Loki

Loki


Capítulo diecisiete » La captura de Fenrir

Página 31 de 45

La captura de Fenrir

Fenrir creció pronto en los campos dorados de Asgard y con el tiempo alcanzó un tamaño enorme. Todos los Aesir le tenían miedo, pero no mancharían con su sangre la tierra sagrada de Asgard. En su lugar, se le permitió seguir vagando sin trabas y sin ser molestado.

Al crecer en tamaño también creció la ira en su corazón y sus gruñidos preocuparon a los dioses hasta el punto de que ninguno estaba dispuesto a darle de comer por miedo a convertirse en alimento del lobo.

Ninguno, es decir, salvo Tyr. De entre los dioses sólo él no temía al lobo y le arrojaba con regularidad grandes trozos de carne que eran devorados con avidez. Fenrir, sin embargo, no sentía gratitud hacia Tyr. De hecho, no sentía nada salvo odio e ira hacia todos los Aesir.

Un día, Odín convocó un consejo para discutir la amenaza planteada por el lobo.

—Es un peligro para todos —dijo Balder.

—Sólo espera su momento antes de lanzarse en picado a matar —dijo Hod.

—Debe ser apresado antes de que haga ningún daño —dijo Freyja—. Viajaré donde viven los enanos y haré que fabriquen un grillete para encadenarlo.

Freyja viajó a Nidavellir para reunirse con los enanos. En lo profundo de su mundo subterráneo, los enanos trabajaban todo tipo de enseres y fabricaban objetos continuamente. A pesar de su apariencia fea y vulgar, eran maestros artesanos y podían construir cualquier cosa si se les daba un plazo suficiente.

Los enanos no estaban dispuestos a hacer nada por los dioses sin retribución, pero una vez que vieron el tamaño de la bolsa que les ofrecía Freyja, se pusieron a trabajar en un grillete tan resistente que nada en los Nueve Mundos pudiera abrirlo.

Después de nueve noches lo terminaron y lo llevaron ante Freyja para que lo examinara. Abrió la caja en la que lo habían colocado y se sorprendió al ver una cinta delgada tan ligera que la diosa apenas la notaba en la mano.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—Es la cinta Gleipnir, el lazo más fuerte jamás creado. Ni siquiera el poderoso lobo Fenrir será capaz de romperlo.

Freyja lo dudaba.

—¿Cómo puede una cinta tan esbelta retener al lobo? La romperá en un instante.

Los ojos de los viejos enanos brillaron con astucia.

—Está hecho de sustancias que rara vez se ven o se sienten. Ése es el secreto de su fuerza.

Freyja todavía no estaba convencida, aunque era reacia a expresar las dudas que sentía ante tales maestros artesanos, ya fueran viejos y feos.

—¿De qué está hecho? —preguntó.

Los viejos enanos sonrieron maliciosamente.

—Está hecho de seis cosas: el silencio de un gato que huye, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, la fuerza de un oso, el aliento de un pez y la saliva de un pájaro. Puede parecer que estos elementos no existen, pero muchas cosas así están bajo nuestra custodia.

Freyja quedó satisfecha con la respuesta y se llevó a Gleipnir de vuelta a Asgard.

Los Aesir sabía que Fenrir no estaría dispuesto a encadenarse, por lo que decidieron engañarle. Fenrir vagaba por los campos de Asgard cuando un grupo de Aesir se acercó.

—Ciertamente, has crecido fuerte a base de festines de cordero y ganado criado en tierras de Asgard —dijo Balder.

Fenrir miró con desprecio al grupo de dioses.

—Sí —dijo—. He crecido mucho y puedo ver que tenéis miedo de mí.

Al ver una sonrisa maligna en su hocico, los Aesir estuvieron más seguros que nunca de que Fenrir debía ser aprisionado. Balder contestó:

—Eres verdaderamente fuerte, pero estoy seguro de que hay algunas cosas que están incluso más allá de tus capacidades.

La sonrisa de Fenrir se desvaneció para ser reemplazada por una mueca burlona.

—Se dice que un día me tragaré el sol. ¿Cómo podría tener mi fuerza algún límite?

Balder sonrió para sus adentros. La vanidad del lobo lo había atrapado.

—Estoy seguro de que tu fuerza supera todos los límites corrientes, pero los enanos en Nidavellir han fabricado objetos que pueden anular incluso tus capacidades.

Fenrir gruñó y dio un paso amenazante. Los dioses sintieron un miedo helado ante su avance.

—Ningún objeto —sea o no de un enano— puede resistir mi poder.

Balder sacó a Gleipnir.

Fenrir miró la delgada cinta con cautela. A pesar de lo que los dioses pudieran haber pensado, no era imprudente y sospechaba el engaño en sus acciones. Aún así, no podía echarse atrás en un reto de fuerza por miedo a parecer cobarde.

—¿Qué es esa cosa? —preguntó.

Balder dio un paso adelante y mantuvo alejada la delgada cinta.

—No es más que una cinta, llamada Gleipnir, hecha a mano por los enanos de Nidavellir. Dicen que es irrompible, pero obviamente son demasiado jactanciosos. ¿Cómo podría esta ligera cinta compararse con tu fuerza? —Hizo como si fuera a guardar a Gleipnir.

—Espera, pequeño dios. Te permitiré envolverme con la cinta —hizo una pausa, mirando con atención al grupo de odiados dioses— si uno de vosotros coloca su mano entre mis dientes en señal de buena fe.

Balder y los demás no habían previsto esta condición y ninguno estaba dispuesto a introducir una mano en la boca del lobo sabiendo lo que sucedería si Gleipnir lo retenía. Finalmente, Tyr se adelantó y metió la mano con valentía. El lobo cerró las mandíbulas suavemente sobre la mano del dios y dijo:

—Enrollad la cinta a mi alrededor.

Balder no perdió un instante mientras ataba al lobo con Gleipnir. Cuando terminó, apenas quedaba holgura suficiente para que Fenrir respirara. Los dioses contemplaron con ansiedad cómo el lobo arqueó la espalda y tensó sus músculos sin resultado; Gleipnir resistió. Horrorizado, Fenrir forzó sus músculos al máximo. El suelo tembló por el esfuerzo, y algunos de los dioses fueron derribados, pero al final fue incapaz siquiera de rasgar la poderosa cinta.

Ahora que el engaño estaba totalmente claro, cerró su mandíbula y hundió sus dientes en el brazo de Tyr. El dios aulló de dolor mientras el lobo arrancaba su mano y se la tragaba. Desde ese día, la muñeca se conocería como la articulación del lobo. Los otros dioses rieron al verlo atado.

Balder se acercó a él sin miedo ahora que la bestia estaba completamente inmóvil.

—Supongo que hay cosas que rivalizan incluso con tu fuerza, como el ingenio de los dioses.

Fenrir le habría arrancado la cabeza a Balder, pero no podía moverse; se sentía como si Gleipnir le apretara más con cada aliento.

Los dioses sujetaron a Gleipnir a una gran roca y la empujaron hacia las entrañas de la tierra, a una profunda cueva hueca, donde la lucha de Fenrir por ser libre ni siquiera perturbara la superficie. El lobo chasqueó sus mandíbulas y trató de causar más daño, por lo que uno de los dioses desenvainó su espada y le arremetió en el hocico, haciendo una mordaza para mantener sus mandíbulas cerradas.

Y mientras Fenrir esté allí, atado bajo la tierra, su saliva no dejará de correr formando un río de babas. Permanecerá atrapado hasta el Ragnarok, cuando sus cadenas se dividirán y él estallará para vengarse de aquellos que lo apresaron…

Ir a la siguiente página

Report Page