Liam

Liam


28. Clásico vs. fotografía

Página 29 de 35

28. Clásico vs. fotografía

Sophie

Nos miramos en silencio. Creo que ambos teníamos miedo de iniciar algo que diera por terminado todo definitivamente. Ambos éramos muy atrabancados a la hora de dar nuestras razones.

—Gracias por el detalle de las fotos —dije. Ya no podía soportar seguir desperdiciando tiempo que bien podría usar para abrazarme.

Liam sonrió.

—No te preocupes. Las van a quitar mañana… Solo era un detalle para...

—¡No hay nada entre Stuart y yo! —confesé de inmediato.

—Lo sé —aclaró con una sonrisa.

—¿En serio?

—Sí. Rachel no sabe guardar secretos.

Me quedé muda. ¿Eso quería decir que hizo todo eso por voluntad propia y no por celos?

—¿No estás enojado porque te empujaron a…?

—No —me interrumpió—. Al contrario, creo que debería agradecérselo… Sí sentí miedo cuando me dijeron que estabas saliendo con Stuart, y tuve celos cada vez que me hacían saber que te estabas encariñando con él. Pero pronto llegué al fondo del desespero, y llamé a Rachel, mi ángel cómplice, para que me ayudara a recuperarte antes de que te perdiera por completo. Fue entonces que ya no se pudo contener y me confesó lo que planeaban.

“Decidí seguirles el juego, y mientras ellos seguían dándome “celos”, yo planeaba con Rachel y Noah como llegar a ti.

—Fue muy romántico. Solo tú tienes esas fotos…

—¿No tienes copias?

—Las originales están perfectamente protegidas en mi caja de recuerdos. Para que esas fotos estuvieran ahí, tú tuviste que haberlas cedido. Y si las habías cedido para hacer algo tan lindo, tal vez…

—Te necesitaba… ¡Te necesito! —corrigió Liam tomándome del brazo. Pensé que me iba a jalar a él, pero me soltó en seguida, solo fue para que sintiera su confesión.

Mi corazón se exaltó. Nos necesitábamos y, sin embargo, aún no podíamos derribar esa barrera invisible de treinta centímetros que nos separaba.

—Y yo te he necesitado desde el momento mismo en que me azotaste la puerta en la cara.

Liam bajó la mirada junto con un quejido, como si me recriminara que arruinara el momento con el primer reclamo que brotó sin querer.

—Sophie, no tiene caso hablar ya de eso —dijo. Su tono dulce me obligó a mirarlo de nuevo.

—Tenemos que hablarlo si queremos… —me quedé con la palabra atorada en la garganta. Yo ya estaba dando por sentado que íbamos a regresar.

—No, no tenemos que hacerlo. Sé que reconociste que fuiste muy ingenua, y yo reconozco que fui muy cerrado e intransigente…

—¡Lo fuiste, Liam! Me pateaste el corazón sin compasión, sin siquiera detenerte un segundo para darte cuenta que me estabas matando —farfullé al final, recordando ese dolor. Entonces, Liam me abrazó apresurado, pidiéndome perdón en cada respiro y latido suyo.

—Perdóname… perdóname —susurró; apenas logré asentir. Lo acepté muy rápido porque fue muy sincero. Continuó, soltándome rápido—. Ambos aprendimos de nuestro error durante nuestra separación. Dolió mucho pero sirvió para darnos cuenta que es amor verdadero lo que sentimos… Porque sí lo es, Sophie.

“No hay nada como el tiempo para poner a uno a prueba.

—¿Retomamos donde lo dejamos?

—¿Por qué no? —dijo Liam, encogiéndose de hombros—. ¿Aún me amas tanto como yo te amo, verdad?

Sonreí irónica cuando vi sus gestos todavía temerosos.

—La mitad de mi exposición fue fotografiada pensando en ti.

—Y las canciones que compuse del nuevo álbum fueron escritas pensando en ti.

¡Eso si me sorprendió! ¡Tenía que escuchar ese álbum ya! Si lo hubiera hecho cuando Cassie me entregó el CD, de seguro hubiera corrido a casa de Liam a reconciliarme con él.

Tal vez ese fue su plan A, y por eso me lo habían dado, para que reconociera la tristeza de Liam en cada frase.

—¿No las has escuchado? —me preguntó confundido por mi sorpresa. ¿Qué demonios decían?

Negué con la cabeza.

—Ven, vámonos a donde Charles. Las escucharás en el camino —me sugirió ofreciéndome su mano para ir a su auto de manos agarradas.

Ese sencillo agarre me estremeció como si me hubiera besado. ¿Por qué no lo hemos hecho aún? ¿Por qué teníamos miedo a un simple beso? ¿Acaso teníamos miedo de volver a perdernos en el otro?

Liam conectó su celular al auto en cuanto arrancó.

—No las pongas ahora —le detuve sujetando su mano, pero un choque eléctrico hizo que se alejaran. Seguí para cortar la incomodidad—. Quisiera hacerlo sola.

Liam me hizo gestos de que no entendía pero terminó cediendo.

No quería escucharlas frente a él porque no sabía qué tipo de canciones había escrito. Del tipo que reclama a la otra persona por haberla dejado, del que suplica que regrese, o del que da todo por terminado. Cualquiera de las tres iba a lastimarme.

Liam manejó en silencio y con la mirada fija en el horizonte; piezas clásicas tocaron todo el camino.

—¿Ahora escuchas clásico? —le pregunté sin sonar burlona.

—Sí…, y techno.

—Curioso. Es música que no tiene letra —comenté mirándolo. Más bien fue una observación para mí.

Liam se detuvo en un alto y recargó su brazo en el borde de la ventana para juguetear con su mejilla, luego volteó a verme.

—No soportaba escuchar poesía musical —explicó.

Bajé la mirada al entender su mensaje. En resumen, no toleró escuchar palabras que le recordaran lo que sucedió entre nosotros. Él no necesitó de las palabras de otros para expresar su desilusión, porque pudo desahogarse con su música. Yo, por el contrario, busqué canciones que me dieran esperanza y expresé lo que sentía por medio de la fotografía.

Su suspiro me hizo levantar la mirada de nuevo, pero no dijo nada y solo avanzó con la luz verde.

Silencio de nuevo.

Miré sus manos que agarraban fuertemente el volante, aun traía ese anillo que por alguna razón hacia sexy a toda su mano; ese anillo fue el que rompió la boca a Rhys. Seguí mirándolo hasta que noté que se puso nervioso; no creía que lo tenía tan cerca pero tan lejos en pensamiento.

¿Por qué carajos no nos hemos besado aun?

Desvié la mirada cuando finalmente sentí la tensión que me gritaba que bajara del auto y saliera corriendo porque, pese a que me había dado esperanza de ser amada de nuevo por él, no era lo suficientemente fuerte para sentirme segura.

Llegamos a casa de Charles y bajé en cuanto apagó el motor. Rodeé el auto y Liam de inmediato me ofreció su mano, que tomé con una sonrisa emocionada porque tal vez era para jalarme a sus brazos y por fin besarme.

Pero vaya decepción, solo fue para llevarme a la puerta de la casa de Charles.

Cynthia nos abrió un minuto después de que Liam tocó el timbre.

Liam

¡Por favor, que no esté Tammy aquí!, supliqué en silencio en cuanto vi a Cynthia, que no había ido a la exposición de Sophie por obvias razones. Aun no entendía por qué Cynthia seguía odiando a Sophie si ya vivía con Charles desde hace unos días. Concluí que Tammy aún seguía envenenando su opinión.

Nos saludó rápido y nos llevó a la sala, en donde fuimos recibidos por risas y música a bajo volumen. Nadie se alborotó por vernos juntos de nuevo.

Llevé a Sophie de la mano al sillón desocupado y la senté junto a mí. La sentí muy tiesa, como lo estuvo todo el camino, entonces la jalé de los hombros para que descansara en el respaldo mientras la abrazaba; la sentí aún más tensa.

—¡Relájate! —le susurré al oído y luego le di un beso en la sien. Su cuerpo fue relajándose a media que su suspiro desapareció.

Estábamos en silencio otra vez, disfrutando la cercanía del otro. Nuestra atención estaba puesta en nuestros amigos que nos miraban de vez en tanto y sonreían algo confundidos por cómo se dieron las cosas. Creo que ninguno de los dos quería desempolvar una conversación que estaba evitando por el momento, pese a que ya la iniciamos hace rato.

La plática fue acerca de la gira de The Radicals. Compartieron anécdotas que me parecieron graciosas.

—¡Qué tal la de Corey y su momento punk! —comentó Rhys.

—No puedes ir a New York y no tener uno de esos putos arranques —explicó Corey.

—Sí, si hubiéramos estado en New York… ¡Pero estábamos en México! —refutó Patrick.

Todos reímos entre dientes.

—¡Estaba precalentando! —aclaró Corey, y luego me miró—. ¡Liam, deberías hacerlo una vez! —me recomendó entusiasmado.

—Siempre he querido hacerlo —dije—, pero aprecio a cada una de mis guitarras. Algunas fueron hechas especialmente para mí.

—¡Al carajo con eso! ¡No hay nada como estrellar una puta guitarra de 2000 libras contra un woofer de 5000! —contradijo Corey—. Solo no descubras mucho el rostro.

—¿Qué te pasó? —le preguntó Rachel, sujetando su brazo para que la mirara.

—Una de las cuerdas latigueó y le rasguñó la barbilla —respondió Sophie.

—¿Tú estabas ahí? —le pregunté.

—Sí, documenté su locura en fotografías. ¡Claro!, cuando vimos sangre brotar, hubo todo un caos.

—¡No fue nada! Solo un susto —dijo Corey.

Rachel pidió a Corey que le mostrara la cicatriz. No alcancé a ver nada, su barba de media tarde la ocultaba perfectamente, pero le sirvió para que Rachel se acercara tanto a él que pudo intimidarla con su sonrisa creída.

Sonreí irónico.

—¡Corey, esa cuerda pudo haberte matado! —le espetó Rachel asustada. Aprovechó para alejarse de él un poco.

Corey solo sonrió restando importancia al hecho, aunque no tanto a la preocupación de Rachel. Creo que esos dos estaban ya ligándose.

Sophie se separó de mi abrazo para participar más en la conversación. Aproveché para acariciar su espalda sin dejar de poner atención a lo que decían. Mi caricia fue desplazándose por su espalda tan lentamente que sin pensarlo ya tenía la mano debajo de su blusa.

Sophie volteó a verme de reojo.

—¿Te molesta? —le susurré con una sonrisa a medias.

—No —respondió sonriendo y regresó a la conversación.

Al poco rato, Sophie se dejó caer de nuevo al respaldo, teniendo mucho cuidado con no aplastarme la mano, y escondió su bostezo en mi pecho; alborotó un poco a mi corazón.

—¿Ya estás cansada? —le pregunté besando su frente. Asintió acurrucándose más en mis brazos, pidiéndome así que la dejara dormir unos minutos nada más.

—Vamos, te llevo a casa —le dije empujándola delicadamente para levantarnos.

—¿Ya se van? —nos preguntó Cynthia apresurada.

—Sí, ha sido un día muy cansado para Sophie. Voy a cuidar su sueño toda la noche —le respondí, haciéndome el tonto, mientras sujetaba la mano de mi pecosa.

De seguro estaba esperando que Tammy llegara para arruinarnos la reconciliación. Tal vez Cynthia no sabía el ultimátum que había dado a su amiga, ojalá no fuera tan estúpida para aparecerse en el último segundo. Aprendí la lección y ahora iba a proteger a Sophie con uñas y dientes.

Nos despedimos. Sophie les agradeció por todo, incluyendo mi regreso a ella.

 

Sophie no objetó que la llevara a mi casa en lugar de la suya; de seguro coincidió también con que todavía teníamos que terminar de hablar.

Abrí la puerta de mi casa y la dejé pasar con un gesto galante. Mientras dejaba las llaves y me quitaba el saco, admiró el lugar como si fuera la primera vez pero también como si regresara a casa después de un largo tiempo fuera.

Fue al librero para contemplar tres de las fotografías que había utilizado para mi sorpresa; la cuarta estaba en mi cuarto, en mi buro, deseándome siempre buenas noches y buenos días.

Tomé el iPod que estaba en el comedor y regresé con Sophie para pedirle que se pusiera un auricular, y yo me puse el otro. Busqué Arrastrándome de regreso a ti, la canción que le compuse.

Nos miramos fijamente durante la primera estrofa. En mi voz se podía escuchar el sentimiento de añoranza que sentí en ese momento, aun lo recuerdo vívidamente.

De pronto, Sophie se puso de puntas y me besó, rompiendo así la barrera que me alejaba de ella.

Los dos estábamos nerviosos al principio, pero ese deseo por el otro empezó a renacer de entre las cenizas e hizo nuestras lenguas más ávidas y nuestras manos más atrevidas.

La canción siguió revelándole lo que fue mi mundo sin ella. Aun con gente a mí alrededor, me sentía solo y no dejaba de pensar en ella. Por dos años estuve atrapado en una burbuja llena de vacío, privado de emociones.

La acorralé contra el librero en lo que le desabrochaba el pantalón —ella hizo lo mismo—, después le besé en lo que me bajaba un poco los pantalones y luego los de ella. No tenía tiempo para recordar cada línea de su perfecta desnudez, ya lo haría después con más detenimiento.

Te necesito, amor, era lo único que se repetía en mi cabeza con cada movimiento de labios.

—¡No te apresures! —me dijo sujetando mi rostro para que nuestras miradas se conectaran sin dificultad. Pero solo logró que la deseara más.

—No puedo. Te necesito tanto, linda —susurré antes de atacar sus labios para perdernos rápido en palabras silenciosas que se convirtieron en gemidos llenos de deseos al fin complacidos.

Seguí atacándola con mis cogidas, cual vikingo furioso que solo quería de regreso lo que le pertenecía. ¡Ella era mía, siempre lo será!

Fue una cogida rápida, y muy musical. Necesitábamos que fuera así porque, para hacer el amor, teníamos que romper el hielo que aún quedaba entre los dos.

Todo culminó con ella mordiendo mi clavícula con cuidado y abrazándome lo más fuerte que podía, tuve que sujetarme del librero para sostener el desfallecimiento en el que estábamos hundiéndonos poco a poco; los dos terminamos de jadear entre risitas llenas de placer y felicidad.

—Yo también me sentí así sin ti —confesó Sophie mirándome, luego me dio un beso rápido, casi virginal.

Se refería a la canción.

Sonreí feliz porque me sentía completo y amado. Dio validez a mi existencia.

—Este librero es la mejor compra que has hecho —comentó casual, en lo que nos arrancaba los audífonos. Ya estaba sonando otra canción.

—Eso espero porque no fue nada barato —respondí en lo que me separaba de ella para subirme los pantalones—. ¿Quieres agua? —le pregunté en lo que ella terminaba de bajarse la blusa.

Asintió con la cabeza.

La llevé de la mano a la cocina conmigo, no quería separarme de ella ni un segundo. Tenía miedo de que saliera corriendo cuando se diera cuenta del error que había cometido al aceptarme de vuelta en su vida.

Sophie se recargó en el mueble de la cocina para mirarme tranquila moverme por la cocina.

—¿En serio me has perdonado ya? —me preguntó.

Me detuve de inmediato.

—Sí, como espero que también tú ya lo hayas hecho —le respondí en lo que me acercaba a ella. No la puse en una posición que la intimidara porque el momento de seguir “la conversación” había llegado. Seguí—. Sophie, ya quedamos en que fuiste ingenua y yo intransigente. No tenemos que volver a tocar ese punto. Lo único que tienes que perdonarme ahora es lo cretino que fui por no buscarte antes. Por necesitar que un imbécil guitarrista de un grupo mierdero me hiciera dar cuenta que no quería perderte.

Sonrió.

—Bueno, gracias a ese imbécil guitarrista, me di cuenta que no hay nadie como tu… Jamás lo hubo, jamás lo habrá.

—¡Ja! Ahora resulta que tenemos que ir a agradecerle al imbécil de Rory por interferir entre nosotros.

Sophie rió entre dientes irónica, mientras que me atrevía a acariciar sus caderas delicadamente y en silencio.

—Mmm, solo para confirmar, ¿todo perdonado? —consultó.

Asentí con la cabeza en lo que sonreía sarcástico porque no terminaba de creer nuestro reencuentro.

—Bien. Entonces, ¿dónde está mi agua?

Fui a terminar de servir los vasos.

—Ven, vamos a dormir. Mañana seguiremos platicando —le dije, ofreciéndole la mano de nuevo. Iba a dejar el agua pero le dije que se la llevara, podría darle sed más al rato… De hecho, ¡iba a darle más sed porque me iba a beber toda su boca!

Solo la solté cuando entramos al cuarto y cerré la puerta detrás de ella. Puse el agua en mi cómoda y saqué un pijama para ella pero la rechazó, entonces, nos desnudamos enfrente del otro, sin cohibirnos, y nos metimos a la cama desnudos. Ambos buscamos la cercanía del otro.

Sophie

Nuestras caricias arrulladoras se intensificaron hasta ser atrevidas. Busqué sus labios entre la oscuridad para acompañarlas. Poco a poco, nuestros besos cortos también se alargaron e hicieron apasionados.

Todavía ambos queríamos hacer el amor, por eso nos habíamos acostado desnudos.

Liam quiso acorralarme bajo su cuerpo pero no se lo permití, por el contrario, fui yo quien lo obligó a ponerse boca arriba para subirme a él.

Él fue quien tumbó la pared que nos dividía con sexo. Despedazó esas dudas que lentamente fueron creciendo, en relación a cuán atrás habíamos regresado. Era mi turno de compensarle: hacerle el amor como a ambos nos gustaba.

Fue tan lento… tan intenso y bello de nuevo.

—Aún me gusta el desespero con el que me tocas —susurró.

Sonreímos los dos antes de perdernos en otro beso ansioso por recuperar todo el tiempo perdido.

El sexo de reconciliación era el mejor porque se acumulaban todas esas frustraciones hasta el punto que solo la otra persona podía dejarlas libres. Pero no solo fue eso, también curó todos esos dolorosos recuerdos de lo incompletos que estuvimos sin el otro todo el tiempo. Tal y como decía mi canción.

Nos abrazamos de nuevo mientras que esperábamos a que nuestros cuerpos se recuperaran para la siguiente vez. No quería dejar de hacerlo, porque ya volvía a sentirme parte de él, pero el cansancio, la desvelada de la noche anterior y todas las emociones, nos hicieron dormir.

 

 

Cuando era universitaria, despertaba y me estiraba como niña feliz de no compartir la cama con nadie. Cuando conocí a Liam, miraba hacia ese lado vacío y fantaseaba con que él estaba ahí. Cuando fue mi novio, lo admiraba con un suspiro feliz al sentirlo mío. Cuando me cortó, miraba acariciando su lugar siendo ocupado por la tristeza que me recordaba cada mañana lo que había perdido.

Esta vez fue un despertar maravilloso porque Liam aún me abrazaba.

Besé su pecho tímidamente hasta que me topé con un tatuaje en sus costillas izquierdas.

¡¿Cuándo se lo hizo?!

Lo miré detenidamente, sintiendo un poco de tristeza. A pesar de ser artístico, sentí soledad en cada uno de esos detallados pinos. Los besé con mucho amor para que ya no se sintieran solos, ya estaba con su dueño y ahora eran parte de nosotros.

—Eres tú —balbuceó Liam entre sueños—. Tenaz, valiente, paciente… hermosa.

Sonreí feliz cuando su significado cambió por algo hermoso. Y también excitada porque se había hecho ese tatuaje por mí. Me desplacé a su cuello, en donde seguí adorándolo mientras le susurraba que me encantaba; Liam soltó un deseado gemido lleno de gusto.

—Buenos días —le susurré con voz seca. También me dijo un buenos días somnoliento. Sin embargo, volví a quedarme dormida sin esperarlo.

Creo que había despertado inconscientemente para verificar que Liam estaba de nuevo a mi lado y no fue todo un sueño.

Al poco rato, o al menos así se sintió, escuché el sonido de una cámara. Cuando abrí los ojos, Liam estaba sentado a mi lado con su celular en mano.

—¿Qué haces? —le pregunté deseando un poco de agua.

Liam me pasó rápido mi vaso.

—Actualizando mi Instagram.

Me enseñó la foto que me había tomado durmiendo. No me veía mal, pero lo que más me importó fue lo que comentó.

Hermosa despierta, hermosa durmiendo.

Siempre serás mía, siempre te amaré. <3.

Sonreí, me había declarado su amor ante el mundo entero.

—¿Desde cuándo publicas tu vida en la red? —pregunté.

Soltó una risita irónica.

—Solo lo hago en Instagram, mi cuenta es privada. En Twitter pongo todo aquello que los fans quieren saber de mí como músico.

—Ahora entiendo —comenté en lo que me restregaba los ojos.

—¿Me estuviste espiando? —preguntó curioso.

—Sí, después de… —callé cuando me recordó con sus gestos que ya no íbamos a hablar del momento en que me sacó de su vida—, pero no pude ver nada porque me bloqueaste en todos lados.

—Ya arreglé eso hace tiempo, y te va a llegar una notificación a tu Instagram. Te etiqueté en la foto.

Dejó el celular en el buró y me brincó para acostarse a mi lado de nuevo.

—Tenemos que aprovechar estos días… —dijo atrayéndome a él por la cintura. Su mano se aventuró a ir a mi trasero.

—¿Por qué? ¿Vas a algún lado? —pregunté enamorándome de nuevo de sus ojitos azules.

—Sí. La gira va a iniciar tan pronto como terminemos de grabar el álbum.

—Que es cuando tengo que hacer una sesiones antes de regresar con The Radicals —comenté.

Hice gestos de que preferiría irme de gira con su grupo.

—Podemos vernos en Coachella. Siempre tenemos la siguiente semana libre —dijo.

—The Radicals también va estar en Coachella.

—¡Es un plan! Nos vemos ahí y nos vamos de vacaciones a donde quieras —me prometió acariciando mi rostro.

Sonreí feliz por el plan, pese a que faltaran meses para llevarlo a cabo. Estábamos planeando a futuro de nuevo.

—Liam… —llamé su atención que fue respondida con un gemidito—, ¿quieres ser mi novio de nuevo?

Liam me miró sorprendido porque sé que me vi como una mujer desesperada, pero no quería que la incertidumbre me atacara una vez que dejara la cama.

—Sé que no te gusta que…

—Linda, volví a ser tu novio desde el momento en que me abrazaste con esa hermosa sonrisa tuya en el rostro…, cuando viste tu sorpresa —me interrumpió.

Sonreí de oreja a oreja en lo que me acomodaba más en sus brazos; todo era tan maravilloso de nuevo y no podía ser más feliz. Habíamos hecho el amor tantas…

—¡Dios mío! ¡No usamos protección! —exclamé de la nada. Me erguí un poco para verlo directo a los ojos.

No se veía preocupado.

—No, y me encantó. ¿Por qué no lo hicimos así antes? Eres tan cálida, suave y…

—¿Pero estoy…? —le interrumpí aun atónita. Para mí, hacerlo sin condón era un gran compromiso porque era estar consciente de que podía quedar embarazada.

—Pecosa, deja de ponerte histérica —me interrumpió irguiéndose un poco también—. ¿Eres mi novia, no?

—¿Pero, ojitos lindos,…? —había extrañado llamarlo así.

—Sí te embaracé, ¡no hay problema! Daré gustoso la bienvenida a todos los hijos que vengan como resultado de amarte como debe de ser... Estoy contigo ya en un cien por ciento, como debí haberlo estado desde un principio —aclaró dejándose caer a la almohada. Tomó mi mano, la que antes del susto acariciaba su pecho, me jaló más y luego la bajó hasta su cosita.

Lo miré sorprendida cuando lo sentí. No había hecho nada para que ya estuviera “listo” para bailar tango.

—Así me pones con tan solo verte, olerte y besarte —dijo dándome un beso entre cada palabra. Mi mano seguía allá abajo, excitándolo más—. Ya no pongas peros y déjame disfrutarte así.

Sonreí sonrojada.

—Quiero ser parte de ti… siempre —me susurró al oído.

Me dejé ir a donde él quisiera, que al fin y acabo era un lugar donde sería feliz, en donde Liam me amaba de nuevo.

Ir a la siguiente página

Report Page