Lenin

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Apéndice » Lenin y Trotsky

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LENIN Y TROTSKY[41]

ENRIQUE ESPINOZA[42]

Desde las vísperas de la Revolución de Octubre, hace veinte años, el nombre de Trotsky se halla unido históricamente al de Lenin, en forma irrevocable y definitiva.

El testimonio inicial de John Reed en su libro ya clásico sobre los Diez días que conmovieron al mundo[43], nos muestra la génesis de esta unión en el reflejo fiel de los acontecimientos extraordinarios que la produjeron.

¿Quién no recuerda algunas de las muchas veces que el gran periodista americano asocia los nombres de Lenin y Trotsky en el curso de sus famosas crónicas?

Lo hace de entrada, casi, al ocuparse de la sesión decisiva del Comité central bolchevique.

«Entre los intelectuales, dice, únicamente Lenin y Trotsky defendían la insurrección, seguros de poder mantenerse en el gobierno».

Luego nos ofrece una prueba indirecta, mediante la cola del último discurso que le escucha a Kerensky; cola, por cierto, llena de veneno retórico para estos dos nombres, precisamente.

Y tras de insistir acerca de la lucha titánica que llevan a cabo Lenin y Trotsky, John Reed deja constancia de otra prueba más directa.

Se trata esta vez de un documento oficial bolchevique que los declara «indispensables», cuando los conciliadores y reformistas exigen su exclusión.

Por su parte, al mismo John Reed se le ocurren también estos dos nombres y no otros, para simbolizar el triunfo de la insurrección en las páginas finales de su libro inolvidable:

«Lenin y Trotsky siguen en el gobierno y el Comité Militar Revolucionario continúa en sus funciones».

El testimonio de John Reed es el primero y más difundido; pero no el único. Muchos escritores de distintos idiomas, juntan por aquella época, en favor o en contra, esos dos nombres representativos de la nueva Rusia.

Los poetas soviéticos los acoplan en sus canciones circunstanciales, rimando acertadamente el Kremlin y el Smolny con Lenin y Trotsky.

Una abundante iconografía, sin mayor trascendencia artística al principio, populariza sus imágenes a través del cine y de las revistas ilustradas.

Un anecdotario, igualmente pintoresco, los rodea de voces obreras y campesinas que no tardan en alcanzar expresión literaria bajo la pluma del joven cuentista de «La Caballería Roja[44]».

En la práctica de la dictadura del proletariado, antídoto inevitable impuesto por la resistencia armada de la burguesía internacional y que expresa la barbarie del pasado antes que la cultura del porvenir, los nombres de Lenin y Trotsky se hacen pronto para los revolucionarios del mundo entero tan inseparables como los de Marx y Engels en la teoría.

Terminada la guerra civil, Lunacharsky, entonces comisario de Educación Pública, los destaca en una serie de Siluetas Revolucionarias[45]:

«Los más indicados entre todos para sus tareas, son los dos más fuertes de los fuertes: Lenin y Trotsky».

¿Vale la pena después de este juicio terminante, hacerse eco de sus diferencias episódicas anteriores a la Revolución de Octubre?

Estas diferencias han provocado, sin embargo, desde hace una década, toda una leyenda, fuera y dentro de la Unión Soviética.

Máximo Gorki, en cierta conversación con Lenin sobre Trotsky alcanza a registrar los siguientes términos del primero:

«Ya sé que corren por ahí muchas mentiras acerca de mis relaciones con él. Se miente mucho y por lo visto con ganas, tratándose de Trotsky y de mí».

El sentido de estas palabras es intergiversable, pues según Gorki, Lenin había dicho en esta misma conversación, refiriéndose a Trotsky:

«Y bien, ¡cíteme el hombre que sea capaz de levantar en el plazo de un año, un ejército casi modelo y que, además, haya conseguido conquistarse el respeto de los especialistas militares!»

Pero a la muerte de Lenin y a la caída de Trotsky, los biógrafos oficiales no han encontrado sistema más fácil que el socorrido de exaltar a uno para rebajar al otro.

Con todo, aun así estos Plutarcos de última data no dejan de confirmar a su manera, la imposibilidad histórica de separarlos.

Desde el punto de vista más profundo, puede decirse que el mismo Trotsky acaba de impedirlo para siempre con la recreación de una magistral Vida de Lenin cuyo primer volumen se ha publicado por ahora solamente en francés[46].

Este primer volumen comprende la infancia y juventud, de Vladimir Ilich Ulianov. Desde su nacimiento en la remota ciudad de Simbirsk, sobre el Volga, hasta su insegura instalación en Petersburgo. Es decir desde 1870 hasta 1893. Justamente los años en que el futuro Trotsky, nacido en 1879 no sabe nada por sí mismo del futuro Lenin.

Tal inexperiencia personal, confiere a dicho volumen, no sólo dentro de esta obra —que comprenderá otros dos volúmenes— sino dentro de toda la obra de Trotsky, un carácter excepcional y único.

En efecto, hasta aquí el formidable escritor revolucionario nos había dado en sus grandes libros —desde el asombroso 1905[47] hasta el profético «¿Y ahora[48]?»— al mismo tiempo que una exacta interpretación del movimiento socialista internacional, una suerte de memorias heroicas, en su calidad de jefe que ha estado siempre en los primeros puestos de combate. Y aunque, en toda ocasión ha sabido hablar de Trotsky, como de otro, en tercera persona, no hay duda que el conocimiento íntimo de los hechos desarrollados a su vista y muchas veces bajo su propia dirección, le concedían una ventaja vital…

Sólo en el caso de la juventud de Lenin, no pudo ejercer esta superioridad, pues apenas si tuvo como conseguirse en el destierro los elementos a disposición de cualquier ciudadano de Moscú. Pero su talento creador ha vencido todas las dificultades. De ahí el mérito extraordinario de esta obra, una verdadera obra maestra, que por curiosa paradoja, se leerá abiertamente en todos los países libres menos en el más libre de Lenin y Trotsky.

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