Mande para o Facebook Mande para o Twitter Se o que o fã quer é “service”, a sua resposta está em LEGO Batman: O Filme. A animação derivada de Uma Aventura LEGO explora a versão diminuta do Cavaleiro das Trevas (dublada originalmente por Will Arnett e em português Duda Ribeiro) com todas as referências possíveis à história do personagem, nas telas e nos quadrinhos. A estrutura é a mesma do longa dirigido por Phil Lord e Christopher Miller em 2014 e agora comandada por Chris McKay: humor frenético, visual colorido e uma mensagem sentimental, mas verdadeira. A lição da vez é sobre a importância da família. Para salvar Gotham, o solitário Batman precisa aprender a trabalhar em grupo, aceitando a ajuda de Robin (Michael Cera no original e Andreas Avancini no Brasil), Barbara Gordon/Batgirl (Rosario Dawson no original e Guilene Conte na versão brasileira) e Alfred Pennyworth (Ralph Fiennes no original e Júlio Chaves no Brasil). É por essa base que LEGO Batman explora todos os absurdos do universo dos super-heróis, aplicando o senso de humor do Homem-Morcego da década de 1960 à roupagem “sombria” assumida pelo personagem a partir dos anos 1970.
As piadas atendem todas as faixas etárias. Há frases de efeito e momentos fofos para as crianças, assim como insinuações (como o relacionamento “amoroso” de Coringa e Batman) e “participações especiais” que só os mais velhos vão entender. Nos dois casos, o timing é certeiro (com boas adaptações feitas pela dublagem). A textura realista da animação dá vida a um universo de brinquedo embalado por uma trilha sonora pop com influências metaleiras. As pecinhas têm peso ao se encaixar umas nas outras, mas os movimentos são fluidos, rápidos e hilários. É como uma brincadeira de criança, que conhece todas as regras do universo do morcego, mas não tem medo de questioná-las, de misturar referências e até franquias cinematográficas. LEGO Batman: O Filme ri dos exageros do bilionário órfão que se veste de morcego para combater vilões fantasiados ao mesmo tempo em que respeita todo o legado criado por Bob Kane e Bill Finger. Agrada ao fã adulto, que vê na tela o Líder Mutante de Frank Miller ao lado do obscuro Rei dos Condimentos, nascido na série animada, e os pequenos, que aprendem com essa carta de amor ao personagem como se constrói um herói de verdade.
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¿Unas expectativas bajas pueden hacernos valorar película por encima de lo que realmente merece una obra? ¿Unas altas expectativas puede hacernos desterrar una peli por no darnos lo que esperábamos? Soy de los que miré Lego: La película con cierto escepticismo desde el principio, y cuando pude llegar a verla, aunque no la viese tan redonda como algunos señalaban, es una obra que aportaba algo que en ese momento la animación proveniente de Hollywood parecía haber olvidado desde hace tiempo: que el espectador infantil no es estúpido y que puedes darle productos que le hagan reflexionar. No es de extrañar que no la nominasen al Oscar. Sin embargo, por clamor popular fue el nacimiento de una nueva franquicia que supone casi una excusa para unir a varias y haciendo una jugada que recuerda a la que ya hizo la Universal cuando el cine de monstruos entró en declive, pensar que por el mero hecho de que se usen varias en una misma película funcionaría. A la Universal no le fue especialmente bien, pero ahora parece que les estamos dando la razón a los estudios.
Si hay algo que se ha olvidado al Batman contemporáneo en el cine es el humor. Seguramente por temor a acercarse a los errores de Schumacher. Todas las películas actuales del personaje parece que deben ser completamente trascendentales, con un tono conscientemente dramático y oscuro (aunque puede que sea impostado y luego choque con la naturaleza absurda de lo que nos están contando, como sucede en Batman V Superman). Se parecen más al Batman de Frank Miller que la despreocupación y diversión de los Batman precedentes. Lego Batman: La película nos ofrece precisamente la posibilidad de volver a ese Batman. Tiene un tono principalmente cómico que funciona si no somos muy exigentes y entramos en el juego. Sí, pasa constantemente por los topicazo y los chistes mil y una vez vistos y oídos, pero no creo que su humor pueda se clasificado en ningún momento como sal gorda. Seguramente el Batman del que más se hayan fijado es el mejor en lo suyo, el todavía hoy extraño, divertido, absurdo, memorable, creativo y, ante todo, orgullosamente camp.
Adam West está en toda la película, de forma tanto explícita como implícita en una película con una duración exacta y muy medida (a uno le da la impresión de que si añaden un minuto más o menos, la película se hubiese desmoronado), y con un ritmo ágil que hace que la comedia funcione (aunque en ocasiones sea excesivamente dependiente del dialogo en lugar del gag visual, que sería lo propio del cine). Es una película para la generación millenial con la capacidad de atención muy dispersa, con todo lo que ello conlleva, pero es un acierto el que recuperen un Batman que seguramente no conozcan y que es igual de interesante o más de lo que es el actual. Otro de los aciertos de la película es el enfoque que les dan a los personajes, creando ciertos aspectos y características de ellos que nunca se habían tratado en el cine, con lo que es de agradecer que se atrevan a hacer determinadas cosas inéditas y llevarlos más allá. Ahí también, los creativos detrás de la película demuestran un conocimiento casi enciclopédico, además de un cariño hacia el personaje, cosa fundamental cuando te enmarcas en un proyecto de estas características.
También es apreciable el modo en el que Batman es presentado por primera vez como fantasía fascista de la que tanto se ha hablado. Tenemos como protagonista un Narciso que va machacando criminales sin inmutarse ye hiriendo a todos los que tiene alrededor, todo para aumentar su ego, ya lo suficientemente inflado. Este es un Batman con el que es difícil empatizar y que puede que en un primer nivel pues le dé la sensación de que “mola”, pero es tremendamente simplón, cargante y, sí, cansino. El conflicto de este personaje está a juego con su marcadas carencias: El de salir del ego y abrazar la compañía tratado de forma un tanto forzada, planteado de la forma más obvia y predecible que han sabido hacer. Es una película infantil, pero creo que ese conflicto hubiese ganado si se hubiese tratado de una forma más ambigua. Creo que a los guionistas de esta película se les ha olvidado mirar a la vida para dotar de un mínimo de corazón a esta obra. Está creada por gente que ha tomado inspiración de forma exclusiva del cine y de la amplísima historia del personaje, y han elegido plasmarlo.
En ese aspecto, la película es toda una exhibición, pero le falta lo más esencial que debe tener una película que perdure mínimamente en la memoria: algo que contar. Ya que, por mucho que tenga un envoltorio bonito y que sea presentada de una forma extremadamente artificiosa, creo que la película tendría problemas en perduración en la memoria, pero esta seguramente lo haga por el mero hecho de que está protagonizada por Batman. La resolución de conflictos cuenta con unos cuantos errores argumentales con la finalidad de buscar ese happy ending tan propio de Hollywood. Lo fundamental es que acabe bien, pase lo que pase, aunque con ello traicionemos la idiosincrasia de los personajes y las reglas de juego que nosotros mismos hemos creado. La película exhibe un fan service recalcitrante, no solo porque la película sea un gigante guiño, sino porque su climax es el sueño húmedo de cuando éramos pequeños (y me atrevería a decir que algunos no han terminado de crecer) y nos preguntábamos quien ganaría en combates imposibles entre personajes de distintos mundos, narrativas y universos.
Su barroquismo a la hora de coger de aquí y de allí es extremo pero, de nuevo, considero que esas cuestiones ya han sido explotadas hasta el hartazgo y, actualmente, es más transgresor no emplear recursos posmodernos que ser la obra quinientos mil que los emplea. Evidentemente, todo lastra la película como obra en sí mismo. Tiene las mismas apuestas que tuvo Deadpool el año pasado, es una película muy autoconsciente que no teme reírse de sí misma, y del momento en el que el cine de superhéroes se encuentra (de hecho, hay una serie de chistes que sirven para dar una falsa complicidad con el fan. A uno le da la sensación de que la película opta por reírse de forma constante tanto de Batman V Superman como del Escuadrón Suicida, para que el fan hardocore al ver refrendados sus argumentos salga falsamente satisfecho de la película), aunque creo que la película de Tim Miller fue infinitamente más audaz en algunos aspectos que este producto tan empeñado en ir punto por punto y tocar todas las teclas para conquistar al seguidor del personaje.
Mención aparte merece las muy lamentables decisiones respecto al doblaje que se han hecho en España, en el que han contado con voces de escasa experiencia en el mundo del doblaje (e incluso a personas que no son actores) para interpretar a algunos de los personajes de la película. Es una práctica que agrede contra la industria de actores de doblaje (que guste o no, tiene una gran tradición y arraigo en este país y es de los más respetados en todo el globo), con fines promocionales. No es la primera vez que se lleva a cabo esta practica y, seguramente, no será la última, pero este intrusismo afecta tanto a la calidad del doblaje que nos llega a los espectadores, como al propio gremio. Aunque, siendo sincero, de todos modos, yo me muestro en contra del doblaje en el cine, y en este caso no hay llegado una sola copia en versión original en España, lo cual hace más sangrante el caso. Batman Lego: La película es una película que aspiraba a mucho y que, según los tráilers, parecía querer apuntar alto.