Lincoln

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¿Qué proporción de

Lincoln es verdad? ¿En qué medida es invención? Es una pregunta urgente para cualquier lector; y merece la respuesta más directa que sea capaz de dar el escritor. He introducido en

Lincoln menos figuras inventadas que en

Burr o en

1876. Todos los personajes principales han existido realmente, y han dicho y hecho en gran medida lo que yo les hago decir y hacer, con excepción de los Surratt y de David Herold (quien realmente existió y trabajó en la farmacia Thompson, que de hecho estaba más cerca de la avenida de Nueva York que de la avenida de Pennsylvania). Como nada se sabe de David hasta el momento de la conspiración de Booth, he inventado una modesta vida para él.

Los lectores de otras novelas de esta crónica reconocerán a Schuyler (

Burr y 1876), y al vil y ubicuo William de la Touche Clancey: son personajes de ficción. En cuanto a Lincoln y a las demás figuras históricas, los he reconstruido a partir de cartas, periódicos, diarios, etcétera. Ocasionalmente, he recurrido a ciertas transposiciones. Durante la recepción del

Boxing Day de Kate Chase, McClellan llevaba ya una semana enfermo en cama; pero yo necesitaba que estuviera en casa de los Chase. No he hecho cosas como ésta con frecuencia. Y no las he hecho nunca con los presidentes.

A quienes pueda alarmar mi versión del discurso de Gettysburg, diré que no he utilizado el retocado borrador final de Lincoln, sino lo que anotó una persona que estuvo allí (Charles Hale, del

Boston Daily Advertiser). Finalmente, debo agradecer al profesor David Herbert Donald, del Departamento de historia de Harvard, no sólo sus libros sobre Lincoln, Herndon y Charles Sumner, sino su paciente lectura —y corrección— del manuscrito. Cualquier error posterior, si existe, es mío y no suyo.

G. V.

25 de enero de 1984

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