Lolita

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Primera Parte » Capítulo 31

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Si procuro describir esas cosas no es para revivirlas en mi infinita desdicha actual, sino para discernir la parte infernal y la parte celestial en ese mundo extraño, terrible, enloquecedor… el amor de la nínfula. Lo bestial y lo hermoso se juntaban en un punto, y es esa frontera la que desearía precisar. Pero siento que no puedo hacerlo por completo. ¿Por qué?

La estipulación del código romano según la cual una niña de doce años puede casarse, fue adoptada por la Iglesia y aún subsiste, más o menos tácita, en algunas partes de los Estados Unidos. A los quince, el matrimonio es legal en todas partes. No hay nada de malo, digamos, en ambos hemisferios, en que un bruto de cuarenta años atiborrado de bebida se quite sus prendas empapadas en sudor y se acueste con su joven esposa. «En climas de temperaturas tan estimulantes y templadas como el de St. Louis, Chicago y Cincinnati (dice una vieja revista de la biblioteca de la cárcel) las niñas maduran poco después de los doce años de edad». Dolores Haze nació a menos de trescientas millas de la estimulante Cincinnati. No he hecho más que seguir a la naturaleza. Soy el fiel sabueso de la naturaleza. ¿Por qué, entonces, este horror del que no logro desprenderme?

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