Loki

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La reconstrucción de las murallas de Asgard

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La reconstrucción de las murallas de Asgard

Poco después de que terminaran las guerras entre los Vanir y los Aesir, las murallas de Asgard continuaban en ruinas. Los dioses eran reacios a reconstruirlas ellos mismos, pero tenían miedo de que Asgard fuera vulnerable si los gigantes atacaban. Por eso aceptaron encantados la oferta de un solitario maestro de obras que apareció un día ante el consejo de los dioses.

Situado entre ellos, el constructor debía ser muy audaz para realizar tal propuesta.

—Reconstruiré vuestras murallas en dieciocho meses, más altas y fuertes de lo que eran antes, por lo que ningún enemigo, gigante o no, podrá atravesarlas.

Los dioses no creían que ningún constructor que trabajara solo pudiera reconstruir las murallas de Asgard en tan poco tiempo, pero no rechazarían sin más aquella oferta. Les tentaba la idea de que se levantaran los muros sin ningún esfuerzo por su parte. Tenían sin embargo curiosidad por conocer el precio de aquel trabajo.

El sabio Odín, Padre de Todo, formuló esa misma pregunta al artesano.

—¿Y cuál sería el precio? Sin duda una tarea así exige un pago elevado.

El constructor paseó sin vergüenza sus ojos sobre una de las diosas reunidas en Gladsheim. La adorable Freyja, cuya belleza detenía a los hombres a su paso, con sus cabellos de oro hilado y su inmaculada piel blanca, era el objeto de sus miradas.

—Quiero a Freyja como esposa.

Los dioses se enojaron al escuchar el precio y algunos tuvieron que ser retenidos para no descuartizar al maestro de obras por su audacia. Incluso el sabio Odín se enfureció y se dispuso a expulsar al artesano de Gladsheim, la sala del consejo de los dioses. Pero allí estaba Loki, susurrándole al oído, intrigando y tramando sus planes.

—Espera, Padre de Todo —dijo el taimado—. No lo desestimes con tanta rapidez. Aceptemos su oferta pero dándole tan poco tiempo para el trabajo que no sea capaz de terminarlo. Su patente lujuria por Freyja será su perdición.

No parecía que a Odín le gustara la idea, pero Loki continuó hablando.

—Démosle hasta el primer día de verano. No habrá terminado —nadie podría completar esa labor tan deprisa— y al menos las murallas estarán parcialmente reconstruidas. Y todo a cambio de nada.

Odín asintió, valorando el plan de Loki.

—Te pagaremos tu salario —dijo Odín al fin—. Pero las murallas deberán estar levantadas antes del primer día de verano, y tendrás que hacerlo solo.

El constructor no estaba satisfecho con el acuerdo, pero su deseo por Freyja era intenso.

—Es un trato imposible —dijo—. Pero tener a Freyja para mí… —La expresión de su cara dejaba claro lo que pensaba—. Acepto la oferta, pero permíteme disponer de mi caballo para que me ayude a acarrear las piedras.

Esta nueva condición irritó a los dioses, pero Loki estaba allí una vez más, susurrando consejos al oído del Alto.

—Dejémosle emplear su montura, Padre de Todo. ¿Qué daño puede hacer? Tampoco así acabará, y tendremos completada la mayor parte del trabajo. Si se lo negamos, no ganamos nada.

Odín no quería transigir, pero las palabras del Astuto le convencieron al fin.

—Muy bien. Puedes usar tu caballo.

El artesano hizo jurar a los dioses un salvoconducto por si Thor regresaba de Midgard, donde estaba aplastando cráneos de gigantes. Acordaron que nadie, ni siquiera el Tronador, le haría daño.

Y así el constructor y su caballo comenzaron la reconstrucción de la destrozada muralla de Asgard el primer día de invierno…

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