Liam

Liam


27. Cuatro fotografías

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27. Cuatro fotografías

Sophie

Una semana después

Mis fotografías ampliadas llenaban todas las paredes de la elegante galería como si fueran recuerdos de una vida que cualquiera pudo o podría vivir.

Rachel me pidió que diera un paseo a solas por toda la exposición para dar un último visto bueno. Eso hice, pero me olvidé del chequeo conforme avanzaba, porque fue como ver una línea temporal de mi vida sin Liam. Reflejaba cómo busqué la felicidad en las caras de otros, nunca en la mía.

Al poco rato, llegué a una sección que estaba cubierta por una hoja de papel estresa café.

—Rachel, ¿qué hay aquí? —le pregunté acercándome a la pared para fisgonear.

—¡No, no, no! ¡Es el trabajo de un pintor que está haciendo directo en la pared! —me gritó a lo lejos. Como vio que me interesé más, corrió para detenerme.

Hice un puchero de frustración.

—Pidió exagerado hermetismo con esto. Ya sabes cómo son los artistas.

—¿Así soy? —consulté con una risita irónica

—A veces.

—Okay-dokay —dije. Suspiré mirando de nuevo a esa pared secreta.

—¿Todo está bien? —me preguntó.

—Sí. No puede ser más perfecto —respondí con una sonrisa parcialmente feliz. Lo sería si Liam estuviera conmigo—. Gracias por todo.

—¡No me agradezcas! Ahora, anda, ve a tomar un café. Así nos das tiempo para terminar de preparar todo y abrir al público. Y… ¡será la hora de brillar!

Las permanentes mariposas en mi estómago revolotearon nerviosas y emocionadas al mismo tiempo.

Cerca del lugar había un Costa Coffee y esperé ahí hasta que fuera la hora de la inauguración. Por lo general, estudiaba a la gente, admiraba cada momento feliz que era ajeno a la envidia de mi corazón. Pero ahora estaba demasiado nerviosa para interesarme en alguien más.

Estar con Stuart era agradable, pero estaba luchando contra el fantasma de una persona extraordinaria que solo me había dejado por mi ingenuidad.

La alarma de mi celular sonó. Era hora de brillar, como decía Rachel.

Me pasmé cuando llegué al lugar y vi algo de gente esperando entrar. Para ser honesta, no tenía la esperanza de que alguien viniera, aun con la asistencia de The Radicals.

—¿Qué haces aquí afuera? —escuché a Corey a un lado mío; estaba cerrando su auto.

Miré hacia la gente.

—¡Awww! Tu primer miedo escénico —comentó enternecido; se acercó para saludarme amigablemente—. Ven, soy un experto en tratar al público —agregó ofreciéndome su brazo.

¡Esa sí iba a ser una entrada espectacular! Yo, del brazo del guapo guitarrista de The Radicals. Iba a ser un chisme para las redes.

La gente que esperaba nos miró, pero no hubo ninguna reacción fanática.

—¡Sorprendente! ¡Atraes a otro tipo de gente!... ¡Demasiado intelectual para gritar! —me secreteó Corey.

Reí sin querer.

—Me gustaría llevarte a comer para celebrar esto, ¿qué te parece? —preguntó con sonrisa sincera.

—Sí, me encantaría. ¿Mañana?

—Sí. Quiero conocer ese restaurante del que tanto hablan.

—Mejor vamos a otro lado. Liam podría estar ahí.

—Bien. Entonces te llevaré a mi restaurante favorito en el Soho, ¿okay-dokay? —sugiero con sonrisa burlona al final.

—¡Okay-dokay!

Mi amistad con Corey Allen era muy inverosímil pero se fortalecía con cada encuentro. Y pensar que fue mi crush cuando The Radicals apareció en el mundo de la música.

—¡Sophie, por fin llegas! —me gritó Rachel, ignorando que Corey la revisó de inmediato de pies a cabeza con la mirada.

Rápido le presenté a mi asistente.

—Mucho gusto, Rae… ¿Puedo llamarte así? —preguntó él exageradamente amable, y su sonrisa también lo fue. Estaba impactado con la belleza de “Rae”.

Rachel asintió, soltándolo rápido para llevarse el cabello detrás de la oreja, la sonrojó.

—¿Lista? —me preguntó Rachel, ahora sí nerviosa. Y tenía que estarlo, yo puse las fotografías pero ella construyó todo el show alrededor de ellas.

—Solo aviéntate a la piscina y ¡listo! Te aseguro que el agua estará helada, pero pronto será muy vigorizante —comentó Corey.

Rachel rió entre dientes y Corey le sonrió conquistador. Le agradó mucho que Rachel reaccionara a lo que él decía.

—Bien, inicia esto —dije a Rachel, quien rápido fue a dar la orden de que dejaran pasar al público.

Corey me hizo compañía en mi escrutinio de la gente que ingresaba e inmediatamente iba a las paredes.

—¿Rachel es soltera, verdad? —me preguntó Corey inclinándose solo un poco, muy cómplice.

—Tan soltera como yo.

—Okay-dokay —dijo burlón—, voy a cazar —avisó caminando hacia donde estaba ella.

Me quedé sola en medio del lugar. No supe qué hacer: ¿rondar entre la gente o esperar a que ellos me buscaran?

—Hola, nena —me dijo Stuart en cuanto nos vimos.

Mi sonrisa y mi abrazo fueron muy honestos.

—Sophie, creo que tienes que decir algunas palabras para que el público paseé por la exposición —me dijo Rachel en lo que venía a mí con Corey; le echó una miradita que me dijo que estaba fascinado con ella.

Tragué saliva de inmediato y le hice gesto de si era necesario, a lo que asintió con la cabeza sin dejar de apretar los labios.

—Bien, a la guillotina —balbuceé antes de pararme en medio del lugar.

Rachel llamó la atención rápido de los presentes, quizás había unas treinta personas. No eran muchas pero despertaron mis nervios como si fueran un millar. Todos me veían como si yo fuera parte de la exposición misma.

—Hola —dije con voz trémula. Carraspeé un par de veces—. ¡Dios! Me siento como si estuviera frente a la clase a punto de exponer algo para lo que no estoy preparada.

Algunos rieron entre dientes.

—Es hora de brillar —susurré para mí, antes de un suspiro profundo. Solo necesitaba un primer empuje para perder el miedo. Seguí—. Lo más importante que tengo que decir esta noche es que les agradezco mucho que hayan asistido. Sé que muchos están aquí para conocer a mis amigos —los miré detrás de mí, sonriéndome como tontos para aligerar mis nervios—, pero aun así aprecio mucho que me hayan dado la oportunidad de enseñarles el mundo en el que he vivido desde que, bueno, desde que decidí seguir mi sueño de ser fotógrafa.

“He madurado como no tienen idea a lo largo de este camino —señalé las fotografías superficialmente—. Jamás concebí de joven que… Cada sueño que… —guardé silencio un segundo en lo que miraba a los que estaban frente a mí, atentos a mis palabras. Ya no quise seguir confesándome—. ¡Mmm! Quisiera agradecer a mis padres y hermana, aun cuando no estén aquí. ¡Acabo de ser tía!

“A mis viejos amigos: Charles, Cassie y Stuart. Gracias por su apoyo y su amistad sincera.

“A mis nuevos amigos: Paige, Patrick, Corey, Rhys y Cameron… Y Noah, quien tampoco pudo asistir —me detuve un segundo para pensar en quién más me faltaba mencionar—. ¡Ah! ¡Rachel! Gracias por tu amistad, por soportar mis largos cuestionamientos, y por tu entusiasmo al preparar todo esto. ¡Está precioso!

Miré al público que me sonreía muy amigable.

—Hay alguien más a quien quiero agradecer. Alguien que no está aquí tampoco… Él fue mi inspiración siempre, y me empujó a tomar el camino donde estoy ahora. Se podría decir que la Sophie que tienen enfrente es gracias a él… —suspiré algo triste. Me hubiera gustado compartir este momento con Liam—. ¡En fin! Gracias a todos por haber venido y… ¡disfruten la exposición! Si quieren compartir conmigo sus impresiones, aquí estaré terminando de comerme las uñas.

Rieron calladamente y aplaudieron, no efusivamente pero si noté algo de sinceridad en el sonido.

El bullicio fue cambiado por conversaciones y pasos de gente desplazándose; señal de que podía soltar un respiro sonoro. Me quedé ahí parada, de nuevo sin saber qué hacer.

Sonreí feliz cuando vi a Stuart acercándose de nuevo.

—Gracias por rescatarme —murmuré.

—¿Rescatarte de qué?

—De toda la situación. ¡Sigo sin saber qué hacer!

Stuart sonrió irónico.

—Ya veo, todavía tienes miedo... ¡Ven, dame un recorrido personal! —me pidió ofreciéndome su brazo, que tomé con gusto.

Iniciamos el recorrido lentamente.

—Nada más no me preguntes cuál es el mensaje que quise dar en cada fotografía —le susurré.

Stuart rió entre dientes.

—No es necesario. Te conozco muy bien para saber qué pensabas cuando tomaste esta —dijo antes de pararnos frente a la primera fotografía.

Traté de no escuchar las opiniones de las personas; la mayoría eran puntos de vista de lo que quise expresar.

Escuché a uno decir que mi fotografía de dos niños jugando con las palomas revoloteando a su alrededor en la Plaza de Trafalgar, expresaba la inocencia del ser humano ante los problemas personales y mundiales que volaban a su alrededor, esperando golpearlo, y el rayo de sol que hacia un efecto flare era la esperanza.

Estuve a punto de carcajearme. No había mensaje escondido. Tomé esa fotografía por los niños, solo quise congelar su sonrisa en el tiempo, su inocencia. En ese momento estaba fascinada por esa felicidad inocente que tenían con algo tan sencillo como correr detrás del otro, hacía su mundo más divertido. ¡Solo eso!

Pero, siendo honesta, no se escuchaba tan intelectual como la explicación de ese hombre.

—¿No se supone que debes hablar con el público? —me preguntó Stuart como si fuera un secreto.

—No lo sé, supongo que será hasta que ya hayan terminado de ver la exposición.

Stuart sonrió y seguimos el recorrido, hasta que llegamos a lo que creí el final. Me di la vuelta y vi a Cassie que me saludó escondidamente, a lo lejos vi el tenue resplandor del anillo de compromiso que Rhys seguramente le había dado anoche. Tenía que buscar un momento libre para preguntarle cuál fue la propuesta de Rhys.

—No creí que tú también fueras parte de la exposición —me comentó Stuart, alejándome curiosamente de la felicidad de mi amiga.

—¿Qué? —volteé muy confundida a él, de inmediato me señaló con un cabeceó que viera la pared.

Me quedé boquiabierta cuando vi cuatro fotografías mías, espaciadas y formando un cuadrado, en la pared que antes estaba cubierta por ese papel estraza.

—Yo no las tomé —respondí.

Quizás Rachel quiso darme una sorpresa, pero cuando me acerqué más a ellas, me di cuenta que esas fotografías solo las tenía una persona. Esas fotos las había guardado en mi caja de recuerdos después de haberlas impreso. No las había vuelto a ver desde entonces. ¡Eran únicas!

—En mi opinión, son las mejores de toda la exposición. La modelo es increíblemente hermosa y siempre ha brillado por sí sola, a pesar de que fui un ciego imbécil que tardó en enfocarla —escuché a mis espaldas.

Lo que sentí en el momento que reconocí esa voz, es lo mismo que cada uno de mis latidos ha sentido aun dentro de la oscuridad en donde me dejó: esperanza.

Volteé lentamente, preparando a mi corazón para que no le diera un ataque cardiaco.

Liam estaba a un lado de Stuart.

—Veo amor en su mirada, del más hermoso que he conocido en mi vida —agregó Liam sin importarle la cara de confusión que tenía encima mi amigo.

Mi primera reacción fue querer correr a él, pero la confusión en Stuart me detuvo severamente. Liam miró a Stuart y luego a mí y creo que entendió que estábamos saliendo, así me lo dijo su rostro ahora cabizbajo.

—¡Si no lo abrazas después de esto…! —me dijo Stuart cuando Liam estuvo a punto de retirarse.

Troté a Liam para abrazarlo fuertemente. Me recibió con una risita callada pero llena de felicidad.

Un sencillo abrazo habló por nosotros. Los reclamos que guardamos dejaron de importar, al menos por ese momento. No había cambiado ese fantástico sentimiento que me daba paz al estar en sus brazos. Sentir que era amada de nuevo.

Miré a Stuart y sonreía como si dijera: “¡Misión cumplida!”

Le agradecí en silencio.

No quería soltar a Liam, pero empecé a darme cuenta que estábamos atrayendo la atención del público. Por suerte, era del tipo que no se prestaba a los chismes. Irónicamente, había un fotógrafo pero estaba muy entretenido cumpliendo su tarea de registrar el evento en imágenes. Y, por el momento, estaba ocupado con una pareja junto a la foto de los niños.

Lo solté, si bien sentí también su renuencia de hacerlo.

—¿Tu arreglaste esto? —le pregunté mirando hacia esa pared con mis fotos.

Liam asintió con la cabeza.

—Ven, hablaremos después… Es hora de brillar —me dijo ofreciéndome la mano, que súbitamente lo hizo brillar como si fuera esa luz pacífica que todo mundo busca al final de un día triste.

Sonreí asombrada porque, al parecer, Liam estuvo en contacto con Rachel. Su clásica frasecita era tan contagiosa que por más que te resistías a decirla, terminabas usándola para todo.

Quería preguntarle un millón de cosas pero no era el momento ni el lugar para hacerlo.

—Tienes que decirme qué estuviste pensando en cada foto —me susurró Liam al oído mientras íbamos hacia nuestros amigos, que ya eran los únicos que nos veían felices por no seguir torturándolos con nuestra nostalgia por el otro.

—Te digo rápido. En este cuarto estuve pensando en que quizás estaba perdiendo mi tiempo —le dije señalando las fotografías—. En este segundo cuarto estuve pensando que Rory era un imbécil, pero creo que eso siempre lo supiste —Liam rió entre dientes. No oculté mi relación con Rory porque seguramente se había enterado por los amigos que estaba condenada a repetir la historia—. Y toda esta parte —le señalé la otra mitad del lugar—, estaba pensando en hacer caso a Rhys.

—¿De qué?

—De buscarte.

—Son las mejores —comentó Liam echando una mirada rápida a las fotografías.

—No todas. Esas —le señalé las dos últimas de la exposición— reflejan mi rendición.

Cuando Liam me miró, leí en sus ojitos lindos que le dolió escuchar eso. Evadí su mirada y le sugerí que regresáramos con los amigos. Stuart me miró como no queriendo cuando nos acercamos.

—¿Puedo hablar contigo? —le pedí.

Liam volteó a verme, pensó que me dirigía a él, pero cuando Stuart asintió con una sonrisa tímida, bajó la mirada como si se contuviera en detenerme.

—Por favor, no te vayas —supliqué a Liam.

—No lo haré, seguiré esperándote —aseguró con una sonrisa tímida.

Jalé a Stuart hacia el centro del lugar.

—Quiero explicarte que nunca fue mi intención… —empecé con mirada inocente.

—Tranquila. No estaba ligándote.

—¿No?

—No. Todo fue planeado.

—¿Qué? —pregunté confundida. De inmediato, miré a Liam, quien estaba conversando con Corey. ¿Desde cuándo se hablaban?

—Charles me habló para saludarme, antes de que rompieras con Rory. Saliste a la conversación y me dijo que estabas muy mal desde que Liam te dejó, que estabas cometiendo cada idiotez, que los habías cortado sin explicación…

Volteé a ver a Charles sin seguir escuchando lo que Stuart decía. Mi gran amigo.

—No sé por qué no confiaste en mi para decirme lo que sucedió con ellos —los señaló, atrayendo de nuevo mi atención—. Días después, me habló Cassie, también para saludarme y me dijo lo mismo, pero también agregó que Liam estaba tan apático de la vida. Que se la pasaba encerrado en su casa componiendo. Me preocupé por ti, por supuesto, y los regañé por no haberme contactado antes. Entonces me enteré que estabas trabajando para The Radicals y que ibas ir a América. Hablé con Charles y Cassie por Skype y empezamos a planear algo para sacar a Liam de su reclusión…

—¿Por qué a él y no a mí?

—Porque tú estabas funcionando con base en él. Son simbióticos —soltó una risita irónica—. ¡Lo acaban de demostrar!

“Cassie nos dijo que los celos siempre han hecho reaccionar a Liam cuando se trata de ti.

—Sí. “Me rechazas, te persigo. Me persigues, te rechazo” —comenté las palabras que Liam me dijo esa vez. Las tenía tan grabadas en mi memoria porque me sirvieron para que se decidiera por mí de una vez.

—Así es. Cassie fue la encargada de chismear tu vida a Liam.

—Fue muy arriesgado lo que hicieron —sermoneé—. ¿Qué tal si me hubiera enamorado de ti?

Stuart me hizo ojitos de que bien sabía que jamás me iba a desenamorar de Liam.

—Entonces, ¿no te vas a mudar?

—¡Ah, sí! Mi novia ya está encargándose de la mudanza.

—¡¿Tienes novia?! —exclamé muy asombrada.

—Sí. Y no te preocupes, ella sabe todo.

—Tu novia te ha de amar muchísimo para confiar en que no iba a perderte con ese osado plan.

Stuart sonrió de tal manera que me dijo que él también le correspondía de igual manera.

—¿Liam sabe que todo esto es mentira? —le pregunté señalándonos.

—No, no lo sabe —respondió mirando a Liam de reojo; también lo hice. Se veía callado y algo nervioso por lo que estábamos hablando. Stuart regresó su atención a mí—. Cuando decidió buscarte, lo manejamos por dos frentes: Cassie lo seguía haciendo celar mientras que Noah y Rachel le ayudaron a darte esa sorpresa para alejarte de mí.

Miré la pared con mis fotos y luego a Liam.

—Será mejor que hable con él antes de que… —dije encaminándome hacia Liam. No quería que siguiera haciéndose ideas erróneas. No le iba a gustar absolutamente nada que lo empujaron a reaccionar. Por suerte, yo no tenía nada que ver.

—Sophie, es hora de conversar con el público —me abordó Rachel antes de llegar a Liam.

Le miré, haciéndole gestos de que me estaban secuestrando, que me rescatara, pero solo sonrió resignado a que no podríamos hablar hasta que todo esto terminara.

Con las medias horas, llegaron más personas, el lugar estaba concurrido ya.

Siguió siendo interesante escuchar la opinión del público en relación a mi mundo detrás de la lente. Muchas veces miraba la fotografía en cuestión y ya la veía tan ajena a mí. Era cierto lo que decían del arte: que ya no le pertenecía al artista desde el momento en que el espectador se identificaba con ella.

Lo que sí fue tan extraño e incómodo fue cuando me pedían que les autografiara el panfleto de la exposición. No me sentía cómoda siendo el centro de atención.

La gente se retiró poco a poco hasta que quedamos mis amigos y yo. Querían ir al pub más cercano y celebrar mi primer éxito, pero ya eran las diez de la noche y no alcanzaríamos ni siquiera a tomar una cerveza. Mientras decidían qué hacer, estuve temerosa de que me dejaran a solas con Liam. Ya había pasado la efusión del rencuentro y ahora temía a los reclamos que tenían que salir sin dudar.

—Vamos a mi casa —dijo Charles cuando todos ya tenían caras resignadas a ir a sus camas a dormir… o lo que fuera que hicieran a esas horas de la noche.

—Bien. Te seguimos —dijo Corey muy sonriente, miró de reojo a Rachel, sugiriéndole en silencio que se fuera con él. Su respuesta fue una sonrisa sonrojada.

Liam y yo nos atrasamos adrede para que los demás se olvidaran de nosotros.

—¡No se tarden mucho! —nos gritó Cassie cuando se dio cuenta que todo mundo se olvidó de nosotros. ¡Y eso que iban a celebrar mi primer éxito!

—No —le prometió Liam.

Se subieron a sus autos y se marcharon.

—A pesar de todo, un paparazzi seguiría haciendo lo imposible por colarse a esa reunión —comentó Liam. Le hice gestos de que no entendía—. Por aquello de la rivalidad que aún creen que existe.

Sonreí. Tenía razón.

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