Laurie

Laurie


Capítulo 1

Página 3 de 47

CAPÍTULO I  LUCHAR ESTÁ SOBREVALORADO

—¿Laurie? Laurie.

Parpadeé al escuchar una voz estridente resonando en mis oídos. Unos brazos insistentes me zarandeaban esperando hacerme volver. La luz del exterior atacó mis retinas y me revolví molesta. No era muy agradable que te despertaran así.

—¡Laurie! —insistió de nuevo.

Abrí los ojos y parpadeé de nuevo al ver un rostro borroso. Al enfocar este se empezó a perfilar y los ojos marrones de Angie brillaron.

No podía creerme que fuera real. Que pudiera estar a escasos centímetros de mí y no sintiera esa necesidad de hincarle el diente, de vaciarla. No pude evitar sonreír y la apreté contra mis brazos, ignorando los chillidos histéricos que soltaba cerca de mi oreja.

Al soltarla, ambas nos miramos y mi sonrisa se congeló al darme cuenta de la realidad. Si estaba Angie era porque estaba en la academia, y eso significaba que todo lo sucedido había sido real. No una pesadilla.

Hice un barrido por la habitación. Era sencilla y poco amueblada. De hecho, solo estaba ocupada por la cama en la que me encontraba, una mesita de madera a su lado, una pequeña ventana que dejaba pasar algo de luz y un armario empotrado. No tenía cuadros, ni plantas, ni libros… una habitación de paso, como si fuera de un hotel.

Observé a mi amiga de nuevo. El hecho de poder verla otra vez, de escuchar su voz, de que una sonrisa se dibujara en su rostro… me dio miedo a una escala inimaginable.

—Angie…

—¡Puedo abrazarte! —continuó, absorta al cúmulo de sentimientos y emociones extrañas que estaban almacenándose en mi estómago. Los rostros de Nikola, de Ana, de Rocío, de mi madre… cada muerte era una estaca clavándose en mi corazón. No podía permitirme el lujo de perder a Angie también.

—Sí —respondí forzando una sonrisa y carraspeé. Mi voz había sonado ronca—. Eso es genial.

—Laurie… lo siento —dijo con el labio inferior tembloroso—. No puedo ni imaginarme por todo lo que has pasado. Por lo que… por lo que estás pasando. Será mejor que te deje tranquila para que puedas asimilarlo todo.

Angie se giró para marcharse, pero la detuve sujetándola por el brazo. Mi mente aun iba a mil por hora pensando en todo lo sucedido. Me sentía extraña, ni siquiera recordaba haber perdido el conocimiento después de esa revelación. Aunque, con todo lo sucedido, también me parecía raro que hubiera podido aguantar el shock inicial. Si antes quería recuperar la vida que tenía como humana, absorta de todo lo que iba a sucederme, ahora con más razón. Estaba cansada de sufrir.

—No te vayas —supliqué.

Miré su rostro. Incluso Angie tenía una capa oscura bajo sus ojos, reflejo de la crisis que giraba a nuestro alrededor. Pero su cansancio se suavizó al esbozar una sonrisa sincera. Pensé en Soid, seguramente ahora estaban cargados de trabajo. No sabía qué más había pasado fuera de la academia, pero seguro que nada bueno. ¿Y por qué habían actuado de esa manera con Angie? ¿Por qué no la buscaron cuando se fue? No entendía esa manera de actuar que tenían los dhampir.

—Angie —comencé a decir, movida por la curiosidad—. ¿Qué ha pasado desde que terminé aquí? ¿Y por qué no fueron a buscarte? No entiendo nada.

Mi amiga soltó un suspiro de cansancio y se sentó sobre la cama en la que me encontraba, colocándose a mi lado.

—Las cosas se están complicando, Lau. No me dicen mucho por no ser una de ellos, pero todos están muy nerviosos —me informó removiéndose con incomodidad y susurró—: Algunos comentan que Lilith no tardará en abrir el libro de los siete Sellos.

—¿Los siete sellos? ¿Cómo los que se hablan en la Biblia?

Mi cuerpo se tensó al recordar todo lo relacionado con el Apocalipsis. Que Angie se hubiera puesto así al mencionarlo solo podía significar que podía hacerse real. Ni siquiera era capaz de imaginar todo lo que eso podría desatar. ¿Era real? ¿Habría trompetas, jinetes, desolación y oscuridad? Sentí escalofríos con solo pensarlo.

Mi amiga asintió sin dejar de mirarme, pero sin decir una sola palabra. Ambas nos habíamos quedado paralizadas.

—Todo esto se nos escapa de las manos.

—Desde el principio —respondió con los ojos vidriosos—. Pero si no nos echamos para atrás en ese momento no podemos hacerlo ahora. No solo están en juego nuestras vidas, también la del resto de personas. Personas que no se merecen nada de lo que está pasando.

—Ahora soy humana, Angie…, una humana con vida limitada. No sirvo para nada.

—¡No digas eso, Laurie! —respondió cruzándose de brazos y arrugó el ceño—. Eres la persona más importante que conozco. No solo por el tema de que ahora seas una especie rara, sino porque me has salvado ¡dos veces! ¿Sabes lo que significa eso? Eres valiente, buena amiga, te preocupas por la gente que quieres.

—¿De qué me sirve, Angie? Por mi culpa han muerto muchas personas. Estoy cansada de que todos los que están a mi lado terminen así. Franyelis tenía razón, estoy maldita.

—¿Por qué te quedas siempre con lo malo? No me gusta verte así, tan… derrotada.

Suspiré. Sabía que lo que intentaba era animarme, pero la realidad me estaba superando. En ese momento solo quería dormir. Necesitaba despertarme cuando todo esto hubiera pasado. Sin Nikola me sentía perdida.

—Porque he tenido que presenciar muchas cosas malas. Muertes, traiciones, mentiras, secretos… joder —protesté, golpeando la cama con el puño—. No podré soportar algo más.

—¡Pues yo lucharé! —respondió levantándose de la cama y me miró con una sonrisa.

Quise reír por lo que acababa de escuchar, pero solo fui capaz de emitir un sonido seco. Era una locura. No la dejarían y, aunque eso pasara, no podría enfrentarse a unos seres sobrenaturales como Lilith o Lucifer.

—¿Qué? —preguntó, y torció su boca al ver la expresión de mi rostro.

—Es una locura, Angie. Y no estoy dispuesta a perderte a ti también. Nik…

Me tensé al sentir el tacto de sus manos apretando las mías. No me gustaba que me mirara con tristeza porque me hacía sentir peor. Aún no había asimilado esa pérdida.

—Sabes que me tienes para lo que necesites y comprendo que te hará falta tiempo para poder lidiar con todo lo que has pasado, pero… Arthur no te dejará en paz. Últimamente está muy extraño, pasa los días de aquí para allá de mal humor. Y han venido unas personas a la academia, creo que el chico se llamaba…. ¿Río? ¿Riú? No sé, algo así.

—¿Ryuk?

—Sí, eso. —Asintió—. La chica con la que vino no se despega de su lado. Es como si se hubiera convertido en su mano derecha. ¡Todos le hacen un gesto de respeto cuando ella aparece!

—Es que es importante. —Suspiré, recordando la traición de Britt. Ni siquiera estaba segura de si todo había sido una farsa por su parte. Tenía que hablar con ellos—. Se trata de Senoi, uno de los tres ángeles que quiso deshacerse de Lilith al comienzo de la creación.

Me detuve al observar la expresión atónita de Angie, incapaz de decir nada coherente. Su labio inferior subía y bajaba tembloroso, como si debatiera internamente sobre qué balbucear.

—Parece que la cosa es bastante seria si ya empiezan a llegar ángeles a la academia. ¿Podré conocer a Patch? O a Mikhail. No me quejaría tampoco por eso. Hay muchas preguntas que tengo que hacerles.

—Solo tú podrías preguntar algo así —respondí con un amago de sonrisa. Solo Angie era capaz de sacar lo mejor de mí en casos como este, donde me sentía con ganas de desaparecer.

—Se necesita un poco de humor y de locura en estas ocasiones, sino podemos perder la cabeza y tirarlo todo por la borda —dijo encogiéndose de hombros—. Y después de todo lo que ha pasado… confío en poder dar la talla, como los personajes de los libros. Esas personas lo dan todo por los suyos, no se asustan por lo que pase. ¡Y mira que suceden cosas malas en los libros! No les importa arriesgar su vida si con ello salvan a la humanidad, y así quiero ser yo. Si muero quiero que me recuerden como un buen personaje, valiente y con buen corazón.

—No vas a morir, Angie —respondí con seriedad. Mi corazón se paralizó al recordar cada muerte que había tenido que presenciar—. No lo permitiré. Te quedarás aquí conmigo, en la academia.

Mi amiga se levantó de la cama y me miró con dureza, entornando los ojos. Pero me dio igual, solo pensaba en encerrarme bajo las cuatro paredes en las que estaba para que me dejaran todos en paz. Necesitaba pasar el duelo por todas las pérdidas que había tenido.

—¿Lo dices en serio? ¿No vas a hacer nada?

—No.

—No… no lo entiendo. Los dhampir te necesitan, Laurie. Sin ti estamos perdidos. Tu fuerza, tu… tu poder —balbuceó negando con la cabeza—. ¿Vas a dejarlos tirados?

—Sí —mascullé.

Sentía que mi paciencia empezaba a desaparecer. Estaba cansada de que todos pensaran en mí como arma y no como ser humano con sentimientos. Les importaba una mierda cómo me encontraba en esos momentos.

—Pero Laurie. Tú… N-no… no puedes. Todos esperan mucho de ti. ¡Puedes salvarlos!

La culpa golpeó mi estómago, seguida de la presión que desprendían las palabras de mi amiga. Sabía que no lo hacía a mal y por la expresión de su mirada y el temblor de sus labios era consciente de que era el miedo quien hablaba. Aun así, no pude lidiar con mi frustración y exploté.

—¿Ves? —exclamé, apretando los dedos en un puño. Mis dientes chirriaron al tensar la mandíbula—. Todo el mundo me usa debido a mi poder. Si hubiera sido una humana normal Atary no se hubiera fijado en mí, Ana no estaría muerta, ni Rocío, ni… joder. —Suspiré, aguantando las lágrimas—. Estoy cansada de que me manejen a su antojo, que se piensen que soy una pieza que pueden sacrificar y que no se hayan planteado cómo estoy. ¿Crees que alguien me ha preguntado cómo me siento? ¿Qué se siente al descubrir que tu vida se ha sostenido mentira tras mentira hasta terminar derrumbada? Solo tú me ves más allá de todo eso y estoy… cansada. No tengo motivos para continuar, no tengo fuerzas para luchar más. Lo he perdido… todo —murmuré, limpiando con disimulo una lágrima que había logrado deslizarse por mi mejilla—. ¿Cómo voy a seguir sabiendo que todos arriesgaron su vida para salvar la mía? Incluso Vlad… a pesar de todo. —Bajé la cabeza, pero Angie me hizo elevarla de nuevo—. No puedo hacer nada sabiendo que por mis impulsos y mi inmadurez ellos han terminado así. No me puedo perdonar, Angie.

—Perdóname, Lau —susurró con los ojos vidriosos—. Todo esto me tiene asustada y no sé qué hacer. Me encantaría ser de más ayuda, pero solo soy una humana. No tengo el poder de los dhampir, ni siquiera debería de estar en la academia. Y tú… algunos te mencionan como el arma definitiva. Muchos esperan que puedas frenar todo este caos que se está armando. Me he dejado llevar y no he pensado en ti. Lo siento mucho, de verdad.

—No lo eres —sentencié—. De hecho, eres mucho más fuerte, valiente y necesaria que la mayoría de ellos. No permitas que te hagan pensar lo contrario. Pero respecto a mí estoy cansada de que solo me vean de esa manera, sobre todo cuando unos meses atrás estaban dispuestos a matarme por el simple hecho de ser una vampiresa. Me ven como lo que soy, un monstruo.

—Nada de lo que diga conseguirá hacerte cambiar de opinión, ¿verdad? —musitó mirándome con ojos brillantes.

Negué con la cabeza, rota por verla así de triste y asustada. Me gustaría poder hacer algo, ser fuerte y tener la capacidad de levantarme, pero no estaba capacitada para ello. No quería hacerlo.

—Aun así, quiero ayudar en lo que pueda —continuó—. Estoy aterrada pensando en todo lo que puede pasar. Quiero acabar la carrera, viajar, conocer muchas personas y probar un montón de comida diferente. Y todo eso nos lo quieren arrebatar, ¿a costa de qué?

—Siempre puedes irte lejos —murmuré, recordando la insistencia de Nikola para mantenerme a salvo.

—¿Y dejar aquí a Soid? ¿A mis padres? No puedo… no puedo hacerles eso. Además, estoy segura de que da igual donde vayamos. El peligro nos perseguirá. Desde que Lucifer ha sido liberado no hay rincón para poder esconderse.

—Todo se solucionará. —Suspiré.

Se hizo un silencio incómodo entre ambas. Por la expresión de su rostro sabía que no creía en mis palabras y, siendo sincera, yo tampoco lo hacía. Pero no podía verbalizar lo que mi amiga esperaba. No tenía fuerzas suficientes para ponerme en primera línea y comenzar a pelear. No después de haber sufrido tantas bajas y tantos golpes. No cuando todos estaban ansiosos de que saliera de mi refugio para continuar manejándome cual marioneta a manos de un titiritero.

Para renacer de las cenizas hace falta motivación, hace falta una llama de esperanza a la que aferrarse. Y yo en ese momento me sentía vacía, atrapada por un abismo de oscuridad. ¿Cómo iba a conseguir avanzar? Lo mejor sería que lucharan sin mí, que me dejaran atrás.

—¿Por qué Soid es una dhampir y tú no? —pregunté con curiosidad al surgir entre ambas un silencio incómodo, esperando cambiar de tema. En todo este tiempo no había tenido la oportunidad de formular la pregunta en alto y me carcomía la intriga.

—Porque ella nació el 25 de diciembre a las 23:58 y cuando me tocó a mí ya era tarde, pues ya era veintiséis —bufó, cruzándose de brazos.

—¿Y? —pregunté frunciendo el ceño.

—¿Qué día era el cumpleaños de Ana?

—El 25 de diciembre —respondí y a los pocos segundos abrí la boca—. ¿Todos los dhampir nacieron ese día y mes? ¿Es una fecha mágica?

—Según dicen algunos es como un castigo impuesto por Lux a nuestros padres por haber mantenido relaciones sexuales teniendo ella la regla. Y al concebirnos el día que Jesús nació… para la religión es una fecha sagrada y ha sido mancillada al quebrar una orden de la Biblia. No sé. —Se encogió de hombros—. Es algo así. Otros lo ven como una bendición. El caso es que Soid tiene esas habilidades y yo no. Por eso no se preocupan por mí, porque soy una humana que no debería de pisar la academia. No debería de tener ese…. privilegio. —Suspiró abatida.

—Vaya, no me lo esperaba —admití—. Cuando se lo pregunté a Atary había sido mucho más escueto.

—Es lo que tiene la mentira, tiene las patas muy cortas.

Asentí con la mirada perdida, fija sobre la pared. Ese comentario me hizo recordar cómo había avanzado mi relación con él, a base de mentiras y manipulaciones. Eso me llevó a pensar en que nada de esto hubiera sucedido si les hubiera hecho caso desde el inicio a Ana y a Sham. Pero ya era tarde para arrepentirme. No podía traer a mi amiga de vuelta. Solo quería llorar.

El silencio entre nosotras fue tan largo que no pude evitar sorprenderme al ver que Angie se daba la vuelta para alejarse. La miré y abrí la boca para preguntarle por qué se marchaba, pero ella no tardó en responder.

—Será mejor que me vaya y te deje sola. Sé que tienes mucho en lo que pensar y yo solo te estoy presionando —dijo tirando de su labio inferior—. Si me necesitas estaré por aquí cerca, preparada para lo que sea.

Asentí sin decir nada y miré como la puerta se cerraba, dejándome sola. El silencio que me albergaba ahora era tan grande y asfixiante que sentí una presión en mi pecho. Ya no tenía esa explosión de emociones girando en mi estómago como cuando era una vampiresa, pero tantas cargas sobre mis hombros me habían pasado factura. Los rostros de mis amigos me rondaban sin descanso, sin dejarme respirar. Las palabras de Nikola, ayudándome en todo momento, me torturaban, recordándome sin parar ese minuto exacto en el que se había transformado en polvo.

En ese momento lloré. Me permití descargar todo lo que llevaba dentro y sentirme como esa niña pequeña que en el fondo seguía siendo. Esa niña que habían sacado de su burbuja a la fuerza para hacerla crecer, despertar.

No estaba preparada para enfrentarme a mis miedos, a mis inseguridades, a mis errores. No estaba preparada para sufrir más y levantar la cabeza, como si fuera una nimiedad. Solo quería volver atrás, a ese preciso instante en el que mi padre me consolaba, arropándome entre sus brazos. Pero hasta eso me había sido arrebatado. Mi padre, mi madre, mis amigos, mi amor…

Solo me quedaba Angie y, aun con eso, sentía que lo había perdido todo.

Dejé que la oscuridad me envolviera y me derrumbé, prometiéndome a mí misma que no dejaría que nadie más me rompiera. Me quedaría quieta bajo estas cuatro paredes, siendo devorada por la culpa y el arrepentimiento.

Solo así podría salvar a la humanidad de un monstruo que destrozaba todo a su paso. Solo así podría proteger a la humanidad de mí misma.

Ir a la siguiente página

Report Page