiarte.

 

Después de eso se despidieron de ella, dieron media vuelta y salieron con pasos rápidos de la galería, dejando a Vivian ahí sola, confusa y llena de dudas y preguntas acerca de su futuro.

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