Lily

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Salí de la ducha y me envolví en una toalla. Fui al espejo y cuando borré la niebla, noté que mi mano temblaba. ¿Qué me pasaba? ¿Podría estar nerviosa? Si yo actúe así, yo podría imaginar cómo se sentía él. Sería divertido escuchar su nerviosismo pero no sería justo. En cambio, pensé en mí y cómo me sentía. No tuve ni idea por qué sentí esto. Yo no le tenía ningún interés romántico, por lo tanto, ninguna necesidad de impresionarlo. La única razón que podría imaginar era que yo así fuera de práctica con estas salidas - no que este era una cita romántica.

Había pasado mucho tiempo desde que tuve cualquier tipo de conversación profunda o significativa con alguien, humano o vampiro. Todas aquellas cosas humanas, como la complacencia en postres dulces, llorar por películas tristes, escuchar chismes jugosos, no importaron más. ¿Cómo podrían importarle a otro? No podía imaginar las preguntas que él haría. Él me había visto entrar y salir de este edificio durante los dos años pasados, siempre sola. La última persona que entró en este departamento fue el hombre que conectó mi cable e Internet. Nunca había invitado a nadie, tampoco alguien había pedido entrada. Tengo estándares de las cuales estoy orgullosa, a pesar de lo que soy - ordenada, rápida, y sobre todo, discreta. Yo estaba nerviosa sólo sobre preguntas a las que no tenía respuestas.

Después de secar y arreglarme el pelo, fui a mi cómoda y miré mi ropa. Nunca dijo dónde íbamos, así que no estaba segura qué ponerme. Elegí un par de pantalones de pana negra y un suéter negro, más o menos elegante, por si acaso. Miré en el espejo y pensé en la imagen que los otros verían. Demasiado sombrío. ¡Qué típico de los muertos llevar puesto todo negro! Me quité el suéter. Miré todo de nuevo y me puse el suéter otra vez. Fui a mi caja de joyería, saqué un collar, y me lo puse, cerrando el broche. Regresé al espejo. Oí que golpeaba el suelo antes de que percibiera que se había caído. Cuando me agaché para recogerlo, vi un pedazo de papel bajo la silla. Era el boleto del cine que había planeado guardar en mi caja de recuerdos. Debió haberse caído de mi chaqueta cuando la tiré sobre la espalda de la silla cuando corrí a prepararme.

Metí el brazo bajo el sofá. Ajustando mis dedos alrededor de la caja, jalé. Quité la tapa sin prestarle mucha atención. Sólo quise colocar el boleto dentro y volver a guardar la caja. Cuando fui a poner el boleto al lado donde todos los otros estaban, me di cuenta que no estaban allí. ¡Ah no! Caja incorrecta. Saqué la caja que contuvo recuerdos que no quise ver o pensar en ellos jamás. Estos recuerdos dolían demasiado, todavía, después de tantos años. Esta caja era todo que yo tenia de él. Cerré de golpe la tapa con tanta fuerza que pedazos de plástico volaron. No me preocupé. Le di un empujón bajo el sofá y, en mi cólera tiré el boleto en la basura.

¿Por qué era tan estúpida? ¿Por qué guardaba lo que causaba tanto dolor? Él se fue. Tenía que sacar ese recuerdo de mi cabeza. Había gastado demasiado tiempo en él y él no lo valió. Tenía otras preocupaciones en este momento, entonces volví a concentrarme en eso.

No iba a preocuparme del color que llevaba puesto. Si resultara preguntarme cual era mi color favorito le podría decir, «¿no es obvio?». Me miré en el espejo una vez más, feliz que no era cierto que los vampiros no tienen reflexión, y arreglé el pelo que me colgaba en la frente y decidí que ya estaba lista.

Quise oírlo acercarse a mi puerta. No me gustó ser sorprendida y esto pasó demasiado últimamente. No me estaba concentrando bien en mis alrededores. Estaba dejando que mi aburrimiento me controle y dejando volar a mi mente. Miré el reloj y noté que todavía tenía diez minutos antes de la hora en que quedamos pero oí algo, una llave girando en una cerradura, pasos suaves en la escalera, el latido rápido de corazón acompañado por inhalación rápida de aire. Él trataba de calmarse. ¿Qué significa esto? ¿Él no quiso estar conmigo sólo por pura soledad? ¿Él quiere lo qué yo no podría ser capaz de darle? Temí esto.

«Hola. Sé que estoy temprano. Espero que esté bien». Sonrió cuando abrí la puerta.

«Sí. Está bien. Sólo déjame agarrar mi chaqueta… ah, y mi cartera. Ya salgo,» dije cuando cerré la puerta y volví con una chaqueta y una cartera vacía. No tenia la costumbre de usar una cartera pero tenia una para ocasiones 'especiales'.

«Que rápido,» dijo con una sonrisa y se arrimo para dejarme bajar la escalera primero. Debo acordarme de no moverme a mi velocidad normal.

«Lugar pequeño,» contesté, mirando mis pies mientras caminé, como si tuviera miedo a caerme. Rompería la escalera antes de hacerme cualquier daño.

«¿Y… Cuál es tu comida favorita?» preguntó, apurándose a abrirme la puerta. Así que, todavía existían caballeros en este mundo.

«Ah, no sé. Como de todo. Cualquier lugar que escojas está bien».

«Sólo quise asegurarme que no eras vegetariana».

No pude aguantarme la risa. Nada podría ser más lejos de la verdad.

«Definitivamente no soy eso,» contesté, alzando la vista a su cara por primera vez esta noche. Él sonreía y por alguna razón esto me ayudó a relajarme. Su latido del corazón pareció haber calmado un poco también. «Como te dije, como casi todo».

«Bueno. Tengo un lugar en mente. Es nuevo así que no he estado allí aún pero un par de tipos en el trabajo dicen que es bueno. No es lejos. Mi carro solo está al frente».

Nunca noté lo que él condujo. Las veces que me había sentado en la ventana y lo había visto entrar del trabajo nunca lo vi salir de un carro. Ahora él me llevo a un vehículo grande, cuadrado. Recuerdo que éstos se llamaban carros familiares, pero éste era un poco diferente, más alto. Nunca presté mucha atención a carros. Sólo manejé cundo quería irme lejos. El resto del tiempo caminé o corrí. Así era más rápido. Yo no era capáz de volar como algunos vampiros.

Él abrió mi puerta y esperó para cerrarla antes que yo vaya a su lado. Podía ver su sonrisa cuando pasó delante del carro. Sacudí mi cabeza, avergonzada de lo que hacía, sin embargo de alguna manera aliviada que lo hacía. Intuí que no era bueno pasar tanto tiempo sola. Tal vez un amigo no era una idea tan mala. Él arranco el motor tan pronto se sentó y luego me echó un vistazo antes de poner el carro en paseo. No quiero ser maleducado… no puedo descuidar pero. Tal vez yo… no, es su opción, mejor… Yo oía sus pensamientos sin intentar y esto me frustró, pero en aquel momento, me percaté que yo no me había puesto el cinturón de seguridad. Olvidé que no sabía que yo no podía morir en un accidente automovilístico.

Un chasquido fuerte de la hebilla y fue obvio el alivio en su cara. Sólo entonces empezó a manejar. Alcanzó la mano hasta la visera y sacó un CD, sin mirarlo, y lo metió en el tocador. Música suave comenzó y él contuvo el volumen a un ruido de fondo razonable. No lo que había esperado, música clásica. Miré de frente mientras manejó. No sabia que decir así que esperé que el comience a hablar pero él parecía más confundido que nada. Su latido del corazón era tan fuerte que no podía oír la música muy bien. Tenia que decir algo. Este enfurecía.

«¿Estas bien?». Era mejor que nada.

«Ah, sí… perdón. Sólo pensando. No estoy acostumbrado a tener alguien en el carro conmigo,» sobre todo alguien que luce como tú… Él miró de frente otra vez, sus dedos apretando el volante.

«Está bien. Sé lo que quieres decir,» dije y luego me obligué a voltear la cara y sonreírle… solo un poco de sonrisa para calmarlo. Pareció funcionar. Los músculos en sus manos se relajaron.

«¿Y, qué haces?».

«Nada ahora mismo. Estoy entre empleos». Mordía mi labio cuando dije esto. Espere que no empuje el tema. Yo no había fabricado ninguna historia para mi carencia de empleo. Nadie se había molestado alguna vez en preguntar. La gente no me preguntó sobre algo personal. La mayor parte de mis relaciones habían sido superficiales. Yo no podía decirle a nadie que todavía vivía del dinero de culpa de alguien más. Tampoco podría decirles que gané algunos de mis ingresos de los criminales que cacé. Lo consideré pago para mantener las calles limpias.

«Creo que me volvería loco si yo no trabajara. ¿Qué haría? No sé como lo haces. Estamos aquí. Nada de tráfico esta noche».

Él deslizó el carro entre un jeep y un camión. Tenía su puerta abierta antes de apagar el motor. Alcancé la manija y luego paré, recordando que a él le gusta hacerlo. Él era un caballero. Me recosté y esperé. Que lenta es la gente.

Él sostuvo la puerta abierta para mí en el restaurante y hasta esperó a que me siente antes de que él tomara su asiento. Era impresionante. Ya no se ven modales así. La camarera vino antes de que tuviéramos una posibilidad para preocuparnos en hablar.

«¿Qué puedo conseguirle para beber?» preguntó. Ella no echó ni un vistazo hacia nosotros. Era alguien a quien que a no gustaba su trabajo. No tuve ni idea que pedir. Yo mordía mi labio y miré a Jack. Él esperaba que yo pida primero, por supuesto, pero vio que yo no sabía y pidió un té con hielo.

«Lo mismo para mi, por favor». La camarera dirigió los ojos hacia mí como de repente había una segunda persona que apareció del mismo aire. ¿Qué pasa con ella? ¿Algo raro con su voz… que extraño… qué pasa con sus ojos? Té con hielo… creo… él dijo… si, lo mismo… ¡Caramba! Jack se sienta allí como que todo es normal. Pero la camarera, ella se da cuenta.

Ella se alejó y la olvidé. Miré el menú. Debería pedir la cosa más barata, entonces él no desperdiciaría dinero. La mayor parte de la comida iba en mi cartera vacía, de todos modos, tan pronto él mirara a otro sitio o se levantara para hacer una cosa humana, como usar el baño. Aunque esto podría ofenderlo. Podría pensar que yo asumía que él no podía pagar más. Qué cosa tan compleja era salir con un hombre. Con razón no lo extrañaba. Bueno. Tal sólo esta vez podría escuchar a su mente.

Todavía no puedo creer que aceptó. ¡No puedo creer que está sentada aquí conmigo… wow! Es tan hermosa. ¿Por qué no es casada? Seguro debería ser casada ya… yo habría

Ok. Eso no ayudaba nada. Esto es lo que pasa por hacer trampa. Me di cuenta que todo el tiempo que pensaba no me miraba. Él todavía tenía los ojos en el menú. No era nada lo que quise oír.

«Oigo que tienen pizza excelente aquí. No la clase de pizza grasienta pero más gourmet. ¿Quieres compartir una?». Él dejó el menú y me miró con esperanza.

«Me parece bueno. Todo menos anchoas…». Cerré mi menú y lo dejé. No, que yo tuviera cualquier idea a que supieron las anchoas. Nunca las probé cuando era humana pero esto sonó como cosa de decir. Como dicen en las películas. ¿Alguien come anchoas? Dudoso. ¿Cómo iba a meter pedazos de pizza en mi cartera? Yo no había pensado esto muy bien.

Él pidió una pizza de margarita y dos ensaladas. La camarera preguntó que tipo de salsa nos gustaría, todavía mirándome. Qué tipo de drogas estará usando… con sus ojos así… hmm. Yo sabía que el aceite y el vinagre habían sido mis favoritos así que pedí esto. Aquel era fácil pero la camarera alteraba mis nervios. ¡Tal vez mis ojos parecieron salvajes porque tenía hambre y me la comería en cualquier minuto! Era un pensamiento divertido. Me imaginé aventándome sobre ella, mi pelo volando salvaje. En su prisa de escaparse, ella tropezó, casi dejando caer los menús. Me alegré de que hubiera visto esa imagen. Esto debe enseñarle una lección de no pegar su nariz donde no pertenece. Yo no sabía que me había reído en voz alta hasta que Jack interrumpió mis pensamientos.

«¿Qué es tan gracioso?» él preguntó todavía mirando a la camarera mientras ella empujó la puerta de cocina.

«¿No viste que casi se cayó? Sí. Fue un poco cruel… reírme así». Yo no podía parar. Después de todo, yo había causado su pánico pero él no sabía.

«No noté,» dijo él y tomó un sorbo de su bebida. Estaba demasiado ocupado admirándote. Eres impresionante cuándo sonríes… tus ojos brillan… deseo poder hacerte sonreír… tal vez un día… «¿Cuanto tiempo has vivido sola?».

«Unos cuantos años. No pensé que me guste al principio pero ahora… me encanta». Podía recordar come se sintió tener sus manos sobre mí cuerpo, frías pero exigentes, como él poseyó cada pulgada de mi cuerpo. Él lo hizo tan rara vez que lo deseé siempre. ¿Podría alguna vez sentir esto otra vez? La memoria se evaporó cuando Jack aclaró su garganta.

«¿Entonces… no estas en alguna clase de relación a larga distancia, verdad?» preguntó. Era muy directo. Debo darle el crédito por esto.

«Para nada. No soy muy buena con las relaciones». Coloqué mis manos en la mesa y comencé a jugar con mi servilleta. No tuve que mentir sobre esto tampoco. Mis relaciones mortales habían sido breves. Mis relaciones inmortales habían sido sólo complicadas. Me aburría con la gente. El único para quien alguna vez tenía sentimientos verdaderos se aburrió de mí. Ninguna advertencia en absoluto. Ni una noción. Ni una idea.

«Bueno… Te encuentro fascinante. ¿Sabías que eres muy misteriosa?» dijo él y comenzó a jugar con su servilleta. La gente hizo ésto cuando se sentían inseguros. Aprendí a imitar esas acciones, sólo esta vez, yo era la que lo comenzó. Era como montar una bicicleta, supongo. Una vez que uno comienza a relacionarse con la gente, no importa cuanto tiempo ha sido, todos esos pequeños caprichos vuelven. Estar alrededor de otros vampiros era mucho más fácil. Estar alrededor de la gente, eso era un desafío. Me gustó el desafío.

«Nunca pensé de mi así. Sólo tímida, creo. Yo siempre fui tranquila». Otro trozo de verdad. Dirigirse a él era fácil. No vacilé hasta antes de hablar… hasta que…

«Estoy curioso… ¿alguna vez pensaste en mí?». Ahora él jugaba con su cuchara. Como pensé… bien directo.

Aclaré una garganta que no lo necesitaba. Ninguna idea que decir. ¿Debería intentar la honestidad? ¿Qué hizo la gente en una situación como ésta? Piensa… piensa…

«¿Me he preguntado por qué vives solo?». Esto debería funcionar. Nada que leer en esto. Conteste una pregunta con una pregunta.

«Me divorcié hace como dos años y medio. Nunca lo intente después de eso. Estaba demasiado enojado y yo sabía que yo podría sacar mi cólera con cualquier mujer».

La camarera vino con nuestra pizza. La puso en la mesa con manos inestables y puso un plato delante de nosotros. No se molestó en mirarme esta vez. No se molestó ni en pensar. Tan pronto confirmó que no necesitamos algo más, se escapó. Jack puso una tajada sobre mi plato antes de servirse.

«Se ve buena. Espero que tengas hambre. Es bastante grande». Él recogió su tenedor y cuchillo y comenzó a cortar su tajada. Era un alivio. Pedazos de pizza eran más fáciles de esconder en una cartera que una tajada entera. La salsa sería bastante sucia sin tratar de doblar y meter una tajada entera. Seguí el ejemplo. Él notó que no recogí mis cubiertos hasta que él lo hizo.

«Demasiado caliente para recogerla». Pareció tratar de hacerme sentirme más relajada. Aprecié esto. Yo sería una señorita y tomaría sólo una tajada. Yo sabía que a una señorita no le gustaba dejar a un hombre verla comer. Me alegré de esto, regla tonta, pero buena para mí.

¿Así que divorciado? ¿Qué responde uno?

«Que pena oír sobre tu divorcio».

«¡¿Bromeas?! Es la mejor cosa que hice. El mejor regalo que podría haberme dado».

«¿Verdad?».

«Me casé muy joven… recién salido de la secundaria. Fue un error». Él pareció triste.

«¿Por qué lo hiciste entonces?». Pregunté. Era demasiado tarde. Era demasiado avanzado de mí pero no pareció oponerse.

«Creo que pensé que era lo mejor que pudiera hacer. Un problema de valor a mi mismo pienso. De todos modos, nos distanciamos y realizamos que no tuvimos nada en común. Estuve casado y ella todavía salía con otros hombres. Eso no funcionó para mí». Sonrió cuando recordó por qué no estaba triste sobre esto. «¿Alguna vez has estado casada?».

Era un pensamiento divertidísimo. ¿En lo próspero y en lo adverso… en la salud y la enfermedad… hasta que la muerte nos separe? ¡Por favor! «No».

«Estoy seguro que no es porque nadie te lo pidió. No puedo imaginar eso».

«Verdad… nadie lo hizo. Sólo tengo diecinueve años. ¿Pensó que era mayor?».

«Pareces más madura que diecinueve». Se metió un pedazo de pizza en la boca, tomando su tiempo para masticar.

«Yo siempre fui así. Nací vieja… pienso». Gracioso. Si él sólo supiera mi verdadera edad. Sí, Jack, solo tengo noventa. Es todo el Oil de Olay que uso.

Tan pronto se fue para usar el baño, como sabía que lo haría, después de todo, él era humano, puse un puñado de pizza en mi cartera. Nadie miraba. Exploré el cuarto y comencé a recoger pensamientos.

Espero que ella no quiera postre… no veo las horas de llevarla a casa

¿Se supone que esto es comida? No vale el precio

Como me gustaría no tener que trabajar esta noche

Si como más seguro explotaré

Jack volvió a la mesa y sonrió. Yo no podía hacer nada más que sonreírle. Era fácil con él. Yo me sentía cada momento más relajada con él. No se si debería preguntar ahora… estoy empujando mi suerte… vale la pena

Escuchar al resto de la gente para distraerme estaba bien. Escuchar a Jack, un no grande, entonces lo esperé a encontrar el coraje para preguntarme lo que quiso preguntar. No podía imaginar lo que causaría tanta vacilación.

«Pensaba ya que todavía es temprano… tal vez podríamos…». Tomó un trago de su té. «Podríamos ver una película… digo… al menos que tengas despertar temprano o algo».

Eso es todo lo que era. Suspiré con alivio y dije «Seguro. Me parece bueno». Dije sí sin pensar. ¿Cómo podría haber hecho esto? Un cine oscuro con un hombre mortal era una mala idea. Los hombres tenían expectativas en la oscuridad. Algo tan simple e inocente como agarrarnos de manos no podía pasar conmigo. Tan pronto como él sintió mi piel helada, él estaría aterrorizado. ¿Qué hice ahora? Sin pánico… eso es. Todo había salido bien hasta ahora…

«¿Estás lista? Están dando la nueva película de vampiros en el centro comercial. Se supone que es excelente, si te gustan vampiros».

«Seguro. Me gustan vampiros». Agarré mi cartera cuando la camarera puso el cambio en la mesa. Otra vez, ella evitó mis ojos. Que gracioso que me llevaría a una película de vampiros. Si supiera… se sentaría directamente al lado de uno. Un verdadero vampiro. Estaba curiosa de ver como esta película sería de todos modos. Mereció el riesgo sólo para conseguir una buena risa.

Había comenzado a llover mientras estábamos dentro y todo estaba mojado. En las luces del aparcamiento, todo centelleó. Parecía surrealista… justo como esta tarde entera resultaba ser. Guardé el paso con él aunque fuera difícil. La gente era tan lenta. Una de las luces en el aparcamiento hacía un ruido horrible. No podía esperar meterme al carro donde las ventanas no podrían dejar pasar el sonido. El único sonido al que tuve que escuchar entonces era su corazón de redoble. Yo tomaría esto sobre el zumbido de la luz en cualquier momento.

Viajamos en silencio por un rato. Era un silencio cómodo aunque me miró y sonrió de vez en cuando. Yo estaba curiosa por saber lo que pensaba, pero no me metí. Esto era una calidad que la mayoría de inmortales poseían pero pocos aprendían a controlar. La opción de ser intruso era completamente personal.

Cuando llegamos al centro comercial, manejó por unos minutos buscando donde estacionarse. No había nada disponible cerca del teatro y había comenzado a llover otra vez.

«Te dejó en la puerta y luego estaciono. Si no te molesta… toma ésto… ¿puedes comprar los boletos?». Él me dio el dinero y paró en la puerta.

«No me molesta caminar,» le dije. En verdad no me fastidiaba la lluvia. Se sintió bien sobre mi piel. Esto era una sensación que yo podría relacionar mejor con el toque caliente humano.

«¿Pero tu pelo? Tendrás frío si estás mojada».

«Francamente, no me preocupa eso». Y realmente no. Por lo de tener frío… bueno…

«Tú eres el jefe». Parqueó el carro a la espalda del teatro. No había tanta luz como adelante.

Decidí llevar mi cartera al teatro así podría excusarme al baño y vaciar el contenido en la basura. Haría mas frío al salir y él podría prender la calefacción. El calor podría calentar la pizza y podría olerla.

Éramos bastante afortunados que estaban dando la película en dos teatros. La mayor parte de la gente en la cola eran niños… adolescentes.

Mira todos los viejos

Quiero sentarme atrás… no me gusta adelante… ¿estará aquí Jane…?

Si compró un popcorn grande pareceré a un puerco… pero tengo hambre… debo haber comido hoy

Nada interesante. Escuché mientras él compró nuestros boletos. Él pidió una soda en la lonchería y me preguntó si yo quisiera algo. Dije que todavía estaba llena.

«¿De una tajada de pizza? Al menos una soda». Me miró con una cara de niño.

«Bueno. Una Coca-Cola dietética». Agarramos sorbetes y un par de servilletas y encontramos nuestro camino al teatro el número 12. ¿Cuántos teatros había en este lugar?

«¿Dónde te gusta sentarte? Por lo general tomo la espalda». Exploró la última fila y estuve de acuerdo con él. ¡Wow! El ruido era fuerte.

Pareció un zumbido de pensamientos… eran muchos y no podía distinguir una oración. Tuve que cerrar ésto.

«Gracias por hacer esto conmigo. No me opongo a venir aquí solo, pero odio las miradas lamentables que consigo». Se quitó la chaqueta y la puso en el asiento al lado de él. Ofreció tomar la mía así que me la quité y se la di.

«Voy a ver películas sola a menudo. Me gusta el teatro en la ciudad. Me gusta la sensación del viejo lugar,» dije. Me gustaron los recuerdos del teatro antiguo, los recuerdos de tiempos más felices, de tiempos cuando aquel teatro era algo moderno.

«Es uno agradable. Voy allí de vez en cuando. ¿No sería gracioso si estuviéramos ambos allí al mismo tiempo?».

«Es muy posible. Nunca sabremos». Coloqué mi soda en el brazo del asiento entre nosotros. Me gustó tener esa barrera. Él lo miró, pero no dijo nada. En ese momento, el teatro oscureció y luces parpadearon en la pantalla. Las propagandas comenzaban. Me acomodé en el asiento. Me sentí ansiosa de que comience la película. Tanto como había amado escribir sobre vampiros cuando era niña, amé ver películas sobre ellos, aunque los libros siempre eran mejores. En los libros usted podría ver los personajes y el paisaje como su mente quiso. En las películas, estaban en su cara, como la compañía de película quiso que los viéramos.

La película comenzó después de tres propagandas y el teatro entero calló. ¡Gracias a Dios! Tenía problemas apagando todo esto. Habría sido difícil concentrarse con todos los pensamientos de los adolescentes en el teatro.

Era un lugar oscuro, sombrío, sin sol en la película. Justo como éste. Los personajes eran hermosos, como es típico de vampiros. Es, después de todo, como atraemos nuestra presa. La protagonista era agradable, pero un poco molesta con el mundo. Muy divertido. Hmm… me recuerda a alguien.

Un sonido del latido rápido de un corazón agarro mi atención. Jack respiraba tan rápido que pensé que iba a híper ventilar. Su mano derecha se movió hacia la mía, a pesar de la soda grande entre nosotros. La punta de sus dedos tocó mi piel y allí fue… brincó, quitando la mano como si había sido mordido por una araña venenosa. Sus ojos se pusieron enormes.

«Ves. Dije que tendrías frío. Aquí, toma mi chaqueta». Sabía que esto pasaría. Él está asustado. Él trataba de racionalizar lo que su mente tuvo que sugerir en este momento, que había algo incorrecto. Algo muy incorrecto.

«Gracias. Debo haber tenido la mano sobre el vaso demasiado tiempo. Creo que tengo un poco de frío». Permití que pusiera su chaqueta alrededor de mis hombros. No tenía ninguna otra opción, sólo escuchar ahora. Tuve que saber con qué trataba.

Podría haber sido eso… no se… sus manos estaban en sus faldas… ¿está enferma? está demasiado pálida… sus ojos están rojos… no es normal. Su corazón comenzó a golpear aún más rápido. Traté no hacerle caso al tamboreo en mis oídos. Él notó demasiado. Me prestaba más atención de lo que había esperado. La piel fría era una cosa, pero piel helada, algo más. No ayudó nada que veíamos una película de vampiro. Podría hacer comparaciones. Sólo era lógico. Pero no debería preocuparme de esto. Él era un humano después de todo. Su mente racionalizaría todo. Siempre tuvo que haber una explicación lógica, racional, y científica para todo. Después de todo, los vampiros no eran, no podían ser… verdaderos. Eran personajes ficticios creados hace siglos por imaginaciones hiperactivas.

Vimos el resto de la película en el silencio completo. Quise oír sus pensamientos ahora más que nunca, pero al mismo tiempo, tuve miedo. Tenía miedo que este fuera el final. Realicé, aunque no quise admitirlo, que extrañé el compañerismo. No importa cuánto orgullo tuve de ser feliz sola, realicé que había estado mintiéndome. No había esperado que esto se sintiera tan natural y cómodo. Ahora, sentada aquí, el deseo de oír su voz, contestar sus preguntas, oír su risa, me chocó. Estaba cansada de oír voces incorpóreas que se mueven en mi alrededor aún nunca tocándome.

Esto no era una unión romántica que sentí, al menos, no pensé de esa manera. Esto era algo cómodo, como dirigiéndose a su mejor amigo. Compartiendo pensamientos y risa con alguien. Algo que no había sido capaz de hacer en muchos años. La verdad inundaba mi mente. Esto me aterrorizó, aún, era… tan simple, tan humano. Necesité algún tipo de unión otra vez, mortal o inmortal, ésto no importó. Lo mejor sería buscar a otros como yo. Ellos existían. De eso estaba segura. Me había encontrado con ellos en esta ciudad. El problema era que eran un poco territoriales. La mayoría ya estaba en grupos a cuales no quisieron añadir. Llamamos aquelarres. Yo nunca había pertenecido a uno por mucho tiempo. Como dije, éramos un poco territoriales, si no posesivos.

«¿Estás más caliente?» preguntó, susurrándolo en mi oído. Podía oír que su corazón se apresuraba cuando se inclinó más cerca.

«Sí. Gracias,» mentí. Por supuesto, no me sentía con frío. La temperatura no afectaba mi cadáver.

Me miró a la cara por un segundo, preguntas en sus ojos, y luego alcanzó bajo la chaqueta para encontrar mi mano. ¡No podía creer que intentaba otra vez! Si mi corazón pudiera haber dejado de golpear lo habría hecho en ese momento. ¿Qué podría hacer en este momento, pero quedarme quieta y aceptarlo?

«No. ¡Todavía tienes frío!». Tomó mi mano bajo la chaqueta, frotándola entre sus manos calientes. El calor de su piel pareció al fuego. Esto era una sensación que yo había sentido muchas veces antes pero sólo cuando me alimenté de sangre. Mientras frotó mi mano, podía oír que su corazón aceleraba más y su respiración estaba fuera del control.

Dios… deseo esta mujer… sentir su piel… sus labios… todo su cuerpo

Eso fue todo lo que tomó. Mi futuro estaba planeado… decidido en un cine oscuro. No podía hacerle daño a este hombre. Él era un inocente. Yo era una asesina. Los dos no se mezclan. ¡Nunca!

Era bastante simple en mi mente. Hacer una excusa en cuanto a por qué tenía que irme derecho a mi departamento cuando terminé la película. Empacar mis cosas y marcharme. Muy simple.

«Era bastante extraña. Vampiros y gente juntos. ¿Qué pensaste?» él preguntó cuando dejó caer mi mano y se estiró. Yo ya estaba de pie, lista para escaparme.

«Bastante escandalosa. Aunque me gustó la música». Quise hablar de algo que no sea vampiros y la gente y el romance imposible.

«Me gustó la música clásica sobre todo,» dijo cuando él metió los brazos en su chaqueta fría. Esperé que no notara esto. Yo tenia la mía puesta antes de que él tuviera una oportunidad de ayudarme. No quise que él sintiera cualquier otra parte de mi cuerpo frío. Incluso por la ropa, mi piel pareció al hielo… hielo seco, frío, duro.

¡Si él no comenzaba a caminar pronto tendría que subirme sobre él! Mi necesidad de estar fuera de allí era tan grande. Pero, tan pronto encontró una ruptura en la línea de gente que salía del teatro, comenzó a abrirse paso en el pasillo. Seguí en sus talones.

¡Wow! Era guapísimo… habría hecho lo qué sea por él…

No se como esa muchacha lo trató tan mal… que odiosa

¿Por qué no lo obligó a hacerla una como él? Yo lo hubiera forzado… no podría vivir sin él… tan sexy… delicioso.

¡Quise gritarle a esta gente estúpida, «USTEDES NO TIENEN NI IDEA LO QUE DICEN! LO QUE PERDERÍAN. ¡NO SABEN NADA!». Por supuesto, no hice. ¡Déjalos con sus fantasías… idiotas! Cometí el error hace tiempo. Ya no podía retroceder. No podía hacer nada más que reírme de todos los pensamientos que pasaban por las mentes de las personas que salían del teatro. Yo tuve aquellos sueños una vez. Lamento que alguien no me hubiera advertido de los detalles sangrientos. Pero no, nadie me lo dijo. No podía salvar a esta gente. No pude salvarme ni a mi misma.

«¿Qué quieres hacer ahora? ¿Tomar un café tal vez?» él preguntó cuando regresábamos al carro, mis manos metidas en mis bolsillos así no había ninguna posibilidad de que lo intenté otra vez. No podía creer que él todavía trataba de pasar más tiempo más tiempo conmigo… no suficientemente asustado.

«Pienso que tal vez me estoy enfermando. Me siento un poco extraña. Tal vez debería acostarme». Mordía mi labio, esperando. Pareció pensar un momento, pero entonces concordó. Dormir era la mejor cosa para mí. Deseé más que nada en ese momento que dormir fuera una opción… un escape… aunque solo fuera por poco tiempo.

Abrió la puerta del carro para mí y entró en el otro lado. Tan pronto arrancó el motor, prendió la calefacción a todo dar. Aprecié su preocupación. Odié que tuve que terminar cualquier clase de amistad con él tan pronto había comenzado. Mejor más pronto que más tarde, antes de que le haga daño.

Qué pena que está enferma… la debo haber dejado en la puerta… no va a haber beso… se ve enferma… muy pálida… me dejará atenderla… no la quiero dejar

Sólo me dejé escuchar para poder estar lista cuando era tiempo de despedirnos. Él quiso realmente besarme. Ya sabía que eso iba a pasar.

Comencé a toser. Lo más duro que tosí, lo menos que el quisiera besarme. ¿Verdad? Así es como debería funcionar de todos modos. Cada vez que tosía, él me miraba con preocupación en sus ojos. Lamenté hacerle esto. Él estaba preocupado por mí. Nadie se había preocupado de mí en mucho tiempo. Era agradable, triste, pero agradable.

Cuando llegamos a nuestro edificio, él se sentó allí durante unos segundos con el motor todavía prendido, prolongando el momento, con miedo que esto se terminara tan pronto que el motor murió. Lo entendía. No tenía otra opción. Mi mente fue arreglada.

Él me miró antes de tocar la llave.

«Me divertí esta noche. Sólo lamento que no te sientas mejor. No tengo que trabajar mañana. Te buscaré. ¿Está bien?» dijo, todavía no apagaba el motor.

Ingerí con fuerza. «Sí, pero, no quiero que te enfermes».

«No me importa. Te conseguiré una sopa y te la traigo. Así no tienes que preocuparte en cocinar. Sólo descansa». Apagó el motor.

Cuando nos acercamos a la puerta, las manos en mis bolsillos otra vez, sentí un vacío que no había esperado. De alguna manera no quise que este fuera la última vez que lo veía. Yo había disfrutado de su compañía. Ahora, era el final como de costumbre. Tenía que decir algo.

«Yo también me divertí. Me alegro que hiciéramos esto. Deberíamos hacerlo otra vez algún día». Todo menos eso. Pero lo dije y no podía retroceder, no podía hacerlo regresar a mi boca. Le daba esperanza falsa y era vicioso de mí.

«Tan pronto te sientas mejor». Su sonrisa estaba tan llena de esperanza que iluminó su cara entera. Si yo tuviera la capacidad de llorar, lo haría en ese momento. Este sería aún otro recuerdo para frecuentarme por el resto de mi existencia. Añádalo a la colección.

Me acompaño hasta mi puerta, como esperado. Se quedo quieto cuando abrí la puerta, su corazón fuera del control. Empecé a toser fuerte, doblada y todo. Él acarició mi espalda antes de jalar su mano. El frío otra vez.

«Hasta mañana. Abrígate bien y duerme». Apretó mi brazo por un segundo y jalo su mano lejos, mirando sus dedos. Pensaba que debería llevarme al hospital.

«Tengo sueño. No me demorare mucho en dormir». Quise decir, no me tomaría mucho tiempo empacar lo poco que tenía. Podría salir dentro de una hora. Pero si no quería que me viera, tenía que esperar. «Buenas noches y… gracias. Me gustó conversar contigo».

«Gracias. Nos vemos mañana. No veo las horas». Se dio la vuelta y comenzó a alejarse, parando, miró hacia atrás, y sonrió con ojos tristes. Él levantó su mano izquierda e hizo adiós antes de comenzar a bajar la escalera.

Esta es la última imagen que tuve de él, la cara triste como si sabía que nunca más me vería. Entré a mi departamento y me dirigí directamente a mi armario y mis maletas.

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